domingo, 29 de enero de 2023

The Fabelmans: la cinefilia pueril

A sus 76 años sería ingenuo esperar algo distinto de Spielberg y The Fabelmans no lo es.

Es notable que a esta altura de su vida siga incapacitado de salir del punto de vista pueril, pero su genealogía cinéfila no da un solo paso más allá del infantilismo que almibaró toda su obra, con la probable excepción de Duel.

Alguna crítica ya le otorga el lugar de clásico, como si la antigüedad gremial contribuyera a clasicizar a un autor. Para hacerlo, hay que olvidar que SS es junto con George Lucas el restaurador tardío de una inocencia falsa que Hollywood impuso en el neoconservadurismo de mediados de los 70.

El otro autor al que se adjudica una persistencia en el clasicismo cinematográfico es Clint Eastwood, una personalidad totalmente diferente de la de SS, puesto que reportan a las dos facciones contrapuestas del proyecto imperial: la globalista (SS) y la reacción libertaria (CE). El cine de Spielberg siempre fue ñoño y el de Eastwood senil con frecuencia también lo es; pero como exponente de la derecha trumpista Eastwood conserva un componente oscuro que hace su obra más sinuosa y compleja, a medida que ha ido modelando su ícono en las diversas coyunturas. 

Spielberg es lineal en su puerilidad. Desde lejos no se ve: la crítica local les confiere a ambos la cualidad de "últimos clásicos". Pero Eastwood era renuente al dispositivo tecnológico que pusieron en marcha Lucas y Spielberg a mediados de los 70 y esa fue su marca distintiva desde la reacción contra el nuevo Hollywood, abortado durante el período 1974/77 (años en los que se filmaron El Padrino II, Taxi Driver, Star Wars, Encuentros cercanos del tercer tipo y Magnum Force, emblemas del cine que ya no sería posible en el mainstream hollywoodense unas, tanto como del paradigma que iba a terminar desalojándolas). Estas películas, algo más que obras autónomas, son manifiestos estético-políticos en pugna. Spielberg-Lucas y Eastwood prevalecieron, mientras la visión crítica del americanismo, el amague modernista que se intentó en la primera mitad de los 70 fue siendo desplazada hasta la imposibilidad. 

Hoy el modelo que pusieron en marcha SS/GL se inflamó hasta cubrirlo casi todo, mientras Eastwood se preocupó por estetizar la reacción ultra bajo una pátina de pseudo clasicismo elegante. Spielberg no pudo seguir el ritmo frenético de la tecnoligización, que encontró agentes más rentables, y se replegó en su pseudoclasicismo ñoño. Hoy cierta crítica se lamenta porque SS encuentra dificultades para exhibir sus extraños anacronismos ante el predominio irrestricto de Avatar, Marvel y DC. 

Star Wars 1977

Olvidan que fue él precisamente uno de los cerebros que sentaron las condiciones de distorsión anabólica que impera en Hollywood. Si es víctima de un sistema de marketing y cálculo empresarial como rector de decisiones estéticas, SS termina siendo una especie de Monsieur Guillotin, el decapitado por el artefacto que inventó.

Close encounters of the third kinds

The Fabelmans revindica el modelo de cine en el que Spielberg dice haberse formado. Tanto él como Eastwood están preocupados por manifestar en sus películas la dignidad de tradiciones que construyeron con cálculo. Cada película que estrenan dice algo así como "el cine debería ser esto, pero ya no es posible y yo soy el último de una especie que desaparece".

El modelo lacrimoso y presuntamente inocente que propone SS en The Fabelman  está más cerca de Splendor o Cinema Paradiso que del descalabro desbordado de Tarantino o el laberinto onírico de la(s) Histoire(s) godardianas, para nombrar dos autores contemporáneos que en cada película se preguntan por el destino del cine. 

Cinema Paradiso

Notable. SS no pudo salir nunca, ni a los 76 años, de la mirada pueril del cine. No tiene el menor derecho de sentirse víctima del monstruo que ayudó a crear. 

viernes, 20 de enero de 2023

La movilización popular bien vale un Perú






Cuando las instituciones están degradadas, la clave es la movilización popular.

