(Patricio Guzmán, 2010)
Políticas del cine nº 1
Este sábado a las 19:30 en Lambaré 873
Políticas del cine nº 1
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El desierto de Atacama es una zona en la que el cielo es tan límpido que se convierte en un lugar ideal para que astrónomos de todo el mundo instalen sus observatorios; como las estrellas se encuentran a miles de años luz de la tierra, su brillo llega hasta nosotros muchos años después de que partió desde su lugar de origen; lo que vemos en el cielo es, por ende, el pasado. Mientras tanto, sobre el suelo de ese mismo desierto los familiares de los desaparecidos chilenos buscan los restos de las víctimas. El pasado del universo en el cielo y el pasado histórico chileno en el suelo. Un astrónomo dice a cámara algo así como que el presente no existe, puesto que todo lo que vemos ha tardado un lapso de tiempo, aunque sea ínfimo, en llegar a nuestras retinas: el tiempo que demora la luz en recorrer la distancia que nos separa del objeto.
La premisa política que sostiene a Nostalgias de la luz es la de reclamar el fin de la impunidad para los crímenes de la dictadura chilena de Pinochet.
En su momento, cuando la vimos en el Bafici, la película de Guzmán provocó un debate entre alguno de nosotros:
Dijo Liliana Piñeiro: "“Todo es pasado o futuro, el presente no existe: se borra permanentemente”, nos dice el astrónomo. “La luz que nos llega ya está en el pasado -continúa- pues tarda aunque sea una mínima fracción de segundo en llegar a nuestra percepción”.
"¿Recordar es una forma de iluminación? Si la memoria es el camino del pasado, en realidad es el único camino que vamos recorriendo. “Quienes tienen memoria pueden vivir en alguna parte; los que no la tienen, se condenan a vivir en ningún lado”."
Dijo Andrés Di Tella: "No es poco el mérito de Guzmán, que consigue sorprendernos y emocionarnos con estas historias que, a veces, pensamos que ya conocemos. Las imágenes de las mujeres en el desierto son poderosísimas. Creo que se trata, de hecho, de la película más bella de Guzmán, repleta como está de imágenes sugerentes. Otro logro considerable de Guzmán es el de imponer un tono, casi diría musical, como de música de cámara, que se sostiene a lo largo del metraje, cuya clave da su propia voz de narrador, íntima, casi susurrada pero, al mismo tiempo, seca, sin excesos sentimentales. El único exceso de Guzmán, quizá, sea el de forzar un poco la metáfora. Por momentos, en las respuestas de los astrónomos, se perciben demasiado las preguntas de Guzmán o, mejor dicho, las respuestas que Guzmán quiere obtener. En el complejo rompecabezas de Nostalgia de la luz, todo cierra. Una virtud que puede llegar a cobrar un signo contrario. Me hace pensar que uno de los principales riesgos del documental es que, detrás de las imágenes y sonidos registrados y compaginados, se adivine la intención. En ese sentido, la excelente película de Guzmán, con todo, de alguna manera, deja ver el guión".
Decía yo: "Esta insistencia en la memoria, el sobredimensionamiento del pasado a expensas de otras dimensiones temporales y la busca obsesiva de restos mortales me empiezan a producir incomodidad a cierta altura del metraje. Quizá este reclamo me parezca ajeno porque en Argentina la justicia avanza en la condena de los genocidas, mientras que en Chile la impunidad todavía reina, con la aparente complicidad de sectores sociales mayoritarios. Puede ser que la vindicación del pasado sea un gesto político necesario para un país que se niega a recordar. Tal vez Argentina haya pasado por esta política de la memoria en los años en que el Estado sostenía la impunidad mediante argucias leguleyas. Pero ¿es posible una política enteramente vuelta hacia el pasado? ¿Puede la vivencia de la impunidad conducir irremediablemente a un pathos plañidero? ¿No hace falta una energía del futuro inminente para que una política prospere? ¿Es sensato que la vida se sostenga imperiosamente en la busca de cuerpos muertos? Hay algo de la vitalidad a lo que, me parece, el tono de Guzmán le escapa, como si la historia fuera tan solo un recuerdo triste, y no una atractiva vocación de lo venidero."
Dijo Daniel Cholakian: "A mí tampoco me pareció la gran obra maestra, ni pude entender el sostenido aplauso con cientos de personas de pie al finalizar la función. La analogía entre la luz del pasado que alumbra el presente en el cielo, con lo que del pasado trae el suelo, tiene para mi gusto una falla esencial. Mientras lo que está en el cielo es natural, lo que está en el suelo fue puesto, trasladado, enterrado. Aun cuando Guzmán deja claro eso, para mi la 'magia' de tal analogía se rompe. Otra cuestión que me sigue resonando es el 'valor' positivo con que se carga a esos científicos que están allí, rodeados de millones puestos por varios países, con tecnología y desarrollo, frente a las palitas de las mujeres que buscan huesos. Allí hay algo que no termino de entender. ¿Tienen un valor similar o la analogía por si misma se banca cualquier cosa y es lo mismo que el joven chileno alemán vaya al desierto a ser parte de un proyecto de punta, que si fuera a cavar pocitos?"
