Padre e hijo + una yapa ;-)
Cineasta invitado: Marco Berger
por Sasha Strougatski
Cineasta invitado: Marco Berger
por Sasha Strougatski
De Alexander Sokurov uno espera... ¿qué? Un tono elegíaco, personajes de una espiritualidad casi angelical, despedidas irreparables. Más aún si se trata de la segunda parte de una trilogía de las relaciones familiares que ha comenzado con Madre e hijo. En aquella primera parte, que vimos en Buenos Aires hace más de 10 años, se trataba de la última hora que pasan juntos una madre y su hijo, hasta la muerte de ella. El relato de la pérdida estaba tan depurado de todo lo accesorio, tan desnudo en su dolor, que de su contemplación resultaba una experiencia de congoja extrema. Aún así, se podía percibir un dejo de humorismo, una especie de suave broma en el título elegido: podemos imaginar que Sokurov pensó el film a partir del título; y habría que reconocer que nunca un título sintetizó tan bien la sinopsis, los personajes, la estructura de una película. Tan extrema condensación de sentido hizo que muchos interpretaran que Madre e hijo proponía un modelo moral: así es como los hijos deben querer a sus madres, así es como las madres deben consagrarse a sus hijos. Lo cual provocó la ira de más de una feminista, tan suspicaces a la hora de detectar en todas partes subtextos de opresión machista.
Así que, al anunciarse el rodaje de Padre e hijo todos nos imaginamos: ahora se trata de la muerte del padre: preparen los pañuelos; mutatis mutandis Sokurov nos enseñará cómo debe ser el amor paterno-filial. Y si La Piedad es una fuente innegable de inspiración para algunas imágenes de Madre e hijo (aunque invirtiendo los roles que en la obra de Miguel Angel ocupan María y Jesús), Padre e hijo nos promete un festín de referencias evangélicas.
Pero hete aquí que al apagarse las luces del cine, con la pantalla todavía a oscuras, empezamos a escuchar una respiración jadeante, tensa, más parecida al ajetreo sexual que al estertor de la muerte. Y cuando abre la imagen, lo que vemos son fragmentos de dos cuerpos masculinos jóvenes, entrelazados. El shock es tan grande que el resto del film va a quedar impregnado por ese sobresalto. El siguiente es un plano macro de boca abierta en “O” del hijo, con esa distorsión anamórfica que ya es firma de autor. Todo sucede por obra de un montaje trepidante, que no da tiempo a acomodarse. En seguida se entabla un diálogo entre el padre (interior/noche) y el hijo (exterior/día, semidesnudo, mirando a cámara) en el que hablan de un sueño de este en el que aquel lo salvó de morir. O sea: después de tan vertiginoso comienzo, enseguida aparece la conexión con Madre e hijo, que también empezaba con un relato de un sueño simbiótico de los dos personajes. En unos pocos planos Sokurov ya ha tendido los lazos que unen a esta película con la anterior, por lo que se hará inevitable leerlas en contraste (como se podrían examinar dos radiografías superpuestas).
Nunca hay que desdeñar el costado provocador de Sokurov: después de todo él ha crecido en el tardo-comunismo y siempre se las arregló para irritar a los censores soviéticos sin que ellos supieran bien qué objetarle. Ahora el Soviet ya no existe, pero todavía están los críticos, los productores, los distribuidores y un público necesitados de encontrar señales tranquilizadoras. Entonces, desde la presentación en Cannes de Padre e hijo empezó a crecer una corriente de reprobación hacia el cineasta que pocos años antes había sido saludado como un nuevo maestro: que el homoerotismo, que la apología del militarismo, que se quedó en el siglo xix.. Los críticos han tenido que revisar su diccionario para designar nuevas aberraciones: así algunos hablan de “some kind of criptofascism”, “in the service of the eartly God democracy”, “postmodern reactionary avant-garde”...
Sokurov parece valerse de esas resistencias para vencerlas suavemente con la gracia de su arte. En Padre e hijo hay efectivamente alusiones evangélicas a la Trinidad y a la parábola del hijo pródigo (de paso alude a El arca rusa, su film inmediatamente anterior y su opuesto en términos de montaje). “Un padre que ama crucifica, un hijo que ama se deja crucificar”: las frases se repiten un par de veces pero la relación entre los personajes es tan fuertemente corpórea como para que la lectura meramente espiritual se enrarezca ante una sensualidad imprevista. El padre y el hijo son ambos demasiado jóvenes, demasiado hermosos, demasiado compinches, demasiado apegados. Ambos son militares y cultivan sus cuerpos con más convicción que sus espíritus: el hijo se hace fuerte en los riesgosos declives de una ciudad imposible, pero se quiebra de angustia en sueños. Entonces es difícil reducir todo a símbolos crísticos, a pesar de que de vez en cuando revolotee entre ellos una paloma.
El procedimiento narrativo sugiere muchas posibilidades y las deja a todas abiertas: la madre ha muerto o los ha abandonado, el padre volvió de la guerra transformado, se ha ido del ejército o ha sido expulsado, unas radiografías indican una posible enfermedad, el amigo del padre está vivo o muerto, entre ellos ha habido un vínculo que quizás excede al de dos camaradas de armas, la novia del hijo está o no está saliendo con un hombre mayor, tal vez el propio padre... Como para aumentar la sensación de anomalía, los protagonistas son continuamente espiados por personajes secundarios (algo que ya habíamos visto en Moloch y Taurus).
