domingo, 12 de marzo de 2017

La foto del atril de la CGT es buena: no podés unirte con los que están negociando tu ruina

Una lectura optimista de la debacle del Triunvigato: hoy a las 12 de la noche en La otra.-radio. Radio Gtáfica. 89,3 www.radiografica.org.ar




Esta foto es de una elocuencia tal que no necesita un gran esfuerzo interpretativo. A menos que se quiera desviar el sentido para hacerle decir otra cosa que la que visiblemente dice. Ni Ezeiza ni cajón de Herminio. Algo nuevo, que será recordado en adelante como el 7 de marzo o la fuga de los burócratas. O "pone la fecha, la puta que te parió". Ni una masacre ni un error, sino una necesidad histórica.

El acontecimiento es diáfano: la cúpula sindical que detenta la dirección de la CGT fue desautorizada en un acto convocado por ella misma. Caducó simbólica y fácticamente su capacidad de representación. Encajonados en un rincón medio inaccesible, los miembros del Triunvigato se metieron en su trampa mortal. La rosca puede ser infinita, pero cada tanto la historia te marca un corte. Entonces hay que ver cómo te plantás ante la verdad alumbrada. Si te haces el boludo, estás perdido.

Nunca sucedió en Argentina, que yo recuerde, que la propias bases desautorizaran de manera tan neta e inequívoca a sus dirigentes sindicales en un acto abierto como el 7 de marzo pasado. No eran infiltrados de La Campora ni del trosquismo, esos estaban a muchas cuadras de ahí: los que hicieron cagar en las patas a los burócratas eran sus propias bases.

La realidad, es decir, en este caso, el pueblo, fue a la convocatoria que la CGT había lanzado un mes atrás. Fueron cientos de miles de personas. Es bastante difícil de calcular cuántos, precisamente por el modo en que fue convocada. En una encrucijada diabólica entre Diagonal Sur y Moreno, con el palco taponando el acceso hacia Plaza de Mayo. La CGT no tiene huevos ni ovarios ni agallas ni nada para ocupar el territorio asambleario por excelencia de la historia argentina: la Plaza. El esquema Movilización Hacia la No Plaza/ Paro Sin Fecha fue una remake de lo que hicieron dos veces el año pasado: cuando convocaron por la Ley Antidepidos en Paseo Colón y renunciaron a toda medida de fuerza ante el veto del gato y cuando en noviembre movilizaron hacia Plaza Congreso con paro sin fecha, finalmente levantado por la invitación oficial a la "mesa del diálogo". En ambos casos, la abrumadora respuesta popular a las convocatorias fue malversada en roscas de palacio por los burócratas, lo que significó severos retrocesos en el nivel de empleo y de capacidad adquisitiva del salario. La predisposición de los dirigentes sindicales y sociales (en esto hay que incluir, porque fueron socios políticos, al Evita y la CTEP) a entregar a sus bases a cambio de ganar prebendas para sus dirigentes (dinero para obras sociales y sindicatos, caridad clerical para los desposeídos, freno al conflicto lubricado con dinero para fortalecer las estructuras dirigenciales) le dio un tiempo precioso al macrismo para avanzar en la destrucción del tejido social. Cuanto más despedidos hay, más difícil se hace luchar por el salario y más cuerpos disponibles tienen las "orgas" como el Evita y la CTEP para negociarlos con los ricos. Por eso, el macrismo se animó a empezar el año soñando con una flexibilización laboral que sería como entregarle a los capitales trasnacionales al pueblo asado al horno.

Pero la historia tiene su astucia: el pacto de las orgas con el régimen no tiene una elasticidad infinita. Hay un kirchnerismo social que no necesariamente se presenta con una identificación política expresa. Se trata de un estado de conciencia, de una dignidad, un piso de derechos innegociables, mal que les pese a los chinos navarros y pablos moyanos. Es un pueblo acostumbrado a vivir durante doce años en una progresiva conquista de derechos. Gente con acceso al trabajo, con capacidad de pujar por la distribución del ingreso, comer todos los días, irse de vacaciones, estar refrigerados en un verano tórrido y calentitos en el invierno frío, no ser verdugueados por la policía, besarse en la calle, ir a la universidad, discutir y reclamar cuando las cosas no andan bien, tener acceso a la salud pública, a las jubilaciones y pensiones, ser protegidos en los accidentes de trabajo, proyectar un futuro familiar y personal sin miedo. Ninguna utopía: más bien un diseño módico de dignidad colectiva y diversa. Este proyecto es intolerable para las clases dominantes locales y para el poder financiero trasnacional. Nos quieren de rodillas. Abominan de nuestro orgullo.

