miércoles, 14 de abril de 2010
Bafici claroscuro
por Liliana Piñeiro
Para ver Todo, en fin, el silencio lo ocupaba es necesario primero acostumbrar los ojos a la casi oscuridad. Y en este “casi” está el prodigio: la propuesta de su director, Nicolás Pereda, consiste en filmar el proceso de iluminación como un procedimiento cinematográfico devenido en artificio poético.
Le experiencia visual que queda como resultante de este artificio logra el clima propicio para que el poema de Sor Juana Inés de la Cruz, Primero sueño, quede traducido en luz y sombra. El sonido de las palabras es la imagen, y lo que se muestra no hace más que ocultar: vela y revela, al mismo tiempo. En esta paradoja consiste el goce del espectador, quien debe tomar una posición activa: la de entrever algún brillo, algún destello que permita adivinar los recovecos del cuerpo… y del alma.
Para obtener resonancias pictóricas (algunas escenas se asemejan a un cuadro de Vermeer) el trabajo es colectivo, y lleva su tiempo. Y es que arrancar de la sombra las figuras requiere de muchas miradas: la de la actriz, la del director y sus asistentes, la nuestra propia. El documental muestra el esfuerzo y el placer de participar en una experiencia de creación, en este caso, de la belleza en claroscuro.
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