lunes, 23 de marzo de 2020

Estado de emergencia

La otra.-radio, nueva época, primer programa, primer bloque, para clickear acá 


Desde anoche empezamos una nueva época en La otra.-radio, obligados por las circunstancias y hasta cuando sea necesario. El programa tiene otra estructura, otra factura, otra sintaxis y varias texturas. La cuarentena, que no sabemos cuánto va a durar ni cómo -ni quiénes- vamos a quedar, nos lleva de pronto desde la postmodernidad hacia un nuevo medioevo. ¿Acaso los avances portentosos de la tecnociencia y el mundo globalizado pueden ser liquidados por un bichito invisible? Es temprano para decirlo, más aún para inferir consecuencias que se desliguen de las curvas de crecimiento exponencial de los contagios hacia un lenguaje de una historia que ya no comprendemos -¿alguna vez comprendimos?-.

Muchas veces en los últimos años, cuando se moría algún personaje importante, decíamos: es el fin del siglo xx. Y suponíamos que los rasgos distintivos del futuro mediato ya los junábamos: el mundo iba a ser un poco así como Fukuyama presagió, el fin de la historia. El imperio de la economía globalizada, el fin de la política, la muerte del arte, el fin de la filosofía, la muerte del cine, la muerte del hombre como dijo Foucault antes de morirse... Y todo iba a ser controlado desde los drones, la nanotecnología, los microchips y la deep web. Internet nos ponía en otro mundo que ya no era este y en lugar de salir de levante, Tinder, en lugar de telos, webcams y en lugar de cine, Netflix. Bueno, todo eso todavía sigue pero hasta la web puede colapsar si los muchachos se ponen nerviosos y no logran parar al virus. Este mismo blog puede quedar reducido a nada -ni cenizas, ni restos- si las potencias occidentales se desquician.

Cuando paren al virus no sabemos cómo será el mundo que quede. Parecería que no va a ser como una línea que continúa lo que conocíamos. Los vínculos, el poder, las finanzas, el trabajo, el estado, el mercado.

Finalmente los baby boomers, la generación x, los millenials y los centenials -los que quedemos- vamos a ver que el siglo xxi era distinto de lo que pensábamos, así como el xx no fue como Comte pensaba. La agenda de discusión pública cambió hoy drásticamente desde el primer infectado de Coronavirus, detectado justo el 31 de diciembre de 2019, puntualidad del final.

El período que fue desde la caída del Muro hasta hoy parece tocar su fin. Ni sabemos todavía si celebraremos su extinción en medio de pantallas led restallantes o si todo acabará con un gemido, como decían Marlow, Conrad, Eliot y el Coronel Kurtz. O bailando una cumbia con la muerte. Si los millones de los despojados avanzan hacia ciudades y vienen a destruir las vidrieras de shoppings, los bancos y las casas de electrodomésticos y los metrobuses quedan caducos. Si la horda gringa va a armarse como ya lo está haciendo y a matarse entre ellos para dar lugar al siglo chino. O si the United States of America para no perder su preminencia va a lanzar un virus más dañino que este. O la semana que viene un laboratorio descubre el remedio que termine siendo peor que la enfermedad.

Capaz que el ser humano recapacita y el siglo sea mejor, los neoliberales se dan por vencidos al ver que su proyecto conducía al desierto, se revalorizan los Estados Naciones y los líderes políticos dejan de ser estos energúmenos que conducían las grandes potencias hasta que el bicho empezó a propagarse.

Digamos todo: puede ser. Digamos: todo puede ser. No sabemos cómo será esta semana ni estamos en condiciones de distinguir el corto, el mediano y el largo plazo, ya que el próximo plazo podría ser el penúltimo o el primero de otra cosa. Quizá tengamos que pensar que la razón de ser de la civilización estuvo delin34do por la P3573, que a lo largo de siglos el mundo se fu3 configur4ndo en honor y temor a la P3573 y, a P354r de tod45 las pr3v3ncion35, L4 P3573, el virus, la naturaleza o algo que no podemos manejar vienen a decirrnos cómo seguir. Quizás el siglo que venga va a estar configurado en relación -en prevención- a L4 P3573. Y caigan como hojas de otoño un montón de certezas invictas.

¿Volveremos a tomar mate? ¿Volveremos a besarnos? ¿Volveremos a chocar contra las fuerzas policiales? ¿Lo haremos más que nunca, más mate, más besos, más revueltas? Es lunes y los mercados están abriendo. Puede ser la peor semana de la historia de occidente cristiano o solamente un poco peor que la última, un tránsito lento hacia nada. Dicen que desde que se desató la P3573 el medio ambiente empezó a purificarse. ¿Será el Coronavirus una solución definitiva para el problema humano? ¿Será que los organismos microscópicos se adueñarán del mundo que creíamos nuestro?

No me pidan por eso que les diga cómo va a ser el programa de la semana que viene: quizá el de ayer fue el primero de una nueva serie (duró dos horas y cuarto por estar sobreproducido) o tal vez haya sido el último de todos. O un intervalo entre dos rutinas. No me pidan.

Escuchen este, que fue hecho con una pequeña ayudita de mis amigos, como esperamos hacer los que vienen, si podemos. Mientras tanto, un programa de radio, un tipo hablando, una canción en el aire infestado de la noche, las noches frescas de otoño como a mí me gustan, como a mí me gustaban cuando podía salir a caminar por la calle, bien tarde, a la noche.



Escuchen el primer bloque del programa -nos salió más largo que de costumbre, por falta de costumbre. Si lo vamos puliendo puede ser la gramática radial que usemos de ahora en más. Si nos sale mal, puede ser una afectuosa despedida. Clickeen acá. En la semana, si pinta, seguimos compartiendo los otros tres bloques de La otra.-radio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario