todos estamos igual

lunes, 18 de abril de 2011

La sobrevalorada del Bafici

Nostalgia de la luz, de Patricio Guzmán


por oac

Sonó como un must del Bafici, mucha gente me la recomendó como una de esas que no había que perderse. Y varias de estas recomendaciones eran sostenidas con un gesto vibrante. Se trataría de una gran película y de algo más, algo así como el rescate emotivo de una deuda histórica. Al final de la proyección a la que asistí hubo un aplauso intenso y sostenido, mucha gente con los ojos llenos de lágrimas.

Debo decir que la película de Guzmán no me conmovió. No me interesó demasiado tampoco desde el punto de vista estético. Creo que su factura cinematogáfica es más bien modesta, las ideas involucradas son un tanto básicas, y la ética y la política que propone Guzmán me despiertan cierta aversión.

Siempre es un poco antipático hablar de una película a la que todo el mundo menos uno mismo parece amar. Me pasó hace un tiempo con otra película que es, por lo demás, completamente diferente a Nostalgia de la luz, me refiero a Batman, el caballero de la noche. En ambos casos se instaló un consenso: se trataría de obras maestras, que producen un grado de adhesión que las transforma en acontecimientos. ¿Cómo hacés para expresar que estas películas no son eso que todo el mundo celebra? Que tienen aciertos o algún aspecto interesante y, sin embargo, distan de la maestría que se les adjudica. Lo antipático es que parece que uno debería demostrar lo que no son, cuando en realidad sería más lógico que alguien explicara qué es lo que estas películas sí son. Para nada son films abyectos o bodrios, pero tampoco son magistrales. La injusticia a la que semejante consenso nos empuja es la de tener que exagerar sus falencias, sólo por contrarrestar la aprobación unánime. Y, para colmo, la premisa política que sostiene a Nostalgias de la luz es la de reclamar el fin de la impunidad para los crímenes de la dictadura chilena de Pinochet, algo con lo que yo mismo no puedo sino estar de acuerdo. Eso es lo primero que es preciso apartar del debate: dudar de las virtudes de la película no implica dudar de la necesidad de castigar a los genocidas.

El principio constructivo de Nostalgia de la luz es bien sencillo: el desierto de Atacama es una zona en la que el cielo es tan límpido que se convierte en un lugar ideal para que astrónomos de todo el mundo instalen sus observatorios; como las estrellas se encuentran a miles de años luz de la tierra, su brillo llega hasta nosotros muchos años después de que partió desde su lugar de origen; lo que vemos en el cielo es, por ende, el pasado. Mientras tanto, sobre el suelo de ese mismo desierto los familiares de los desaparecidos chilenos buscan los restos de las víctimas. El pasado del universo en el cielo y el pasado histórico chileno en el suelo. Un astrónomo dice a cámara algo así como que el presente no existe, puesto que todo lo que vemos ha tardado un lapso de tiempo, aunque sea ínfimo, en llegar a nuestras retinas: el tiempo que demora la luz en recorrer la distancia que nos separa del objeto. Esto que afirma el científico es relativamente cierto, porque se trata tan solo de una noción teórica de la temporalidad, la que nos provee la astrofísica. Pero hay otras maneras de concebir el tiempo: desde una perspectiva experiencial tenemos una percepción del presente y aún del futuro, hacia el cual estamos continuamente proyectándonos. Pero de eso la física no puede saber nada. El asunto es que esta preeminencia del pasado sostenida por la astrofísica le sirve a Guzmán para resaltar de manera enfática la importancia del pasado histórico: hay que sostener la memoria como condición imprescindible de la identidad humana.

El procedimiento cinematográfico de Guzmán es, lo repito, modesto: no se me ocurre otra palabra más justa. Desde el espacio off la voz del director declara su añejo amor por la astronomía y su dolor por la tragedia chilena. Lo hace en un tono íntimo y conmovido. Algunas imágenes del desierto son innegablemente bellas, impresiona la pureza del azul celeste. Algún cielo nocturno simulado digitalmente roza involuntariamente lo kistch. Se entrevista a astrónomos y a familiares de desaparecidos, siempre en el marco del desierto o en el interior de un observatorio. Cada entrevista remacha sobre el mismo clavo: hay que recordar el pasado. Algún testimonio de los familiares parece regodearse en los aspectos macabros del pasado insepulto: entre las arenas del desierto se buscan restos óseos humanos de las víctimas; alguien habla de trozos de cuerpos desmembrados. La política parece decidirse entonces, en el hallazgo de los restos.

