El 14 de julio de 2010 estaba a punto de debatirse en el senado la ley del matrimonio igualitario. La noche anterior sectores de la ultraderecha católica argentina habían tratado de frenar esta reforma mediante una movilización al Congreso. El diario La Nación titulaba "Multitudinaria manifestación contra el matrimonio gay frente al Congreso". La Nación decía que esa multitud estaba integrada por 60.000 personas, mientras la Agencia Informativa Católica Argentina difundían que habían ido 200.000. Es muy probable que incluso la cifra que daba La Nación estuviera inflada. Yo escribía en el blog:
"El clero ha podido hacer demostraciones de fuerza mucho mayores que la de la tarde de ayer. Tradicionalmente la iglesia católica argentina fue temida por su poder de presión y su control de las mentes de sus fieles. Hoy movilizaron colegios, es decir: público cautivo. Según lanacion.com, un medio totalmente pro-clerical, hubo 60.000 personas. La marcha de Blumberg tuvo al menos el doble. Esto significa: si este es el poder de movilización del clerical-fascismo, están hasta las manos. Lo único que podemos sopesar es cuánto va a tardar en aprobarse el matrimonio igualitario, pero su aprobación parece un hecho irreversible. Algo parecido va a pasar de acá a un par de años con la despenalización del aborto. El camino no es tan largo".
Me llama la atención ahora que ese día todavía no tuviéramos la seguridad de que el matrimonio igualitario se conseguiría al día siguiente. Mi post se titulaba "Libertad, igualdad, fraternidad" y hacía referencia, obvio, al aniversario de la Revolución Francesa.
"Hoy es un aniversario de la Revolución Francesa. No sé si se aprobará hoy el matrimonio igualitario. Pero participar de la marcha es una buena manera de mantener vivas las banderas de la libertad, la igualdad y la fraternidad entre las personas, una meta que aún está lejos de haberse realizado".
Julieta me dejaba un comentario que decía: "De todos modos, la idea de igualdad de la revolución francesa era un poco extraña...La declaración de los derechos del hombre y el ciudadano era realmente eso. No se trataba de ningún genérico. Solamente los hombres tenían derechos y eran ciudadanos. Y agreguemos, los hombres blancos propietarios. Hubo una mujer (Olympe de Gouges) que luego de esa declaración escribió su declaración de los derechos de la mujer y la ciudadana. Unos años después de escribir eso, la revolución francesa la pasó por la guillotina. El propio Rousseau era un machista importante. En fin. Pero la idea de igualdad, tanto como la de ciudadanía, fue cambiando con el tiempo, de modo de incluir cada vez a más personas, hasta incluirlas a todas. Esperemos".
Le comenté a Julieta: "Las banderas de libertad, igualdad y fraternidad tienen un peso que produce efectos mucho más allá de las intenciones de los revolucionarios franceses. Una vez desencadenadas, las ideas siguen produciendo efectos: la idea de igualdad no les pertenece a los que en la modernidad la "inventaron", así como los números naturales son mucho más que los que los primeros matemáticos creían que eran. La revolución francesa no terminó el día en que tomaron la bastilla, ahí se desencadenó... ¡pero no terminó aún! Y no termina mientras la humanidad no extrae todas las consecuencias prácticas de esas banderas.
"Otro ejemplo: Copérnico no conocía el alcance de la revolución copernicana. El solo quería reformar la astronomía para hacer un calendario nuevo, No podía prever la crisis descomunal que iba a producir en la historia de la humanidad el tomar por cierta la idea de que la tierra se movía, Lla revolución copernicana arrastró a la física aristotélica, cambio la posición del hombre en el universo, desautorizó a la filosofía escolástica, impuso una nueva forma de investigación científica y le quitó a la iglesia romana en patrimonio del saber. Obviamente, Copérnico no se había propuesto hacer todo eso, pero la idea que se le ocurrió era más grande que él.
