Mostrando entradas con la etiqueta Cine argentino. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Cine argentino. Mostrar todas las entradas

jueves, 9 de enero de 2025

Popular tradición de esta tierra


 


Otra paradoja se vincula a la tensión que logra establecer entre tradición e innovación: a pesar de que el motivo manifiesto parece conducir a la busca de un tiempo perdido (Corsini, el gaucho, el ombú), creo que finalmente los planos finales de sus películas (la chica en silencio al final del primer Corsini, el chico y el perro al final de Clorindo Testa, las figuras icónicas de Dacal y el propio Llinás recortados en el cielo pampeano) señalan no hacia el pasado argentino sino hacia nuestra contemporaneidad. Por eso no me parecen en ningún caso películas nostálgicas sino promisorias de las nuevas posibilidades de filmar la cuestión argentina.

Popular tradicion de esta tierra entona una lírica del paisaje pampeano como cifra del extravío argentino, justo en el mismo año en que @andres_di_tella da a conocer su Mixtape La Pampa. En un caso Ignacio Corsini, el italiano que canta canciones pamperas,en el otro Guillermo Enrique Hudson, el gaucho argentino que termina siendo un escritor inglés, dos enigmas para interrogar la identidad argentina. Nunca antes el cine de Di Tella y de Llinas estuvieron más cerca.

martes, 24 de diciembre de 2024

¿Qué nos pasa con las canciones?

Patologías Culturales - Programa del 21/12/2924: el cine y las canciones populares


En el último programa de Patologías Culturales (FM La Tribu, sábados a las 18 hs) Maxi Diomedi y Oscar Cuervo estuvieron conversando de:

- El cine argentino en 2024, con especial referencia a las recientes películas de Raúl Perrone (Solo qu3r3mos un poco de amor), Mariano Llinás (Popular tradición de esta tierra) y Andrés Di Tella (Mixtape La Pampa). La calidad de estas películas se destaca en un momento especialmente incierto para las perspectivas del cine argentino, a raíz de la posición abiertamente hostil asumida por el gobierno mileísta, ensañado especialmente contra la creación cinematográfica. 

- La gravedad de esta situación encontró una interesante respuesta en un grupo de cineastas que se autoconvocaron para organizar Contracampo, una muestra de películas argentinas de producción reciente llevada a cabo hace pocas semanas en forma paralela a un degradado Festival de Cine de Mar del Plata. En Patologías resaltamos el caracter auspicioso de esta manifestación cinematográfica colectiva para responder al ataque del mileísmo.

-Practicando poéticas muy diversas, las recientes películas de Perrone, Llinás y Di Tella tienen un inesperado recurso en común: las tres construyen su itinerario narrativo a partir de canciones populares.

- Filosofía de la canción moderna: el libro de Bob Dylan. Dice Bob:

"...la música es un ámbito donde el conocimiento no desentraña el misterio. De hecho, puede argumentarse que cuanto más sabes de música, menos la entiendes. Tomemos a dos personas: una estudia la teoría del contrapunto, la otra llora cada vez que escucha una canción triste. ¿Quién de los dos comprende mejor esa música? ...

"Y luego están las letras... a menudo, al verlas impresas se antojan poca cosa, es difícil creer que puede haber una canción ahí.

"Pero es importante recordar que esas palabras se escribieron para el oído y no para la vista. Como sucede en la comedia, donde una frase aparentemente banal puede transformarse en humor por medio de la interpretación, algo inexplicable ocurre cuando las palabras se acoplan a la música. El milagro está en la fusión. ...

"Algunos llamarían química a ese emparejamiento, pero la química parece demasiado basada en la ciencia y, por tanto, replicable. Lo que pasa entre las palabras y la música es más afín a la alquimia, el precursor revoltoso y menos disciplinado de la química, ávido de experimentación y plagado de fracasos, con sus tentativas fallidas de convertir metales vulgares en oro. La gente puede seguir intentando convertir la música en ciencia, pero en la esfera científica uno más uno siempre serán dos. La música, como todas las artes, incluida la de la seducción, nos dice una y otra vez que uno más uno, en la mejor de las circunstancias, suman tres."

También:

- La muerte de Beatriz Sarlo.

- La inteligencia artificial no piensa (El cerebro tampoco), un provocativo ensayo de Miguel Benasayag y Ariel Pennisi. Las paradojas de la tecnolgía de disponibilidad infinita.

El programa se escucha acá:

martes, 26 de noviembre de 2024

Sutilmente a Tanguito

Sobre Solo qu3r3mos un poco de amor, la nueva película de Raúl Perrone
 

por Oscar Cuervo

Tanguita y Luis son un par de vagabundos existenciales, discípulos tardíos de Diógenes y el perro en las calles desoladas del conurbano invernal. Perrone los sigue a ellos para lanzar un renovado reto a la aptitud de un espectador todavía dispuesto a una mirada asombrada. Tres décadas después de su trilogía de origen, la que le dio sentido al adjetivo "perroneano", el visionario de Ituzaingó se prueba a sí mismo que el cine todavía le reserva un escorzo imprevisto desde el que filmar esas callecitas tan pateadas.


Por un lado: nadie en el cine actual renueva en cada estación su fe carbonera para abrir el mundo desde su aldea, nadie como él. Perrone capta la tristeza terminal de esta época, muy lejos de la euforia malsana del fascismo imperante. Su incesante invención estilística es una respuesta sabia y humilde ante este tiempo soez de los fascistas. La cámara estenopeica es tan antigua al menos como las derivas del viejo Diógenes; su imagen húmeda, de colores apagados, aprehende la tristeza esparcida en el aire. Desde esa simpatía por la belleza y por la bondad es que su cine se vuelve político. En Solo qu3r3mos un poco de amor, Luis y Tanguita le disputan sentidos en el propio territorio a un tiempo desalmado. Perrone no mira las circunstancias por encima de ellos: los acompaña y los escucha. Ellos mismos saben descifrar los signos que les permitirán no dejarse vencer: se encuentran con otros ángeles callejeros y comparten un saber histórico, fundado en la majestad del cinismo clásico, la dignidad neorrealista y las derivas beatniks.

Por el otro: la condición popular de su experiencia no le impide sostener una exigencia formal insólita en el cine actual. Popular y vanguardista, su exploración de las texturas pictóricas, las musicalidades y los dialectos callejeros, voz y canciones, le da un sentido distinto a la opción por el clasicismo. Lo clásico no es la conservación de las formas revisitadas sino la soltura de una renovación perpetua. En el tramo más reciente de su filmografía Perrone se puso a jugar con la banda de sonido, como si el período silente del cine acabara de dar paso a un descubrimiento desenfadado del audio, lejos de la pesadez que el cine sonoro tuvo en su primera fase. La imagen estenopeica, la entonación distorsionada de las voces callejeras y el arrebato inesperado de la música desatan la tensión poética de su cine. Su voluntad de vanguardia extremista nunca puede sentirse como un alarde experimental, porque Perrone pulsa cada osadía siempre en función de un desgarro emotivo. La tristeza de la calle y el orgullo de los pobres se presentan en este diseño formal más apropiadamente que lo que cualquier representación mimética podria lograr. Lo inaudito de las formas empuja a una perplejidad más mística que experimental.


Una música rara atraviesa la poesía de Pasolini en la voz inesperada de un pibe del suburbio. Interferida por ecos de un bandoneón espectral, conduce al extasis de una tierna y dulce canción en la voz áspera de Tanguito, el más querido, el más frágil de todos. Especialista en el remate musical de las líneas narrativas, nunca antes fue Perrone tan agradecido como aquí. Finalmente su cine declara su filiación íntima con la música de Tanguito, el momento de máxima inocencia del rock argentino. Perrone es rock argentino, pero más precisamente en la ternura de Tanguito. En ambos artistas refulge una poética de la rusticidad desamparada como atributo angelical.

Susana, déjame ser como yo soy.

No cambia nada con que use

una camisa o una corbata,

si da lo mismo, es gusto mío

o un desafío, o un desafío.

No cambia nada, no cambia nada,

no cambia nada.




Es como si hubiera debido atravesar décadas de invención furibunda para que recién ahora se terminara de revelar su afinidad angélica con Tanguito. Es como si el cine del Perro, cuanto más se alejara de su punto de partida, más se apropiara de su origen.

miércoles, 20 de noviembre de 2024

Contracampo

Acontecimiento: cine argentino en Mar del Plata

El próximo jueves 22 del corriente mes empieza en Mar del Plata Contracampo , una gran iniciativa de cineastas, críticos, productores y trabajadores para disputar en el propio territorio contra el ataque del régimen mileísta hacia el cine argentino. Magnífica programación, con diversidad y notable calidad de títulos. 

Dice en el texto de presentación del encuentro:

"CONTRACAMPO nace de la iniciativa de un grupo autoconvocado de directores, productores, críticos y trabajadores del cine que se reconocen como público formado en y por el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.

"A fines de los 50, existió una revista de crítica cinematográfica llamada CONTRACAMPO, editada por docentes y alumnos de la Universidad Nacional de La Plata, que acompañó desde la reflexión el surgimiento del primer Nuevo Cine Argentino, hizo circular debates estéticos inéditos en el país y buscó acercar un nuevo horizonte cinematográfico a los espectadores argentinos, ofreciéndo herramientas críticas para que hagan suyas esas películas. 

"En los 90, el Festival de Mar del Plata volvió a realizarse tras 26 años de interrupción, y CONTRACAMPO volvió a ser la palabra elegida como renovación, nombrando una nueva sección del festival. Desde ese espacio se programó un cine estéticamente desafiante, en un contexto en el que se priorizaban los estándares comerciales y eran invisibilizadas poéticas cinematográficas divergentes de la norma. Este gesto modernizador antecedió la esencia de los primeros BAFICI y sembró una semilla importante para la renovación que significó el segundo Nuevo Cine Argentino. Estos antecedentes sintetizan el arrojo a la divulgación, la búsqueda de lo diverso, la cercanía con los espectadores y la voluntad de discusión que hoy nos motiva.