Esta insistencia en la memoria, el sobredimensionamiento del pasado a expensas de otras dimensiones temporales y la busca obsesiva de restos mortales me empiezan a producir incomodidad a cierta altura del metraje. Quizá este reclamo me parezca ajeno porque en Argentina la justicia avanza en la condena de los genocidas, mientras que en Chile la impunidad todavía reina, con la aparente complicidad de sectores sociales mayoritarios. Puede ser que la vindicación del pasado sea un gesto político necesario para un país que se niega a recordar. Tal vez Argentina haya pasado por esta política de la memoria en los años en que el Estado sostenía la impunidad mediante argucias leguleyas. Pero ¿es posible una política enteramente vuelta hacia el pasado? ¿Puede la vivencia de la impunidad conducir irremediablemente a un pathos plañidero? ¿No hace falta una energía del futuro inminente para que una política prospere? ¿Es sensato que la vida se sostenga imperiosamente en la busca de cuerpos muertos? Hay algo de la vitalidad a lo que, me parece, el tono de Guzmán le escapa, como si la historia fuera tan solo un recuerdo triste, y no una atractiva vocación de lo venidero.

La simpleza de la analogía entre los pasados astrofísico e histórico se entiende plenamente en el primer tercio de la película. Lo que queda a partir de entonces es compadecerse de las desgracias de las víctimas o empezar a extrañar la vibración del presente, quizá no tan puro como el azul del cielo de Atacama. 

17 comentarios:

Zampanó dijo...

Finalmente ayer no hablamos de la película.
No te sientas solo, a mi tampoco me pareció la gran obra maestra, ni pude entender el sostenido aplauso con cientos de personas de pie al finalizar la función.
La analogía entre la luz del pasado que alumbra el presente en el cielo, con lo que del pasado trae el suelo, tiene para mi gusto una falla esencial. Mientras lo que está en el cielo es natural, lo que está en el suelo fue puesto, trasladado, enterrado. Aun cuando Guzmán deja claro eso, para mi la "magia" de tal analogía se rompe.
Otra cuestión que me sigue resonando es el "valor" positivo con que se carga a esos científicos que están allí, rodeados de millones puestos por varios países, con tecnología y desarrollo, frente a las palitas de las mujeres que buscan huesos. Allí hay algo que no termino de entender. ¿Tienen un valor similar o la analogía por si mismo se banca cualquier cosa y es lo mismo que el joven chileno alemán vaya al desierto a ser parte de un proyecto de punta, que si fuera a cavar pocitos?
Aclaro que todo esto está como pregunta más que como conclusión.
Y finalmente, para completar una propuesta de análisis que conjure la certeza ¿Es inocua la decisión de Guzmán de incluir como último testimonio de familiar a la joven criadas por sus abuelos que habla de ella misma como "fallada"? Ese testimonio es muy problemático y la mirada y la decisión del director para mi trasladan esa cualidad a la propia película.
Dejo preguntas. Escucho respuestas.
Daniel.

Oscar Cuervo dijo...

Tenés razón. En el momento de ver la película, el testimonio de esta chica me hizo mucho ruido y lo olvidé al escribir este post. Lo que la chica dice es que se siente fallada ´por ser hija de desaparecidos,pero está feliz porque su hijo, su marido y los seres que la rodean no están "fallados". Tremendo, dinamita todo el discurso presuntamente progresista de la película y es un síntoma de cómo puede procesar la sociedad chilena a su pasado dictatorial. Es muy interesante escuchar lo que ella dice. Ahora, es terrible que Guzmán incluya este testimonio espantoso y no lo problematice.

Gracias, Zampanó

Fotografías dijo...

Por momentos, en las respuestas de los astrónomos, se perciben demasiado las preguntas de Guzmán o, mejor dicho, las respuestas que Guzmán quiere obtener. En el complejo rompecabezas de Nostalgia de la luz, todo cierra. Una virtud que puede llegar a cobrar un signo contrario.

http://fotografiasdeandresditella.blogspot.com/2011/04/bafici-2011-6.html

Fotografías dijo...

