(Van Gogh, 1889)
Visuales XXXVII
por Liliana Piñeiro
El silencio cae sobre las casas y se adhiere a ellas como una lámina delgada y mortal. El canto de los grillos y el revolotear de los insectos son los únicos sonidos que parecen salvarse.
Erguido y oscuro, el ciprés se sostiene. Pocas luces en el pueblo quedan prendidas: es la hora en que toda certeza se hace precaria.
Pero las estrellas no se resignan, y formando remolinos curvan el cielo. La noche se vuelve brillante, como sólo puede hacerlo un momento de felicidad.
Hola, soy Sofía, empecé a ir hace poco a los ciclos de cine de La Tribu. Fui un par de veces con una amiga.
ResponderEliminarMe gustó la última parte, no se por qué me hizo recordar una idea que había elaborado(?) hace un tiempo. Pasa que muchas veces, en conversaciones nocturnas, paseos vagabundos con amigos, momentos de grata soledad, aparece, como un chispazo, algo cercano a la felicidad, algo de tanta sencillez que parece que a uno le va a estallar el corazón. :)
Saludos,
Sofía.
prueba
ResponderEliminarPos solo 6 $ se puede ver CERRO BAYO, tal vez la mejor pelicula nacional en el espacio INCAA, sobre salta 1620. Comodísimas butacas y los microcines casi vacíos.
ResponderEliminarel cielo y la tierra es todo como si fuera un enorme océano.
ResponderEliminarmuy bello lili.
pd: un comentario sobre la foto de arriba de todo: parece como si fuera la parte de arriba de un barco abandonado.
besos.
¡Muy lindo! Recomiendo las "Cartas a Théo" de Van Gogh... encima escribía bien.
ResponderEliminarSe consiguen a precio barateli por editorial "Altamira".
Saludos
Las estrellas no se resignan...
ResponderEliminarmuy original!