"En el último tiempo, a pesar de los cambios de gobierno, gestiones nacionales que no lograron consolidar ningún cimiento sólido en materia cultural y ajustes que amenazaban con su estabilidad, el Festival de Mar del Plata consiguió sostenerse como un espacio de formación de espectadores, con funciones agotadas, y una programación que priorizaba la diversidad estética, la educación cinematográfica y el amor por el cine argentino. Esa es, creemos, la función de un festival de cine. 

"La gestión actual del INCAA y su nueva “doctrina” (denominada así según sus comunicados oficiales), no contempla dentro de su esquema de posibilidades y plan de fomento la realización de ninguna obra cuya calidad no esté basada en su capacidad de competir en el mercado. Creemos que la formación de espectadores y el cultivo del deseo de las audiencias por ver Cine Nacional deberían ser una política de Estado y no sólo responsabilidad del sector audiovisual. Hoy el Festival de Mar del Plata, histórica ventana fundamental del INCAA para la divulgación de la heterogeneidad del cine argentino, corre riesgo de caer bajo esta misma lógica mercantilista.

"Frente a este repliegue conservador que esconde un desprecio y un desconocimiento de la historia del cine, este nuevo CONTRACAMPO se concibe como una acción en defensa del cine argentino, que se realizará en paralelo al Festival de Cine de Mar del Plata para asegurar un espacio donde el cine y la comunidad cinematográfica argentina puedan manifestarse en libertad. CONTRACAMPO nace ante el descontento de parte de la comunidad cinematográfica frente a este desguace programado, y busca destacar la importancia de tener un festival que pueda conservar su autonomía y un Instituto de Cine que no coarte la diversidad de miradas y de esquemas de producción que tanto enriquece la cinematografía nacional. CONTRACAMPO es una acción política que busca abrir una plataforma de discusión frente a la amenaza que pesa sobre la libertad de expresión, la radicalidad estética, el federalismo cinematográfico y la autonomía del Festival. 

"El punto de partida de la programación de CONTRACAMPO empieza por la sensación de profunda orfandad de un grupo de películas que, terminadas este año, ya no entendían al Festival de Mar del Plata como una casa posible, y no querían participar de una fiesta auspiciada por este instituto intervenido que le da la espalda a su propio cine. Ese primer malestar fue el puntapié inicial para comenzar a imaginar una muestra de cine argentino que refleje la diversidad estética, geográfica, generacional y de formas de producción que las políticas públicas de una cinematografía nacional deberían promover. El resultado de eso es la programación de CONTRACAMPO: 32 películas argentinas contemporáneas de distintos rincones del país, de varios modelos de producción (independientes, industriales y marginales), y con diferentes criterios estéticos. Además, se proyectarán en fílmico 4 películas de distintas épocas de la historia de nuestro cine (de la época clásica, de la renovación modernista de los 60 y de la inmediata posdictadura). CONTRACAMPO busca demostrar que el pasado y el presente del cine argentino son igualmente valiosos, e inseparables a la hora de pensar en su futuro. 

"CONTRACAMPO busca acoger discusiones con lo que está dentro y fuera de las pantallas. Frente a la erradicación del debate como herramienta de pensamiento en la agenda pública y tras años de crisis en el sector, CONTRACAMPO organizará encuentros de discusión con ejes propositivos y preguntas para el futuro del cine argentino: ¿qué cine, qué INCAA y qué festival deseamos para el país? ¿De qué manera podría y debería cultivarse la educación cinematográfica, la preservación, el fomento, la difusión y la exhibición, tanto comerciales como alternativas? CONTRACAMPO no pretende ser una retaguardia de resistencia, sino una plataforma para desear e imaginar un nuevo futuro para el cine argentino. 

"El objetivo de CONTRACAMPO no es ocupar el lugar del Festival de Mar del Plata. Una muestra independiente de cine argentino, que se realiza gracias al trabajo de directores, productores, críticos y trabajadores del cine, no puede siquiera acercarse a una estructura que sólo el Estado podría y debería brindarle al único festival clase A de Latinoamérica. CONTRACAMPO es una acción política concreta que responde a un estado de la cuestión específico, a una situación de emergencia y a un contexto hostil para el cine argentino. Su realización depende de eso.

"CONTRACAMPO espera contar con el apoyo del público que cada noviembre llena los cines marplatenses. Invitamos a ese público y a toda la comunidad cinematográfica a participar activamente de esta acción que propone mostrar el panorama estético que año a año supo encontrar en Mar del Plata, y que, por el estado de las cosas y por el tiempo que haga falta, pretendemos proteger en CONTRACAMPO.  

LAS Y LOS ORGANIZADORES DE CONTRACAMPO



Algunos de los muy interesantes títulos programados en Contracampo:

- El lunes próximo a la noche Raúl Perrone presenta su más reciente obra maestra, SOLO QU3R3MOS UN POCO DE AMOR.

- Lucía Seles presenta FIRE SUPPLY, una nueva entrega de su saga del complejo de Tenis.

