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por oac
Cuando la vi en Mar del Plata, a fines de 2008, escribí: "La que me gustó mucho es La Tigra, Chaco, de Federico Godfrid y Juan Sasiaín. Tiene alma. Es una película pequeña en presupuesto e inmensa en alma". (Uf, los que me criticaron por decir que una canción es "linda", cómo se van a poner al leer esta frase, ya veo venir las hordas de Artes Combinadas...).
Después la vio Willy Villalobos y le encantó. Entonces escribió una nota publicada en el nuevo número de revista La otra.
Más tarde la vieron Eduardo Chinasky y Liliana Piñeiro y también quisieron escribir sobre la película para el blog. Aquí van sendos textos por orden de llegada:
LA HUELLA DEL DESEO
por Eduardo Chinasky
La Tigra, Chaco era para mí un film en fuga. Se me escapó en el vértigo del Bafici * y en alguna otra ocasión. Pero -decía Borges- los libros esperan a sus lectores. Y yo pienso que también las películas esperan a sus espectadores. Ni antes ni después. Agradezco a los misteriosos caminos del azar haberme encontrado con este film sumamente poético.
Un mediodía de sol, apenas un mediodía de sol esplendente donde un camión se recorta en el horizonte. Trae a Esteban (Ezequiel Tronconi), que vuelve a los lugares de su infancia –aquellos veranos que persistirán para siempre en la retina- para ver a su padre, quien ha formado una nueva familia. Al no encontrarlo, se queda en casa de su tía Candelaria (Ana Allende, un hallazgo). También volverá a ver a su amiga o noviecita de la infancia, la Vero (Guadalupe Docampo, rostro magnético), y desde el primer momento se percibe que algo ha quedado pendiente tiempo atrás. O tal vez son otros los ojos que miran. Una estela de deseo queda flotando en cada encuentro de Esteban y Vero, una palabra que se insinúa y nunca será dicha en el perenne relato de una mujer entre dos hombres. Pero la historia de amor es sólo uno de los mantos del film: los detalles aparentemente mínimos son huellas que revelan un mundo natural, casi impoluto, a la vez local y universal, sin tiempo preciso.
¿Quién puede olvidar las siestas de verano en un pueblo, fecundas para el erotismo, generosas en encuentros no tan furtivos? En la hora de la siesta, cuando el sol más castiga –luz que se deshoja-, el mundo se detiene por un momento. En ese instante exacto de la tarde, las palabras sobran y las miradas tienen otra intención. Así, casi sin querer, Esteban y Vero se acercan lentamente uno al otro, en una danza espontánea e instintiva (especialmente en el caso de ella, que no registra completamente todo aquello que le va pasando). Los directores saben qué es el cine, por eso nunca muestran completamente, no subrayan, sólo dibujan esbozos, pero esbozos de una potencia altamente emotiva.
Película de medios tonos, relato sin estallidos (únicamente podemos citar el conato de pelea en la canchita de fútbol), sin picos dramáticos, sólo la atraviesa el aliento de la historia de amor de Vero y Esteban, que entre picardía e inocencia –sus destinos anudados en guirnalda, sin ellos saberlo-, intentan revivir una memoria amorosa compartida. La escena del baile, la carpintería, el fútbol con el hermano, son los momentos más bellos de un film exquisito, pleno de noble poesía.
Infinito te sea: que cada hora superes
En el tiempo que parece eterna
Risa de juventud, dolor
Donde oculto buscaste
El nacer de noche y de día.
Salvatore Quasimodo
Cuando el relato termina, una extraña y secreta alegría entibia el corazón: es que nos sabemos testigos de un pequeño milagro, una rara joya perdurable e inasible a la vez.
BUSCAR EN LA TIGRA
por Liliana Piñeiro
El que busca, encuentra. La ambigüedad de todo refrán hace posible su confirmación. Pero nada se especifica, y es frecuente que el que busque encuentre…otra cosa. Aunque quizá, sólo aparezca como revelación algo que estaba desde siempre, una imagen del pasado que supimos conservar y que se abre paso entre las capas del olvido.
Del derrotero de un viaje hacia el pueblo de la infancia se ocupa con sutileza La Tigra, Chaco, la película que Federico Godfrid y Juan Sasiaín Huertas filmaron en el paisaje chaqueño. ¿Qué busca Esteban, en su peregrinaje desde Buenos Aires? Algo del padre le es desconocido, y pese a su ausencia, rastrea en los signos que el hombre ha dejado: su actual mujer y los hijos pequeños. Como si el corazón tuviera zonas inexploradas, algo parece instalarse en el joven a partir de esos contactos. Tal vez una mayor fortaleza para afrontar el riesgo del amor.
Es mérito de los directores la sugerencia y la espontaneidad: pocos diálogos y la expresividad de los actores sostienen un clima de enamoramiento. El planteo es universal, y rescata la ecuación básica del triángulo amoroso sin necesidad de subrayados. La película se desliza suavemente, con el tiempo justo para que los personajes se reconozcan en los sentimientos que florecen a veces, para hacernos felices. Al menos hasta la próxima búsqueda, y el próximo encuentro.
* Nota del editor: A Eduardo no se le "escapó" en el BAFICI: por un absurdo reglamento en el BAFICI no se exhiben películas nacionales que se hayan exhibido en el festival de Mar del Plata; no se aplica el mismo criterio a las películas extranjeras. ¿Por qué?
hermosas las dos reseñas.
ResponderEliminarlas (lindas) historias de amor me encantan.
no me pierdo la película.
besos.
No sabía lo de ese absurdo reglamento. Pero sé que con ese "reglamento" han bochado varias, entre ellas "La crisis causó dos nuevas muertes", que apuntaba sus dardos contra el Grupo Clarín, uno de los principales sponsors del festival.
ResponderEliminarY gracias Julieta, feliz 2010.
ResponderEliminarEduardo:
ResponderEliminarno sé si esta regla del Bafici está escrita, sé que ese es el criterio que se aplica y esa es la explicación que les dieron a los de La Tigra para no programarla. En cambio sí programan a Kitano aunque se haya dado en Mar del Plata. ¿Discriminación?
La Tigra no te va a decepcionar, Juli...
ResponderEliminarDespués que la veas, hablamos.
Y gracias, también.
Felicitaciones a los directores, a los actores y a la tía Candelaria(una ídola!)
ResponderEliminarMuy buen programa.
saludos
pero qué nivel estas reseñas! gracias Liliana y Eduardo por transmitir de esta manera lo que brinda La tigra: pura poesía.
ResponderEliminarsaludos
Lilián
Very Probable...
ResponderEliminarGracias, Lilián!
ResponderEliminarBuen año.
Más elogios para La Tigra, en Pág. 12 de hoy:
ResponderEliminarhttp://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/5-16565-2010-01-07.html
diganmé que se quedan juntos!!!!!
ResponderEliminarTuve oportunidad de proyectarla en el Teatro Municipal, hace un par de años para un grupo de 200 adolescentes de Morón, con la presencia de Ezequiel y Guadalupe en la sala, dos seres luminosos, cuyo intercambio con el público fué un momento muy especial. Los chicos, acostumbrados como están a un cine masticado, a ver y descartar, se llevaron en su sonrisa algo mucho mas valioso y duradero que un balde de pochoclos.
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