Por Oscar Alberto Cuervo
Finalmente me pude sacar algunas dudas respecto de Albert Serra y de cierta imagen cínica con que el catalán aparecía en las declaraciones periodísticas. Ayer estuve en la charla que Serra mantuvo con Andrés Di Tella. Y también pude intercambiar unas palabras con él. Lo primero que me impresionó es su parecido físico con el joven Fassbinder, quizá una versión más apuesta del monstruo bávaro. Y de paso le pregunté si es verdad que uno de sus próximos proyectos es precisamente filmar la vida del director de La angustia corroe el alma. Cosa que me confirmó: más precisamente quiere retomar el asunto de Atención a esa puta tan querida, uno de los films malditos de Fassbinder, que hace un tiempo vimos en nuestro ciclo de los sábados. En Atención... Fassbinder contaba los pormenores de la filmación de otra película suya, Whity, un extrañísimo paella-chucrut-western filmado en Almería. Durante la filmación de Whity Fassbinder pasaba por un período especialmente turbulento (más que de costumbre) y, como se ve en Atención..., se volvió tan insoportable para su crew que terminó recibiendo una paliza de sus colaboradores. Bueno, parece que esta historia de poder y neurosis es de interés de Serra. Lo ideal sería que él mismo hiciera el papel de Fassbinder, pero no parece que vaya a ser el caso. No sé si el proyecto se va a concretar, ni lo que puede llegar a hacer Serra con ello, pero me quedó dando vueltas la idea de cierta similitud entre el bávaro y el catalán: hay en ambos una voluntad de pioneros, una energía que no admite encauzarse en los formatos tradicionales y una mordacidad que les confiere un aire de familia.
Por otro lado, el realizador de El cant dels ocells no es arrogante ni cínico, es capaz de hablar de su cine con mucha seriedad, sin abandonar un humor filoso que también se puede reconocer en las películas. Me preguntaba en el post de ayer si Serra era conciente de la seriedad del cine que tiene entre manos, y ahora creo que sí. Las frases como "hago cine por el dinero y porque es más fácil que la literatura" son parte de la estrategia que adopta Serra ante una prensa que le resulta mayormente venal. En cambio, hablando en un contexto más atento y respetuoso que el que suele reinar en las conferencias de prensa, Albert parece un idealista que quiere hacer cine para cambiar la vida, la suya y, si cabe, dice, también la de los otros. Así que no parece que los extraordinarios resultados logrados en sus dos primeros largos sean obra de la casualidad ni de un malentendido, sino de una posición vital seria y alegre.
En cambio, lo que me dejó con grandes dudas es el incipiente proceso de consagración, por parte de cierto sector de la crítica, de un cineasta argentino, José Campusano, que presentó ayer en la competencia internacional su largometraje Vil Romance. Hay algo atractivo en la posición cinematográfica de Campusano: filma ambientes lúmpenes del conurbano bonaerense (la película transcurre en Ezpeleta) y parece conocer bien los personajes que muestra. Por momentos su película fluye de manera orgánica y hay una notoria rusticidad en sus procedimientos estéticos que se adecua al tipo de ambientes que describe. En este caso narra una especie de historia de amor entre dos hombres, una especie de rockero bonaerense de alrededor de cincuenta y un chico joven. Para dar una idea aproximada del estilo Campusano (del que es posible que se empiece a escuchar hablar bastante de ahora en más), se trata de una cruza de Armando Bo con Raúl Perrone, más cerca del primero en la desinhibición con que se lanza hacia situaciones dramáticamente desorbitadas. La mayor parte del elenco está formado por no actores, sino por personas que provienen de los sectores retratados (entre los que se destaca con nitidez Oscar Génova, quien merecería un film mejor que este).
Hay algo atractivo en el sensacionalismo que Capusano cultiva: su mirada no es la de un pequeño-burgués que "baja" a submundos ajenos. Pareciera que cree en lo que filma. No obstante, hay una torpeza insistente que a la larga termina por producir un verdadero desastre. Campusano interfiere sobre los ritmos y climas de las escenas, precipita las situaciones en función de un guión preescrito, injerta líneas de diálogo y episodios en función de una narración forzada, siente la necesidad de interferir en las resoluciones dramáticas mediante una música compasiva y remata la historia con un final tremebundo. En la charla con el público posterior a la proyección, el director remarca que la historia que cuenta se basa en dos "terribles tragedias" que sucedieron realmente. El problema es que esas terribles tragedias (que pueden relatarse en los términos de la sección Policiales de Crónica) no terminan de integrarse a la verdad cinematográfica que logra en sus mejores momentos. Resultado: Vil romance está la mayor parte del tiempo bordeando el desastre y al final se desbarranca del todo.
Como parece que hay críticos dispuestos a erigir a Campusano en un nuevo tótem, es de esperar que esas palmadas laudatorias no terminen por crear un monstruo autoindulgente. Si el director se volviera más riguroso con sus propias posibilidades, tendríamos a un cineasta atendible. Si se cree los halagos que empezarán a regalarle, tendremos a un freak para las trasnoches bizarras.
En la conferencia que dio el día lunes después de la primera pasada de su película, Serra estaba disfrazado de Fassbinder; su semejanza no es, por decir, anterior a su pose. Allí dijo que el actor para su film sobre el alemán sería...el Sancho Panza de Honor de cavallería y reciente rey mago gordinflón.
ResponderEliminarmuy bueno los resumenes, cuervo, no solo porque coincido con vos en cada pelicula, sino porque los justificas con argumentos en los que no habia pensado. por otro lado, creo que el snobismo es el mal del arte de nuestra epoca, no hay dudas...
ResponderEliminarJosè.
ResponderEliminarayer cuando lo vi por primera vez en persona lo primero que se me ocurrió es qué parecido era a Fass y que si yo hiciera una película sobre Rainer me gustaría que la protagonizara. Después, cuando lo fui escuchando hablar, me alegré de que Serra esté empezando, que esté vivo, que sea joven y que sea inteligente. A Fass lo llevo adentro de mi corazón, pero a Albert lo tenemos vivito y coleando, gracias a Dios.