Almendra, Pescado, Invisible, Jade
hoy a la medianoche en La otra.-radio, 88.7
por oac
No hay dos seres en la tierra capaces de hacer Barro tal vez, Para ir, Credulidad o Basta de pensar. No hay en esos temas el menor despliegue virtuoso, pero esa música suena como algo inaudito, inexplicable, anómalo, desconcertante. No es blues, no es tango, no es folklore, no es beatle, es alguien que se nutrió de todo eso y entregó un producto azaroso, contingente e irrepetible. Hubo algún alineamiento astral, alguna conjunción neuronal imprevista, un accidente de la naturaleza y entonces salió Spinetta. Es improbable que el universo repita algo así. Y tenemos la dicha de encontrarnos en su época y en su ciudad.
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por José Miccio *
Kamikaze parece haber sido hecho contra el presente; es, en realidad, un disco contra el tiempo. Pese a que sus canciones pertenecen a distintas épocas, posee una coherencia que, sin ir muy lejos, no tiene Bajo Belgrano, su disco inmediatamente posterior. Acompañado básicamente de guitarra acústica y piano, Spinetta reúne una colección de temas que no deberíamos dudar demasiado en llamar místicos. “La aventura de la abeja reina” –una canción narrativa de al menos cinco años de antigüedad– cuenta, a manera de épica espiritual, la experiencia de una abeja que, de acuerdo con los núcleos tradicionales de estos relatos, sale de su tierra, atraviesa una prueba y retorna a su lugar de origen con el mayor de los tesoros: el conocimiento de sí misma. “Águila de trueno” habla de Tupac Amaru, pero lo hace de una manera que no gustaría a los revisionistas. El desmembramiento del Inca se describe dolorosamente, pero a Spinetta parece importarle otra cosa: su constitución en líder espiritual de su pueblo: “Este cuero ya se agota / pero no mi fe”. La canción no dirige su atención solo a lo que le hacen a Tupac Amaru sino también, y sobre todo, a lo que Tupac Amaru puede hacer ahora que la historia ha pasado sobre él: juntar su cuerpo y, principalmente, responder por los suyos. “Barro tal vez” –una canción anterior a la formación de Almendra– trata también de la pérdida de la unidad corporal y de la búsqueda de una unidad nueva. Pero esta vez el tema es el arte. “Ya lo estoy queriendo / ya me estoy volviendo canción”, dice la letra. Y también: “He de fusionar mi resto con el despertar”. Quien canta se disuelve en su obra o en el origen; regresa, tal vez (Spinetta merece la gloria por este adverbio) al tiempo anterior a toda historia, a la materia anterior a toda forma. Del despojamiento del cuerpo, de la suspensión del pensamiento, de la ascesis artística, del abandono de lo inesencial; de esas cosas, y de la calma, trata este disco. Kamikaze no se puede bailar.
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“Personalmente, me siento muy bien, me estoy comenzando a sentir cada vez mejor con respecto a mi música. Me siento muy tranquilo porque, cada día que pasa, tengo la necesidad de refinar cada vez más mi música, mi lenguaje, para darle algo mejor a la gente. Aunque, finalmente, termine haciendo conciertos para veinte o treinta personas, sé que estaré tratando de aproximarme a lo que yo considero es una obra de arte, y no tratando de domesticar a la gente para la impotencia”. Así pensaba Spinetta en 1977, cuando el jazz se convirtió en su modelo musical. A 18’ del sol es su primera muestra, y los discos de Jade las siguientes. También decía cosas como esta: “Quiero conocer a Dios. Quiero hacer mi música para el espacio, para los planetas. Me resisto a pensar que tengo que cumplir una misión para los hombres y chau”. No es extraño que, midiendo todo con las reglas de este discurso, a comienzos de los 80 Spinetta mirara con desconfianza la llegada del pop bailable que Virus traía al país. “Tengo que aprender a volar entre tanta gente de pie”, cantaba en “Canción para los días de la vida”.
Y de ese vuelo, justamente, hablará Spinetta unos años después, al comentar la edición de Bajo Belgrano, el tercer disco de Jade. “Hay un Spinetta medio raro que describe la realidad de una forma directa, bien contante y sonante; alejado de ese otro Spinetta que mucha gente critica como evasivo porque siempre está hablando del ‘espacio sideral’”.
