Hoy a la medianoche en Antojo
FM La Tribu // 88.7 // www.fmlatribu.com
- A Sócrates, señores -dijo Alcibíades-, yo intentaré elogiarlo de la siguiente manera:
(...) Eres un lujurioso ¿O no? Si no estás de acuerdo, presentaré testigos. Pero, ¿no eres flautista? Por supuesto, y mucho más extraordinario que Marsias. Éste encantaba a los hombres mediante instrumentos con el poder de su boca y aún hoy encanta al que interprete con la flauta sus melodías. En todo caso, sus melodías, ya las interprete un buen flautista o uno mediocre, son las únicas que hacen que uno quede poseso y revelan, por ser divinas, quiénes necesitan de los Dioses y de los ritos de iniciación.
Más tú te diferencias de Marsias sólo en que sin instrumentos, sólo con tus palabras, haces lo mismo. De hecho, cuando nosotros oímos a algún otro, aunque sea muy buen orador, pronunciar otros discursos, a ninguno nos importa, por así decir, nada. Pero cuando se te oye a ti o a otro pronunciando tus palabras, aunque sea muy torpe el que las pronuncie, ya se trate de mujer, hombre o joven quien las escucha, quedamos pasmados y posesos. Yo, al menos, señores, si no fuera porque iba a parecer que estoy totalmente borracho, les diría bajo juramento qué impresiones me han causado personalmente sus palabras y todavía ahora me causan. Cuando lo escucho, mi corazón palpita mucho más que el de los poseídos por la música de los coribantes, las lágrimas se me caen por culpa de sus palabras y veo que también a otros muchos les ocurre lo mismo.
En cambio, al oír a Pericles y a otros buenos oradores, si bien pensaba que hablaban elocuentemente, no me ocurría, sin embargo, nada semejante, ni se alborotaba mi alma, ni se irritaba en la idea de que vivía como esclavo, mientras que por culpa del aquí presente, muchas veces me he encontrado en un estado tal que me parecía que no valía la pena vivir en las condiciones en que estoy. (...) A la fuerza, pues, me tapo los oídos y salgo huyendo de él como de las sirenas, para no envejecer sentado aquí a su lado.
(...) Ven, en efecto, que Sócrates está en disposición amorosa con los jóvenes bellos que siempre están en torno suyo y que, por otra parte, ignora todo y nada sabe, al menos por su apariencia. ¿No es esto propio de Sileno? Totalmente, pues de ello está revestido por fuera, como un Sileno esculpido, mas por dentro, una vez abierto, ¿de cuántas templanzas, compañeros de bebida, creen que está lleno? Sepan que no le importa nada si alguien es bello, sino que lo desprecia como ninguno podría imaginar, ni si es rico, ni si tiene algún otro privilegio de los celebrados por la multitud. Por el contrario, considera que todas estas posesiones no valen nada y que nosotros no somos nada, se los aseguro. Pasa toda su vida ironizando y bromeando con la gente; mas cuando se pone serio y se abre, no sé si alguno ha visto las imágenes de su interior.
Yo, sin embargo, las he visto ya una vez y me parecieron que eran tan divinas y doradas, tan extremadamente bellas y admirables, que tenía que hacer sin más lo que Sócrates mandara. Y creyendo que estaba seriamente interesado por mi belleza pensé que era un encuentro feliz y que mi buena suerte era extraordinaria, en la idea de que me era posible, si complacía a Sócrates, oír todo cuanto él sabía. ¡Cuán tremendamente orgulloso, en efecto, estaba yo de mi belleza!
Reflexionando, pues, sobre esto, aunque hasta entonces no solía estar solo con él sin acompañante, en una ocasión, sin embargo, me quedé solo en su compañía. Preciso es ante ustedes decir toda la verdad, así, pues, presten atención y, si miento, Sócrates, refútame. Me quedé, en efecto, señores, a solas con él y creí que al punto iba a decirme las cosas que en la soledad un amante diría a su amado, y yo estaba contento. Pero no sucedió absolutamente nada de esto, sino que tras dialogar conmigo como solía y pasar el día en mi compañía, se fue y me dejó. (Fragmento del discurso de Alcibíades sobre Sócrates en El Banquete).
