Una conversación entre José Pablo Feinmann y Horacio González
En el post de ayer cité una frase de Alejandro Kaufman, no exenta de temblores: "¿Por qué el peronismo es la única opción? Porque si es derrotado, lo que viene después es borrar todo. Eso está en el aire, de esos hablamos todos. Si no hay re-reelección, porque si no la hay...". Digo temblores porque inmediatamente surge la pregunta: ¿a qué se refiere Kaufman cuando dice que hoy en Argentina el peronismo es la única opción?. Y esta otra: ¿qué es el peronismo? ¿que será?
En su contexto, Kaufman afirma tácitamente que el proyecto político de Néstor y Cristina es la continuidad histórica del primer peronismo : "El problema de fondo de la Argentina es que las clases dominantes no pueden aceptar el piso que estableció el primer peronismo. No es una cuestión de que argumentes nada, porque no lo quieren aceptar, quieren borrarlo, volver a como era antes, quieren volver al año 40". Su tesis parece señalar una continuidad reconocible en las reacciones de odio visceral que tanto aquel peronismo como este cristinismo han despertado en las clases dominantes y en los sectores medios culturalmente identificados con esas clases.
Pero, claro, como tantas otras cosas, la identidad peronista está puesta en la Argentina actual en disputa. Personajes como Julio Bárbaro, Jorge Asís o Hugo Moyano coinciden hoy en que Cristina se apoderó de manera ilegítima de la identidad peronista y que el peronismo esencial (en el que ellos creen) más temprano que tarde se va a rebelar contra esta usurpación. Asís caracteriza la política de Cristina como un "frepasismo residual" que causa un "creciente hartazgo" en los peronistas. Es un lugar común en estos días: la derecha se hace ilusiones de que, como en el 74 lo hizo el propio Perón, ahora los "peronistas" van a echar a los infiltrados (la cúpula cristinista, la Cámpora, el frepasismo, etc.) y van a reponer el peronismo de Perón. Que hoy vendría a ser representado por... ¿Moyano y Benegas? ¿por Sergio Massa? ¿por Lavagna? ¿por De La Sota? La derecha parece asumir que no hay otra salida del kirchnerismo que no pase por el peronismo, nadie cree que pueda venir por el lado de Macri, el radicalisimo, Binner ni, ja... Claudio Lozano y Humberto Tumini. Y cada uno espera y calcula quién desde ese menemismo residual, duhaldismo residual, tardovandorismo o conservadurismo joven va a dar "la voz de aura", para que después se alineen detrás de él todos los gobernas, los barones del conurbano y el MOO (una graciosa fórmula que tiene la burocracia sindical para adjudicarse la representación de la clase trabajadora).
Resumiendo: hay quienes creen que el kirchnerismo es el peronismo posible en el mundo de hoy y hay otros que esperan que el kirchnerismo muera a manos del "peronismo de Perón": el tercer Perón, el León Vegano, el que volvió descarnado en el 73, el que echó a los infiltrados... ¿el que dejó a López Rega?.
No creo posible que este dilema se resuelva teóricamente: no creo que haya una identidad peronista esperándonos ahí atrás, en el origen, a la que podamos recuperar intacta. Lo que el peronismo vaya a ser está por verse: no está en el pasado sino en el futuro. Cristina y Néstor se dicen peronistas, algunos de sus más acérrimos enemigos también. Pero hete aquí: las mismas clases que abominaron del primer peronismo abominan hoy del cristinismo. Es curioso leer a Morales Solá y al diario La Nación preocupados por incidir en la interna peronista y por propiciar una decantación que expulse a los infiltrados. No hay esencia peronista a la que adecuarse: hay tarea.
Pero ¿qué será el peronismo?
Este verano estoy leyendo un libro muy interesante: Historia y Pasión. La voluntad de pensarlo todo (Planeta, 2013), las conversaciones que sostienen José Pablo Feinmann y Horacio González con el periodista Héctor Pavón. Feinmann no es un tipo que me caiga bien, incluso su faceta como divulgador filosófico me parece muchas veces desacertada: tuve ocasión de escribir una reseña muy negativa sobre su novela "filosófica" La sombra de Heidegger. Pero reconozco que su enorme libro sobre el peronismo (Peronismo. Filosofía política de una persistencia argentina, tomos I y II, Planeta) tiene una voluntad exhaustiva que lo lleva a zarandear la historia de este movimiento político como pocos están dispuestos a hacerlo. González, en cambio, es un escritor que me resulta muy valioso y estimable, leí su Lengua del ultraje. De la generación del 37 a David Viñas (Colihue) con mucho interés. Y también me parece que su intervención en la formación de Carta Abierta fue un momento clave de la consolidación del kirchnerismo: supo poner énfasis en la necesidad de encontrar nuevas palabras para mencionar configuraciones novedosas de la política argentina, proceso que aún parece lejos de estar terminado. González y Feinmann comparten una historia de encuentros y desencuentros en la militancia política y en la intervención cultural, y el peronismo ha sido para ambos una identidad con la que se relacionaron no sin tensiones. En su libro de conversaciones hay varios pasajes en los que se animan a cuestionar la historia peronista, sin esquivar sus momentos más incómodos. Ahora quiero rescatar uno de esos pasajes y otro día por ahí vuelvo sobre el tema:
José Pablo Feinmann: Quiero señalar y no quiero que me digan que soy malo con Perón. Señalo dos situaciones. Perón vuelve en el 72. ¿Qué necesita? Seguir siendo el Perón combativo, el Perón del socialismo nacional, para ganar las elecciones. Llega Perón ¿y a dónde va? A la Villa 31. Y Mugica no estaba, no sé a dónde había viajado.
