todos estamos igual

lunes, 31 de diciembre de 2018

Héctor Timerman fue empujado a la tortura y la muerte por los tribunales macristas con la complicidad de la DAIA


La muerte de Héctor Timerman continúa una trágica saga familiar de judíos perseguidos por el estado argentino con la complicidad de la dirigencia de la DAIA. Igual que sucedió con su padre durante la dictadura, el estado argentino lo persiguió y torturó, con el consentimiento tácito de la máxima entidad comunitaria, la misma que viene sosteniendo el encubrimiento de los atentados contra la Embajada de Israel y la AMIA ocurridos en los años 90.

Escribió ayer Cristina Fernández:

"HÉCTOR TIMERMAN: ARGENTINO, PERONISTA Y JUDÍO

El Calafate, 30 de diciembre del peor año que se recuerde.


... Pienso y siento la necesidad de decir hoy lo que siempre dije en privado a quien quisiera escucharme: Héctor se enfermó por el dolor y el sufrimiento que le provocó el irracional e injusto ataque que ambos sufrimos con motivo de la firma del memorando de entendimiento con Irán para lograr el esclarecimiento del atentado terrorista contra la mutual judía y poder destrabar así la causa judicial de la AMIA, que a casi a 25 años del hecho continúa paralizada y sin ningún condenado. Es que en esa gestión, a Héctor lo había guiado no sólo su responsabilidad como canciller. Creo que lo que más lo había movilizado era su condición de judío creyente y practicante. Es que Héctor era un judío hecho y derecho. Lo recuerdo organizando mi primer viaje a Israel y Palestina en el año 2005. Era cónsul en New York cuando me dijo que la Universidad Hebrea de Jerusalén me iba a invitar a dar una conferencia y le gustaría acompañarme. Me sugirió que debía también visitar Palestina para honrar la postura histórica de la Argentina y del peronismo [acerca] del reconocimiento de los dos estados. Porque, claro, Héctor además de judío era por sobre toda las cosas argentino y peronista. Nunca he visto sufrir tanto a nadie por los ataques, las calumnias y las injurias que le propinaban. Me acuerdo en muchísimas oportunidades cuando venía a verme a mi despacho, lo notaba que estaba muy mal por los ataques de las instituciones de la comunidad judía. Me contaba en detalle lo que cada uno de ellos había dicho sobre él y nuestro gobierno por la firma del acuerdo. No me lo contaba enojado o indignado. Lo que Héctor transmitía, era una profunda angustia. Pude percibirlo desde el primer momento y me llevó en muchas oportunidades a decirle «Por favor Héctor no les des bolilla, te vas a enfermar, mirá cómo estás». Es que a medida que me relataba las cosas que habían dicho o habían hecho se ponía muy tenso y nervioso. Me viene hoy a la memoria esa escena tantas veces repetida. La persecución judicial posterior, dirigida por el actual gobierno y la insólita, aunque no inédita, calificación de traidores a la patria lo acabaron de demoler.

Pero hoy no sería justo, ni histórico, que esa fuera su última imagen. Lo recuerdo como el verdadero artífice, junto a Axel Kicillof, de la resolución de la ONU sobre la restructuración de deuda soberana, en el marco de nuestra defensa de los intereses nacionales contra la depredación de los fondos buitres. Héctor había asumido esa tarea con la pasión de siempre y una dedicación inclaudicable.

El 10 de septiembre del 2015 la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas votó por 136 a favor, seis en contra y 41 abstenciones la serie de principios básicos recomendados ante ese tipo de procesos. Héctor había logrado que el voto negativo de muchos países que estaban siendo presionados para votar negativamente se convirtieran en abstención y obtuvo una victoria inédita en la historia de la diplomacia argentina.

En épocas de endeudamientos seriales. En tiempos de la vuelta al FMI y de diplomáticos que «reconocen» a los ingleses como autoridades en Malvinas, la figura de Héctor Timerman, no tengo ninguna duda, será recordada y reconocida por la historia por su dignidad y su incansable lucha por la defensa de los intereses nacionales. Querido Héctor: judío, peronista y por sobre toda las cosas argentino, gracias y hasta siempre".



***

La familia Timerman llegó a Buenos Aires desde Ucrania el 11 de octubre de 1928, un día antes de que Yrigoyen asumiera su segunda presidencia. Jacobo y Héctor fueron ambos perseguidos durante dos períodos nefastos de la historia argentina. En ambos casos la DAIA se negó a protegerlos y terminó repudiándolos, alineada con las derechas de Argentina, Estados Unidos e Israel.