Con esta ambivalencia extrema, Sokurov comenta el sentido de su obra anterior y lo ensancha. Ya lo hizo antes: films tan aparentemente dispares como Moloch y A humble life deben ser pensados en yunta, a partir de una mínima indicación de los subtítulos: “el misterio de la casa de la montaña”. Su universo está en expansión y su obra, afortunadamente, está en curso de hacerse.
Me voy a desvirgar sokurativamente hablando.
ResponderEliminar¿Debería estar emocionado?
Y sí Alan... deberías. Más en ésta -que no vi aún-, que por lo que cuentan es una especie de "desvirgue" incluso para espectadores ya sokurovizados... Es así el cine, cuando vibra de verdad; hay directores que te revirginizan para volverte a desvirgar... cinematograficamente hablando.
ResponderEliminarsaludos
Che esto ya es un desconche...
ResponderEliminarNo Oscar, justamente, si hay algo que esto no es, es un desconche.
ResponderEliminarErica:
ResponderEliminara vos la literalidad no te va a permitir llegar muy lejos. La literalidad es el callejón sin salida de la lengua. Y conste que digo lengua y quiero decir lengua.
Bueno, no era para pelear...era un chistecito che! A vos Oscar la literalidad no te no te va a permitir llegar muy lejos.
ResponderEliminarAunque en este caso, creo que es pertinente la literalidad.
Yo la película ya la ví y me parece la mejor de Sokurov.
entre el padre y el hijo yo me quedo con el padre. podemos armar una votación secreta al final de la peli... ajaja
ResponderEliminarAle: vas a venir a ver la película? dale, venite que ya es la última del ciclo!
ResponderEliminarPobre Erica. Confieso que me gustó su chiste, jaja.
ResponderEliminarAlan, gracias por la solidaridad!
ResponderEliminarPero nada de pobre eh! Lo que pasa es que justo la palabra que eligió Oscar, la verdad que...
Saludos!
y ...no sera un inconche en todo caso? ja..ja..
ResponderEliminarEn este punto opino como Erica, es una de las mejores junto con Elegia de un viaje. Recuerdo la primera visión de la Película y tengo la sensación de haber salido con mucha vitalidad. Eso que se me había ocurrido invitar a mi viejo a verla al Bafici...de lo que no se puede hablar, mejor callar..fue el pacto tácito que creo hicimos al salir de la peli . Con las otras de Sokurov el clima melancólico es muy predominante(de las que vi). Creo que Padre e Hijo es la menos Melanco.Eros triunfa sobre tanatos!!
Me sumo al ranking de Julieta!! voto por el padre.
Lukas
Erica: yo no peleé, sólo analicé tu respuesta. De todos modos, alguien tan "compenetrada" con la doctrina freudiana como vos no puede justificarse alegando "era un chistecito". Deberías saber que cuál es la función de tu chistecito.
ResponderEliminarLucas: estoy de acuerdo en que esta es una de las mejores de Sokurov. Es que, sacando un par de las que hizo, todas son "una de las mejores". De las 20 mejores películas filmadas en los últimos 20 años, 8 o 9 deben ser de Sokurov.
ResponderEliminarAcuerdo con Lucas y no acuerdo con Oscar, pero eso, ya es moneda corriente.
ResponderEliminarClaro, por eso dije chistecito, pero, en este caso es pertinente la literalidad. No es una justificación de ningún tipo. El hecho de que diga que es un chiste, no niega en lo más mínimo lo que dice el psicoanálisis acerca de los chistes, incluso si lo utilizara como justificación (y quizás en este caso mucho menos aún). Bué...las limitaciones de siempre.
Con Lucas total coincidencia, incluso con el tema de la votación: ya van tres votos para el padre si no estoy contando mal.
Saludos a los dos.
Que no concuerdes conmigo es natural, el error es parte de tu estructura persistente.
ResponderEliminarEn cuanto a lo que decís del chistecito, ya no se entiende un pomo. No aclares que oscurece. El chistecito lo dijo todo.
Voto por el padre
ResponderEliminarY siguen sumándose los votos para el padre! adhiero.
ResponderEliminaruna de las películas de Sokurov que más impacto tuvo en mí, aunque...cual de las que vi no lo tuvo? es uno de mis cineastas favoritos.
el padre estaba mucho mejor de lo que yo recordaba!!!!!! jaja
ResponderEliminarCreo que Sokurov estará encantado de leer este interesantísimo intercambio de ideas acerca de su película.
ResponderEliminarvos decís que el ranking sobre los lomos de padre e hijo le caerían peor que los que ven homoerotismo en ciertas escenas? podemos votar con cual de las dos opciones se cabrearía más...
ResponderEliminarNo, yo decía que la tira de comentarios que generamos no está a la altura de la película. Y tampoco del post, que no planteaba una votación entre los lomos del padre y del hijo. Pero, qué le vamos a hacer, lo que ves es lo que hay.
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