- Uno de los cineastas más creativos del presente cine argentino, Pablo Martín Weber, presenta su primer largo, ECOS DE XINJIANG.

- Martín Farina, en co-dirección con Mercedes Arias, presentan EL NIÑO OSCURO.

- No es todo: también las películas más recientes de Martín Rejtman (EL REPARTIDOR ESTÁ EN CAMINO), José Luis Torres Leiva (CUANDO LAS NUBES ESCONDEN LA SOMBRA), Mariano Llinás (POPULAR TRADICIÓN DE ESTA TIERRA), César González (ULYSSES PLEBEYO), Hernán Roselli (ALGO VIEJO, ALGO NUEVO, ALGO PRESTADO) Maximiliano Schonfeld (SOMBRA GRANDE), Celina Murga (EL AROMA DEL PASTO RECIÉN CORTADO), Goyo Anchou (¡HOMOFOBIA!), entre otras películas largas y cortas. 

- También habrá proyecciones especiales de CUARENTENA (Carlos Echeverría, 1984), BREVE CIELO (David José Kohon, 1969) y VALENTINA (Manuel Romero, 1950). Todas las proyecciones son en el ENRIQUE CARRERAS (Entre Ríos 1824).

- Además habrá una función especial con proyecciones en fílmico de Filmoteca en Vivo / Cineclub Dynamo: Los muelles de Nueva York (Josef von Sternberg, 1928) y La estructura de cristal (Krzysztof Zanussi, 1969).

- Y varias actividades especiales en EL GRAN PEZ (Santiago del Estero 2052).

La programación completa puede descargarse acá.

Instagram: acá.

martes, 29 de octubre de 2024

Mixtape La Pampa

Conversación con Andrés Di Tella sobre su película más reciente







Conversamos con Andrés Di Tella sobre Mixtape La Pampa, su nueva película, que se puede ver por estos días en CINE.AR PLAY. Se trata de una de las grandes películas argentinas de estos años, que cruza la enigmática vida de Guillermo Enrique Hudson (gaucho argentino y escritor inglés, célebre y a la vez secreto) con la del propio Di Tella, argentino que pasó sus años de formación en Inglaterra y tuvo que aprender "lo argentino" gracias a los cassetes que le grababa su amigo Javier con canciones de rock nacional. Mixtape, road movie, diario de viaje por un territorio poblado de fantasmas, La Pampa, existencias cruzadas y deriva onírica. 

Sábado 26 de octubre en Patologías Culturales, FM La Tribu. Conducción: Maxi Diomedi. Columna de cine: Oscar Cuervo.

sábado, 19 de octubre de 2024

Un movimiento extraño - Dear Renzo - La novia de Frankenstein

Las comedias de Francisco Lezama


Ivana, Renzo, Mariana o Lucrecia son avatares de una posición desterrada, indolente, lumpen-pequeño-burguesa, fijada en el tiempo de su postadolescencia, en sus empleos basura, siempre a punto de ser despedidos, siempre fingiendo que se van sin irse, apenas resbalando por los días y los barrios,. La única marca efectiva de sus vidas es la cotización del dolar: comprendemos qué pasa en el mundo porque el dolar sube en picada de 9 a 16, de 16 a 40. Una deriva postcatastrófica, existencial y a la vez política. Ellos tres o cuatro -la imprecisión es un rasgo de la poética de Lezama- son variantes apenas diferenciadas de estos nuevos pícaros, los pícaros cambiarios, pícaros sin alegría, sonámbulos sin fraternidad ni sueños (en algo me hacen acordar a los jóvenes sonámbulos del último Bresson, también vehículos del dinero, pero aquí es Argentina y la cotización siempre sube en picada). 

Bribones sin propósito, zombies manejados por fuerzas bursátiles, los personajes de las comedias que Francisco Lezama viene esbozando desde hace una década, en películas cortas de una audacia circunspecta (La novia de Frankestein, Dear Renzo, Un movimiento extraño, los dos primeros co-dirigidos con Agostina Gálvez), registran el cimbreo de una mutación antropológica que en Argentina pueden caracterizarse como el tránsito desde la juventud macrista hacia la juventud mileista pero, evidentemente, dada la buena recepción que estas películas han tenido en festivales europeos, en otros lugares también proliferan y se llaman de otra manera. Son seres desprovistos de épica o algún carisma, de una intensidad que implosiona sin ninguna resistencia. Así se ve la mirada viscosa, las mejillas tensas y el cuerpo desgarbado de Laila Maltz como Mariana en Dear Renzo o como Lucrecia en Un movimiento extraño, con una inquietud que las toma por dentro y las doma por fuera. Extrañamente dóciles a las condiciones económicas de su existencia, experimentan sus propias derivas como fuerzas de un destino que se lee en las líneas de las manos o en el movimiento de un péndulo o un saquito de te. Y se traduce siempre mal.