Me causa gracia el dilema del aguafiestas...

Liliana dijo...

Como fui una de las que aplaudió, se conmovió, escribió algo sobre esta película y te la recomendó (no recuerdo el gesto vibrante, pero a veces soy muy expresiva…je), bien vale hacer un comentario.
No se trata de sobrevalorar esta película…pero tampoco de subvalorarla. Creo que la crítica que le hizo Roger Koza la pone estéticamente en su justa medida. Fue una pena que no se diera el debate con él ayer en el programa, ya que Koza la había incluído en su lista de recomendaciones para este Bafici, con una alta calificación.

“El procedimiento cinematográfico de Guzmán es, lo repito, modesto: no se me ocurre otra palabra más justa. Desde el espacio off la voz del director declara su añejo amor por la astronomía y su dolor por la tragedia chilena. Lo hace en un tono íntimo y conmovido. Algunas imágenes del desierto son innegablemente bellas, impresiona la pureza del azul celeste. Algún cielo nocturno simulado digitalmente roza involuntariamente lo kistch. Se entrevista a astrónomos y a familiares de desaparecidos, siempre en el marco del desierto o en el interior de un observatorio. Cada entrevista remacha sobre el mismo clavo: hay que recordar el pasado.”

Aunque el procedimiento sea modesto, por efecto de identificación, tal vez esto conmueva. (a algunos, no a todos).Y mucho.
Si bien coincido en que ciertos aspectos macabros de la película me parecieron innecesarios, no me sentí incómoda por la insistencia de la memoria. La historia de Argentina y Chile está marcada por dictaduras sangrientas, no me es indiferente lo que pasa apenas unos kilómetros más allá de nuestras fronteras, nuestra justicia recién ahora está condenando a los genocidas y todavía tenemos chicos apropiados que no conocen su identidad. Nuestro pasado bien fresco está, aún. Y venimos de marchar el 24 de marzo por el Día de la Memoria…
Otros sabrán valorarla estéticamente mejor que yo, pero posiblemente esto explique el por qué de la conmoción, el por qué del aplauso. Aunque tal vez se trate solamente de una diferencia de velocidad para tramitar los duelos. Algunos lo hacen rápidamente, otros, no.

Oscar Cuervo dijo...

"Eso es lo primero que es preciso apartar del debate: dudar de las virtudes de la película no implica dudar de la necesidad de castigar a los genocidas".
Debe ser posible discutir una película política como Nostalgia de la luz más allá de la adhesión al reclamo de justicia y la solidaridad que nos despiertan las víctimas de las dictaduras, porque si así no fuera, cualquier obra de arte que abogara por el juicio y castigo a los criminales de estado debería provocar solo por eso nuestra aprobación automática. Las emociones que nos despiertan los recuerdos de la dictadura y la velocidad para hacer los duelos son componentes atendibles de la experiencia humana, pero una película política, en su doble caracter de cine y de acto político, requiere ser analizable en sus procedimientos. Este análisis no va en detrimento del reclamo de justicia ni de la solidaridad con los chilenos. Lo que yo señalo son elementos muy concretos de la película, los modos en los que reclama cierto tipo de identificación del espectador, las analogías que propone, los énfasis, lo que queda sin decir.

Yo deseo que en Chile se haga justicia.

No obstante eso, una película que dedica una parte importante de su metraje al testimonio de una mujer que relata que encontró media mandíbula de su hermano, un pedazo de craneo destrozado y un pie izquierdo, todavía enfundado en la media, una película donde queda flotando la idea de que una hija de desaparecidos es alguien fallado, que se alegra de estar rodeada de personas no falladas, una película cuyo programa político parece agotarse en la búsqueda de restos y en el lamento por el pasado, una película así no me parece ni buen cine ni buena política.

Liliana dijo...