En 1976, Jacobo Timerman dirigía el diario La Opinión y había comenzado a publicar los hábeas corpus que reclamaban ante el poder judicial por el destino de las personas que eran secuestradas por la dictadura. El gobierno militar había prohibido a los medios de prensa que hicieran públicos estos hábeas corpus, pero Buenos Aires Herald y La Opinión desconocieron esa prohibición. De hecho, la prohibición no era necesaria para diarios como La Nación o Clarín, que apoyaban expresamente el plan represivo de la dictadura: los medios cómplices del terrorismo estatal jamás publicarían una sola línea cuestionándolo.

Los militares amenazaron a los directivos del Herald y de La Opinión por la publicación de estos hábeas corpus. "El que más me impresionó fue Harindeguy -contó Timerman tiempo después-. Constantemente me citaba para explicarme que no podía publicarlos y yo le contestaba que, en la medida en que se presentaban a la Justicia, yo podía publicarlos o, si no, que prohibiera que se presentaran a la Justicia". [Citado por Graciela Mochkofsky en Timerman. El periodista que quiso ser parte del poder, págs. 239-240]

El 14 de abril de 1977 la dictadura secuestró a Jacobo Timerman y durante varios meses Ramón Camps y Miguel Etchecolatz lo sometieron a extensas y crueles sesiones de tortura.

La DAIA se abstuvo de reclamar por la vida y la libertad de uno de los integrantes de la comunidad argentina judía perseguido por el estado argentino.

"Los capos de la DAIA se metieron debajo de la mesa. No dieron su apoyo [a Jacobo]. Se cagaron en los pantalones -recordó [Daniel] Muchnik. Dijeron que era inoportuno salir en defensa de Timerman" relata Graciela Mochkofsky en su libro.

Otro testimonio recogido en el libro de Mochkofsky es el de Abrasha Rotenberg, socio de Jacobo Timerman en La Opinión: "La DAIA tuvo una actitud indiferente en relación con el encarcelamiento de Jacobo debido a una mezcla de cobardía y de rechazo innato a su personalidad y conducta, a lo que hay que agregar cierta complacencia frente a la actitud gubernamental".

Nehemías Resnizky, entonces presidente de la DAIA, rechazó la sugerencia del Congreso Judío Mundial de que la DAIA diera ayuda legal a los familiares de los desaparecidos y se negó a denunciar internacionalmente a la dictadura por el tratamiento cruento que recibían los secuestrados de origen judío. La DAIA también colaboró para contrarrestar las críticas exteriores a la dictadura y dejó de hacer sus aportes económicos a la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos.

Ya liberado, Jacobo Timerman escribió  el libro Preso sin nombre, celda sin número en uno de cuyos pasajes dijo: "El tema judío dominó todos los interrogatorios, todo mi período de cárcel". Timerman dejó escrito que la Argentina dictatorial no solo se pareció a la Alemania nazi por esta persecución antijudía, sino también por el comportamiento de la dirigencia judía: "los Judenrat (los consejos judíos que habían colaborado con el nazismo en el sometimiento de los judíos) tenían su equivalente en la dirigencia de la comunidad judía argentina, especialmente en la DAIA" [Mochkofsky, p. 384]. En los años posteriores a la dictadura, los dirigentes de la DAIA hicieron una causa del descrédito de Timerman: de lo contrario hubieran tenido que aceptar ante el mundo la categoría vergonzante de Judenrat.


La furia de la dirigencia de la DAIA contra el apellido Timerman tuvo oportunidad de recrudecer con virulencia cuando en 2013 el gobierno de Cristina, con Héctor Timerman como Canciller, firmó un Memorandum de Entendimiento con la República de Irán, luego aprobado por el Congreso y declarado inconstitucional por la Corte Suprema, para hacer avanzar la investigación del atentado contra la AMIA. Desde entonces Timerman quedó expuesto al ataque despiadado de la ultraderecha estadounidense e israelí, quienes desde el primer día del atentado -y con la anuencia del gobierno menemista-, operaron para orientar la investigación no en busca de la verdad sino de sus intereses geopolíticos. 

La dirigencia de la DAIA aprobó durante unos días la iniciativa del Memorandum, pero ante la presión de la derecha israelí se volcó abruptamente en contra. El suicidio del fiscal Alberto Nisman, quien durante años respondió a las directivas de la embajada estadounidense y los servicios secretos de Israel para desviar la investigación de los atentados, abroqueló a la DAIA con el macrismo. El juez Bonadío, servicial con este plexo de poderes, abrió un absurdo juicio por traición a la Patria contra Cristina y Héctor Timerman, por el que fueron condenados en primera instancia, aunque la condena fue revocada luego por la Cámara Federal. Bonadío dispuso primero su prisión preventiva y luego, ante el agravamiento de la grave enfermedad que Héctor Timerman sufrió en sus últimos años, se lo derivó hacia una prisión domiciliaria. La crueldad de Bonadío le negó el permiso para a viajar a Estados Unidos a continuar con su tratamiento médico, lo que deterioró la salud de Timerman de manera irreversible. Dada la gravedad de su enfermedad, puede considerarse que la saña del trato judicial se constituye en una auténtica forma de tortura en la agonía. La dirigencia de la DAIA hizo una vez más lo que había hecho contra su padr e: salió a repudiarlo para alinearse con el poder de turno.