Escuché decir que Freud caracterizaba las pulsiones de los sujetos por su manera de trabajar y amar. Lezama, sabiendo o sin saberlo, presiente a sus personajes con una modalidad arruinada de esas prácticas. Tienen empleos precarios y fluctuantes y sus raptos eróticos, sus súbitas calenturas también suben en picada como la cotización del dolar, a veces se confunden el negocio y el chape. Lezama ha mantenido a lo largo de una década una convicción en la aptitud de la comedia para registrar los movimientos de la época. Pero la comedia según aquí se entiende no es un código genérico sino cierta cualidad propia del cine para producir sentidos y rimas con aparentes incongruencias. La gracia no surge como un gag o una réplica ingeniosa sino como resultado de una elegancia fallida. Es elegante caminar por Palermo Chico, trabajar de guía turístico, de guardia de un museo o conseguir una beca en New York. Pero rapidamente -también así lo pide la duración de estos cortometrajes- esa elegancia aspiracional se desbarata cuando una frase es traducida mal a propósito, cuando se infiere una bajeza desleal sin que se note mucho. Estas tres películas breves de Lezama buscan el punto donde las aspiraciones de unas vidas impostoras asoman la punta de sus fallas: como se detienen en esos gestos leves y se disuelven en lo inadvertido, inducen a una sonrisa un poco amarga.


La disposición narrativa de estas películas -son tres pero pueden ser vistas como capítulos de una misma obra, como repticiones y variaciones de una falla que insiste- es elegante. El secreto estético del desapego de Lezama reside en que sabe abandonar a sus personajes en un punto neutro, sin que ninguna lucha se defina, ninguna escena, ningún daño, simplemente en un adiós inteligente que se llama corte a negro sin remate. Quizá la derrota haya ocurrido mucho antes de empezar y estos personajes ni lo sospechen. Se los ve desdichados pero dan un poco de risa porque no terminan de morirse del todo. Hay que pensar mucho en la comedia, no como género sino como forma de deshacerse elegantemente de estas contracturas fatídicas sin que nada se precipite. El rasgo al que Lezama recurre sistemáticamente es el del remate diferido y el tiempo engañosamente neutro. Este diferimiento y sustracción del remate la primera vez parece contingente y dispar. Cuando los cortos se ven uno tras otro se arma una melodía disonante y un ritmo irregular. Esa forma desplazada quizá se llame comedia y sea el modo en que el cine puede narrar una época desafinada.

Tres comedias sobre los vaivenes del dólar en Argentina.
Ultimas dos proyecciones
Domingos 20 y 27 a las 18:00 hs.
MALBA
Av. Figueroa Alcorta 3415, CABA.

jueves, 18 de julio de 2024

Costumbres argentinas

El Cambio de Guardia (Martín Farina, 2024)  II

[Viene de acá] La película de Martín Farina El Cambio de Guardia dio lugar a un extenso intercambio crítico que resulta esclarecedor acerca de los mecanismos de recepción de una película que deja asomar, como otras no lo hacen, cierto estado de la conversación social argentina actual.

[Las reseñas a las que voy a referirme pueden encontrarse en los siguientes enlaces:

- Tomás Guarnaccia, Letterboxd

- Lautaro García Candela y Ramiro Sonzini, La Vida Útil

- Nicolás Prividera 1, Ojos Abiertos

- Tomás Guarnaccia, Ojos Abiertos

- Nicolás Prividera 2, Ojos Abiertos

- Roger Koza, Ojos Abiertos]

Creo que no existe ni podría existir ningún manual que indique hasta dónde una película debe mostrar ni qué énfasis es necesario ni suficiente que el cineasta aplique a las tensiones que expone. La película es una sola pero los comentarios se abren en un abanico que lleva a preguntarse qué ven los críticos cuando la comentan.

El remanido concepto de la distancia justa resultó complicado. Una mera invocación de estos términos parece habilitarnos a usar el distanciómetro que nos indicaría cuán cerca de la justicia está una película o un cineasta. Pero El Cambio de Guardia no es una película sobre la generación de los que hicieron la colimba en 1977 ni tampoco tiene el deber sociológico de anticipar cómo la pequeño-burguesía bonaerense se iba a posicionar respecto de la irrupción del mileísmo, entre otras cosas porque se terminó de filmar antes de las elecciones, cuando ni los más agudos analistas podían asegurar el triunfo de la ultraderecha. Sin embargo, al filtrar algo del clima sociopolítico de la argentina actual todos los comentaristas se sienten habilitados a indicar cuán lejos debería llegar o qué posiciones autoriza.

Por ejemplo, Guarnaccia y García Candela se sienten aliviados al ver que un grupo de varones maduros, algunos de las cuales sostienen posiciones políticas aberrantes, se profesan un cariño viril en el escenario argentinísimo del asado y el vino: quizás es así porque la película llegó en un momento en el que un sector social con dificultades para posicionarse ante un escenario político muy áspero se siente agobiado por la ofensiva fascista. Se acude a El Cambio de Guardia como la película que legitima la amistad por sobre todas las cosas. Una mirada un poco más fría sobre la película permite ver que la película no habilita ningún sentimiento ni apuesta a que «el espectador aprenda a querer a los personajes por cómo ellos se quieren y se cuidan y por cómo viven en compañía. Es decir, lo primero que hace la película es enseñarnos a mirar a los personajes en sus propios términos y no en los nuestros», una verdadera tontería.