"Algo así es lo que pasa con la revolución francesa: empezó a fines del siglo 18, pero no terminó aún. Por eso hoy todavía estamos tomando la Bastilla".
Julieta me contestó: "Hoy todavía estamos tomando la Bastilla: me encantó eso. Más de 200 años después. Parece increíble pero es así. Me emociona también. Nos vemos en el Congreso".
Esa misma madrugada (0 grados de temperatura) el Matrimonio Igualitario fue ley. Dos días después escribí en el blog algo que decía:
"¿Cuántas veces a lo largo de la historia humana se sube un escalón en la igualdad y en la libertad? Creo que pocas. Muchas veces se viven triunfos parciales, condicionales, con posibilidades de revertirse. Me da la impresión de que el de ayer es un avance irreversible.
"Hay algo que me molestó en algunos discursos de los senadores que fundaban su voto a favor de la ley y mientras los escuchaba no podía entender qué era. Pensándolo hoy, lo comprendí. Varios hablaron de los derechos de las minorías, de una ley que protege a las minorías. Creo que hay ahí un profundo error. El muro que se derribó ayer no tiene como beneficiaria a una minoría. Cuando la Asamblea del año 13 abolió la esclavitud, los únicos beneficiarios no eran los negros que conquistaban su condición de seres libres. Ni siquiera sabemos si esos esclavos liberados estarían preparados para ejercer su nueva libertad o si hubieran preferido seguir siendo esclavos. Es la humanidad entera la que se liberó de la esclavitud. Lo mismo puede decirse respecto del derecho de las mujeres a votar, hace apenas 60 años: ¿quién puede sostener que ese fue un avance sólo de las mujeres y no de la calidad misma del sistema democrático? ¿Quién vivía en democracia si la mitad de la población no tenía derecho a elegir ni ser elegida?" ("El muro, el Libro", completo acá).
Todo esto me viene a la memoria hoy, cuando se celebra el bicentenario de la Asamblea del Año 13. Nos enseñaron en la escuela que esta Asamblea declaró la libertad de vientres (la libertad de los hijos de los esclavos), pero también instauró otras reformas que profundizaron la democratización de la vida civil: prohibió los instrumentos de tortura, abolió los títulos de nobleza, disolvió el tribunal de la Inquisición católica, prohibió los castigos escolares y extendió la condición de ciudadanía a todos los habitantes de la nueva nación, incluidos los integrantes de las comunidades originarias, a las que la Asambla convocaba a que elijan sus autoridades. Estos cambios verdaderamente revolucionarios significaban un avance tremendo respecto de lo que se había aatrevido a hacer la Revolución de Mayo tres años antes. Desde una mirada gruesa, podríamos decir que en 1810 no había cambiado todavía nada, o que había cambiado algo para que todo siguiera igual. Porque Mayo se hizo bajo la máscara de seguir reconociéndonos como súbditos del rey Fernando VII ("la máscara de Fernando"). Efectivamente se trata de una mirada gruesa, porque está claro que la Asamblea del Año 13 no habría podido llevarse a cabo sin el paso previo de Mayo.
