Rompecabezas Wittgenstein 1 *
Todo lo que puede decirse, puede decirse claramente; y de lo que no se puede hablar, se debe guardar silencio. Resulta gracioso, pero estas frases están escritas en el Tractatus Logico-philosophicus, un libro oscuro y desconcertante, fuente del más sorprendente equívoco de la filosofía del siglo XX: los positivistas lo erigieron como una especie de libro sagrado, sin haberlo comprendido, precisamente por no haberlo comprendido. Su autor, Ludwig Wittgenstein -que pudo haberse dedicado a la ingeniería aeronáutica o haberse suicidado a los 20 años, pero no- persiste como enigma, a pesar suyo. Lo que nos da que pensar es su silencio.
Pudo haberse suicidado como lo hicieron tres de sus nueve hermanos. Hijo menor de una familia de la alta burguesía austríaca de origen judío, Wittgenstein nació en Viena el 26 de abril de 1889, bajo el signo de Tauro. Su padre era un capitán de la industria metalúrgica que destinaba una parte de su fortuna al mecenazgo de artistas como el pintor Gustav Klimt, el escultor Auguste Rodin o el músico Gustav Mahler, pero no se tomaba en serio ninguna profesión más que la de ingeniero y, sobre todo, le disgustaba que sus hijos tuvieran inclinaciones artísticas, como las que manifestaron Hans y Rudolf, quienes, para colmo, eran homosexuales declarados. Los hermanos mayores de Ludwig no habrán sido capaces de soportar las exigencias paternas, porque lo cierto es que se suicidaron poco después de cumplir los 20 años. Ludwig estudió ingeniería aeronáutica y estuvo varias veces al borde del suicidio, tal vez atormentado por la culpa que le producía su a duras penas velada homosexualidad, o quizás por su desbocada sed de Dios. El ánimo de Wittgenstein siempre penduló entre la ciega desesperación y la experiencia de un amparo invulnerable. Para esta guerra no tuvo palabras.
Como técnico, pronto se destacó en el diseño de una hélice de propulsión por reacción. El tema lo obsesionaba y, sin que se lo propusiera, desde las cuestiones físicas fue deslizándose hacia los fundamentos de las matemáticas, y de ahí hacia la filosofía. En 1908 llegó a sus manos un libro de Bertrand Russell, Los principios de las matemáticas. Wittgenstein decidió escribirle una carta a su autor.
El novio del átomo
El techo es blanco, la cama es de madera, las sábanas son azules y esta mano tiene cinco dedos. Y así sucesivamente. La realidad es una colección de hechos simples que son descriptibles por medio de proposiciones igualmente simples. A cada hecho le corresponde una proposición. "El techo es blanco" es una proposición verdadera si y sólo si el techo es blanco. El lenguaje es una figura de la realidad. La realidad y el lenguaje tienen la misma forma. Ambos pueden descomponerse hasta llegar a sus elementos simples -o atómicos- que los componen. El todo es la suma de las partes (la cama es de madera, las sábanas son azules, etc.). La realidad no es ambigua ni contradictoria, nuestra forma de hablar de ella puede a veces serlo. Pero para solucionar eso (para curar esa enfermedad del habla) está la filosofía. Ella tiene que determinar con claridad la forma lógica del lenguaje, para erradicar las contradicciones. Tiene que purgar las ambigüedades y las vaguedades en el uso de los términos, para figurar los hechos con precisión. Tiene que mostrar que la mayoría de los problemas planteados por la filosofía tradicional son pseudo-problemas originados por un mal uso del lenguaje. Si la filosofía logra esto -y está en vías de lograrlo- , entonces el lenguaje y el pensamiento humanos conquistarán la precisión del cálculo matemático (esta mano tiene cinco dedos, etc.). El resto es silencio.