Ninguna película nos enseña a querer nada ni a nadie. No pasa en Taxi Driver ni en Actualización política y doctrinaria para la toma del poder que debamos aprender a querer a Travis Bickle o a Juan Perón. No es posible inferir de las conductas que vemos en El Cambio de Guardia cuánto se quieren realmente los ex-granaderos. El amor es una sustancia misteriosa para el cine. Ellos toman vino, se abrazan, se enfurecen o añoran un lustre castrense pretérito, quizá inexistente pero funcional para sostener su existencias un tanto chatas. ¿Son queribles estos ex-soldados que aún sostienen su amistad a través de un camino largo y sinuoso? La pregunta está flotando en el viento y es una virtud de Farina el llevarnos al umbral de esta interrogación, pero lo cierto es que la película no lo responde ni tendría por qué hacerlo.

Las lecturas de Guarnaccia, Candela y Prividera son igualmente infundadas, ya que todos coinciden en que la película reclama que el presunto cariño que ellos aparentan profesarse atraviese la pantalla y nos alcance a los observadores críticos. Guarnaccia hasta cree encontrar en esos abrazos empapados en vino una táctica política para que la izquierda o el peronismo abracen igualmente a los votantes de milei, lo que según su peculiar idea de la política haría a la película más «popular» (haría falta un politólogo ahí para sacar al pueblo de esa ciénaga sentimental). Guarnaccia también cree defender la cinematografía de Farina asimilándola a la retórica de Crónica TV. Yo no quisiera para mí defensores así.

Prividera, tal como es su predisposición sostenida a lo largo de décadas, se indigna al coincidir con Guarnaccia y Candela acerca del cariño que Farina tendría hacia estos fachos de baja intensidad -está claro que los personajes son capaces de pedir gatillo fácil pero jamás de disparar ese gatillo: anhelan que otrxs lo hagan, son la retaguardia de todo proceso de fascistización, que alienta la masacre desde lejos pero no sale de su posición de opinadores. A mí la película me lleva a preguntarme cómo es posible abrazarse con un tipo que pide matar a los chorros, pero jamás me llevaría a abrazarme con un tipo que pide matar a los chorros. A Prividera todas estas instancias subjetivas se le aplastan y en una misma oración confunde los sentimientos del papá de Farina, los críticos de La Vida Útil y el punto de vista de El Cambio de Guardia. Una mínima precaución epistemológica aconsejaría detectar las diversas instancias: lo que dice uno o varios personajes, lo que dicen los críticos y lo que una película dejar ver y oír.

¿Acaso Mujer Nómade no deja ver la desesperación de la profesora de filosofía, a pesar de que su léxico filosófico abunda en la familia de palabras acerca del deseo, la sexualidad y el poder y carece de palabras para la soledad, la declinación vital y la angustia? ¿Farina nos pide que aplaudamos a Esther Díaz como lo hace su embelesado estudiantado, que se deja rendir por la destreza histriónica que despliega la profesora en las tablas? No lo creo, porque Mujer Nómade ingresa en una zona en la que ese despliegue histriónico se quiebra -notablemente en una escena en la que la profesora se cae del plano mientras la cámara mantiene su encuadre vacío. ¿No es muy elocuente ese vacío, mucho más que si Farina irrumpiera en el plano para indicarnos lo que piensa de su retratada?

Prividera parece necesitar que toda película abandone el mínimo resto de indeterminación y entregue toda la información necesaria para condenar sin atenuantes a personajes que se empeñan en ser solo sospechosos pero no culpables. Prividera espera que no quede resto de ambivalencia porque cree que toda ambivalencia es una complicidad de la mirada del cineasta con crímenes atroces. Y cree que no es posible que haya en la realidad ni en la subjetividad de los personajes zonas de indeterminación. Viendo M uno comprende que NP se siente compelido a despejar toda indeterminación: si un personaje no recuerda o no termina de entender qué hizo hace 30 años eso alcanza para condenarlo como culpable. Estos procedimientos funcionan en el cine de Prividera pero no en el de Farina, que tiene cierto sigilo para dejar ver un temblor de los semblantes y abre un espacio para que el observador crítico decida sobre su propia mirada, o mejor aún piense sobre lo que él mismo proyecta sobre la pantalla.

Ninguna película puede imponer un juicio a un observador crítico. Prividera puede estar indignado con las zonas nubladas de la memoria colectiva sobre la dictadura y debe tener motivos personales muy comprensibles para exigir siempre pronunciamientos categóricos, así como Guarnaccia espera que sea licito querer a un fascista de baja intensidad en honor de la tradición popular argentina.