El Llamamiento Argentino Judío lo despidió con una carta "al compañero Héctor Timerman", donde dice: "Quizás, lo que más le dolió fue la persecución de las autoridades de la DAIA y la AMIA que lo tildaron de traidor a su condición de judío de la que se sentía orgulloso. El pueblo empoderado se encargará de colocar en el basural de la historia a los que fueron capaces de tamañas vilezas".

"Una camarilla minoritaria que se arroga la representación de la comunidad judía en Argentina, a la que de ninguna manera representa, atacó a Héctor Timerman de la misma manera que atacó a su padre cuando la dictadura lo secuestró por denunciar las violaciones a los derechos humanos" declaró hoy a la mañana Horacio Verbitsky a Radio 10. "Lo que han hecho ahora con Héctor Timerman es una de las infamias más grandes de estos años infames".

jueves, 27 de diciembre de 2018

La caída de la ilusión macrista: las cosas podrían empezar a ponerse interesantes de un momento a otro


La cosa es así: Cambiemos está en serios problemas porque su construcción a largo plazo ya fracasó. Para un proyecto político esto implica que solo puede ofrecer penurias al pueblo y para subsistir depende del grado de fragmentación, desaliento y desorientación popular. La ingeniería política neoliberal está totalmente entregada a generar esa degradación de la vida popular. Otros, antes que el macrismo, lo intentaron. Las series largas de la historia argentina (el 55, el 66, el 76, el menemismo, la Alianza) indica que no lo lograron. Ningún determinismo histórico asegura que siempre será así, pero no son pocos los indicios recientes que muestran una sólida inteligencia de las organizaciones populares -el "riesgo país" del populismo: el freno al 2 x 1 que sacudió a una Corte recién estrenada; los docentes bonaerenses, la inédita energía de los movimientos feministas; un estado de movilización incalculable por la Big Data. No todavía detrás de una opción electoral, pero las elecciones no son el non plus ultra de las luchas populares, como el permanente bombardeo de encuestas de intención de voto y segundas vueltas que propagan los medios corporativos quieren hacernos creer, sino instancias que periodizan una lucha que nunca termina. 

La cosa es así: muchos confunden el programa de negocios de los integrantes del gabinete de Cambiemos con el proyecto político de Cambiemos. El equipo va a terminar este período con sus fortunas acrecentadas, pero su proyecto político no para de dar síntomas de crisis. Los poderes fácticos que apostaron todo al macrismo se debaten entre diversas salidas, todas ellas admiten el fracaso de lo que se conoció como macrismo. Los resultados de la gestión son catastróficos. El gobierno neoliberal, aperturista y ajustador no solo bajó el salario real, las jubilaciones, deterioró la salud y la educación públicas -lo que era previsible- sino que aumentó dramáticamente la inflación -la baja de la inflación se supone una especialidad de este tipo de regímenes- y no atrajo ninguna inversión productiva -al menos en el plano ideal eso es lo que la derecha quiere lograr. Los cuantiosos créditos que un prestador de última instancia como el FMI vuelcan en el último año se fugan más rápido que lo que entran, tienden a enriquecer a un sector de los grandes especuladores y a sostener con instrumentos de vida asistida a macri, "hasta que se les ocurra algo mejor". Tampoco esta derecha logró en tres años ordenar la calle o disminuir los índices de la delincuencia. Para una visión de derecha dura, el macrismo ha sido ineficaz.

La cosa es así: una interpretación de los resultados de 2015 decía que Cambiemos era el otro partido emergente de la crisis de 2001, aparte del kirchnerismo. Muchos de estos intérpretes se apresuraron a escribir libros en los que se sorprendían por el deterioro súbito del kirchnerismo y admiraban la eficacia de la nueva derecha. Estas apreciaciones no se estarían verificando. El kirchnerismo persiste como problema permanente para los poderes fácticos, locales y trasnacionales (el "riesgo Crisitna"): ofrece las dificultades para su desarticulación que no ha mostrado el PT en Brasil, por ejemplo. Mal que les pese a muchos, el kirchnerismo es un poder popular persistente. De ahí su contínua evocación en los medios oficiales, no por un artilugio duranbarbesco para polarizar y capitalizar el descontento en favor del inepto macri, con dificultades para capitalizar algo fuera de la herencia de Franco. Para una mirada desapasionada el kirchnerismo aparece hoy más vital que el macrismo. Una diferencia: el kirchnerismo se mantiene a pesar de un impresionante aparato de propaganda que le dispara las 24 horas del día; mientras el macrismo se sostiene con un debilitamiento permanente a pesar de un poderoso blindaje mediático full time. Ese aparente "empate" indica en realidad una desigualdad. El llano y el poder real. Esta relación de fuerzas desmiente a peronólogos y kirchnerólogos que postulan a un movimiento que solo puede sostenerse al cobijo del estado, cosa de la que el kirchnerismo no goza, sin haberse debilitado en los últimos tres años.