El macrismo propone nada más que desandar ese camino, ir para atrás, quebrar tu resistencia, hacerte sentir indigno, poner los niveles del salario y la desocupación a la altura de las sociedades más regresivas, hacerle la guerra a los pobres, tratándolos como fracasados, vagos, criminales en potencia. Disciplinar con hambre y palos. No hay derecha moderna. Se equivocaron los analistas millenials. A la ferocidad del neoliberalismo global que rige en Europa, Norteamérica, Asia Menor o el Sudeste Asiático se entra a los empujones y escupidas. Los patrones tienen una idea degradada de la inteligencia y la dignidad de las clases populares y cuentan con que sus dirigentes son cooptables. No se equivocaron con las cúpulas gremiales, ni con la mayoría de los gobernadores y senadores, ni con gran parte de los diputados. Son cobardes y entreguistas. No todos, afortunadamente. El poder judicial es de ellos, siempre lo fue. Y las fuerzas de seguridad, que se nutren mayormente de hijos resentidos del pueblo, necesitan permiso para golpear y matar, así se relajan.

Lo que molesta en Argentina, para que ese plan retrógrado funcione, es ese kirchnerismo social, continuidad del peronismo histórico. El pueblo ejerciendo sus derechos adquiridos y empujando por más. Quince meses de destrucción macrista fueron tiempo suficiente para que cualquier persona adulta y sin mala fe advierta la dirección a la que nos quiere llevar este régimen. Como el diseño político del macrismo es precario, esta destrucción no puede proseguir sin la complicidad de las dirigencia sindicales y políticas. La avenida del medio no existe. Si no resistís a ese retroceso, sos estúpido o cómplice.

La cúpula cegetista es macrista aunque no se anime a decirlo. Su conducción política son las clases dominantes que se instalaron por el voto popular en el Poder Ejecutivo. Ese triunfo en las urnas no es vitalicio. Hay que llegar a agosto y octubre, cuando el pueblo vuelva a votar. El régimen necesita tiempo para afianzarse porque en los últimos meses está empezando a tambalear. Los burócratas sindicales se vendieron barato. (A Moyano Sonny, hijo del Don, le molesta que le digan burócrata, pero lo que más le duele no es el hambre del pueblo sino Covelia).

Hay muchas personas cercanas que nos vinieron insistiendo durante meses en que hay que confiar en la representatividad de toda la dirigencia sindical y, vagamente, de toda dirigencia que se autodenomine peronista. Hay varios que se ofendieron conmigo por no creerme ese verso de la unidad sumisa. Mientras el bienestar del pueblo fue retrocediendo a velocidad alarmante, algunos compañeros, periodistas, analistas políticos, dirigentes de tercer o cuarto orden o simplemente amigos, insistieron en referirse a estas cúpulas como "Movimiento Obrero Organizado". Se burlaron de nuestras objeciones "clasemedieras" a la irritante pasividad de la CGT para poner un freno a la codicia de los ricos. Hay un problema de diagnóstico: esta cúpula no puede poner ese freno porque son un engranaje de ese mismo régimen. El cuello de botella del bienestar popular es la histórica raigambre reaccionaria de la burocracia sindical. Mientras esa misma casta corrupta y retrógrada siga en sus puestos, como desde hace décadas, el avance popular tiene un tope. La burocracia sindical no se confunde: abomina del kirchnerismo, teme a "los zurdos" y va a brindar a Olivos con macri. Aunque se coman las eses, aunque sean morochos, no estarán de tu lado.

La foto del derribo del atril dice que las propias bases convocadas por esos dirigentes los desautorizaron en asamblea popular. No esperaron a las PASO, ni formaron un partido, ni trataron de quebrar los escollos que la burocracia tiende para impedir la democratización de los gremios. El pueblo iba a buscar la fecha del paro general, pero la cúpula había arreglado que no. Todo fue muy visible y los porongas más grandes de la historia huyeron como ratas por tirante.

Desde ese día están sumidos en un proceso de shock: ¿cómo tomar contacto con el aire exterior sin oxidarse en segundos? Están escondidos. La foto se entiende fácil, el pueblo les marcó el territorio, la calle es nuestra. Si esta burocracia quiere mantenerse en su puesto sumisa a su amo, no puede dar la cara ante los trabajadores. Las maniobras dilatorias se agotaron.

Pocas horas antes de la escena del atril, los justificadores hablaban del poder de convocatoria de este sindicalismo. Pero la gente que abarrotó la 9 de julio a todo lo ancho, desde San Juan hasta Avenida de Mayo, toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, toda Diagonal Sur y adyacentes, no fuimos a apoyar a esa dirigencia, fuimos a pedirles la fecha del paro. Los que atribuyen poder de convocatoria a esa dirigencia impostora son sofistas. Los que tejieron la patraña del tiempismo proverbial de la cúpula, mientras se burlaban de las que llamaban jocosamente "plazas de la resistencia clasemediera" pueden tomar nota de que todas las plazas están diciendo lo mismo y que solo su necedad las opone.

