sábado, 27 de diciembre de 2008

El diario del año


Por Oscar A. Cuervo

Crítica de la Argentina, ¿qué otro?
El día de su primera edición escribí en este blog:

"Crítica... , después de varios meses de ediciones internas y de las arengas intimidatorias de su director, da en su primer número la idea de algo a mitad de camino. Digamos: entre un Página 12 mal terminado, un Diario Popular pretencioso y una Barcelona sin gracia".

No por clarividencia, sino por simple evidencia. Los defectos que en aquel entonces podían atribuirse al disculpable proceso de maduración de un medio que va modelándose con el correr de los días, terminó siendo otra cosa: la cristalización precoz y definitiva de un engendro irresoluble. Lanata logró algo inesperado para alguien que, si bien nunca tuvo un gran prestigio intelectual, gozaba de una reputación de editor astuto: hizo un diario peor que Perfil, es decir: con una línea editorial errática, sin información, mal escrito, gráficamente feo, sin columnistas interesantes, carente de un rasgo distintivo que justifique su lectura.

En eso, Crítica de la Argentina no tiene competencia posible. Su ventaja se afirma cotidianamente: nunca alguien podrá entender qué pasa en la Argentina leyendo el diario de Lanata, aunque a menudo uno termina preguntándose qué le pasa a Lanata.

Esta última semana del año nos ha regalado dos piezas dignas de ser pensadas como síntomas de algo. Queda para los lectores desentrañar de qué:

1) Una columna de opinión de Fernando Iglesias, espada mediática de la Coalición Cívica a quien en el futuro nos gustaría ver en alguna función de gobierno:

"Putin, Stalin y los Kirchner
Lo que explica la fascinación de parte de la izquierda por los Kirchner es que el kirchnerismo es una encarnación débil del estalinismo.
Fernando A. Iglesias.
(...) PRINCIPIOS DE LA PRÁCTICA POLÍTICA ESTALINISTA: liderazgo carismático / Populismo demagógico / Culto a la personalidad / Partido único / Estatizaciones masivas / Nacionalismo paranoico / Alianzas oportunistas (un año con Hitler, el siguiente con Churchill) / Industrialización forzada basada en la exacción de las actividades agropecuarias / Descalificación de los adversarios políticos y persecución de la prensa independiente / Uso de los órganos parlamentarios (soviets) en el modo de la unanimidad / Craso positivismo disfrazado de hegelianismo.
Hecha la lista, la conclusión es descontada: lo que explica la fascinación de buena parte de mi familia y de la izquierda argentina por los Kirchner es que el kirchnerismo es una encarnación débil del estalinismo, con su tradicional carga de populismo, nacionalismo e industrialismo. (...) De ahí el desprecio por la oposición, por la independencia de la prensa y por los mecanismos republicanos, descalificados otra vez como formales. De ahí también la idea del “socialismo en un solo país” y de la concepción de la economía industrial como única economía “real”, la sorpresa inmensa por la existencia del mundo y por la consecuencias de la economía “irreal” en la realidad económica. De ahí los privilegios de la Nomenklatura, la dacha en El Calafate, la cooptación de una casta de intelectuales orgánicos amigos del régimen y la edificación de una leyenda en torno al líder que tiene el modesto inconveniente de contradecir su biografía. De ahí también, finalmente, la extraordinariamente simétrica descalificación del estalinismo a la socialdemocracia y del kirchnerismo a la oposición progresista: se vendieron al sistema, se hicieron capitalistas, son aliados de nuestros enemigos, les paga la Embajada. Se corrieron, en suma, a la derecha, ilusión espacial sólo comprensible si se piensa que el estalinismo es la izquierda".
(...)

2) Una inolvidable entrevista a otro de los líderes de la oposición, Eduardo Duhalde:

-"Néstor Kirchner tiene liderazgo, pero es un liderazgo tóxico".

- "No conozco gente que quiera a Kirchner. No vi la foto de Kirchner en ninguna casa. La foto de Carlos Menem la sigo viendo en la casa de los dirigentes kirchneristas".

- "Nadie puede decir que yo lo apreté, nunca exigí a nadie. Al contrario, me enfrentaron. Nadie puede decir que mi manera de conducir haya sido la prepotencia o el maltrato. Jamás levanto la voz a una persona. Son formas distintas. Yo no soy jactancioso, pero la gente sabe que si un día decido volver y digo: «Esto se terminó y voy a conducir la oposición», la conduzco".


Imaginen el proyecto editorial en el que estas manifestaciones encuentran el marco adecuado, las páginas que sostengan a estos personajes emitiendo estas ideas: eso que vislumbran es el diario del año.

4 comentarios:

  1. Es como decís, Lanata no encontró una claridad en cuantro a postura política. Apunta todos los cañones al gobierno pero lo hace muchas veces hasta el artazgo y cuando no sin fundamentos. Todos los días una denuncia al ministro de planificación es algo que te cansa, no se si cumple el rol de un diario realmente serio...

    Digo, me puedo equivocar, porque los diarios cumplen varios roles además de informar. Confieso que no leo mucho Crítica como para tener una opinión completa (editorial y demás), pero las pocas veces que lo leo no me cierra.

    A veces paso por la página web del diario a ojear como lee ciertas noticias, lo intercalo con Pagina 12 que es muy oficialista en política pero es más definido, tiene palabras autorizadas y convence más. Para desahogarme leo Crítica pero me empalaga el tono burlón, si cabe la palabra, creo que quiere burlarse del poder pero no le sale.

    Bueno, en definitiva creo que es otro medio más como cualquiera de los conocido, no es una buena "alternativa", con las letras de lo que eso implica.
    Saludos.
    fede

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  2. La burla de Lanata rindió en los 90, cuando ya no se discutía políticas y todo parecía limitarse a denunciar actos de corrupción y burlarse del estilo menemista. De alguna manera menemismo y lanatismo fueron complementarios. Pero en este nuevo siglo no sólo acá sino en el mundo vuelven a aparecer conflictos específicamente políticos, que no se pueden reducir a denunciar los desvíos de fondos o a burlarse de las carteras que usa Cristina. Y ahí es donde parece que un périodismo como el de Lanata no sabe qué decir. Por ende, se dedica a cultivar a un culto a su propia personalidad: hacer el diario es para él parte de un show.

    ¿Tiene espectadores? Como entertainer, Tinelli es mucho más divertido.

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  3. Leer Crítica del kirchnerismo es un suicidio intelectual.

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  4. Fred:
    bueno, no sé si será un suicidio, pero comprar Crítica es tirar cinco mangos, ponele la firma.

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