La cosa es así: hay signos de las variables que se le escapan con cada vez mayor frecuencia al actual poder político. El riesgo país, que es un instrumento de los inversores internacionales, aumenta hasta niveles inesperados para un gobierno amigable con los mercados (¿o será que estos gobiernos son precisamente los que hacen aumentar el riesgo país hasta destruir esos países puestos en riesgo?). Esto significa que los mismos poderes a los que el macrismo quiere complacer no le corresponden su amor. Significa que la fuga de capitales va a incrementarse en los próximos meses, que el crédito internacional se va a encarecer, que ninguna reforma impulsada desde el estado atraerá inversión alguna. La ilusión de un año electoral financiado por los poderes trasnacionales para cobijar a un gobierno amigable es fantasmal. El mundo no parece muy preocupado por cobijar ningún proyecto político en absoluto en Argentina, ni siquiera uno que les responda con obediencia.

La cosa es así: hay una coalición política triunfante en 2015 y 2017 que se agrieta, vacila, expulsa a sectores que inicialmente se le alinearon, se contradicen, se pegan codazos. Un dato objetivo es repetido sin pudor por la propia prensa oficial (los mismos que decían que la reelección estaba asegurada, hace menos de un año): Vidal no quiere compartir boleta con macri porque cree (sabe) que le va a restar votos. Con un sector del establishment que hasta hace poco los apoyaba en bloque, ahora evalúan la posibilidad de que Vidal se despegue de un presidente piantavotos. Es una salida tacticista nerviosa: por lo menos tratan de desenganchar una presunta boleta encabezada por Cristina de la de las intendencias y la gobernación. No se sabe cómo puede seguir esto. Si temen el efecto arrastre del nombre de Cristina en provincia de Buenos Aires, no se ve cómo incluso un triunfo de Vidal como gobernadora dentro de unos meses evitaría un triunfo posterior de Cristina en las generales. Les podría salir bien si todos los planetas, muchísimos, se les alínean, pero también arriesgan todo. Por ejemplo: que ni aún el desenganche de la boleta garantice el triunfo en la gobernación o, en una hipótesis mejor, que Vidal se quede con la provincia en condiciones muy difíciles para mantener su gobernabilidad, sin poder garantizar un triunfo del mismo signo a nivel nacional. Separar las boletas de los intendentes de una supuesta boleta de Cristina (aunque ella no haya manifestado todavía su decisión a una candidatura presidencial) no debilitaría a Cristina (a la que los intendentes necesitan en sus distritos) sino a los intendentes. Lo que no asegura esta especulación es que los beneficiarios sean los intendentes de Cambiemos. Por ejemplo, un gobierno de Vidal conviviendo con una administración nacional adversa a ese proyecto podría constituir el deterioro terminal de la figura en la que la derecha guarda las mayores esperanzas.

La cosa es así: pero hay algo más. Para que el desdoblamiento sea posible, el vidalismo tiene que contar con el apoyo del massismo. Si Massa apoya esa movida claramente funcional al oficialismo, se desdibuja su perfil opositor. Si el experimento no sale bien, no solo Vidal sino el propio Massa obran como fusibles de macri. Esta maniobra electoral, que de ningún modo asegura la viabilidad del proyecto de ajuste en el próximo período (¿qué provincia gobernaría una reelecta Vidal, en medio de un ajuste feroz?), es inconsistente con otro ensayo que le adjudica de manera inverosímil una alta intención de votos a Massa. Esta hipótesis solo se sostendría con un perfil muy opositor que hasta ahora Massa no supo o no quiso asumir. Una conjetura no desechable sugiere que estas movidas en el banco de suplentes oficial tiene como objetivo apresurar la definición de candidaturas del frente opositor (peronismo, kirchnerismo, otras fuerzas democráticas y populares). La intención sería trasmitir la zozobra oficial hacia la oposición. La designación de las candidaturas opositoras es algo que desvela al oficialismo porque no acaban de diseñar una táctica electoral, prácticamente su única especialidad. El kirchnerismo y el peronismo no pueden diferir indefinidamente la designación de las candidaturas o el mecanismo para su selección, pero no deben hacerlo por el ritmo que le marca el oficialismo.