El párrafo anterior describe el programa del atomismo lógico, el proyecto filosófico puesto en marcha por el filósofo inglés Bertrand Russell hace ya más de un siglo y continuado por el Círculo de Viena en los años 20 del siglo pasado. Aún hoy es el pensamiento dominante de los departamentos de filosofía de aquí, allá y de todas partes. En realidad estas tesis pasan en limpio el craso sentido común, al que tratan de formalizar. La filosofía clara de una época oscura. Es más fácil resumir este programa en 15 renglones que llevarlo acabo en sus articulaciones y detalles. A Russell y acólitos les llevó décadas el intento y en el camino se encontraron con paradojas aún no resueltas, tal vez insalvables. ¿Falta mucho para llegar a las verdades simples y precisas (el techo es blanco, las sábanas son azules, etc.)? El desafío fue una tentación que Wittgenstein no pudo o no quiso evitar. En 1908 encontraba un fundamento sólido para seguir viviendo o se mataba.
(continuará)
* El texto que antecede (y que continuaré publicando en próximas entregas) fue editado en el número 2 de la revista PARTE DE GUERRA (noviembre de 1997), que yo codirigía por entonces, junto con el psicoanalista Héctor Fenoglio. En el día de ayer se me ocurrió reeditarlo en este blog. Cuando estaba buscando a través de Google imágenes para ilustrarlo, me encontré con una sorpresa mayúscula: en el blog de una tal Rosa Aksenchuk, (quien se presenta de la siguiente manera: "Lic. en Psicología. Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires. Su actividad se circunscribe a la Clínica con orientación psicoanalítica. Actualmente brinda atención a adultos y adolescentes. Desde el 2006 dirige Psikeba, Revista de psicoanálisis y estudios culturales") se plagia mi texto, incluso su título, sin citarme para nada. La licenciada Aksenchuk me copia descaradamente, intercalando de vez en cuando algunas pocas frases de otra cosecha. La fecha del post de Aksenchuk es el miércoles 8 de julio de 2009, 12 años después de que yo lo publicara en mi revista. Desconozco si el resto de los textos que doña Rosa se atribuye en su blog los afanó de otro lado.
Sabía que los estudiantes secundarios suelen presentar, como trabajos prácticos de las materias que cursan, monografías que copian de internet. No sabía que licenciadas en Psicología de la UBA, que brindan atención a adultos y adolescentes y dirigen revistas de psicoanálisis y estudios culturales, incurren en semejantes latrocinios. El subtítulo del blog de Rosa reza "Intertextualidades", lo cual puede intepretarse como una velada confesión del plagio. Desconozco si, además de haber plagiado mi texto en su blog, la señora Aksenchuk se lo atribuyó también en alguna publicación impresa. Curiosamente, la cabecera del blog lleva un epígrafe: "Es mientras escribo que encuentro", cita de un tal JL (¿Jacques Lacan?). Rosa, parece que primero encuentra y después lo escribe.
Bonus track: Yo ya tengo quien me plagie
* El texto que antecede (y que continuaré publicando en próximas entregas) fue editado en el número 2 de la revista PARTE DE GUERRA (noviembre de 1997), que yo codirigía por entonces, junto con el psicoanalista Héctor Fenoglio. En el día de ayer se me ocurrió reeditarlo en este blog. Cuando estaba buscando a través de Google imágenes para ilustrarlo, me encontré con una sorpresa mayúscula: en el blog de una tal Rosa Aksenchuk, (quien se presenta de la siguiente manera: "Lic. en Psicología. Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires. Su actividad se circunscribe a la Clínica con orientación psicoanalítica. Actualmente brinda atención a adultos y adolescentes. Desde el 2006 dirige Psikeba, Revista de psicoanálisis y estudios culturales") se plagia mi texto, incluso su título, sin citarme para nada. La licenciada Aksenchuk me copia descaradamente, intercalando de vez en cuando algunas pocas frases de otra cosecha. La fecha del post de Aksenchuk es el miércoles 8 de julio de 2009, 12 años después de que yo lo publicara en mi revista. Desconozco si el resto de los textos que doña Rosa se atribuye en su blog los afanó de otro lado.
Sabía que los estudiantes secundarios suelen presentar, como trabajos prácticos de las materias que cursan, monografías que copian de internet. No sabía que licenciadas en Psicología de la UBA, que brindan atención a adultos y adolescentes y dirigen revistas de psicoanálisis y estudios culturales, incurren en semejantes latrocinios. El subtítulo del blog de Rosa reza "Intertextualidades", lo cual puede intepretarse como una velada confesión del plagio. Desconozco si, además de haber plagiado mi texto en su blog, la señora Aksenchuk se lo atribuyó también en alguna publicación impresa. Curiosamente, la cabecera del blog lleva un epígrafe: "Es mientras escribo que encuentro", cita de un tal JL (¿Jacques Lacan?). Rosa, parece que primero encuentra y después lo escribe.