Dado lo que leí, concluyo que deberé ver esta película nuevamente. Admito que el impacto emocional que provoca tal vez no sea lo mejor para evaluarla. No quisiera exagerar sus virtudes ni sus falencias, en pos de un debate que me ayude a pensarla y aprender un poco más, en todo caso.
Con respecto a las preguntas de Daniel, arriesgo algunas respuestas, sin la pretensión de cerrarlas. En mi interpretación, creo que el director muestra con dolor cómo el mismo espacio donde el ser humano desarrolla una actividad que lo conecta con el universo y sus signos (la astronomía es una de sus pasiones, lo cual comparto, en mi caso), pudo ser utilizado por los asesinos para ocultar sus crímenes. Paradojas de la condición humana, que esta vez confluyen en el desierto: el avance científico no conjura sus miserias, evidentemente.
Y con respecto a la entrevista de la joven que se vive a sí misma como “fallada”: desconozco el uso que se le da a esta palabra en el contexto lingüístico chileno Ya se sabe que las palabras no tienen un significado unívoco, y que el uso popular puede ir aportando matices de significación. Haciendo esta salvedad, creo que el sentido de esta palabra en el discurso de la chica tiene que ver con el desconocimiento sobre el destino de sus padres y el agujero de representación de su propia historia. Es decir, es una muestra más del terrible efecto que provoca en la subjetividad el uso de la palabra “desaparecido” (ni vivo, ni muerto), cuando ésta se refiere a un ser querido. “Falla” o agujero que solamente puede ser suturado con una política de Estado que incluya el esclarecimiento de lo sucedido, y haga justicia.
Y otra cosa más, respecto al tiempo…Al titular el post comentando las películas, recordaba vagamente algún pasaje de “Qué significa pensar”, donde Heidegger hace referencia a Nietzsche. Busqué la cita y la encontré, aquí va:

“¿Qué hay, pues, acerca del tiempo? El caso es que avanza; y el tiempo avanza pasando. Si bien el avanzar del tiempo es un venir, pero es un venir que se va, que va pasando. Lo venidero del tiempo nunca viene para quedarse, sino para irse.
(Nietzsche) caracteriza el tiempo con respecto a lo que distingue al tiempo en su esencia temporal: el pasar”

Me parece que después Heidegger problematiza esto, pero no lo tengo muy claro…(A propósito, para cuándo el curso sobre Nietzsche, Oscar?)

Bueno, por mi parte, voy a tratar de ver la película nuevamente. Veremos qué me pasa.

Saludos

Oscar Cuervo dijo...

Es bueno que los debates inviten a volver a ver las películas.

Yo creo que la emoción es una aproximación válida al arte, pero no la única, o no en la medida en que pueda excluir un análisis. Pueden conjugarse las dos cosas. Y el tema de las dictaduras y los desaparecidos disparan emociones aun no procesadas. Nos pasó al analizar Victor. Pero yo tengo siempre la precaución de separar cuando una película que toca ese tema, la adhesión que me pueda despertar las consignas explícitas de la película, del tratamiento estético que le da a ese tema. Es notable cómo a veces se contradicen los propósitos manifiestos con el tipo de política artística que estimula en el espectador. Serge Daney ha escrito cosas iluminadoras al respecto.
Con el tema de la memora, ya desde los años 90 ese tipo de consignas me parecieron insuficiente. Recordar y repetir que hay que recordar encierra alguna trampa. ¿Recordar qué? ¿Recordar para qué? Cuando se machaca con el recordar, se esquivan estas preguntas que se dirigen hacia el presente y el futuro.
Mi principal objecion hacia esta película es que alienta una posicion existencial centrada en el pasado. No se puede vivir buscando restos mortales. Me parece una película de alguien que ya no quiere vivir algo nuevo.
saludos

Oscar Cuervo dijo...

Y una cosa más sobre el término "fallado". Parecería que si debiéramos postergar la interpretación a determinar el contexto linguístico chileno, nunca podríamos decidir nada sobre ninguna palabra dicha en cualquier película extranjera. Pero sucede que "falllado" es en castellano una palabra bastante diáfana. Además siempre está el juego del lenguaje dentro de la película misma, el contexto afirma un sentido: la chica dice que está fallada por su historia, pero que afortunadamente es feliz porque los seres que la rodean no son fallados. Eso le da una dirección muy fuerte a la idea de "falla". Yo puedo pensar que de la "falla" siempre salen las mejores cosas de una persona, pero la chica se jacta de estar rodeada de gente no fallada.
Insisto: eso no es lo más inquietante, sino que en la propia película esa idea ni siquiera se problematice. ¿Será que en Chile un hijo de desaparecidos es alguien fallado y que se tiene que rehabilitar con gente no fallada? Hmmmmmm....