¿Qué apura al macrismo? La certeza cada vez mayor de que solo puede trasmitir malas noticias y esperar que alguna desgracia (provocada por los operadores oficiales del régimen) se desencadene sobre la figura persistente de Cristina. Las previsiones objetivas indican que una fuerte devaluación puede desencadenarse durante el verano. ¿Cuánto tardará el dolar en llegar a $60? ¿Cuánto están dispuestos a esperar los únicos generadores de dólares de la economía argentina -los grandes exportadores de los productos agrarios- antes de liquidar sus divisas a un precio que les resulte ventajoso? Los sectores sojeros ya no parecen sentirse atados a la suerte de macri. ¿Cuánto tardaría una nueva devaluación en disparar un rebote inflacionario? ¿Cómo puede repercutir todo esto en un año electoral? 

Algunos compañeros, ante este panorama borrascoso, se ponen ansiosos y anhelan un estallido social que alivie su ansiedad. Pero este estallido se paga con nuestros muertos. La única salida hacia un gobierno popular estable, que no vuele por los aires como el de Dilma al poco tiempo de ganar, es la organización popular. ¿Va a coincidir el tiempo de la organización popular con los tiempos electorales? La política no es una ciencia exacta.

No te vayas, las cosas podrían empezar a ponerse interesantes de un momento a otro.

lunes, 24 de diciembre de 2018

Los quiero ver cuando se enfrenten a su abismo






Púrpura, púrpura, veo el color en el aire
púrpura, púrpura, quieren que yo no sea nadie
púrpura, púrpura, vamo a seguir este baile
la danza de los que resisten bailando
aunque quieran que no seamos nadie.

Porque bailando entiendo lo que pasa
en cambio el falso amor se deshilacha
si un día sos dios y al otro cucaracha
la mitad te deja de querer cuando perdés la racha.

Fui viajando a lo profundo de mi ser
y cuando quise darme cuenta ya no estaba haciendo pie
creo que floté
o fue tanta la presión, me parece que exploté

Parece el colmo
justo cuando busco peras me convierto en olmo
cuanto más vacío cuando más compongo
me construí mi casa entre caja y bombo
ahí dormido respiro y rezongo
te miro, transpiro y me odio
no estoy sobrio, eso es obvio, dame otro sorbo
o acaso sobro, hace cuánto no pensamos en nosotros.

Púrpura, púrpura, veo el color en el aire
Púrpura, púrpura, quieren que yo no sea nadie
Púrpura, púrpura, vamo a seguir este baile
La danza de los que resisten bailando
aunque quieran que no seamos nadie.

Me dejo las cicatrices
son el mapa corporal que me recuerda lo que hice
somos lombrices, lombrices solitarias
en la panza de este mundo de infelices.

Somos clones, Clonazepam, clin, caja
y dinero de a montones, que no reacciones,
somos clones, Clonazepam, clin, caja
y dinero de a montones, que te amontones.

Que vivas produciendo pa que sigas consumiendo
no hay lugar para las emociones, lo estamos viendo
si nuestro placer viene con bases y condiciones
¿me están jodiendo?

Entes repletos de egoísmo
los quiero ver cuando se enfrenten a su abismo
si pintan paredes, te parece vandalismo
pero matan mujeres ¿y eso a vos te da lo mismo?

Nah, no soy moralista
solo parte del artista
descargo en la pista mi punto de vista
hago que se desvista, se me despista, me pide pista
hasta la vi-vi-vi-vi-vi-vista.

Me gusta contar lo que siento realmente
así en diez años sabré lo que pensaba a los veinte
entiendo que no sepan qué expresar
si están viviendo mierda, qué mierda van a contar.

Púrpura, púrpura, siento el color en el aire
Púrpura, púrpura, quieren que yo no sea nadie
Púrpura, púrpura, vamo a seguir este baile
La danza de los que resisten moviendo
aunque no quieran que no seamos na-na-na-na-na

domingo, 23 de diciembre de 2018

Las fake news de Marguerite Yourcenar y el peronismo

Fotografía de Yousuf Karsh

por Lidia Ferrari

Pensamos que las fake news signan el tiempo presente. Es cierto que las herramientas neoliberales han agigantado el fenómeno de tal modo que podemos decir que vivimos inmersos en medio de casi sólo noticias falsas. Pero el uso de la mentira para la consolidación del poder es tan viejo como la historia misma. Hay muchas fuentes para la divulgación de falsos sucesos. Una de ellas es la ignorancia. La gente expande noticias que escucha o creer haber escuchado con la velocidad de la luz a pesar de su error o falsedad. Todos lo hacemos todo el tiempo. Wittgenstein nos absuelve de estos pecados, cuando plantea que nuestras certezas se basan en la autoridad de quien las transmite pues no podemos estar en estado de verificación permanente de todo lo que leemos y oímos.

