A modo de diario. Esto por ahora.
Por Eduardo Benitez
Itinerario cinéfilo en marcha desde el domingo. Dos nombres brillan como estrellas solitarias: Jia Zhang- Ke y Albert Serra. Uno chino, el otro catalán. El joven chino se reafirma como uno de los grandes cineastas contemporáneos, el catalán también.
Hablar de 24 City (la peli de Jia) es hablar de cierta consonancia con el José Luis Guerin de En construcción, de una gran fábrica en proceso de demolición y de la construcción de un complejo en su lugar, de planos gigantes que retratan la lenta y constante mutación de un país gigante, de los presuntos testimonios de los presuntos ex habitantes. Digo presuntos porque el juego entre ficción y documental es cada vez más evidente en sus películas y Jia encauza a sus personajes por una línea que oscila entre la realidad y su representación. Habrá tiempo para pensar la última entrega del monumental cineasta chino.
A Albert Serra lo conocemos por su gran película Honor de Cavallería. El director catalán continúa con las transposiciones de grandes textos populares y a la versión del Quijote se le suma El canto de los pájaros sobre los tres reyes magos. Un canto a la desidia, con unos reyes magos que por lo menos bordean la neurosis obsesiva. Son tres a la deriva, naufragan en cada medida que deben tomar respecto de su marcha, dilatando los tiempos en cada decisión. Con algunas secuencias memorables en las que los tres reyes magos debaten sobre nimias cosas, puntada por un humor exquisito, El canto de los pájaros es lo mejor que pude ver hasta ahora. Es una película de esas que van pasando los días después de su visionado y va gustando más y más.
La gran ilusión (desilusionada)
En lo que llamo gran ilusión desilusionada se puede englobar a dos directores vecinos: Kitano y Brillante Mendoza. Aquiles y la tortuga es la última película de Beat Takeshi, tercera entrega de la trilogía (Takeshi´s y Glory to the filmmaker!) que ya venía evidenciando cierto estancamiento del gran japonés. Kitano sigue reflexionando sobre las mismas cosas que en sus dos películas anteriores: el proceso creativo, el arte como mercancía. En Aquiles y la tortuga retrata el descarnado universo de las artes visuales, el sistema de legitimaciones que se debe soportar para ser uno más en el campo cultural. Con un comienzo más que seductor que quiebra el tono relativamente académico de su inicio hasta virar a la comedia de humor absurdo, la película va agotando poco a poco, conforme van pasando los minutos por una saturación de chistes que al llegar al final resulta hasta molesto. Tal vez la búsqueda de cierto efecto de sentido por medio de la recurrencia sea el nuevo curso estético que Kitano le quiere dar a su obra, o simplemente sea la constatación de un autor que se está quedando sin ideas. De todos modos, no adhiero a la idea de que el Gran Takeshi esté por morir, ni tampoco su obra. Con respecto a Kitano me siento un esperanzado.
Arrastré a un compañero de FM La Tribu hasta una sala casi con promesas de paraíso cinematográfico en la proyección de Serbis, última película de Brillante Mendoza. Una decepción que no se hizo esperar. Tendré que cargar con la culpa del recomienda-bodrios, como pude escuchar a la salida de la función. La película del filipino tiene todo para ser un gran film: familia disfuncional de barrio lúgubre, un cine erótico derruido que es su sustento económico, y el errabundear de personajes lúmpenes que podrían ser pequeñas piedras preciosas como material de subtrama. Una riqueza bastante mal explotada ya que los conflictos interfamiliares no son más que griteríos histéricos. Ni siquiera las esperadas secuencias de sexo explícito que avisa el cartel del cine son tales, sino que son puro pudor disimulado. Una pito al sesgo, una teta filtrada, una fellatio furtiva. Al contrario de lo que sucede con el film de Serra, Serbis cada día que pasa convence menos.
La invasión de los "mirones" de cuerpos
Los pernoctantes no tendría ni que ser digna de mencionarse. Pero la rabia que produce es tal que uno no puede resistirse. Una película que se define a sí misma como "documental de observación", precisamente una observación horrorizada de las miserias con las que convivimos día a día en la ciudad de Buenos Aires. Los cuatro chicos directores egresados de la FUC observan desde la torre de cristal el mundo de cuatro "personajes" que viven en las calles porteñas. Así con la pretensión de hacer un film etnográfico, la película no puede salirse de la descripción sensacionalista del mundo que quiere retratar. Aprendices de Flaherty. Los chicos filman a sus personajes como si fueran esquimales. Se nota que estos esquimales urbanos son habitantes de un mundo totalmente desconocido para ellos. Hasta aquí podría ser admisible. Lo que molesta es que no se vislumbra la más mínima intención de develar ese mundo que observan, de lo que se trata es de poner en escena algunas secuencias desgarradoras, de buscar el shock por el shock mismo. "Me vino el cáncer, lo tengo en el culo, en las tetas, en la chucha", dice gritando a cámara una de las mujeres "observadas". Secuencias que no están lejos del obtuso documental de "investigación" de Rolando Graña.
Habrá que seguir recorriendo.
Por mi experiencia en este festival puedo decir q los "recomienda bodrios" suelen ser personajes caracterizados por la obscena ostentación de una credencial de acreditado y una tendencia a internarce en la sala de prensa a conectarse al MSN.
ResponderEliminarEn fin....
Saludos y suerte en el expreso de medianoche.
Mauro.
Alguien vió VIL ROMANCE? Las críticas son contradictorias.
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