Es interesante observar cómo las derechas latinoamericanas no logran afirmarse ni con golpes parlamentarios, ni con lawfare ni con golpes policiales, en países cuyas instituciones han sido vapuleadas siistemáticamente, aún cuando manejen los resortes pseudo-institucionales.

Advertencia para la derecha argentina: no es solo una cuestión de elecciones, Larreta. No es solo una cuestión judicial, Rosatti.

El pueblo los espera en la calle. 

miércoles, 18 de enero de 2023

Feliz cumpleaños, Deleuze

El filósofo más sobrevalorado de nuestra época

Gilles Deleuze, nacido el 18 de enero de 1925 -se acerca el centenario!

"Interpretar es inventar una mirada": esa consigna ha sido muy exitosa y en ella se encuentra Deleuze con su éxito de marketing filosófico. Queda muy expuesta una tesis: que la mirada se inventa. Es el error más pernicioso de la filosofía contemporánea, aquel que concita más aplausos. Lo comparte con Foucault y lo hereda de Nietzsche. De una mala interpretación de Nietzsche. En Nietzsche el asunto es mucho más inestable. Nada en la experiencia indica que la mirada se inventa. En todo caso es la mentira la que se inventa, un ejercicio del ego. El intérprete no inventa lo que lee, encuentra lo que puede. Y los límites de su poder no los puede fijar nunca el propio intérprete. Es una voz que me habla, de ningún modo una mirada que invento. Sé lo bienvenida que es en estos tiempos la idea de que una interpretación se puede inventar. Esa idea está hundida hasta el cuello en el ego cogito cartesiano. No soy yo el que interpreta, es una voz que me habla y hay algo que me deja escuchar una parte de lo que se me dice. La invención es un invento del empobrecimiento de una experiencia nietzscheana que Friedrich quiso sostener no sin inquietud. Los franceses postestructuralistas perfumaron los temblores nietzscheanos y pusieron a circular versiones complacientes y aquietadas de los cimbronazos nietzscheanos. Es sospechosamente complaciente de la muerte de la verdad y de inmediato de la postverdad. Hoy la derecha libertaria puede apropiarse con mucha mayor soltura de estas tesis invencionistas. Paradójicamente la izquierda se enamora del perfume de este error.

sábado, 14 de enero de 2023

Mujeres que facturan

Shakira, BZRP Music session #53 y la revolución de las mujeres

No es problema que Shakira facture u$s ni que odie que su ex se fue con una más joven, tampoco que Piqué se haya cansado de ella y le metiera los cuernos, las parejas son así: existen hasta que se aburren. Pasa millones de veces por día. 

Tampoco es problema que la canción sea pedorra, sus juegos de palabras propios de una púber que le saca el cuero a su exnovio en wassap. Ni que BZRP haya producido antes temas mucho mejores con raperos desconocidos. BZRP Music session #53 no tiene gracia y el estribillo es un plagio. Pero tampoco es problema: canciones pedorras hay muchas y nadie se muere por eso. Plagios hay muchos y si el autor se aviva, va a facturar más que Shakira sin tanta exposición. 

El único problema es que a esa canción pedorra quieran transformarla en un himno feminista. Tirarle mierda a otra mujer porque tu marido te corneó no tiene nada de feminista. Menos compararse con marcas caras para bajarle el precio a la chica más joven con que se fue Piqué: ella no es un Casio ni un Rolex, es Clara Chía, de 23 años, la nueva novia de Piqué, así como hace un par de décadas Shakira era la nueva novia de Antonito De La Rúa. Es la rueda loca de las celebtities que no paran de rodar. 

No cualquier cosa que hace una mujer es feminismo. Ella reacciona por narcisismo como cualquier cornuda/o lo hace, hablando pestes de su ex y de la chica con la que se fue. Es muy común pero no tiene nada que ver con la emancipación femenina. Se trata de una mujer veterana que se enoja por las normas de la farándula de la que ella es solo otro exponente. 