El problema es cuando alguien desde ese lugar de autoridad simbólica, desde un lugar de rigurosidad y seriedad reconocidas en el mundo de las palabras también se hace víctima o culpable de esparcir falsedades. Así me sorprendió Marguerite Yourcenar en el texto “Borges o el vidente”. Porque para mí es una de las escritoras más admiradas y respetadas, a pesar de que habitamos un mundo de ídolos caídos. Este texto no la destituye pues su obra es inmortal, pero me tropieza una vez más con la idea de que nadie es infalible. Idea que es más fácil enunciarla que hacerla propia con todas sus consecuencias.

En esta suerte de elogio a Borges, Marguerite no sólo nos muestra que lo ha leído, sino que lo admira y lo conoce muy bien. Ella parece adherir a sus ideas políticas, pero no vamos a creer que Yourcenar sea antiperonista, pues ella no está en condiciones de serlo. Sólo puede ser antiperonista un argentino. Los no argentinos podrán simpatizar o no con nuestras mitologías, pero no dejarán de ser convidados de piedra de ese sentimiento tan argentino que es el antiperonismo.

Tampoco podemos pedirle neutralidad a una admiradora de Borges de la estatura de la Yourcenar, pero la rigurosa y brillante escritora de Memorias de Adriano nos sorprende cuando sostiene errores ostensibles para cualquier persona que conozca algo de la historia argentina. No vamos a defender a Perón frente a Yourcenar. Sólo le diríamos que nos sorprende su falta de indagación en temas históricos argentinos frente al conocimiento exhaustivo que muestra de su admirado Borges. Algunas cosas que dice no las sostendría ni el mismo Borges.

Dice Yourcenar: “El primero de los dos “reinados” de Perón (de 1946 a 1955) vio a Borges…”[i] y comenta cómo fue ridiculizado cuando lo promueven al cargo inspector de aves de corral. Todos conocemos esa historia. La ironía de los dos “reinados” la dejamos pasar porque no es sino una identificación con el relato borgeano. El problema es que la frase termina así: “la caída del tirano tras las revueltas de Córdoba le inspira algunos bellos versos…”. ¿De qué revuelta de Córdoba habla? ¿La del “Cordobazo” de 1969? ¿Es tan difícil hacerse a la idea de que Perón fue elegido por el voto democrático y que lo derrocó una dictadura militar en 1955?

Más adelante insiste: “La segunda dictadura de Perón, en 1972, le costó a Borges el exilio”[ii], para mostrar cómo ese exilio fue nutriente para su poesía. ¿Nadie le dijo a Yourcenar que Perón ganó las elecciones democráticas en el año 1973 por más del 60% de los votos, después de una proscripción de dieciocho años? ¿De dónde sale esa idea del exilio de Borges? Porque Borges no partió al exilio ni en 1972, ni en 1973 ni en ningún momento por razones políticas. Este texto elogioso de Borges fue la última conferencia de Yourcenar que dio en la universidad de Harvard en 1987.

Si Yourcenar ha divulgado en el universo literario y académico estos errores históricos, sin haber tomado nota acerca de la validez de los hechos que relata, ¿cómo vamos a pedirle a cualquier hijo de vecino que se cerciore o no difunda todo lo que le llega a través de las “a veces” nocivas redes asociales, si ni siquiera ha hecho el esfuerzo de ir buscar esa noticia ni se debe preparar para una conferencia en Harvard?

[i] Yourcenar, Marguerite, Peregrina y extranjera, Madrid, Alfaguara, 1992. p. 264.

[ii] Ibid. p. 266.

sábado, 22 de diciembre de 2018

Un paseo por los 70: tragedia y farsa simultáneamente







Néstor Montalbano es un cineasta egresado del CERC, la escuela de cine dependiente del INCAA que antecedió al actual ENERC, de la que también salieron Lucrecia Martel, Fabián Bielinsky Ana Polliak o Fernando Martín Peña, entre otros. Montalbano tiene una filmografía esporádica, irregular y bastante desapercibida, con algunos momentos arriesgados e interesantes, como Soy tu aventura. A nadie se le ocurriría asociarlo al llamado "nuevo cine argentino". Su obra es por todos los lados por donde se la mire una anomalía. También fue director de televisión y ahí su mejor aporte fue contribuir al delirio que a fines de los 90 desató Todo por dos pesos en canal 7, con Capusotto y Alberti.