FM La Tribu // 88.7 // www.fmlatribu.com
Sócrates y Alcibíades
- A Sócrates, señores -dijo Alcibíades-, yo intentaré elogiarlo de la siguiente manera:
(...) Eres un lujurioso ¿O no? Si no estás de acuerdo, presentaré testigos. Pero, ¿no eres flautista? Por supuesto, y mucho más extraordinario que Marsias. Éste encantaba a los hombres mediante instrumentos con el poder de su boca y aún hoy encanta al que interprete con la flauta sus melodías. En todo caso, sus melodías, ya las interprete un buen flautista o uno mediocre, son las únicas que hacen que uno quede poseso y revelan, por ser divinas, quiénes necesitan de los Dioses y de los ritos de iniciación.
Más tú te diferencias de Marsias sólo en que sin instrumentos, sólo con tus palabras, haces lo mismo. De hecho, cuando nosotros oímos a algún otro, aunque sea muy buen orador, pronunciar otros discursos, a ninguno nos importa, por así decir, nada. Pero cuando se te oye a ti o a otro pronunciando tus palabras, aunque sea muy torpe el que las pronuncie, ya se trate de mujer, hombre o joven quien las escucha, quedamos pasmados y posesos. Yo, al menos, señores, si no fuera porque iba a parecer que estoy totalmente borracho, les diría bajo juramento qué impresiones me han causado personalmente sus palabras y todavía ahora me causan. Cuando lo escucho, mi corazón palpita mucho más que el de los poseídos por la música de los coribantes, las lágrimas se me caen por culpa de sus palabras y veo que también a otros muchos les ocurre lo mismo.
En cambio, al oír a Pericles y a otros buenos oradores, si bien pensaba que hablaban elocuentemente, no me ocurría, sin embargo, nada semejante, ni se alborotaba mi alma, ni se irritaba en la idea de que vivía como esclavo, mientras que por culpa del aquí presente, muchas veces me he encontrado en un estado tal que me parecía que no valía la pena vivir en las condiciones en que estoy. (...) A la fuerza, pues, me tapo los oídos y salgo huyendo de él como de las sirenas, para no envejecer sentado aquí a su lado.
(...) Ven, en efecto, que Sócrates está en disposición amorosa con los jóvenes bellos que siempre están en torno suyo y que, por otra parte, ignora todo y nada sabe, al menos por su apariencia. ¿No es esto propio de Sileno? Totalmente, pues de ello está revestido por fuera, como un Sileno esculpido, mas por dentro, una vez abierto, ¿de cuántas templanzas, compañeros de bebida, creen que está lleno? Sepan que no le importa nada si alguien es bello, sino que lo desprecia como ninguno podría imaginar, ni si es rico, ni si tiene algún otro privilegio de los celebrados por la multitud. Por el contrario, considera que todas estas posesiones no valen nada y que nosotros no somos nada, se los aseguro. Pasa toda su vida ironizando y bromeando con la gente; mas cuando se pone serio y se abre, no sé si alguno ha visto las imágenes de su interior.
Yo, sin embargo, las he visto ya una vez y me parecieron que eran tan divinas y doradas, tan extremadamente bellas y admirables, que tenía que hacer sin más lo que Sócrates mandara. Y creyendo que estaba seriamente interesado por mi belleza pensé que era un encuentro feliz y que mi buena suerte era extraordinaria, en la idea de que me era posible, si complacía a Sócrates, oír todo cuanto él sabía. ¡Cuán tremendamente orgulloso, en efecto, estaba yo de mi belleza!
Reflexionando, pues, sobre esto, aunque hasta entonces no solía estar solo con él sin acompañante, en una ocasión, sin embargo, me quedé solo en su compañía. Preciso es ante ustedes decir toda la verdad, así, pues, presten atención y, si miento, Sócrates, refútame. Me quedé, en efecto, señores, a solas con él y creí que al punto iba a decirme las cosas que en la soledad un amante diría a su amado, y yo estaba contento. Pero no sucedió absolutamente nada de esto, sino que tras dialogar conmigo como solía y pasar el día en mi compañía, se fue y me dejó. (Fragmento del discurso de Alcibíades sobre Sócrates en El Banquete).