La canción es mala y nada más, no va a producir ninguna desgracia. Shakira es una cantante que va camino de ser otra Madonna, una estrella que alguna vez fue joven, facturó mucho, nunca fue brillante en lo suyo y empieza a sentir la sensación del ocaso. ¿Eso está bien o mal? Depende: es la ley del mundo en el que ella eligió vivir. Es Shakira, no Simone de Beauvoir ni Hanna Arendt, ni siquiera es Sinead O'Connnor o Rosario Blefari. Deja una obra mediocre que en unos años será olvidada. No es Chavela Vargas, Chabuca Granda ni Mercedes Sosa. Entonces le va a pasar lo mismo que a todas las de su liga: va a declinar, a inflarse los labios y agregarse pómulos (ya en el video de ayer se la ve tuneada, así como le tunean la voz).

Va tratar de conseguir un chongo más joven que cada vez le va a durar menos, en un punto se volverá patética. Es un sistema cruel pero es el sistema del que nunca quiso salir, el sistema de la facturación. Si el mundo fueramás justo, Joni Mitchell o Elis Regina serían mucho más famosas que ella.

No está en la liga de Amy Winehouse ni de Nina Simone sino en la de Cheyenne, Ricky Martin o Valeria Lynch. Facturan mucho durante cierto tiempo pero no quedarán en el catálogo de la música popular en medio siglo. No es Aretha Franklin ni Juana Molina, que no necesitaron moverse en el jet set para hacer discos geniales en un ámbito que no era propicio para sus audacias. Shakira en 30 años será recordada como ahora se recuerda a Violeta Rivas, como un objeto vintage. 

Hoy todos hablan de que hizo el tema más escuchado de la historia, pero se escuchará durante 15 días y se olvidará, no habrá remasterizaciones como las que hacen todas las décadas de los Beatles. 

Lo único realmente deprimente de este golpe de marketing es que haya feministas que crean que este batifondo tiene algo que ver con la revolución de los pañuelos verdes o la emancipación femenina. Una mina despechada porque su marido la corneó es más patriarcado, no menos. Si quieren bailen ahora con Shakira, porque la semana que viene explota otro boom.

miércoles, 11 de enero de 2023

Globo de Oro para Argentina, 1985

Mi votación en la Internacional Cinéfila que convoca Roger Koza terminaba con la mención de una película nacional:

"Mención especial a una película argentina: Argentina, 1985 (Santiago Mitre): No se trata de una gran película. Se ubica claramente en el universo del mainstream en el que aún puede obtener reconocimientos que las películas anteriormente mencionadas nunca alcanzarán. Su vocación por insertarse en la corriente principal es clara por los cuatro costados. Pero Argentina, 1985 tiene un valor para mí evidente: se atreve a convocar a un público masivo al que le ofrece una versión sobre la postdictadura que repone debates aún no saldados en la esfera pública. La película de Mitre co-guionada por Mariano Llinás nos recuerda que el cine puede conquistar la conversación pública y hacerlo con armas legítimas. Por más películas como esta."

Anoche se cumplió una predicción que hice en este párrafo:

"...aún puede obtener reconocimientos que las películas anteriormente mencionadas nunca alcanzarán": Argentina 1985 acaba de ganar el Golden Globe a las películas extranjeras. Es posible que su carrera de premios internacionales aún no haya terminado. La película tiene la particularidad de haber tenido un lanzamiento dual: estreno en salas durante algunas semanas y rápida llegada a la plataforma Amazon. Y en ambos casos con un éxito inusual.

Mis opciones no suelen coincidir con los premios del mainstream, menos aún con los norteamericanos. Y sin embargo se da esta excepción. Como escribí, considero que no es una gran película pero es una película valiosa. Además está hecha por un tandem cuyas obras no suelen interesarme. 

Las otras películas que elegí en la IC (Sean Eternxs, A Vendredi, Robinson, Náufrago y la Trilogía del Tenis de Lucía Seles me interesaron muchísimo más, pero esto no obsta para que reconozca el mérito de Argentina, 1985. Sé también que es imposible las otras que elegí lleguen a jugar en esas ligas. Sin embargo, reconozco que de todas las películas argentinas que hasta hoy llegaron a ganar premios en Hollywood (La Historia Oficial, El secreto de mis ojos) esta es por lejos la mejor. El ambiente cinéfilo local tendió a ser, con contadas excepciones, desdeñoso de la película de Mitre.