Con una mirada gruesa también podríamos bajarle el precio a la Asamblea. Podríamos decir que lo que allí se declaró fue apenas un "relato": en esta versión los asambleístas pasarían a ser impostores que declamaron cambios que no se realizaron, ni en 1813 ni mucho después. Por ejemplo: las comunidades aborígenes siguen hoy sin gozar de la ciudadanía plena y siguen sufriendo el racismo de los blancos. Podríamos objetar también que la ciudadanía conquistada en 1813 solo abarcaba a los hombres y excluía a las mujeres. O declarar de la abolición de la tortura no pudo evitar que 163 años después se instalara en el país una dictadura terrorista que secuestró, torturó y asesinó sistemáticamente en campos de concentración, con la anuencia -todavía- de las jerarquías de la Iglesia Católica, el respaldo de las clases dominantes y el silencio de los grandes medios de comunicación. O que hace apenas dos años se denunció que la empresa transnacional Nidera mantenía encerrados a 130 trabajadores, adultos y adolescentes, que no sabían dónde estaban, no podían salir, no tenían luz ni agua y se les descontaba del salario en negro las provisiones que la empresa les vendía a precios abusivos. El 30 de diciembre de 2010 -6 meses después de que festejamos la ley de matrimonio igualitario- se descubría en la localidad de San Pedro un campamento en el que un grupo de personas vivían reducidas a la esclavitud. Así lo informaba Horacio Verbitsky en Página 12 (5/1/2011):
"Una de las grandes traders exportadoras de productos agropecuarios, a la que el Estado Nacional investiga por evasión de impuestos, explotaba el trabajo esclavo de adultos y niños traídos desde provincias del norte. Los alojaba en trailers de chapa, en los que dormían hacinados de a veinte. La jornada laboral era de diez horas incluido el día de Navidad, bajo el rayo del sol, sin luz, sin agua potable salvo la que recibían en baldes. No podían salir de los límites de la propiedad en la que trabajaban ni conocían cuál sería su remuneración. La paga se difería para el último día del contrato informal, ya que no estaba registrado. Mientras, les descontaban todo lo que consumían a precios tan exorbitantes que nunca tenían un saldo favorable para cobrar. Les anotaban 80 pesos por una bolsa de papas, 65 por una de cebollas, 54 por un pollo, 17 por un atado de cigarrillos, ocho por un kilo de pan viejo y dos por recargar la batería del celular. (...) El único dinero que recibieron en las tres semanas transcurridas antes del allanamiento fueron 12 pesos “para comprar pan dulce”. El ministro de Trabajo provincial, Oscar Cuartango, dijo que los hechos descubiertos rozaban el crimen de lesa humanidad. (...) El campamento alojaba a 130 personas, entre ellas unos 30 niños y adolescentes, pero la justicia considera que hay por lo menos un millar en las mismas condiciones, en otros campos próximos a San Pedro. Su representación sindical corresponde a la Unión de Trabajadores Rurales y Estibadores, Uatre, conducida por Gerónimo Venegas, fundador junto con José Luis Barrionuevo de la denominada CGT Azul y Blanca. Los delegados de Uatre recién llegaron al lugar una vez que el titular de la Unidad Fiscal de Investigaciones Nº 6 de San Nicolás, Rubén Darío Giagnorio, notificó al ministerio de Trabajo de la situación...".
Hace menos de 3 meses el Ministerio de Justicia liberó a 102 personas que la empresa Berry mantenía en condiciones de esclavitud en San Andrés de Giles, provincia de Buenos Aires:
"Un centenar de personas sometidas a trabajar en condiciones de esclavitud en una importante empresa agropecuaria ubicada en la localidad bonaerense de San Andrés de Giles fueron rescatadas en un operativo a cargo del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos. Se trata de 102 hombres y mujeres oriundos de Oberá y Andresito, Misiones, a los que la firma Berry Argentina explotaba en la cosecha de arándanos. Según informó el ministerio, las personas estaban sometidas a “condiciones rayanas con la esclavitud” y “las hacían dormir en carpas, las hambreaban y no les permitían salir aunque estuvieran enfermas”." (5/11/2012, "Operativo contra el trabajo esclavo").
En el día de ayer la organización no gubernamental La Alameda lanzó una campaña contra el trabajo esclavo en Argentina: "Hay 27 millones de personas sometidas a la esclavitud en el mundo, según datos de la ONU, y en Argentina estimamos que al menos hay medio millón. Entre las víctimas de la explotación laboral, el 99 % son inmigrantes que fueron traídos con promesas de trabajo y vivienda" dijo Gustavo Vera, presidente de La Alameda.
Este bicentenario de la Asamblea del Año 13 nos sirve para recordar que aún existe la esclavitud. Por eso hoy estamos tomando la Bastilla.