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[En el Fedón, Platón narra los últimos momentos de la vida de Sócrates, quien ha sido condenado a muerte. La condena se posterga por un tiempo porque la ciudad de Atenas está consagrada a la celebración de Apolo, durante la cual no se puede ejecutar a ninguna persona. Mientras espera con serenidad, Sócrates habla con sus discípulos acerca de la inmortalidad del alma y dice que está componiendo música:]
Con mucha frecuencia en el transcurso de mi vida se me había repetido en sueños la misma visión, que, aunque se mostraba cada vez con distinta apariencia, siempre decía lo mismo: ¡Oh Sócrates, dedícate a la música! Yo, hasta ahora, entendí que me exhortaba y animaba a hacer precisamente lo que venía haciendo y que, al igual que los que animan a los corredores, ordenábame el ensueño ocuparme de lo que me ocupaba, es decir, de hacer música, porque tenia yo la idea de que la filosofía, que era de lo que me ocupaba, era la música más excelsa. Pero ahora, después de que se celebró el juicio y la fiesta del dios me impidió morir, estimé que, por si acaso era esta música popular la que me ordenaba el sueño hacer, no debía desobedecerle, sino, al contrario, hacer poesía; pues era para mí más seguro no marcharme de esta vida antes de haber cumplido con este deber religioso, componiendo poemas y obedeciendo al ensueño. Así, pues, hice en primer lugar un poema al dios a quien correspondía la fiesta que se estaba celebrando. Mas después de haber hecho este poema al dios caí en la cuenta de que el poeta, si es que se propone ser poeta, debe tratar en sus poemas de mitos y no de razonamientos; yo, empero, no era mitólogo, y por ello precisamente entre los mitos que tenía a la mano y me sabía -los de Esopo- puse de forma poética los primeros que al azar se me ocurrieron.
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Sócrates, Alcibíades y Nietzsche
Nietzsche ha sospechado malévolamente de los motivos de Sócrates, de su praxis filosófica, de la serena aceptación de la condena a muerte a la que lo sometió la ciudad de Atenas, de la doctrina acerca de la inmortalidad del alma que le eneseña a sus discípulos. Dice Nietzsche en El ocaso de los ídolos:
Sócrates era del más bajo origen. Plebe. También se sabe que era horroroso. La fealdad, que para nosotros es ya una objeción, para los griegos era casi una refutación. Y aún podemos preguntar: ¿era Sócrates griego? La fealdad deriva frecuentemente de un cruce o mestizaje. En otros casos, de la decadencia. Los criminalistas antropólogos nos dicen que el delincuente típico es feo: monstrum in fronte, monstrum in animo. Pero los delincuentes ¿son decadentes? ¿Fue Sócrates el delincuente-tipo? Se cuenta que un extranjero que entendía de rostros, pasando por Atenas, dijo a Sócrates cara a cara que era un monstruo, que albergaba dentro de sí los peores vicios e inclinaciones. Sócrates se limitó a responder: "Me conocéis, señor."
(...) Con Sócrates, el gusto griego se corrompe en favor de la dialéctica; un gusto más noble es vencido: con la dialéctica, la plebe prepondera. Antes de Sócrates, en la buena sociedad se rechazaban los procedimientos dialécticos, considerados como inconvenientes y comprometedores. Se prevenía a la juventud contra ellos. Las cosas honestas, como los hombres honrados, no llevan sus razones tan al alcance de la mano. Es indecente mostrar así los cinco dedos. Las cosas susceptibles de demostración son las de menos valor, precisamente. Cuando la autoridad forma aún parte de las buenas costumbres, donde no se dan "motivos" sino que se ordena, el dialéctico hace el papel de payaso. La gente no lo toma en serio. Sócrates fue el payaso que se hizo tomar en serio: ¿qué es lo que sucedió entonces?
