Por Oscar A. Cuervo
Son fragmentos de un discurso amoroso. Es sentarse en la mesa de un bar a mirar una tarde de primavera a las mujeres hermosas que pasan. El aire es fresco y benévolo, la luz trasmite alegría de estar vivo y ánimo de amar. Esas cosas por las que uno no quisiera despedirse nunca de este mundo, porque seguirá habiendo tardes frescas y luminosas cuando uno ya no esté aquí, y qué pena de sólo pensarlo, y gracias que estoy aquí, que una tarde así, que una brisa como esta me haya sido permitida.
Sería posible enamorarse una y mil veces y mil veces más. Ese deseo luminoso es el que anima la visión de En la ciudad de Sylvia, que no es una película perfecta, sino algo mejor, que no voy a explicar aquí, en parte porque ya me dediqué a pensarlo en un texto que aparece en La otra 19. Pero sobre todo porque no hay nada como ver esta deliciosa película.
Y después de esa tarde en la que todas pueden ser Sylvia vendrán las sombras y las huellas de otra que no es ella.
Este sábado a las 19:00 en el auditorio La tribu, Lambaré 873, En la ciudad de Sylvia, de José Luis Guerin.
"Esas cosas por las que uno no quisiera despedirse nunca de este mundo, porque seguirá habiendo tardes frescas y luminosas cuando uno ya no esté aquí, y qué pena de sólo pensarlo...".
ResponderEliminarme encantó. y es así. es tan así.
Excelente también la nota de LA OTRA nro.19. Un exhaustivo análisis como no es frecuente encontrar en este país, acerca de una película.
ResponderEliminarmrt
mrt:
ResponderEliminargracias, mil.
Anónimo:
sí, lo que más triste me pone no es pensar en que yo deje de existir, sino que se termine la posibilidad de estar en el mundo. No tengo miedo al fin de mi propia existencia personal, hasta es deseable pensar que esta identidad personal deje de existir, sería fatigoso seguir siendo yo por toda la eternidad.
Pero despedirme del mundo, que haya más tardes frescas y noches de luna y no poder verlas, eso es casi insoportable. Ahora que lo pienso estaría muy piola reencarnar.
a mí la vida eterna no me molestaría.
ResponderEliminar"Pero despedirme del mundo, que haya más tardes frescas y noches de luna y no poder verlas, eso es casi insoportable".
esta parte la comparto totalmente. pero, si yo no me equivoco, decir eso es tanto como decir que no querés dejar de existir (o quizás desear que con vos se acabe el mundo. deseo que yo tuve cuando era niña). tal vez, por eso lo de la reencarnación. yo no creo que el deseo de no dejar de existir sea malo. es humano, supongo.
Hola, ví la peli hace unas semanas (cometí el pecado del living satánico) y me gustó muchísimo. Aunque en el comienzo no veo ese ambiente tan benévolo, sino la exacerbación de un ambiente medio artificioso, todo es demasiado perfecto, las mujeres demasiado lindas, la ciudad europea (creo que es estrasburgo no?) demasiado pulcra, arquetípica, música clásica, el bar ambientado. Me parece que se juega con esa idealidad, porque hay una profunda dimensión de belleza en ese contexto, pero que no puede dejar de estar en tensión con otra serie de cosas que van pasando. Porque es un escenario que se resquebraja, porque de a poco empiezan a pasar los africanos vendiendo relojes, se empieza a ignorar a la empleada, hay mendigos, aparecen los carteles publicitarios y las mujeres como gestos replicados, el grafiti insistente como una mácula, como un mínimo desborde entre tanto orden, parece un paralelo de la desesperación de la persecusión. Y ese es el escenario en tensión de la búsqueda, allí se mueve el deseo, y allí se busca a Silvia, la mujer ausente pero interminablemente construída. Me pareció interesante verla así, como la tensión de toda esta serie de cosas. En fin, no quiero seguir para no hacerlo demasiado largo y porque habría que esperar que se proyecte la peli no? Saludos!!!
