domingo, 27 de enero de 2013

La cosa se pone negra

y de todos los colores hoy a la medianoche


Este año se cumple el centenario del estreno de La consagración de la primavera de Ígor Stravinski, que se considera una de las obras más revolucionarias de la historia de la música occidental. Por eso se están preparando varios acontecimientos conmemorativos. Yo no dudo de la importancia de esta obra de Stravinski, pero me parece que la verdadera revolución musical de los últimos siglos se produjo en otro lugar.

Haré un rodeo.

Dentro de pocos días se cumple el bicentenario de la Asamblea del año 13, que abolió la esclavitud en nuestra patria, al menos en el plano jurídico (en los hechos, la violenta clase dominante argentina siguió esclavizando a personas en estos dos siglos y hasta la actualidad, pero de manera clandestina). En los Estados Unidos de Norteamérica, el intento de abolir la esclavitud fue el desencadenante de una guerra civil entre los estados del norte abolicionista (la Unión) y el sur esclavista (los Estados Confederados). Dos películas a punto de estrenarse cuentan este conflicto desde perspectivas seguramente muy distintas: Django Unchained de Quentin Tarantino y Lincoln de Steven Spielberg. Se me hace que hablaremos bastante de ambas en las próximas semanas.

Pero adonde quiero llegar es a la batalla cultural llevada a cabo por los esclavos negros afroamericanos, que parecen haberla ganado en toda la línea. Porque, efectivamente, lo que alteró de manera irreversible el panorama de la música mundial no son las innovaciones de Stravinski, sino la irrupción del blues. Nada sería igual después de que los negros se pusieran a cantar en medio de sus durísimas jornadas de trabajo: forma de comunión colectiva, a la vez consolación y protesta contra un mundo injusto, contraseña rebelde y sublimación de las condiciones opresivas, arte de resistencia o la resistencia como forma artística: el blues ha sido y es todo eso junto. La unción del spiritual, la improvisación grupal pautada del jazz, la invención de la rebeldía juvenil del rock and roll, la sensualidad del funk, el orgullo étnico del soul y el situacionismo urbano del hip hop no habrían existido si antes el blues no hubiera abierto todas estas posibilidades.

Por eso vamos a dedicarles al blues y sus mutaciones dos programas seguidos en La otra.-radio: hoy a la medianoche y el domingo próximo (FM La Tribu, 88.7, online). Con un programa solo no nos alcanza, y seguramente con dos tampoco. Pero por algo se empieza: será en todo caso una buena excusa para escuchar a algunos de los músicos que más nos gustan: Robert Johnson, Sonny Boy Williamson, John Lee Hooker, Canned Heat, Howling Wolf, Eddie Boyd, Cab Calloway, Duke Ellington, Jimmy Hendrix, Miles Davis, Herbie Hancock, Wayne Shorter, Ron Carter, Prince... pero atención: también los George Gershwin, Gil Evans, Chet Baker, los Rolling Stones, Bob Dylan, los Beatles, Tom Waits, Led Zeppelin, Pappo, Spinetta, Manal, Devendra Banhart, Nick Drake y James Blake. Nada de purismo ni de pureza sino la más gozosa mulatitud. Un par de noches negras y de todos los colores en La otra.-radio.

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