Los motivos por los que elegí una película que no me parece excelente pero sí valiosa se encuentran en la intersección de mis posiciones políticas y artísticas.

El valor político que le reconozco se vincula con el actual contexto que atravesamos. El país corre el riesgo de entrar en un cono de sombra de negacionismo y una nueva pérdida de las garantías jurídicas. Tenemos una Corte Suprema golpista. Argentina, 1985 tiene la virtud de reponer un momento histórico en el que Argentina empezó a salir del terror de estado de la dictadura y hace una revalorización de un sistema democrático que en la actual coyuntura podemos perder. Y está hecha con una inteligencia que logra expresar una representación vacante: hay un amplio sector de la población al que en este momento ningún sector político logra representar. Muchísimas personas mostraron que estaban esperando una película que suscite un debate político democrático que no se da en otros ámbitos, pero se dio en el espacio público de las salas de cine. 

Cine y democracia: una conjunción que hubiera parecido anacrónica si Argentina, 1985 no existiera. En la época de la radicalización de la derecha en todo el mundo, Argentina 1985 toma una posición valiente: no es admisible retroceder hacia ninguna forma antidemocrática abierta o encubierta. Los debates y la convocatoria popular que la película logró son datos que la política y el cine deberían tratar de descifrar.

Lo que sigue es la reseña inicial que hice cuando la película se estrenó en salas:

Argentina, 1985

 La película de Santiago Mitre con guión de Mitre y Mariano Llinás

¿Argentina, 1985 fue pensada para convocar multitudes? Sí.

¿Con recursos espurios? No.

¿La cinefilia de derecha la aborrece? Sí.

¿Es un fenómeno político que desborda lo cinematográfico? Sí

¿Hay que analizarla formalmente sin meterse en sus efectos políticos? No.

Más allá de sus cualidades/límites estéticos, Argentina 1985 es una intervención en la política actual? Sí.

¿Qué decir de los críticos que la abordan desde un punto de vista estrechamente cinematográfico? Boluditos.

¿Y quienes le exigen que no omita nada del hecho histórico?

Zonzos.

¿Es Argentina 1985 la película definitiva sobre: la dictadura, la democracia, el alfonsinismo, el poder judicial, los juicios a los genocidas, Strassera, el radicalismo, la complicidad civil, el año 1985?

No: es solo (nada menos que) una buena película y un fenómeno social.

Argentina 1985 ¿es la película del año?

Estéticamente no.

Políticamente sí.

¿Esta diferencia es un problema? No, imbécil.

¿Qué más decir?

Quizá las cuestiones más incisivas que Argentina,1985 invita a pensar sean:

- ¿Cuánto hace que el cine explícitamente político no lograba ser discutido masivamente? Hubo un tiempo en que el cine político apuntaba a salir de la sala y movilizar la discusión pública. Hoy existe una subespecie de cine que intenta construir su radicalidad política reingresando a sí mismo para pensar en el propio estatuto de su imagen. No sería en absoluto incompatible pensar simultáneamente el estatuto de su imagen y su incidencia sobre el debate político extracinematográfico. Un cine político que se confina a trabajar sobre el estatuto de su imagen sin interpelar a espectadores de baja intensidad política resulta un cine endogámico.

– La película hace emerger un público que no estaba en la agenda pública: el que se reúne en una sala -en cientos de salas- a manifestar su opción por la democracia y a repensar el tortuoso proceso a través del cual se constituye. Algo que la política no vio. Hay un espacio político vacante que Argentina, 1985 le señala a la política. Hoy proliferan -también en películas que se piensan como políticas- los lamentos acerca del avance del neofascismo, pero Argentina, 1985 visibiliza la necesidad de sectores antifascistas para manifestarse, notablemente, en la sala de cine, y a seguir pensando después. Presencié varias conversaciones de personas no intensamente politizadas pensando en lo que la película trata.