La plagiaria, Rosa Aksenchuk
Me gustaría conocer a algún paciente o a algún alumno de la licenciada Rosa.
Graciosísimo. ¿Copiar para qué? ¿Darse importancia? en realidad se la quitan desmereciéndose en su propia capacidad de producir algún material de relativa autoría personal. Probablemente a muchos humanos les gustaría poseer la capacidad de describir, desarrollar, tirar metáforas, intrigar (sumar todo verbo que pueda estar relacionado con la tarea) pero copiar, ¿Qué placer puede dar? Me sentiría desdichado con que me atribuyeran algo que no es mío, tanto si fuera bueno como malo, ya realmente supera mi comprensión, aunque los ejemplos abundan, el que pudiera ser yo mismo el autor de semejante pelotudez.
ResponderEliminarAhora, si me copiaran, superado el asombro y la indignación, creo me sentiría halagado. Igualmente algo haría, si pudiera, con el ladrón.
No me parece gracioso, para nada. El plagio parte de la premisa del afano, del afano del trabajo de otro. Es condenable, lo único que le cabe a Doña Rosa (más Doña Rosa que nunca) es juicio y castigo. Sin risas.
ResponderEliminarotro si digo, juicio, castigo y el escarnio público. Amén
ResponderEliminarEs difícil de entender. Adimitirse a sí mismo la posibilidad de copiar a otro es una confesión de impotencia. Guita no va a ganar con este textito (esa sería la única explicación razonable para robar: la guita, pero en este caso guita no es). El prestigio es algo intercambiable por guita: esto sería algo que se acerca a una explicación. Pero el plagio en este caso es tan burdo que doña Rosa ni siquiera se cuidó de cambiar el título. Por lo cual, el resultado del supuesto prestigio se vuelve, al ser descubierto, en un desprestigio mucho mayor.
ResponderEliminarAsí que la conducta de Rosa es para mí un verdadero rompecabezas. Un caso para la psicología profunda.
Es verdad: se plagia por guita o por prestigio, o por la saludable combinacion de ambas, de ser esto último posible. Creo que copiar tambien es un gesto de desesperación, ademas de impotencia. Doña Rosa no tenía necesidad de copiar el texto y sin embargo lo hizo para adornar su blog que a juzgar por el feeback que obtiene, no lo lee absolutamente nadie. O sea, me da la impresión que su delito fue al reverendisimo pedo, lo que la convierte, ademas de ladrona, en boluda. ¿Vas a hacer algo o queda como anécdota?
ResponderEliminarHay otra posible explicación: cleptomanía. Cleptomanía de textos, es raro, eso sí, y ni siquiera sé si se trata de una verdadera explicación. Me parece que a la mina algo le falla. Si quería encubrir el plagio, le hacía unos cuantos retoques y ni siquiera yo lo habría detectado en google.
ResponderEliminarNo, creo que no vale la pena hacer nada: ni ella ni yo podemos sacar réditos económicos y a mí me basta con haberlo escrito y publicado hace 14 años y hay unos cuantos que ya lo leyeron en 1997.
Y reeditarlo ahora en mi blog. Sólo lo quería hacer público porque lo único que falta es que ella me acuse de plagio a mí.
Lo más interesante para pensar es si esto será un fenómeno habitual en los ámbitos académicos.
Sacando a Doña Rosa del medio, me interesa destacar el valor de este texto. Me aportó datos sobre Wittgenstein que no tenía.
ResponderEliminarDan ganas de seguir leyendo.
Sigue en los próximos días. Y quizá le agregue unos extras que en mi publicación original no estaban.
ResponderEliminary si aparece Rosa por acá, quizá ella también pueda aportar lo suyo.
Buenisimo volver a leer textos sobre L.W. Ya no encuentro mis Partes de Guerra!! Barbara la foto de W, pero la foto de R..me dio miedito. Para cuando una completa del autor ??
ResponderEliminar