Un efecto de verdad de El Cambio de Guardia es que es posible ver que los procesos políticos se amasan con materiales no siempre nobles, a veces banales, a veces estúpidos, a veces simplemente claudicantes: los personajes que defienden con énfasis sus convicciones en Los convencidos se ven vencidos por la presión de la época, nada lleva a querer abrazar a la ardida promotora de un esquema piramidal, que en otra película formaba parte de otra secta, ni a simpatizar con el hijo adulto que discute con su madre anciana replicando los eslogans cualunquistas de la radio. Es decir, el énfasis de los convencidos no convence a la mirada de Farina. No encuentro que una película deba llevarnos a hacer querible ese entusiasmo sectario, tampoco espero que la pelicula me suministre las pruebas para que mi condena a estos personajes sea inapelable.

Hay un error persistente en los análisis de Prividera sobre la función de la observación en el cine. Una de las instancias estructurales de toda película es su capacidad observacional. Yo puedo observar la gesticulación enojosa de NP cuando en M monologa acerca de la responsabilidad de la sociedad civil durante la dictadura. Mi observación, abierta desde la película, no hace al cineasta Prividera un exponente del cine observacional ni me lleva a contagiarme sin mediación con el enojo del personaje. El error epsitemológico de Prividera consiste en que aplica un reduccionismo por el cual la función observacional que cualquier película ejerce es mal identificada con la escuela documentalista observacional o, lo que es peor aún, con una neutralidad cómplice de la mirada con lo observado.

La observación nunca es neutral y nunca es soberana sobre la praxis del observador crítico. Si una película debiera despejar toda ambivalencia de lo real para entregar un juicio categórico acerca de los personajes o personas que muestra, entonces el cine nunca nos permitiría dejar ver ninguna situación real, ninguna persona ni ningún personaje, sino solo los juicios del cineasta. Si el cine fuera eso que NP postula, el espectador sería un perfecto empirista (idiota) que solo recibe datos y los acopia y no un sujeto que debe conferirle una organización y sentido a una sucesión de planos. Se entiende que NP siempre se enoja cuando los críticos no ven en sus películas exactamente eso que él pretende mostrar. Y el crítico NP cree descubrir arteras operaciones de colaboracionismo cuando una película no muestra o no pone el énfasis exactamente en eso sobre lo que a él le importa.

NP cree que una película debería esclarecer cuál fue el papel de los soldados conscriptos durante la represión dictatorial y eso forma parte de su -legítima- agenda. Lo impertinente es que él pretenda que Farina asuma esa agenda como propia y haga la película que NP necesita, o incluso que violente la dinámica de la interacción del grupo retratado en El Cambio de Guardia para que… ¡finalmente! se compruebe que los conscriptos del año 1977 debieron ser partícipes del terrorismo de estado. Esa no parece ser la agenda de los señores de El Cambio de Guardia, más preocupados por acomodar sus recuerdos a su necesidad vital actual y no por revisar su responsabilidad cívica histórica.

Tampoco es parte de la agenda de Farina llevar a sus diversos retratados (el fabricante de ladrillos de Paso Piedra, la profesora de filosofía de Mujer Nómade, los exmontoneros de Náufrago, el cineasta de EL PROF3S1ON4L) a pronunciarse en cámara sobre las preocupaciones de Farina. La amplitud de mirada con que MF encara sus retratos permite que en sus películas aparezcan muy diversas existencias, diversas entre sí y diversas respecto a él. Considero que esa singularidad irreductible de sus retratos -que no son muestras sociológicas- y su sigilo para no anegar el plano con sus propios juicios son un efecto de verdad de su cine.

Agregaría que reconozco un riesgo en el planteo estético y politico de El Cambio de Guardia, ya que se presta a esta especie de controversias que nunca aparecen cuando se comenta Los delincuentes o Trenque Lauquen.

sábado, 8 de junio de 2024

El problema es otra vez la situación cada vez peor del corazón (Costumbres argentinas)

El Cambio de Guardia (Martín Farina, 2024)

La más reciente película de Farina, ganadora de la Competencia Argentina del último BAFICI, muestra a un cineasta que cada vez vuelve a plantearse un problema a la vez pragmático, estético y político: ¿cómo intervenir sobre espacios íntimos sin sofocar esa intimidad ni impostar una mirada desencarnada? Contra lo que cierta crítica postula, no hay un "método Farina": cada película demanda la repetición de la pregunta sobre cómo el cine documental puede acceder a espacios que se le abren, nunca del todo, siempre guardando una opacidad que la mirada cinematográfica no solo respeta sino también pone en evidencia. En este problema Farina se muestra muy versátil. Para que esa mirada pueda entrometerse en el espacio de rodaje de una película de Perrone (El profesional), internarse en la pesadilla de un sobreviviente de la contraofensiva montonera (Náufrago), acompañar la autoexposición narcisista de una docente histriónica e locuaz (Mujer nómade), espiar los roces corporales furtivos en una concentración de futbolistas (Fulboy), desvelar los ritos de fertilidad de unos jóvenes campesinos (El fulgor) o exponer las pujas sórdidas de los hijos por la herencia de un padre anciano (El lugar de la desaparición), Farina siempre debe repensar sus estrategias respecto de la distancia de cámara, el registro de la oralidad, el recorte y enfoque de los cuerpos, la dimensión musical del cine, las escenas omitidas; y, sobre todo, la intrusión del cine en medio de estos espacios siempre ajenos. 