– Algunos sectores de la crítica parecen declararse en estado de alerta porque la visión de la película lleva a discutir tesis como la teoría de los dos demonios. En La historia oficial esa teoría no era discutida sino instalada por uno de los personajes. En Argentina 1985 aparece enunciada por algunos personajes y simultáneamente señalada como problemática. En Argentina 2022 hay sectores que gozan de amplia difusión que reivindican el terrorismo de estado. Los espectadores de Argentina, 1985 se ven movidos a pensar esa teoría y la diferencia entre el hecho de que un personaje la sostenga y que la propia película la sostenga. ¿Se lo propusieron Mitre y Llinás? No importa: la película lo propicia.

– Argentina, 1985 logra algo que muchos cineastas políticos desearían: narra un debate político, con su trama intrincada de conflictos velados e inconsistencias, y a la vez suscita un debate político entre quienes la ven. Los espectadores no van simplemente a ver una historia pretérita sino a producir otra presente: que en Argentina 2022 se discuta sobre dictadura y democracia. Esta reduplicación pone en cuestión la disociación que establece cierta parte de la crítica entre temática, procedimiento y efectos pragmáticos. ¿No es hora de que el cine político -y su crítica adjunta- se comprometan a pensar no en el puro procedimiento ni en la pura temática ni en el puro efecto sino en su articulación? ¿No es la política de un film lo que sucede mientras y después de ser proyectado? Esa eficacia para incidir en el debate público está en el origen del encono que produce la película en otros cineastas pretendidamente políticos que no logran incidir sobre el debate público.

– Me leo escribiendo estos apuntes (más preguntas que respuestas) a propósito de una película sobre la que antes de verla había acumulado una cantidad de prejuicios. Curiosamente, el cine de Mitre y Llinás nunca me despertó entusiasmo. Incluso no creo que Argentina, 1985 sea una gran película, pero veo que se presenta como una ocasión para pensar las relaciones entre cine y política. Me quedo pensando qué cosa es una gran película.

lunes, 9 de enero de 2023

Larreta surfeando las olas del poder


Foto de campaña de Larreta:

El tipo que lo sostiene asomando debajo de la tabla no puede metaforizar con mayor precisión todo lo que Larreta es para el poder.

Postada: Necesita un asesoramiento publicitario más profesional.

Brasil: el comienzo del fin del bolsonarismo


Contra algunas interpretaciones preocupadas, pienso que el golpe abortado de ayer fue el comienzo del fin del bolsonarismo y el afianzamiento de Lula en el poder. Todavía puede haber algunos "episodios" pero cada vez más aislados. Tome nota la ultraderecha argentina.


viernes, 6 de enero de 2023

Gozar sin trabas

por Alan Badiou

El famoso 'hedonismo' contemporáneo que Platón, hace más de mil años, señalaba ya en la ideología democrática, toma dos formas opuestas, la libertaria y la liberal.

Primero está la versión libertaria, que se presenta como emancipadora y tiene lejanas raíces. Está concentrada en una de las consignas de Mayo del 68, a saber: 'gozar sin trabas'. Lo importante de la cuestión radica en saber si se puede gozar sin trabas, y qué quiere decir eso exactamente. Es manifiesto que se trata de instalarse en un goce que se exoneraría de todo vínculo, un goce que estaría en la desvinculación. Sin trabas quiere decir que no hay vínculos, o sea, por supuesto, que “no hay ley”. Pero es más radical que “no hay ley”: no hay vínculo, no hay obstáculo, es la idea de un goce que se despliega de manera inmanente. No es polémico, sino evidente, que tenemos ahí una concepción drogada de la existencia. La droga no es solamente una sustancia, un veneno, etc., es una metafísica, una metafísica de la desvinculación. La droga es lo que ausenta de vínculo, de modo temporario, por cierto, pero también efectivo, en todo caso para el sujeto concernido. La droga es lo que da, tal vez de manera facticia, un gozar sin trabas en el sentido literal del término: la droga destraba el gozar. Uno vuela, planea. Planear es un buen verbo para describir aquello que, insisto, no es solo una embriaguez, sino también, en el imperativo que se le liga (gozar sin trabas), una metafísica de la desvinculación. Ahora bien, como el mundo real no es sino vínculo, como puede ser definido por el sistema de los vínculos que él dispone, se puede decir que el gozar es negación del mundo, en la medida en que está, justamente, bajo el ideal de la suspensión absoluta del vínculo. En ese sentido, se trata sin duda de un nihilismo. La metafísica de la droga es nihilista y el nihilismo es una potente tendencia del pensamiento. Se puede decir que, en la visión libertaria, el gozar, el imperativo de goce es, él mismo, nihilista. ¿De qué se trata, a fin de cuentas, sino de hacerse el desecho del mundo? El hedonismo radical, para quien conoce, para quien ha frecuentado la metafísica de la droga, es un nihilismo radical, donde se trata de hacerse el desecho del mundo por razones esenciales, y no solo porque se está acostumbrado a la droga. El punto esencial no es el acostumbramiento, es la subjetividad metafísica que está detrás y que hace que el gozar y la nada del mundo equivalgan en la suspensión de todo vínculo.