Daniel Cholakian dijo...

(Aclaro por si no se entendió que Zampanó soy yo. Ahora abrí otra gmail para escribir con nombre y apellido)
Respecto del tema de la falla yo lo entiendo como lo plantea Oscar, pero quiero agregar una reflexión que no me pertenece. En una larga entrevista que le hice a Estela Carlotto, ella nos señaló que la falsificación de la identidad se hereda. Esto es, los hijos de los hijos apropiados también cargaran como ellos la identidad robada. En tanto un hijo de desaparecido apropiado no recupere su identidad, sus descendientes también tendrán una identidad falsa. Esto solo se resuelve, en cualquier generación, con la recuperación de la identidad y con la justicia.
En el caso de esta joven madre de la película, su hija es nieta de desaparecidos y en tanto no se encuentren sus cuerpos y no se haga justicia con sus asesinos, ella también portará en su historia es carencia. No es cierto que la "falla" se termina en la madre. Mientras no haya verdad y justicia, las generaciones siguen siendo acreedoras de la historia política de su país.
Eso es puesto demasiado a- críticamente y para colmo es la última voz de un familiar de las víctimas, lo cual da de algún modo un cierre al discurso, dejando una llamada para el futuro que la memoria demanda, más vinculado al olvido que a la exigencia de justicia.
Saludos, Daniel.

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Hola Oscar. Es muy difícil hablar de una película que me movilizó tanto. En principio no concuerdo con tu opinión pero al mismo tiempo me cuesta racionalizar de manera suficiente mis sensaciones como para exponerlas en palabras con la claridad que vos lo hiciste con las tuyas. Lo que sigue son un intento de poner en papel mis impresiones a la luz de tus comentarios y las de otras opiniones.
El procedimiento de Guzmán a mi me pareció arriesgado y sofisticado. Y es el éxito frente a los problemas que pueden traer ese riesgo y esa sofisticación, el triunfo mayor de la película.
Es una película arriesgada desde el contenido al darle una perspectiva cósmica, literalmente, a una tragedia personal, social, nacional. Pero esa perspectiva no funciona como una defensa, como un “poner distancia” sino que potencia aun mas lo trágico del asunto y mueve aun mas a la indignación, a la reflexión, al pensamiento en ultima instancia. La película consigue un equilibrio muy delicado entre lo inmenso del cosmos y lo insondable de esa tragedia. La película muestra la “pequeñez” a nivel espacial y temporal de esta tragedia y al mismo tiempo su enormidad. Nunca la desdibuja. Y es ese equilibrio el que hace que Nostalgia… escape tanto de la frialdad como de la abyección.
Los testimonios de las dos mujeres que tratan de recuperar los restos de sus seres amados no me parecieron macabros. Están buscando restos y restos son los que encontraron. Estamos hablando, a casi 40 años del golpe de estado en Chile, de huesos, de pedazos de cuerpos. El asunto es, si se quiere poner una palabra, “macabro” ya de por si. Pero su tratamiento no. Cada mujer expresa un punto de vista diferente, mientra una encuentra o mejor dicho reencuentra a su hermano en lo que quedo de el: un pie; la otra no se contenta con los fragmentos. Desde una postura mas idealista, lo quiere “entero”. Ninguna está conforme con lo que encontró y hablan desde el dolor. Hay dos posturas frente a una tragedia, cada una perfectamente válida. No hay juicio de valor. No me parece que haya truculencia.
(continúo en el próximo comentario)

Anónimo dijo...

