sábado, 11 de marzo de 2017

La tarea intelectual y nosotras, las mujeres



por Lidia Ferrari
[El post está ilustrado con fotografías de la marcha del 8M, tomadas por Willy Villalobos]

En estas épocas de movilización femenina para avanzar sobre derechos que aún no han sido conquistados, recordé un texto que escribí en el 2001. Dicho texto fue inspirado por la pregunta de un amigo acerca de la razón que llevaba a que hubiera tan pocas mujeres poetas/letristas en el tango. Mi amigo Miguel A. García me hizo llegar su interrogación, y como estudiosa del tango escribí “Pocas percantas letristas de tango”. Es un texto apócrifo sobre una investigación universitaria en USA, donde cito investigadores y autoras que sólo existieron en mi mente. Mi intención era reflexionar sobre las dificultades materiales con que nos encontramos las mujeres para desarrollar una tarea intelectual. Pero lo quería hacer en clave irónica. Como sucede con las cosas que circulan por internet, recibí después de más de diez años un mensaje de una persona que estaba interesada en encontrar más referencias sobre los investigadores citados. Como la historia tiene su gracia y va a tono con los tiempos que [nos] corren, lo comparto. 



POCAS PERCANTAS LETRISTAS DE TANGO


Dra. Mirella Merello *

Una erudita historiadora, Erika Old [1], en su primer acercamiento al estudio del tango, se sorprendió de la escasez de mujeres letristas de tango y, por el contrario, advirtió su protagonismo como tema central de la lírica tanguera.


Erika Old interroga el lugar que le corresponde a la mujer en un mundo como el del tango, entre 1890 y 1950, pues observa la casi inexistencia de mujeres letristas. Deduce de ello el relegamiento y postergación de las mujeres en una cultura predominantemente machista, pero no logra profundizar demasiado en la consideración del problema.


La evidente supremacía del hombre como poeta del tango dio lugar a que otros pensadores concluyeran sobre los componentes líricos y apasionados de los hombres, en oposición a las más prosaicas inquietudes de las mujeres. Pero estas no han sido sino aproximaciones intuitivas e improvisadas.


He querido contribuir con el acercamiento de mis propias hipótesis a la elucidación de este problema.

Considero que las mujeres de antaño deben de haber respondido a su natural ímpetu materialista e instintual, que sólo les permitía dirigir sus ingenios a la crianza de los niños, al planchado de camisas y, las más inteligentes, al trabajo como costureras para la manutención familiar. Es probable que debamos aceptar lo que siglos de historia de la humanidad han venido mostrando. Los hombres pueden usar mejor su mente y su espíritu para la poesía, la filosofía y la estrategia guerrera y política. Las mujeres, en cambio, en las pocas ocasiones que pueden llegar a usarla, sólo les alcanza para resolver los problemas domésticos de la vida cotidiana. Pero estas afirmaciones debemos sostenerla con criterios válidos y científicos para que se constituya en una verdad universalmente aceptada.

Recurro a otra investigadora de Massachussets, Nini Marshall, dedicada a los estudios de género, pues ha comprobado, mediante rigurosos métodos experimentales, que las horas dedicadas por una mujer a la resolución de los problemas domésticos (dentro de los cuales se incluyeron lavado, planchado, recolección y factura de alimentos, crianza de niños), son proporcionales en una escala de 6 a 1 a las horas del trabajo intelectual del hombre.

¿Qué utilidad podemos extraer de sus conclusiones? Si bien está claro que el trabajo intelectual del hombre es de superior rendimiento al de la mujer o, de acuerdo al planteo más radical de otros, en la mujer no existiría la posibilidad de un trabajo intelectual sostenido; si bien esto está claro, es necesario acercar nuevos descubrimientos científicos para echar luz sobre esta relación entre el trabajo doméstico femenino con la tarea intelectual masculina.

En sus últimos estudios, Nini Marshall establece con precisión la índole de esa relación entre el trabajo Intelectual y el doméstico. Los últimos resultados le han permitido concluir que “un libro de filosofía de un hombre altamente valorado socialmente, que equivale a 57000 horas de trabajo intelectual, han insumido 445000 horas de trabajo doméstico (se incluye en esta categoría tanto al trabajo manual, como al trabajo intelectual de menor valor, lo que permite el cálculo y resoluciones de problemas culinarios y de administración hogareña)” [2]. De ello resulta, según las conclusiones de esta experta, que por cada hora de trabajo intelectual son necesarias, en promedio, 5 horas 35 minutos de trabajo doméstico. Estas investigaciones, que se llevan a cabo gracias al valioso aporte financiero del Banco Mundial en una de las más calificadas universidades del mundo, permiten corroborar la tesis: con cinco mujeres no alcanza a producirse la inteligencia de un solo hombre.

Tomamos estos datos de reciente y relevante interés, porque son de utilidad para poder pensar en la pregunta inicial de Erika Old. ¿Por qué la proporción de mujeres letristas de tango entre la década de 1890 y 1950 no alcanza al 2,78% del total de la producción de letras de tango?

Como podrá verse, este porcentaje es bastante menor que la proporción que se podría encontrar en otras latitudes, pero ello se debe a determinadas condiciones diferenciales entre las investigaciones realizadas en América del Norte y las condiciones de vida de América del Sur.

1. Las letras de tango han sido escritas en Argentina y Uruguay, países netamente subdesarrollados, donde las mujeres carecen, aún más que en el primer mundo, de inteligencia intelectual, si bien algunas se han atrevido a escribir letras de tango.