Acabo de descubrir que tiene un canal de youtube en el que desde hace unos meses viene subiendo mediometrajes de archivo sobre la historia argentina entre los 40 y los 70 del siglo pasado, en capítulos de a uno por año. No los publica en orden cronológico. En las últimas semanas aparecieron los de 59, 57, 76 y 74, en ese orden. De la década del 70 ya lleva publicados el 70, el 72, el 73, el 74, el 75 y el 76 que acá linkeé. Espero con gran interés que en los próximos días aparezcan los del 71 y el 77.

La serie es extraordinariamente interesante. Montalbano trabaja casi exclusivamente con material de archivo fílmico, muy ocasionalmente televisivo y radial y muchas canciones de cada época. Una parte de ese material es conocido pero también hay cantidad de hallazgos notables. Montalbano logra construir un punto de vista y una tonalidad que rompen con las retóricas usuales sobre este período histórico. No se parece a La República Perdida ni a Perón: Sinfonía de un Sentimiento. Tampoco a la narrativa estatal construida durante los años del kirchnerismo en Encuentro y mucho menos a esperpentos protomacristas como El Olimpo Vacio o al melancolismo tramposo de Esto no es un golpe

Montalbano narra con zócalos de diseño estridente, cercanos a las placas de Crónica TV, sin solemnidad historiográfica, con desenfado plebeyo. Por ejemplo, hay un zócalo que dice "El país está enquilombado". No esquiva los sobresaltos ni evita los momentos de regocijo. Más bien apuesta a la comicidad involuntaria de un devenir catastrófico. Como si la historia pudiera ser considerada simultáneamente tragedia y farsa y una cosa no fuera en desmedro de la otra.

Hay un aire de familia con los sketches de Capusotto sobre los 70. Montalbano mira una época desquiciada que no es posible entender del todo -lo que no equivale a decir que no se entiende nada. La narración está estructurada a partir de ciertos ejes: el peronismo y sus conflictos internos, el discurso protocolar de un estado represivo, el deporte -en este período vuelve constantemente a Monzón, Reuteman y Bonavena como casos emblemáticos-, el cine -sobre todo Leonardo Favio pero no solo él. Y especialmente la música popular como gran narradora de la historia, desde Pedro y Pablo hasta Quilapayún, pasando por Los Iracundos, Buenos Aires 8, Piero, Marilina Ross, Astor Piazzolla, Charly García, la  música beat. La música no redunda los hechos referidos sino que se resignifican una a los otros. En esos núcleos musicales/históricos se encuentran los hallazgos más interesantes de esta narrativa.

Hay grandes picos emotivos, como el de la jornada del 25 de mayo del 73, con el traspaso del mando de Lanusse a Cámpora, la liberación de los presos políticos y esa misma noche el estreno de Juan Moreira. El regreso de Perón al Congreso el 1 de mayo del 74 -dos meses antes de su muerte-, está musicalizado con "Photography" de Ringo Starr y George Harrison. Otro núcleo muy bello articula los conflictos internos del peronismo que conducen al asesinato de Rucci con la música de Waldo de los Ríos para Boquitas pintadas. Una cierta indolencia beat va impulsando esos años frenéticos hacia el abismo de la dictadura. Como hasta ahora llegó hasta el año 76 -impresionante el cumpleaños de Isabel al que asisten Videla, Massera y Agosti, semanas antes del golpe, mientras todo se "despelota"- va a ser interesante ver cómo se las arregla para tratar los años más oscuros del terror estatal. 

Acá está la serie de los 70 publicada hasta ahora. Y en youtube pueden encontrar los capítulos de las décadas anteriores, que todavía no vi.












viernes, 21 de diciembre de 2018

Las derechas en Argentina, Brasil y Paraguay: parecidos y diferencias


por Henrique Júdice Magalhães

Hace pocas semanas fue invitado al programa La otra.-radio el escritor y sociólogo Iván Silvero Salgueiro. El audio del programa fue luego subido al blog, en esta entrada. Allí Iván habló de cómo derrocaron a Fernando Lugo en Paraguay mediante un golpe parlamentario que fue el ensayo del que años después se aplicó en Brasil. Ahora Paraguay tiene como presidente a "Marito" Abdo Benítez, hijo de un militar stronista, con un discurso de derecha rancia, al que Iván caracteriza como un borrador de Bolsonaro. Silvero Salgueiro nos aconseja prestar atención a lo que sucede en Paraguay porque suele anticipar las políticas que el imperialismo después aplica en otros países de nuestra región

El programa me gustó, incluso por las aclaraciones que hizo respecto de Paraguay. Y sí, el juicio político a Dilma Roussef fue calco y copia del de Lugo: en eso Paraguay fue realmente un campo de pruebas. Discrepo del entrevistado, sin embargo, cuando él extiende esa apreciación al ascenso de Bolsonaro. Abdo Benítez sí tiene la retórica policíaca que vuelve a estar de moda entre la derecha latinoamericana. Pero hay un dato no menor que distingue al presidente de Paraguay de quien los brasileños empezamos ahora a padecer: Abdo Benítez fue electo por el partido que en Paraguay se confunde con el sistema, mientras Bolsonaro fue elegido con su retórica anti-sistema y desde una posición marginal en el mismo. El bolsonarismo no es solo apología y práctica de la brutalidad, sino que intenta presentarse como respuesta a -en verdad, profundización de- la falencia del sistema político-institucional brasileño. Por eso trajo la liquidación del ala derecha de la partidocracia tradicional (PSDB).