ResponderEliminarAnónimo de las 13:42
ResponderEliminarsí, yo no dije que sea algo malo querer seguir viviendo. Lo que distingo es el agobio que causa la idea de una identidad personal eterna. seguir siendo yo el mismo por toda la eternidad, eso, en lugar de parecerme deseable me parece insoportable. A mí lo que me pone triste no es dejar de ser yo, sino dejar de ver el mundo.
Por eso es que la reencarnación ahora me está pareciendo una buena oferta, reencarnar en otro es una solución muy recomendable.
Esteban:
ResponderEliminarson miradas distintas, esas tensiones están, pero el protagonista no les presta atención porque está capturado por el deseo, la tarde es fantástica, la ciudad es hermosa, la luz y la sombra son dulces, corre una suave brisa y él está sentado en la terracita de un bar y empieza a ver mujeres lindas. Y su mirada va derivando de una en otra y se enamora de cada una que ve. No se trata de una idealización, sino de quedarse prendado de la belleza de las cosas bellas. Uno puede sentarse en una tarde como hoy en un lugar al aire libre y puede vivir una experiencia parecida, por más que alrededor pasen chicos de la calle o el mozo esté embolado... ¿cómo no sentirse arrobado por la simple existencia?
El mundo sigue siendo hermoso, aun con los problemas sociales, con las ausencias y las sombras que van apareciendo después. Ese comienzo es muy poderoso y creo que se impone en el film con más fuerza que todos los "peros" que aparecen después.
¿Mujeres DEMASIADO lindas? Nunca la belleza es demasiada, siempre puede ser más. ¡Qué suerte!
Oscar: sí, por supuesto, una cosa no anula la otra. Pero vos decís, "el está capturado por el deseo" y, aunque tal vez suene a un lugar común, su deseo está capturado por qué... Las mujeres son "demasiado" lindas en el sentido de que reproducen un tipo de belleza definido, bien europeo, algo lánguido, y después la "falsa silvia" se parece cada vez más a una publicidad... Cuando camino por lugares como Palermo, por ejemplo, me fastidia ver chicas y tipos como replicas de publicidad y, aunque guardan una cierta belleza, me parece que la sobrecodificación es tanta ( en algunos casos incluso en el gesto más mínimo) que es una belleza que siempre se me hace conflictiva.
ResponderEliminarVivo pensando en la reencarnación
ResponderEliminarpero con ciertos requisitos: no quiero rendir más examenes y no debería faltarme el gusto por lo artístico y por estar sentada en un bar mirando a los que pasan.
martha
Hace un tiempo tuve una experiencia similar. estaba solo,escuchando musica (ravel) tomando algo y mirando el mar y pensé: lo malo de moririse,no es la muerte en sí, es no poder seguir viviendo momentos como este.
ResponderEliminarLástima que uno habitualmente esta más embargado por el simple miedo a la muerte, prueba de lo poco que se disfruta.
Hace rato que no leia a un Cuervo tan diàfano, primaveral!!
ResponderEliminarRealmente los comentarios reflejan la atmosfera de la pelìcula. Recuerdo el dia que la vi en el Bafici, sali con un estado de alegria, vitalidad que no entendi hasta más tarde.
Lucas
Esteban:
ResponderEliminarsí, las de la película son muy lindas, y hay distintos tipos de belleza en ellas, me parece injusto decir que es una belleza publicitaria. En todo caso, cuando ves a alguien tan lindo, lo que hacés es quedarte mirando, sea en Palermo o en Estrasburgo, en San Telmo o Mar del Plata. Los mendigos y la mala onda estaràn siempre, las sombras y la muerte también, pero la belleza física es un regalo que hay que agradecer por solo mirarla.
El pibe tambièn es joven y lleno de deseo, el también es un lindo tipo, la tarde es maravillosa, ¿còmo no estar cautivado?
saludos
Martha: le ponès muchos requisitos a la reencarnación, yo arreglaría por menos que eso también, pero, bueno, es un riesgo...
ResponderEliminarLucas:
ResponderEliminarviste? la película me inspiró este sentimiento jocundo, gayo. Y estas tardes de esta semana se parecen mucho a las de la pelìcula
saludos