Pero ese andamiaje conceptual se sustenta en una sofisticación muy lograda, no por solo por las hermosas imágenes del desierto y del espacio. Sino en una estructura que se mueve en varios niveles de significación efectuando un viaje por el tiempo y el espacio, entre las pinturas rupestres y las fotos de los desaparecidos, entre el pasado y el futuro, entre los astros y la tierra, yendo y viniendo en sólo 90 minutos sin perder jamás el hilo de lo que se quiere transmitir. O uno percibe que se quiere transmitir. Una estructura que permite conciliar elementos en principio irreconciliables con mucha propiedad. Al comienzo de la película la voz en off de Guzmán dice algo así como que las estrellas son como ojos y el titilar de ellas en toda la película de esas estrellas nos obliga a estar alerta, estar alerta moralmente.
Creo que la mayor prueba de la efectividad de esa sofisticación es el final: después de hablar durante una hora y media de la relatividad del tiempo, después de mostrar la inmensidad del espacio y la inmensidad del desierto, después de hacernos escuchar una música que es potente pero extrañamente no ampulosa, Guzmán muestra a Santiago de noche desde cierta altura. Se ven las luces de la ciudad simulando puntititos como estrellas titilantes. Ya no hay música sino el sonido del tráfico. Se vuelve al presente. Y la voz en off dice algo así como ”en este momento el centro del universo está pasando sobre Santiago”. Siguen los títulos en rodante sobre fondo negro y se mantiene el ruido de la ciudad. Ese contraste es devastador y emocionante. Si. El espacio es inmenso y el tiempo es relativo, pero hay un presente y esta en el interior de todos nosotros. En esa necesidad de seguir recordando y en estar en permanente disconformidad hasta que mediante juicios a los responsables y la recuperación de los restos de los desaparecidos, Chile pueda reencontrarse con su historia.
Es una película muy bella y emocionante. Pero de una belleza y emoción que surgen al final de la película desde el interior del espectador y esa es una de las mejores cosas que puede lograr una película.
Sé que quedan mas cosas para hablar que puntualizaron, la insistencia en el pasado, la aparición de la hija de desaparecidos que se ve a si misma como “fallada”, el discurso político que surge de la película… pero son temas sobre los que todavía no pude personalmente pensar lo suficiente. Por ahora tengo esto. Del resto quizás materia para otro comentario, esperemos…
Un saludo,
Salvador

Anónimo dijo...

(Aclaración; El siguiente comentario fue escrito Antes del último coment de Oscar de las2 25 del 19 de abri y por cuestiones de blogger no se editó. Después se fueron sumando las voces, pero reescribirlo me impedía seguir mis propios razonamientos así que ahí mas o menos tal como se escribi hace horas)

Oscar :Entiendo que tengas reparos- no sos el único, te acompañan con distintas niveles y distintos tonos también, Cholakian, Di Tella, y en cierta medida hasta Koza-, aunque no los comparto, ni los estéticos, pero menos aún la lectura política que le ves ( o le ven) al film, como si todo se redujera meramente a un retrato plañidero. Entiendo, porque incluso en el tono de post se nota y aclarás el "forzamiento de los reparos" para ir contra la unanimidad critica que la aplaudió. Unanimidad que no es tal porque como has visto varios te acompañan en ello. Pero con niveles distintos de aceptación o rechazo de la película. Tus reparos primero eran leves: en un principio, en el post anterior de "las decepciones del Bafici", después en la ampliación te viste obligado a “exagerarlos”, según tus propias palabras, para compensar las voces que elogiaban y recomendaban el documental, pero creo que después te cebás un poco -en la respuesta del coment a Lilian- para concluir "que no es buen cine ni buena política". Entonces los reparos dejan de ser "leves", como unos post antes. Tu mayor disidencia -hay varias- se basaría en un par de escenas que mencionas y sobre todo una que describís, y para los que no vieron la película en la descripción de esa escena de la mujer que cuenta la recuperación de fragmentos óseos de su marido, sin verla y sobre todo sin escucharla dentro del contexto de la película pareciera- en tu descripción, repito- que Guzmán se estuviera solazando con la abyección o "Nostalgia…" fuera cine de explotación sobre los derechos humanos, cuando es todo lo contrario. Digo, yo leo esa descripción o comentario sin ver la película y digo, "ni en pedo veo esa película abyecta". ( La palabra "abyecta" corre por mi cuenta, vos no la dijiste, pero la descripción así hecha suena siniestra. ¿Está esa escena en la película? Está, vos no la inventaste, pero está por algo y de un modo determinado y sobre todo de un TONO determinado.
Ojo no estoy diciendo que a Nostalgias no se le puedan encontrar reparos ya que hace cosas difíciles, y toda empresa arriesgada como lo es la de Guzmán juega con bordes sutiles y otros no tanto. De hecho Roger Koza también en su momento le ha hecho críticas en su blog , aunque después la ha recomendado ampliamente como una película para ver- Sus reparos han sido más de orden estético, creo entender, cercanas a las que también le hizo Andrés Di Tella como se puede leer en el blog de ambos. Y apuntaban al dispositivo empleado o como Guzmán llega a él. Pero ambos no han dejado de recomendarla.
No me limito a defender o exaltar el film por su "tema", sino porque lo que hace con su tema. Para mi la peli hace cosas distintas que las que vos lees.
Por ejemplo el hecho del relato estremecedor- y conmovedor- de esa mujer hablando a cámara de los trocitos de huesos de su marido que encontró con un media aún, -y que eso no la conforma, dice - no me parece obsceno ni mal cine, sino una forma directa de seguir dando testimonio del horror a una sociedad que, peor que la nuestra hace unas décadas y gran parte todavía hoy- no quiere saber, no quiere escuchar, ni reparar nada de su pasado. Pero no es solo por el testimonio en si mismo- lo que sería valioso, pero pobre- sino la manera en que ese testimonio está filmado, el lugar donde esta filmado, la enorme soledad del espacio del desierto donde la mujer se encuentra, análoga a la situación que las familiares de desaparecidos tiene en Chile hasta hoy.