También opinó Roger Koza: "El interés científico por interrogar el pasado, develarlo y por tanto leer la memoria del cosmos se yuxtapone con la urgencia por parte de los familiares de desaparecidos en pos de poder develar el destino de quienes no están en ningún lado. La batalla contra el olvido es por momento del orden de lo inimaginable: un zapato, un harapo, un fémur constituye la verificación de una verdad que se intuye pero que nunca se comprueba.
"Este nexo entre científicos y sobrevivientes, entre ciencia y conciencia, a veces es integrado estéticamente a través de unos fundidos en el que las estrellas literalmente traspasan los cuerpos de los entrevistados. Es una elección formal inapropiada, pues subraya lo que de por sí es de fácil intelección. Este procedimiento, junto a las elecciones musicales de Guzmán, debilita la fuerza sensible del film, a riesgo de parecer en esos momentos un capítulo de Cosmos de Carl Sagan devenido en hombre de ciencias obsesionado con los derechos humanos. Son momentos incómodos que hieren un poco la película, aunque no lo suficiente para restarle el valor que Nostalgia por la luz ostenta y demuestra."
Y Alejandro Ricagno: "Oscar: Entiendo que tengas reparos -no sos el único, te acompañan con distintas niveles y distintos tonos también, Cholakian, Di Tella, y en cierta medida hasta Koza-, aunque no los comparto, ni los estéticos, pero menos aún la lectura política que le ves (o le ven) al film, como si todo se redujera meramente a un retrato plañidero. (...) Tu mayor disidencia -hay varias- se basaría en un par de escenas que mencionás y sobre todo una que describís, y para los que no vieron la película en la descripción de esa escena de la mujer que cuenta la recuperación de fragmentos óseos de su marido. Sin verla y sobre todo sin escucharla dentro del contexto de la película pareciera -en tu descripción, repito- que Guzmán se estuviera solazando con la abyección o que Nostalgia… fuera cine de explotación sobre los derechos humanos, cuando es todo lo contrario. Yo leo esa descripción o comentario sin ver la película y digo, "ni en pedo veo esa película abyecta". La palabra "abyecta" corre por mi cuenta, vos no la dijiste, pero la descripción así hecha suena siniestra. ¿Está esa escena en la película? Está, vos no la inventaste, pero está por algo y de un modo determinado y sobre todo de un TONO determinado.
"Ojo, no estoy diciendo que a Nostalgias no se le puedan encontrar reparos, ya que hace cosas difíciles, y toda empresa arriesgada como lo es la de Guzmán juega con bordes sutiles y otros no tanto. De hecho Roger Koza también en su momento le ha hecho críticas en su blog, aunque después la ha recomendado ampliamente como una película para ver. Sus reparos han sido más de orden estético, creo entender, cercanas a las que también le hizo Andrés Di Tella como se puede leer en el blog de ambos. (...) No me limito a defender o exaltar el film por su 'tema', sino porque lo que hace con su tema. Para mi la peli hace cosas distintas que las que vos lees."
Este sábado la proyectaremos en La Tribu. Y al término de la proyección la seguiremos discutiendo.
Es la única película que vi en el último BAFICI. Me gustó.
ResponderEliminarUnos años atrás, había visto otras dos películas de Guzmán, La batalla de Chile y Salvador Allende.
El tema recurrente en Guzmán es el pasado. En Nostalgia de la Luz, la materia es el punto de encuentro entre la historia (reciente) chilena y la astronomía. Objetivamente, como dicen los comentarios más arriba, es probable que haya inconsistencias o que el peso del pasado sea por momentos opresivo en la película.
Personalmente, la sentí, la vi, la oí en un plano más emotivo.
Me gusto;
La voz de patricio guzmán, sus pausas, su música (como dice Di Tella),
el murmullo del viento en el desierto, el ruido de las cucharas, la poesía que emerge de muchas de las imágenes.
Ahora bien, es un cine contemplativo. Las imágenes son de gran belleza, como la que ilustra el post, pero estáticas. No tienen, ni de lejos, la fuerza de la fotografía de Jorge Muller Silva. Un camarógrafo fuera de serie, La batalla de Chile, es en gran medida la batalla de Jorge Muller.
Me alegro que pasen Nostalgia de luz
Hay que verla !
saludos,
juan
la frase de Kant era así:
ResponderEliminar"Dos cosas llenan el ánimo de admiración y respeto, siempre nuevos y crecientes cuanto más reiterada y persistentemente se ocupa de ellas la reflexión: el cielo estrellado que está sobre mí y la ley moral que hay en mí".
concuerdo con algunas cosas que se le critican a la película. más allá de eso, creo que la película tiene varias imágenes y algunas frases o ideas muy poderosas.