(...) ¿La ironía de Sócrates expresa rebelión o rencor plebeyo? ¿Sacia, en calidad de oprimido, su propia ferocidad con las cuchillas del silogismo? ¿Se venga de los nobles, a quienes fascina? El dialéctico tiene en sus manos un instrumento implacable; con él se puede ejercer la tiranía; se compromete al mismo tiempo que se vence. El dialéctico deja a su adversario el cuidado de probar que no es un idiota; le pone furioso y al mismo tiempo le priva de toda ayuda. El dialéctico despotencializa el intelecto de su adversario. La dialéctica en Sócrates, ¿será sólo una forma de la venganza?
(...) Ya he explicado por qué era Sócrates repulsivo; razón de más para explicar por qué fascinaba. Había descubierto una nueva especie de "agon", de lucha, y fue el primer maestro de esgrima para los círculos distinguidos de Atenas. Fascinó excitando el instinto de lucha de los helenos; aportó una variante en la lucha de la palestra entre hombres jóvenes y adolescentes. Fue también un gran erótico".
La seguimos esta noche en ANTOJO. Una historia de la filosofía en la radio.
"...no sucedió absolutamente nada de esto, sino que tras dialogar conmigo como solía y pasar el día en mi compañía, se fue y me dejó".
ResponderEliminarnooooo!!!! pero será de dios!!! cómo que no pasó nada!!!???? pero en qué mundo vivimos eh!!!!???? todo mal, Sócrates, todo mal!!!!
y después:
el primer párrafo que copiaste de Nietzsche no es un poquito... esteeeee.... racista?
y no entiendo. primero le da con un caño y después termina diciéndole que era un "gran erótico"? ser un "gran erótico" es bueno o malo para Nietzsche?
ayyyy... creo que hoy te voy a escuchar...
besos.
¡A la mierda!.
ResponderEliminarDurísimo el bigotudo.
Veremos que le responde el gordo.
¡Oscar,no dejes que se vayan a las manos!
¡Esta noche pego la oreja!
H.
acá ganan los griegos:
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=i8ov2oNbkvo
con gol de sócrates.
jajaj... es muy bueno!
muy lindo el programa, pero me tengo q ir un rato, donde lo puedo escuchar , lo tendrian q guardar
ResponderEliminarvos sos un sofista?
ResponderEliminarquisiera q hablen del daimon de socrates
ResponderEliminarfelicitaciones, Oscar!! Hemos quedado "pasmados y posesos"...
ResponderEliminarEn serio, el programa fue muy, muy bueno...queremos la segunda parte!
queremos la tercera parte!
ResponderEliminarviva el cuervo y sandro, un solo corazon!
ResponderEliminar- ¿Qué es un troll?
ResponderEliminar- Un idiota con computadora
(ironía socrática)
te parece q estuvo tan mal q pensaste q lo estaba cargando...?
ResponderEliminarufff
Lo raro de ser troll (algo que Sócrates no podría concebir) es la imposibilidad de decir algo y por ende de dialogar: hay una tira de mensajes anónimos y no es posible entender qué dicen, quién afirma qué y quién responde a quién. O si es un esquizo que sólo habla consigo mismo.
ResponderEliminarAll the lonely people
Where do they all come from?
All the lonely people
Where do they all belong?
Es un poco patético, no?
Si che, por favor, aunque sea una firmita con alguna pista de identidad tipo "el troll de Villa Crespo".
ResponderEliminarCambiando de tema, viene excelente el programa Oscar, al punto de quedar muy cortito.
Me encantó la entrevista con la gente de La Tigra, no pienso perdérmela aunque tenga que cometer la vileza de piratearla (estoy MUY en el interior, en un pueblo aun más chico que el mismísimo La Tigra, pero con un aire más bien... "leguminoso", uno de esos pueblitos que hacen andar al país).
Hoy vamos a escuchar a Cat Power? Si lográs que me guste te doy un chupetín...
No, Caminousted (no encuentro el acento circunflejo). El post de hoy no se relaciona con el programa. El antojo de hoy es sorpresa.
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