Anónimo dijo...

(sigo)
La duración del plano es justa y arriesgada tal vez, pero de una enorme contundencia y no me parece una mala elección ni política ni cinematográfica su inclusión, más aún cuando la mención de los “huesitos” se relaciona con el calcio que esta en el origen del universo del que hablan los astrólogos ¿ Forzado, dirás? Para mi eso abre la "política de la memoria" para los que no saben que existe algo como la política del memoria, y abre espacios más allá, metafísicos te diría, sin dejar de ser contundentemente físicos, y sin dejar de interrogar desde la heridas del más acá. No me parece mal cinematográficamente tampoco. El tono del film – la de la voz de Guzmán- es un tono del duelo que no se cierra sobre capas de olvido impuesto. Pero lo abierto del cosmos, nos lleva a preguntarnos sobre los modos que se miden los pasados. Y los pasados “ocultos” y el modo de leerlos hoy - la historia de los indios, la de conservación de las momias y los no cuerpos de los desparecidos “estallados”.
No creo que esto anule el presente ni impida ninguna acción del presente. No es una película épica sin duda. “La batalla de chile” lo era.” La memoria obstinada” que vuelve sobre La batalla de Chile 20 años después es una película sobre la memoria para recuperar el presente, no solo para llorar lo perdido. Nostalgias de la Luz, bueno, su nombre lo indica, nostalgia de la Luz que ilumina de un vez por todas lo que no cierra. La película dice que siempre vivimos en el pasado, que lo que consideramos presente es nuestro pasado constante. Pero ese pasado abstracto y lejano pareciera más sencillo de analizar que este pasado que se moviliza y actualiza pero bajo capas de olvido y negación; mientras que haya un pasado negado y una herida abierta no se podrá construir nada, en esta “pasado cercano”, móvil que es nuestro frágil presente. Eso es lo que leo de la película, eso es lo que dice Y que Lo haga desde el, susurro, lejos del grito, lejos de la "agitación". no me parece que por ello obture la política del presente, ni que sea mal cine.



El otro punto problemático: el de la hija "fallada" sí, es un sensación incómoda que deja ese testimonio, pero ¿tendría Guzmán que haber elegido una hija de desaparecidos que forzosamente se haya hecho militante? ¿Y si esa elección justamente señalara el lugar del dolor que no se pudo reparar, la no articulación del política de la victima directa que se revictimiza, consecuencia de esa ausencia? ¿Y no podemos pensar que ese pensamiento el de la victima doblemente victimizadas, lo es aún por la falta de reparación por los efectos de gran parte de una sociedad que aún habla de los partidarios de Allende como “rojos come niños”? De una sociedad que grita en el velorio de Pinochet ; “les matamos a sus padres, olé olé olé”, como se pudo ver ene le otro documental que no es de Guzmán – y del que si tengo reparos- “La muerte de Pinochet”.
Volviendo entonces a esta hija “fallada” de los militantes secuestrados Ella después sigue la carrera de antropología creo recordar, esa pareciera ser su forma de lidiar con su historia pasada de un modo tangencial digamos. No me atrevería a juzgar Jamás que ella no milite y que no quera estar con otras personas falladas, es decir incompletas en su historia, en ese hueco y en ese dolor. Y la elección de Guzmán de ese testimonio me parece como una suerte de mirar otro de los efectos de la dictadura y las consecuencias de la impunidad.