¿Cuál es el poder efectivo de la CGT respecto de un paro general? No es la adhesión de los gremios del transporte para que nadie pueda salir de su barrio. Eso solo es así cuando hay gobiernos de orientación popular. Si no tenés colectivos, no te podés mover. Ahí la UTA tiene poder de daño. Pero en un clima de descontento popular, el paro de transporte no es decisivo. Si querés protestar, no vas, aunque te vengan a buscar en remís. La clave de que el paro sea convocado desde la CGT, con o sin colectivos, radica en que la convocatoria oficial de las centrales de trabajadores reconocidas por el estado te resguarda de sanciones laborales. Si vos querés faltar al trabajo en protesta y tu gremio no te respalda, estás listo. Si las centrales como la CGT o la CTA decretan un paro, los gremios encuadrados en ellas están asistidos por el derecho a la huelga. El poder de la CGT está conferido por el poder punitivo del estado y no por el carisma ni por la legitimidad de sus dirigentes. La burocracia tiene, por esta prerrogativa jurídica, al pueblo de rehén. Eso es lo que manifiestan cuando los gordos ofuscados te dicen "el paro va a ser cuando nosotros digamos". Revolean la pija estatal cuando se jactan de eso.

La foto del atril derribado es muy buena para el pueblo. Puede haber un grado de ingenuidad en el trabajador, el cooperativista, el desempleado o el pequeño empresario que creyó en las burdas promesas electorales de una derecha que nunca pierde las mañas. Puede haber una parte del pueblo ingenuo, pero no estúpido. Puede no tener idea de cómo labrar el camino político para salir de la encrucijada, pero empieza a percibir que lo están forreando, que cada semana es un poco peor. La noticia es buena, aunque la conciencia de la opresión sea dolorosa. Siempre es mejor estar enterado de la verdad: la cúpula cegetista pactó con el macrismo. Los que huyeron el martes del palco son traidores inescrupulosos (no escribo hijos de puta por respeto a las putas). La noticia es buena.

La noticia es mala para el régimen, porque se les quemaron unos fusibles necesarios para su proyecto destructivo. Por eso, tienen que tratar de sobreimprimir en esa foto una fábula inverosímil, evocando el cajón de Herminio o la masacre de Ezeiza. Ambas analogías son insostenibles, el 7 de marzo no se parece a nada de eso: no hay campaña electoral, no hay candidaturas en juego, no hubo violencia, ni siquiera un herido. No hubo desmanes ni trompadas. Hubo una base popular pidiendo la fecha del paro y unos dirigentes cagones escapándose. Ni Herminio ni Ezeiza. Pero siempre hay algunos giles que se las creen. Sin embargo, la parte más lúcida de la derecha ya tomó nota de que el 7 sufrieron una derrota política. La dirigencia sindical tiene que reinventarse aceleradamente, porque el 7 de marzo tuvo su debacle. Hay que ver si puede y cómo lo hace. Pero lo que se vio el martes 7 es que el pueblo ya está despierto.

La noticia es mala para todos los escribas chantas y mistificadores del Movimiento Obrero Organizado, tipos que nos han hinchado las pelotas durante décadas con la presunta extirpe de gladiadores de los Moyano y de los Schmid. Quedaron en offside. Las consignas abstractas de la "unidad" y de la férrea representatividad sindical cayeron como las hojas en otoño, secas, muertas. Eran macanas. No podés unirte con los que están negociando tu ruina. Sentido básico de supervivencia. Ante esa unidad es preferible el quiebre.

Ahora que todo está más claro, los mistificadores tienen pocas escapatorias. Si te siguen hablando del compañero Moyano o del compañero Pérsico o del compañero Daer o del compañero Schmid, te están adobando para entregarte en bandeja y mandarte al horno.

Si solo eran zonzos que se creyeron su propio cuento del MOO y los Tres Reyes Magos, si se dan cuenta de que el pueblo le está diciendo a macri que pare la mano, que no nos siga jodiendo, si se ponen a la cabeza de los reclamos que el pueblo expresó el martes 7 de marzo de 2017, entonces puede que sean simplemente compañeros equivocados.

6 comentarios:

  1. De lo mejor que escribiste oscar, comparto plenamente.

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  2. De lo mejor que escribiste oscar, comparto plenamente.

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  3. muy bueno Oscar, acabo de leer a uno de esos justificadores que mencionas, uno que alardea de peronismo y rosca, despacharse contra el paro docente, como si no pudiera caer más bajo. que les pasa? de que lado están?

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  4. Oscar con todo respeto, Perú me parece que no tenes absolutamente idea de lo que es el movimiento obrero organizado en la Argentina, si pensas que para quienes defendemos ese concepto nos referimos únicamente al consejo directivo de la CGT, como lo haces vos. Un poquito más de respeto con la organización popular que nos supimos conseguir.

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  5. Javier: lo que comanda el Trío Los panchos no me parece una organización popular, sino un engranaje del macrismo. Por más que lo hermosees con palabras rimbombantes como MOO, no me dan ningún respeto. Y me alegro mucho que el verdadero movimiento obrero los haya hecho quedas incinerados para siempre ante los ojos de todos.
    Mis respetos a los trabajadores.
    Mi desprecio a los gordos empresarios que negocian con el el respaldo del poder punitivo del estado y la guita de las obras sociales.

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