Náufrago

Mujer nómade

El lugar de la desaparición

¿Qué puede el cine documentar? Farina nunca simula naturalidad ni neutralidad respecto de los espacios y cuerpos que filma, tampoco los sofoca con sus propios juicios. Sabe que si se mueve sigilosamente puede dejar a la vista gestos casi imperceptibles, rictus involuntarios, un temblor de la carne que dice más o dice otra cosa que lo que los personajes quisieran mostrar. La verdad no radica tanto en la intencionalidad del montaje -siempre muy pensado- como en el interior incalculable del plano.


El Cambio de Guardia

El fulgor

Fulboy

Ahora Farina se mete en un grupo de ex-reclutas del Regimiento Patricios que mantienen su vínculo a lo largo de varias décadas, cultivando los ritos de la amistad masculina, cierto costumbrismo nacionalista y una evidente nostalgia por el vigor militar perdido. Claro, la historia hizo su faena, aquellos soldaditos envejecieron, su virilidad perdió la turgencia juvenil -es interesante comparar estos cuerpos con los de Fulboy o El fulgor, para recorrer el arco vital de una masculinidad reblandecida-, y, sobre todo -esto es lo que llamó más la atención, no sin motivos, a la crítica local-: la política introdujo su discordia en la antigua camaradería patricia. Estos exsoldados ahora replican los discursos usuales de la "grieta argentina", poblados de los lugares comunes instalados por una politización mediática degradada. Es difícil encontrar en sus discusiones algún pensamiento o un desgarro íntimo ante el conflicto que fractura a la sociedad argentina desde hace décadas; más bien ese conflicto yace sepulto bajo una ristra de frases hechas y exabruptos manoseados. Si los críticos destacan esta línea manifiesta de las habladurías políticas -peronismo/gorilismo, o kirchnerismo/cualunquismo- es porque estas conversaciones no aparecen casi nunca en el cine argentino reciente; entonces El Cambio de Guardia va a perdurar como el registro de este tono de época. Pero las tensiones del grupo no van más allá de un opinionismo estridente ni permiten distinguir entre los personajes una posición política que exceda la de pequeño-burgueses desencantados por los años. Quizá esa fatiga existencial no hablada sea la auténtica política de este grupo de hombres. Entre la fascinación por un fulgor perdido que expresan cada vez que revisitan las ceremonias castrenses de la semana de Mayo y la circularidad de las reyertas y efusiones sentimentales que parecen cristalizarse en los ritos de su fraternidad incómoda, flota la sospecha de una vitalidad extenuada, algo que ni la exasperación vociferante ni el ablandamiento etílico terminan de resolver.

El Cambio de Guardia

Los convencidos

                                                              El brazo del Whatsapp

Una pregunta crece silenciosamente a medida que la película avanza: ¿estos señores se quieren más genuinamente que lo que se odian? Farina no enfatiza un sesgo definitivo. Hay una frialdad cautelosa y discreta en su mirada por la que cada espectador puede proyectar sus deseos sobre estas figuras y estos fondos. Por eso, me llamó la atención que buena parte de la recepción crítica se entusiasmara con un presunto rescate de la amistad, la ternura viril y esas costumbres argentinas que tienden puentes agradecidos sobre la grieta. Varios comentaristas creyeron hallar en el lado costumbrista una redención para el desasosiego de la época. Una de las primeras intepretaciones que circularon en foros cinéfilos la firmó Tomás Guarnaccia: 

"La maravilla de El cambio de guardia radica en que transforma la mentadísima frase cualunque “es todo un tema…” en una declaración política de primer orden. Sí… la persona que dice que hay que matar de un tiro al que roba puede ser un buen tipo. Decirlo y que no suene razonable para muchos es parte de la miseria intelectual en la que estamos cada vez más sumergidos. La vileza también es humana, recontra humana y puede ser profesada por todos"- escribió Guarnaccia en Letterboxd ni bien vio la película en el BAFICI.

Esta línea interpretativa fue en seguida replicada por varios otros. El giro chauvinista sorprende: ¿la persona que dice que hay que matar de un tiro al que roba puede ser un buen tipo? ¿si el costumbrismo del asado y el vino argentinos no vuelve razonable esa conciliación, eso es parte de la miseria intelectual en la que estamos cada vez más sumergidos? El giro a la derecha no solo se manifiesta en los jóvenes libertarios.

Las recepción crítica inmediata de El Cambio de Guardia pareció teñirse de un entusiasmo que revela más sobre las ganas de descansar en una reconciliación en medio de una época muy árida. La película cae en un momento en el que un sector de la clase media está buscando una tregua tranquilizadora y llegó la escena de los amigos abrazándose en el asado. Pero estos mismos ex-reclutas ya aparecieron en dos fragmentos cortos en El brazo de Whatsapp y Los convencidos y en conjunto no lucen tan entrañables como cuando se ponen sentimentales. El cine de Farina se reserva otras miradas no tan aquietadoras sobre la historia argentina y sobre la amistad viril en las recientes -y magistrales- Náufrago y El fulgor.