2. Se produce en las mujeres de estos países un proceso compensatorio inconsciente, a través del cual las mujeres prefieren participar de la escena del tango como protagonistas de sus letras antes que ser sus creadoras. Se sienten halagadas de ser tema recurrente para los hombres y eso les alcanza.

Falta obviamente, para ser rigurosos en nuestra aproximación a estos problemas, citar las nuevas investigaciones que establecen diferencias aún entre las mismas tareas intelectuales, pues no es lo mismo la tarea intelectual del filósofo que la poética y, a su vez, la poética en sentido estricto, que la letrística. No ha pasado desapercibido para los investigadores que el valor decreciente de estas actividades intelectuales es proporcional a la cantidad de horas de tarea doméstica implicada. Por ejemplo: una hora de trabajo intelectual filosófico necesita de 9 horas de trabajo doméstico, pues el hábitat necesario para la realización de dicha tarea es de absoluta importancia y requiere de determinadas condiciones (silencio, tranquilidad, orden familiar, limpieza, espacio, mobiliario, café y comida) que sólo pueden ser provistas por un entorno familiar protegido por mujeres ligadas afectivamente a quien realiza dicha actividad filosófica. En cambio, en la tarea intelectual del letrista, la proporción desciende a 5 horas de trabajo doméstico por cada hora intelectual, ya que en algunas ocasiones dicha tarea puede realizarse en cafés y bares, muchos de ellos improvisados, si bien el lazo afectivo con el proveedor de la tarea doméstica puede ser también indispensable (mozo/a, dueño de bar, otros)




Se prevé que para el año 2005, el equipo científico de la investigadora Nini Marshall logrará acercar valores más exactos. Han comenzado por establecer una escala en las Tareas Intelectuales de Primer Nivel, de valor decreciente:

TAREAS INTELECTUALES DE PRIMER NIVEL (Género Masculino)

1. Trabajo filosófico superior de altas categorías conceptuales.
2. Trabajo científico superior en ciencias exactas y afines, de conocimiento teórico básico.
3. Trabajo científico inferior en ciencias exactas y naturales, de conocimiento teórico aplicado.
4. Ciencias sociales y humanas de alto contenido teórico (lingüística, antropología, sociología y economía)
5. Literatura y afines (poesía, ensayística y ficción).


Volviendo a nuestro objetivo inicial de contribuir con los interrogantes de la Dra. Erika Old acerca de la escasez de mujeres como letristas de tango, hemos mostrado que necesitamos de los estudios de N. Marshall para acercar respuestas. Eso nos ayuda a considerar que la razón de que la cantidad de mujeres letristas de tango sea escasa se debe al universal predominio de la tarea intelectual en el género masculino. También se puede observar que esta tarea intelectual, (de acuerdo al cuadro de Marshall), ni siquiera ha alcanzado la categoría 5 de las Tareas Intelectuales de Nivel Superior del género masculino, lo cual la coloca entre las Tareas Intelectuales de Nivel Inferior.


Ahora bien: ¿Cuántas horas de trabajo intelectual requiere una letra de tango? Depende de la letra, obviamente, y de la maestría del autor. Hay letras que se sospecha han requerido no más de quince minutos en una servilletita de café y otras que maduraron en años de vida. Puede ser razonable estimar unas 50 horas por letra; si aceptamos que el actual patrimonio de letras de tango es de 50.000 unidades, esto significa 2.500.000 horas de trabajo. Ahora bien, el trabajo doméstico correspondiente alcanza a 12.500.000 horas, realizado en su mayor parte por mujeres, no menos de 5 o 6 mil.


Estas mujeres, en vez de escribir tangos, se dedicaron a planchar cuellos palomita, cocinar pucheros, desmanchar corbatas voladoras, sacarle los zapatos al perdulario cuando vuelve borracho a las tres de la mañana, pasar el plumero al piano, comprar fideos y churrascos, entre innumerables actividades. ¿Por qué? La respuesta vale la pena un tango.



* Publicado en la revista Argentango Nro. 7, Julio 2001

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Hola Lidia,

[…]
Estoy haciendo un pequeño trabajo para un seminario […] y me encontré con un artículo tuyo. El artículo en cuestión es una traducción que has hecho sobre un texto de la Dra Mirella Merello. Me pareció super interesantísimo, traté de buscar información de Mirella, y de las mujeres que allí cita, pero no hay nada. Te quería pedir si vos podrías facilitarme material de Merello o la nota completa aunque esté sin traducir. Realmente me pareció maravilloso. Inclusive, el trabajo del que hablan sobre una tal Erika Old, es grandioso! Quería ver si podía escribirle a esta mujer, pero no encuentro nada en internet.

El trabajo que estoy haciendo es […].

Me parece importante poder visibilizar a esas mujeres que producto de la época, se cambiaban el nombre, regalaban sus tangos, los vendían a varones a quienes se atribuían la autoría. […]



[1] Old, Erika, The woman in the tango Lyrics, Mc. Donald & Coke Press, New York, 1998.

[2] Marshall, Niní, Domestic works and intelectual supremacy: women and men, Pink Full University Press, Mass, Ohio. 1999.



1 comentario:

  1. Buenísimo, Lidia!!

    Erika Old, la Dra. Merello, Niní, con el tono riguroso de los papers...desopilante!

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