Y luego está la versión liberal. Es algo completamente diferente: de lo que se trata es de comprar goce. He aquí el imperativo. A decir verdad, es así como marcha el mundo, bajo la insinuación omnipresente de que es siempre posible comprar al menos una bolsita de goce, una pequeña cantidad de aquello que a uno lo desvincula por un momento. El problema de este imperativo es que está vacío, ya que el goce no es comprable: en la medida en que es la cosa, que está conectado a la cosa, no tiene equivalente. No es integrable en la circulación financiera. Cuando uno habla de comprar goce –y todos nosotros marchamos bajo este imperativo, nadie está absolutamente exento de ello–, compra siempre envoltorios vacíos, fragmentos inconexos, y se deja engañar siempre. Compre uno un coche, una prostituta o un vibromasajeador, la compra del goce no es nunca, en definitiva, sino la compra de su embalaje. El imperativo liberal de gozar es una sutil doctrina del embalaje. Es la posibilidad de comprar un embalaje del goce que, contrariamente al goce mismo, puede ser variado y sustituido, y que es infinitamente reemplazable, en torno a un goce faltante, ausente. Al menos se habrá vendido el embalaje. Eso también es un nihilismo, ya que, respecto de la promesa de goce, lo que se vende no es más que el embalaje de nada y, como es evidente, a fuerza de vender embalajes donde se envuelve la nada, que luego hay que desechar, se hace del mundo mismo un desecho. La máxima del gozar liberal apunta a transformar el mundo en desecho, en montones de basura, de embalajes de goces abstractos o faltantes.

Hablamos de nuestro mundo, de las imágenes del tiempo presente. Es preciso ver que estamos en la constante indistinción entre dos figuras diferentes del gozar: una es esforzarse por devenir uno mismo el desecho del mundo, mientras que la otra, en la venta del goce desvanecido, transforma el mundo en desecho. Lo único que el embalaje retiene del goce es su costado basura, su costado basurero. E incluyo en el embalaje la publicidad, que es su figura mayor.

Retengamos entonces las máximas: sobre la cuestión del nihilismo y su conexión con el gozar, el primer tipo de conexión es hacerse el desecho del mundo; el segundo tipo, hacer del mundo un desecho. La síntesis entre ambos sería hacerse el desecho de un desecho. Si el mundo es desecho y uno se hace el desecho del mundo, uno se hace el desecho de un desecho. Es el nihilismo contemporáneo de avanzada, que establece el elemento de la subjetividad como desecho de un desecho, a través de la circulación compleja entre nihilismo libertario y nihilismo liberal. Todo esto, repito, bajo la conminación del goce, haciendo como si no hubiera un proyecto humano más serio que gozar. Ese es el imperativo primero y el sentido profundo de la muerte de las ideologías: no andemos con cuentos, lo que quiere el animal humano es gozar, y es así como se lo atrapa, de tal suerte que hace del mundo un desecho y que él mismo se hace el desecho de un montón de basura.

Alain Badiou, Imágenes del tiempo presente

Traducción: María del Carmen Rodríguez