Separado de todo lo que oliera a sociedad, Spinetta, arrogante, declara, primero, su decisión de seguir el camino del arte y atender solo a sus reclamos, íntimos o interplanetarios; después, graba un disco que responde a cuestionamientos que vienen de fuera de su mundo privado. Pero sus críticos no son solamente “mucha gente”; tienen nombre propio, hacen música y escriben canciones en su contra. De acuerdo con el modelo de rechazo violento y triádico que The Clash utilizó en su canción “1977”, Los Violadores escriben “Viejos patéticos”. Los referentes impugnados no son Elvis, Beatles y Stones sino Porchetto, Pastoral y Spinetta: “Basta de hospicios, Betos y cósmicos / Es todo viejo viejo / viejo viejo viejo”. Peor aún es la venenosa intervención de Virus. En Recrudece, uno de sus discos-manifiesto, un verdadero panfleto moderno, “Caricia azul o si no soledad carmesí” se burla de la lírica de Spinetta tomando como modelo “Muchacha ojos de papel”: “El alba es mermelada / ¡Dame pan! / Tus pies son de almohada, nena / ¡Qué calor! / Tus caricias son azules / ¡Me manchás!” La parodia literaliza las metáforas y pone en primer plano el mecanismo de una escritura que se considera atrofiada. Se trata de un momento de autoconciencia para el rock argentino y Virus es, tal vez, la banda más preocupada por retrazar el mapa heredado. Bajo Belgrano es, entonces, una respuesta y un disco que se dice diferente de los otros. Lo es, sin dudas, pese a que las cantidades lo niegan. Efectivamente, la mayor parte de las canciones continúa el estilo habitual de Spinetta: “Vida Siempre”, “Era de Uranio”, “Viaje y epílogo” manifiestan más puntos de continuidad que de ruptura. La delicada “Vida siempre”, por ejemplo, con sus escobillas y sus rodeos semánticos, dice lo que el álbum supuestamente niega: “las noticias no penetran aquí”. Sin embargo, título, tapa y declaraciones ponen de relieve dos canciones, y la dedicatoria a las Madres de Plaza de Mayo, una tercera. Las primeras son “Canción de Bajo Belgrano” y “Resumen porteño”; la otra, “Maribel se durmió”.
Elementos urbanos se suceden en “Canción de Bajo Belgrano”, una mirada fragmentaria (o de caleidoscopio, como dice la canción) que recupera el motivo del hombre solo en la multitud. “Maribel se durmió”, por su parte, es uno de esos desafíos vocales que cada tanto Spinetta se pone a sí mismo; no dice nada que pueda relacionarse con las Madres sin la ayuda de algún paratexto pero la dedicatoria es, igualmente, un indicador de su relativamente nuevo interés por el espacio público. Sin embargo, el tema más importante del disco es “Resumen porteño”. Como en “Era de Uranio”, Spinetta trabaja aquí con tres personajes, pero mientras unos se mueven en territorios más bien oníricos, los otros lo hacen en contextos cotidianos. El mandarín, la vieja bailarina absurda y el cantautor se oponen de manera clara a Cacho, Águeda y Ricky, preocupados por asuntos como la colimba, la dieta y la pesca. El mismo título señala esta diferencia: se trata de un resumen y por lo tanto de una parte de la totalidad que se cree representativa. Por supuesto, el pacto realista que la canción solicita no carece de inconvenientes, pero es evidente que Spinetta sale de su acostumbrado espacio poético. La canción concluye con el afectado estiramiento de las últimas vocales de una frase muy afortunada: “Usualmente / solo flotan cuerpos a esta hora”. Ese “usualmente”, que vuelve rutinario lo que debería ser extraño, es otro adverbio exacto.
* Fragmento de la nota "Notas sobre el rock argentino en democracia, parte 1", publicada en el número 18 de revista La otra
buenísimo el programa!!!!!!!!1
ResponderEliminarEste es el mismo Spinetta es el mismo que cantaba "mañana es mejor"??
ResponderEliminarLe llegó el viejazo???
Peor para vos, no soportás a la gente y no soportás a Spinetta. Es el mismo que cantaba eso, el que seguro la va a seguir cantando, porque esa canción sigue siendo un mañana.
ResponderEliminarY vos? Qué hay de nuevo, viejo? Tenés algo mejor para ofrecer?
Sí, Gabo Ferro, por ejemplo.
ResponderEliminarAh! Gabo tenés para ofrecer?
ResponderEliminarY yo: Johan Sebastian Bach, ¡te gané!