Vivir al límite
por oac
Durante un cierto tiempo, algunos críticos cinematográficos locales trataron de hacernos creer que Vivir al límite (The Hurt Locker), de Kathryn Bigelow, era una peli que mantenía su neutralidad valorativa respecto de la invasión militar norteamericana en Irak; decía esta línea interpretativa de la película que finalmente ganó el Oscar, que lo que a Bigelow le interesa es promover una distancia reflexiva acerca de la construcción de la figura del héroe en la cultura americana; otros críticos, siempre dispuestos a disfrazar la desembozada propaganda hollywoodense barnizándola con ingeniosos subtextos que provienen de su imaginación conformista, alegaron también que Bigelow dirige una perspicaz mirada femenina contra los códigos de comportamiento masculino.
Vivir al límite está lejos de proponer un distanciamiento de la mirada invasora, o de propiciar una reflexión crítica respecto del comportamiento de los comandos americanos en Irak: Bigelow los trata como arriesgados héroes que trabajan incansablemente para desactivar las bombas plantadas por el terrorismo iraquí. En este blog propuse comparar los procedimientos formales del film de Bigelow con los del programa televisivo Policías en acción. En lugar de la bonaerense, los viriles y valerosos hurt lockers (reducidores de daño); en lugar de los pibes chorros, los terroristas islámicos. Por lo demás, ambas miradas (la de Bigelow y la de Policías en acción) basan su pretendido dramatismo en los movimientos nerviosos de cámara y el retaceo del contexto en el que ocurren los hechos: siempre se corre detrás de una urgencia que nunca deja el tiempo necesario para reflexionar acerca de la articulación del sentido de las imágenes. Una excusa sofística muy empleada por algunos críticos es que la película de Bigelow no le indica al espectador qué pensar: en realidad, Bigelow hace todo lo posible para que el espectador no llegue nunca a una instancia reflexiva.
Todo esto se desprende de un análisis de los procedimientos narrativos de la película. No hacía falta que Bigelow y el guionista de Vivir al límite lo explicaran, porque sus imágenes son suficientemente claras. Pero si a alguien le quedaban dudas, puede tomar nota de las dedicatorias de la cineasta y del guionista de la película al recibir el premio el domingo pasado:
- "Quisiera dedicarle esto a los hombres y muijeres que arriesgan sus vidas en Irak, Afganistán y alrdedor del mundo" dijo Kathryn Bigelow.
"Quiero dar las gracias y dedicar esto a nuestras tropas, a las 115.000 personas que siguen en Irak, a los 120.000 de Afganistán y a los más de 30.000 heridos y 4.000 que no lograron volver a sus hogares" dijo Mark Boal, guionista del filme.
Comparto, hay una imagen que dice mucho (para mi)y es cuando el muchacho está en el supermercado, mira a la góndola atiborrada y no sabe que elegir, mientras tanto la mujer tiene el carro lleno de productos y esto ocurre en un silencioso y tranquilo supermercado. La guerra trae paz y consumo. Saludos
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo, Oscar. Fui a ver la película con mucha desconfianza, luego de leer tu primera nota (que en su momento estimé exagerada). Luego, al salir del cine percibí cierta inquietud en mi cabeza, básicamente centrada en la naturalización del establecimiento invasor de las tropas norteamericanas en el territorio (muy diferente, por otra parte, a la aceptación fulleriana de su banalidad absurda). Pero este abyecto remate que derrocha patrioterismo barato terminó de cerrar todo. Atrás quedó la época de Brando y su reivindicación aborigen...
ResponderEliminarDan ganas de vomitar, que la directora sea mujer viene a confirmar que las miradas estrechas y el cretinaje no son cuestión de género.
ResponderEliminarpaso de la Bigelow y de sus lamentables comentarios al recibir el Oscar.