Horacio González: Es la primera visita que hace a un lugar candente.
JPF: Sí, sí, sí. Perón se retira de la Villa 31 y después lo recibe a Mugica, y Perón le dice "El mundo marcha al socialismo". Lo matan a Mugica, Perón vivía, Perón ni aparece. Analicemos eso con los buenos peronistas, que me putean porque digo estas cosas de Perón. ¿Qué, era porque estaba tonto, porque se dormía cuando hablaba? No. No aparece. En el 72 va porque lo utiliza, y cuando lo matan en el 74, ahí nomás, lo matan en vida de él. Perón no va y hubiera sido muy bueno que fuera, hubiera sido, creo que hubiera sido una cosa...
HG: Por momentos parecía que quería parar eso, yo me acuerdo de un discurso de Perón, que lo vi en el cine, en un noticiario, no sé qué película fui a ver, un discurso en la CGT; por esos días debió ser, habría que buscar en los diarios, decía: "No quisiera que esta contraposición, este conflicto fuera entre unos denominados burócratas y otros denominados troskos". Podría haber concluido que había que generar otra situación donde ese conflicto no se desatara de modo...
JPF: Pero ahí saca la teoría de los apresurados y los retardatarios...
HG: ¿En ese mismo discurso?
JPF: Sí, primero dice algo simpático: "Hay algunos que si no se rompen cosas, creen que no se hace nada y hay otros que no quieren hacer nada. Bueno, hay que llegar a encontrar un término medio".
HG: Fue un discurso de términos medios que no estaba usando por esa época.
JPF: Y hay algo muy interesante...
HG: ¿Cómo analizar esa conciencia entonces? ¿Quería un término medio, restituyendo el papel de conciliamiento y todas esas...?
JPF: Es que Montoneros no creía en conciliamientos posibles, cuando Perón saca la consigna "Para un argentino no hay nada mejor que otro argentino" es un disparate eso. Para cualquier concepción, para nosotros mismos. ¿Cómo para un argentino no hay nada mejor que otro argentino? Si nosotros creíamos en una historia de conflictos, antagonismos, y veníamos de eso. Perón lo que dice, y acá quiero reivindicar la inteligencia de Portantiero y de la revista Pasado y Presente cuando dice: "Lo que pasa es que hay una lucha entre apresurados y retardatarios. Algunos quieren ir muy rápido, que son los apresurados y otros los retardatarios, que quieren ir demasiado lentos". Entonces Portantiero le dice lo que había que decirle: "Disculpe, General, pero lo que ocurre es que apresurados y retardatarios no van a la misma meta, lo que ocurre es que tienen metas y proyectos políticos distintos. No es que uno vaya más rápido y otro más despacio, no los puede poner en un mismo proyecto y decir que unos van más rápido que otros". Impecable.
HG: Es una frase del Perón anterior, el que mantiene la correspondencia con Cooke. Cooke los ve sí como apresurados pero en el mismo campo de posibilidades.
JPF: Perón le hubiera respondido: "No, Portantiero, usted se equivoca, lo que pasa es que apresurados y retardatarios van en una misma línea porque yo los conduzco. Y usted no aprecia la conducción política del líder de masas", que hubiera sido una respuesta atendible de Perón.
HG: Sí, puede ser esa la estructura moral de la historia, cosa que no es fácil hablar con nadie hoy, diría. Porque todo el despliegue de Perón en la Historia Argentina son cuarenta años o más. No pueden ser analizados fácilmente ni el final ni el pasado de Perón, ni el pasado de Perón esclarecer exactamente su responsabilidad en aquella época, ni ese presente echar tan oscura luz sobre sus actos de iniciación.
JPF: Yo creo, quiero decir algo, que cuando saco la revista Aluvión, esto lo analizo, y defiendo la situación de Perón en estos términos, diciendo, contestándole a Portantiero que lo que no entiende es que apresurados y retardatarios, sí, aunque tengan proyectos políticos diferenciados, tienen una conducción que los lleva al mismo punto. Pero Aluvión sale un mes después de que muriera Perón, así que ésas eran las tragedias de la época, así que nos tenemos que meter todo eso en el orteli, digamos. Qué lástima, porque hubieran sido muy interesantes estas discusiones. Pero se muere Perón, los Montoneros pasan a la clandestinidad y empieza ahí una lucha entre aparatos armados, terrible.
¿Que será el peronismo?
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