Anónimo dijo...

Como dice Liliana creo que también se trata de una película sobre todo sobre formas del duelo, entre otras cosas. Y en y sobre un país cuya derecha aún crece y se fortalece y donde no se piensa socialmente en su conjunto en revisar el pasado reciente y llevar a la justicia los crímenes del pinochetismo. ¿Que a veces se pone un poco reiterativa? Puede ser, yo no le he sentido de ese modo, sino que lo entendí como un ritornelo poético,. No fue que la emoción me haya impedido pensarla en su momento o pensarla después. La insistencia cinematográfica- y a veces también oral- en lugares, testimonios y ecos, es una bella y justa insistencia. Y quisiera aclarar algo con respecto a la realización: no hay imágenes de digitalización, todo lo que se ve es materia. Yo le pregunté por algún efecto especial, sobre todo por el del final, ese polvo cósmico, con que las mujeres están cubiertas o atravesadas (dice Roger Koza) cuanto ellas entran al observatorio. Pues bien, no hay tal efecto, es simplemente polvo que el propio Guzmán levantó con la mano, e hizo "volar" y con un lente y la luz del lugar da ese efecto de manipulación digital, sí creo hay una sobreimpresión en un momento. Eso lo contó en la conferencia de prensa. Y esa conferencia – sin las preguntas- se puede ver en You tube en 5 partes.”
(Esto es lo que había escrito ayer, antes de las muevas intervenciones de Lili, tuyas y de Cholakian. Seguiré pensando…

Oscar Cuervo dijo...

Ale y Salva:
en principio, no dije y no creo que la película sea abyecta. Creo, estoy convencido, que se trata de un film muy menor. No encuentro sus riesgos artísticos ni políticos. Creo que es un film de entrevistas y voz en off bastante conservador en el plano formal y que juega todas sus fichas a conmover con el aspecto doliente de la historia chilena. Hay algo que me molesta en las defensas, cuando se pone ese aspecto doliente como piedra de toque del posicionamiento político sobre el juicio y castigo a los genocidas. A mí no me conmueve la señora que busca huesitos de su familiar, no me produce empatía ni me produce horror. En realidad me parece un acto insensato y políticamente irrelevante. y a pesar de todo eso quiero que en su caso y en todos los otros se haga justicia. Para asumir esta posición no necesito el chantaje emocional de tener que conmoverme por el hecho de que haya recibido un pie de su hermano con la media puesta. Me parece una política fúnebre y desde mi perspectiva una mala polìtica. No sé si todos los familiares de desaparecidos en Chile son así, porque yo no estoy hablando de ellos, sino de los que aparecen en la película de Guzmán. Sé que con la memoria y la justicia se puede hacer algo más vital y menos escabroso que buscar huesos. El hallazgo de fosas comunes o de restos humanos puede ser un instrumento de prueba muy importante en los juicios contra los criminales, pero no creo que los desparecidos se concilien con la historia el día que se encuentren el resto de sus miembros.
Creo que los desaparecidos están vivos cuando su lucha encuentra continuidad en las luchas del presente, no creo que estén vivos cuando se encuentra un pedazo de fémur o se consagra la vida a eso.
No juzgo tampoco a la chica que dice estar fallada, me parece un síntoma notable y que pide a gritos interpretación política que Guzmán deje esa idea como una nota melodramática y no la problematice: ¿no está fallada toda la sociedad chilena? ¿No es la falla una fuente de vitalidad?
Mi principal objeción a la película de Guzmán no es que sea abyecta, sino que propone una política y una estética fúnebres. Y creo que esa es una forma peligrosa de la conciliación.