por oac
La película argentina La Tigra, Chaco (Federico Godfrid y Juan Sasiaín, 2008), una favorita de La otra, acaba de ganar la Mención Especial del Jurado en el festival de Karlovy Vary. Un alegrón, por el espaldarazo que le da a este hermoso filme, una de las revelaciones del último cine argentino. Una película chiquita de presupuesto, con un corazón enorme. Ojalá el premio sirva para que se estrene pronto por acá, porque merece ser vista por mucha gente. La Tigra, Chaco hace que lo más difícil parezca sencillo: que una historia de amor, parecida a otras historias mil veces contadas, cobre vida en la pantalla una vez más, que el cine vuelva a enamorarnos, que un beso sea el acontecimiento más importante del universo. Ninguna descripción de la sinopsis de La Tigra, Chaco podría lograr este milagro que es de índole estrictamente cinematográfica.
Que esto suceda en la semana en que La otra presenta en carácter de estreno otra película argentina reciente, Plan B (miércoles 15 a las 20:00 hs. en Lambaré 873), tiene para mí un sabor adicional. Pasa que las encuentro películas hermanas: forman parte de una nueva camada del cine argentino, que empieza a diferenciarse de eso que ya quedó etiquetado como NCA (Nuevo Cine Argentino). Pero la diferencia con la camada anterior no consiste en la consabida ruptura generacional, por la cual cada generación que se incorpora se quiere ganar un espacio vociferando contra la generación anterior, o reaccionando frente a todo lo que la otra tuvo de característico. Más bien parece que el NCA ha ganado una batalla, que logró legitimarse a fuerza de un riesgo artístico, una astucia productiva y una solvencia técnica que verdaderamente renovaron al cine nacional (lo que no quiere decir, por supuesto, que todas las películas que se presentaron bajo esta etiqueta fueran igualmente valiosas).
Si ahora empezamos a vislumbrar una nueva camada (podríamos incluir a Parador Retiro, süden, Una semana solos, La risa y varias otras) no es porque tengan un programa estético compartido, ni intenciones destituyentes respecto de sus antecesores (Lucrecia Martel, Lisandro Alonso, Ezequiel Acuña), sino porque, apoyándose en la credibilidad artística y la agilidad productiva conquistadas por el NCA, estos nuevos cineastas pueden dedicarse simplemente a hacer su cine, a labrarse una fidelidad a sus deseos, a aguzar una mirada propia: Godfrid, Colás, Berger, Solnicki, Murga, Fund no se piensan como un colectivo fundado en un programa estético político (no lo son!) sino que se entregan a hacer su cine sin más preámbulos. Será tarea de críticos o historiadores decir si hay entre ellos rasgos artísticos o politicos que los vinculen.
Yo encuentro algunos rasgos comunes entre La Tigra, Chaco y Plan B. Cuentan dos historias de amor sin hacerse ningún rollo ante el dilema clásico vs. moderno; sin complejos de procedencia, no se sienten en la necesidad de posicionarse en una disputa entre escuelas que les resultaría estéril. Ensayan una narrativa clásica sin impostar clasicismo y sin quedar atrapadas en clisés genéricos. Son naturalmente contemporáneas porque están pensadas por cabezas de hoy, innovan en la medida en que les resulta imprescindible hacerlo, sin obligación de ser "novedosas".
Sin habérselo propuesto, evidencian la impostura de la operación Castro/Todos mienten. Yo aquí, aquí y aquí expresé las reservas que me generaba esta operación, la de un demasiado calculado "asalto" al NCA en el que sus realizadores y productores (Piñeiro, Moguilansky, Llinás) pretendieron erigirse como "lo Nuevo de lo Nuevo", desenterrando una modernidad que era nueva a la altura de Godard, Rivette o Hugo Santiago (¡hace 50 años!), operación alambicada en base a gestos exteriores, a una idea mecánica de puesta en escena, a una insolencia representada pero nunca auténtica. Los autores de La Tigra, Chaco y Plan B no quieren ser novedosos, no quieren hacer ruido: quieren hacer cine.
Hay algo más que vincula a estas dos películas: estas historias de amor se sitúan en una intimidad que no quita lo político. Ambas fluyen en situaciones íntimas, sus personajes tienen que tomar decisiones que parecen ínfimas desde el punto de vista de la Historia Monumental, pero que son cruciales para ellos, porque tienen que hacer lo que siempre es lo más difícil de todo: estar a la altura de sus deseos. Y el deseo es corrosivo aunque no responda a una épica revolucionaria: si las parejas protagónicas de ambas películas son capaces de erigir su amor en este mundo, van a generar trastornos de todo tipo a su alrededor.
Y este arrojo hacia la intimidad (que el cine argentino casi nunca supo resolver felizmente) descansa, en las películas de Godfrid, Sasiaín y Berger, en una sorprendente eficacia en la dirección de actores. Entonces descubro una última y notable coincidencia, la más inesperada para mí: tanto Godfrid y Sasiaín como Marco Berger tienen una formación teatral. Cada uno de ellos tiene un trayecto hecho en esa disciplina, que se nota únicamente en la organicidad de sus actores. Unicamente quiere decir: lejos de ser películas "teatrales", La Tigra Chaco y Plan B basan sus logros artísticos en una pericia específicamente cinematográfica: es decir, a fuerza de ritmo y de precisión en los puntos de vista (tanto narrativo como de cámara).
Ojalá La Tigra, Chaco se estrene pronto entre nosotros y, mientras tanto, este miércoles quedan todos invitados al estreno de Plan B.
y si probamos con el fondo gris, letras negras y bordes azules? me parece que puede quedar lindo!
ResponderEliminaréste es el festival de cine?
ResponderEliminarEl Festival Internacional de Cine de Karlovy Vary es uno de los más antiguos festivales de cine del mundo, celebrado anualmente en julio en la ciudad checa de Karlovy Vary. Marginado durante la época de la Guerra Fría en beneficio del Festival Internacional de Cine de Moscú, recuperó su importancia en la década de 1990 para convertirse en el festival más prestigioso de Europa Central y Oriental.
ah bueno... mis felicitaciones a la película, sus directores y sus actores/actrices...!!!
Sí, Julieta, es ese festival.
ResponderEliminarsaludos
Julieta: Karlovy Vary se hizo famoso en un tiempo, porque ahí ganó el Premio de Mejor Actriz Susú Pecoraro por "Camila" de María Luisa Bemberg. Vos por ahí eras muy chiquita cunado eso ocurrió, ja ja.
ResponderEliminarSaludos
"Los autores de La Tigra, Chaco y Plan B no quieren ser novedosos, no quieren hacer ruido: quieren hacer cine."
ResponderEliminarY sí. El artista quiere hacer arte. Que no es lo mismjo que volver al arte por el arte. Ese deseo "puro" era decadentista ya a fines del XIX, pero ya sabemos que es la época que mas le gusta a Cuervo. Suerte que te saltaste el siglo XX, che.
gran descubrimiento el del del director de este blog, che
ResponderEliminar