por Eduardo Chinaski
Disorder, de Huang Weikai: sobresaliente documental que pone en relieve las tensiones de la China moderna en su abrupto ingreso al capitalismo. Con una súper 8, en blanco y negro, Weikai muestra la cara salvaje y violenta de un país que está experimentando un cambio quizá demasiado brusco.
Trash humpers, de Harmony Corine: el triunfo de la postura. Un niño pseudo-revolucionario repitiendo sus monerías para otros pseudo-rebeldes. Ahora, en VHS malo. Una vez que se entró en el “chiste” de la película, lo demás es repetición ad nauseam de lo mismo. Aburridísima. Descartable.
Putty hill, de Matt Portenfeld: un muchacho muy joven muere de sobredosis en Baltimore. Antes de su funeral, se reúne la familia para recordarlo. Honestidad y emoción en su justa medida y sin golpes bajos. Interesante, sin ser una obra maestra.
Ajami, de Scandar Copti y Sharon Shani: potentísimo relato ambientado en Jaffa. Pura fuerza, empuje y virtuosismo narrativo. Excelente montaje. A esta película, (deudora en gran parte de Gomorra, seamos justos) le ganó el Oscar ese mamarracho de El secreto de sus ojos.
Ruhr, de James Benning: un espíritu zen, tratando de captar le esencia del espacio, el devenir del tiempo. Una mirada distante y cercana a la vez. Extraordinaria. Un dato: James tiene una hija cineasta, su obra pudo apreciarse dos Baficis atrás. Un consejo: tratar de bajarse la excepcional Girl Power!, de su inquieta hija Sadie.
NY export: opus jazz, de J. L. Lipes & Henry Joost: excelente documental sobre el coreógrafo Jerome Robbins que recrea -cincuenta años después- la música de Leonard Bernstein y las danzas del film West Side Story por un grupo de estudiantes de danza. Filmada en 35 mm con una transparencia y una luminosidad sorprendente, esta película es puro ritmo y atmósfera. Recomendadísima.
El recuento de los daños, de Inés de Oliveira Cézar: grave memorándum de reminiscencias sokurovianas acerca el mito de Edipo. Demasiado solemne y acartonado, el film se hunde en su falta de espíritu lúdico.
La reine des pommes,de Valerie Donzelli: una joyita, una pequeña maravilla. Canciones, amor, chispa, poesía, magia. Con un formato levemente similar a Les chansons d' amour de Cristophe Honoré, Valerie Donzelli cautiva desde el primer fotograma. Erotismo, risas, lágrimas.
La pivellina, de Rainer Frimmel y Tizza Covi: a no perderse este film, el más "narrativo" de dúo Frimmel-Covi. Una encantadora mezcla de documental, comedia y drama, filmado casi todo con cámara en mano. Uno de los puntos más altos del festival.
Disorder, de Huang Weikai: sobresaliente documental que pone en relieve las tensiones de la China moderna en su abrupto ingreso al capitalismo. Con una súper 8, en blanco y negro, Weikai muestra la cara salvaje y violenta de un país que está experimentando un cambio quizá demasiado brusco.
Trash humpers, de Harmony Corine: el triunfo de la postura. Un niño pseudo-revolucionario repitiendo sus monerías para otros pseudo-rebeldes. Ahora, en VHS malo. Una vez que se entró en el “chiste” de la película, lo demás es repetición ad nauseam de lo mismo. Aburridísima. Descartable.
Putty hill, de Matt Portenfeld: un muchacho muy joven muere de sobredosis en Baltimore. Antes de su funeral, se reúne la familia para recordarlo. Honestidad y emoción en su justa medida y sin golpes bajos. Interesante, sin ser una obra maestra.
Ajami, de Scandar Copti y Sharon Shani: potentísimo relato ambientado en Jaffa. Pura fuerza, empuje y virtuosismo narrativo. Excelente montaje. A esta película, (deudora en gran parte de Gomorra, seamos justos) le ganó el Oscar ese mamarracho de El secreto de sus ojos.
Ruhr, de James Benning: un espíritu zen, tratando de captar le esencia del espacio, el devenir del tiempo. Una mirada distante y cercana a la vez. Extraordinaria. Un dato: James tiene una hija cineasta, su obra pudo apreciarse dos Baficis atrás. Un consejo: tratar de bajarse la excepcional Girl Power!, de su inquieta hija Sadie.
NY export: opus jazz, de J. L. Lipes & Henry Joost: excelente documental sobre el coreógrafo Jerome Robbins que recrea -cincuenta años después- la música de Leonard Bernstein y las danzas del film West Side Story por un grupo de estudiantes de danza. Filmada en 35 mm con una transparencia y una luminosidad sorprendente, esta película es puro ritmo y atmósfera. Recomendadísima.
El recuento de los daños, de Inés de Oliveira Cézar: grave memorándum de reminiscencias sokurovianas acerca el mito de Edipo. Demasiado solemne y acartonado, el film se hunde en su falta de espíritu lúdico.
La reine des pommes,de Valerie Donzelli: una joyita, una pequeña maravilla. Canciones, amor, chispa, poesía, magia. Con un formato levemente similar a Les chansons d' amour de Cristophe Honoré, Valerie Donzelli cautiva desde el primer fotograma. Erotismo, risas, lágrimas.
La pivellina, de Rainer Frimmel y Tizza Covi: a no perderse este film, el más "narrativo" de dúo Frimmel-Covi. Una encantadora mezcla de documental, comedia y drama, filmado casi todo con cámara en mano. Uno de los puntos más altos del festival.
discrepo en lo q respecta a armoni korine. no me parecio una pelicula comica .lo que empieza siendo comico deja de serlo al poco rato,pero eso es deliberado: no es que quiso que toda la pelicula sea chiste. esta bien que hubo quienes se rieron hasta el final, pero no entendieron. la pelicula es sobre el nacimiento del Anticristo. los personajes son demonios. tiene mas que ver con el bebe de rosmary, que lo que aparenta a simple vista. ignoro si será un seudo revolucionario o un revolucionario o un pseudo rebelde, un rebelde, o alguien con problemas sicologicos, eso son todas simplificaciones. no me interesa. ni siquiera se si el tipo es satanista o que. y me importa un bledo. es sí un film feo, horrible. es la contracara de la belleza conmovedora de su anterior "mr lonely". es su pelicula terminal, su saló, su despedida su testamento,bueno, en realidad quiza no es nada de eso tampoco.
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