La institucionalidad brasileña está podrida como la argentina lo estaba en 2001, con algunas diferencias que favorecen a los argentinos y no a los brasileños. Como ejemplos: una amplia franja de los brasileños ve a las FFAA como salvación; el Poder Judicial brasileño, tan o más corrompido que el argentino de entonces y de ahora, mantiene entre la población brasileña cierta imagen de prestigio. Los partidos y el parlamento son los componentes más desprestigiados.

El macrismo y la derecha justicialista podrán, ante las duras condiciones objetivas que crearon y no saben como sortear, recurrir al ejemplo electoralmente exitoso de Bolsonaro y apelar a las pulsiones sociales más odiosas para sacar réditos electorales. Sin embargo, no creo que por ahora puedan gobernar en base a eso, ya que en Argentina (y creo que también en Paraguay), hay un pueblo, una oposición política y social e incluso una institucionalidad que todavía imponen limites (el freno al 2 x 1 que intentó la Corte argentina, el procesamiento de Chocobar), aunque esa misma institucionalidad tienda a brutalizarse en medio al clima general.

Agrego una apreciación muy personal: la fuerza que tiene el bolsonarismo como fenómeno social y político de una ultraderecha todavía más lumpen que sus homólogas europeas y argentina es la contracara de la debilidad que tuvieron los gobiernos del PT como experimentos políticos de “izquierda”. La raíz de una y otra cosa es una característica única del proceso político brasileño. Más allá de la distinción que pueda hacerse entre los gobiernos sudamericanos de la última década, de centroizquierda o populares, si se prefiere, entre los más “duros” (Chávez, Cristina, Evo) y los “blandos” (el PT en Brasil, el PS chileno, el FA uruguayo), Brasil fue y es el único país donde la fuerza política presuntamente popular y transformadora (el PT) asume la defensa a ultranza de los pactos oligárquicos en que se basó la actividad política desde décadas anteriores. Chávez ascendió como sepulturero del Pacto de Punto Fijo; Néstor Kirchner, si bien formó parte del Pacto de Olivos, llegó al poder sobre sus ruinas y produjo deliberadamente la superación de ese pacto, reconfiguración del tablero político mediante.

En Brasil, en 2002, las estructuras políticas y económicas permitieron que el PT llegue al gobierno como última carta para evitar un colapso como el que se veía en Argentina y Venezuela. Y el PT, que un día pudo, pero no quiso, ser la fuerza superadora de la institucionalidad oligárquica heredada, pasó – sobre todo desde 2013– a confundirla en su discurso con la democracia misma. Para empeorar la situación, desde el início del Lava Jato, la izquierda parlamentaria y sindical no petista también adhirió a ese relato. Sería como si en la Argentina de 2001 toda la izquierda marxista se hubiera pegado al destino del Frepaso o hubiera salido a defender instituciones como la Corte Suprema argentina de entonces. Por eso, cuando el lumpenaje pequeño-burgués que se articula alrededor de Bolsonaro se presenta como anti-sistema, no hay lamentablemente quien se le plante desde la otra vereda.

jueves, 20 de diciembre de 2018

El álbum de las fiestitas del facebutt


¿Qué hago? ¿Firmo la acordada o no la firmo? ¿O la firmo y después tacho? 


Demostración de poder. Almuerzo frugal y buena onda.


El peronismo racional se aleja de Cristina pero reconoce que necesita 25% en la provincia de Buenos Aires para no quedar tercero.


¿Cómo? ¿Denserio? ¿Tajaí?


Llegan las fiestas y todos subimos nuestras fotitos a fakebook.

martes, 18 de diciembre de 2018

Lucrecia Martel (el confundido era yo)


En junio de 2018 el portal Gatopardo publicó una entrevista a Lucrecia Martel, ¿la conocen? Una de las más grandes artistas argentinas. La entrevista la hizo Mónica Yemayel, quien extractó algunas frases que Lucrecia soltó al pasar en sus conversaciones. El resultado es una pequeña autobiografía de una belleza inmensa, que da una idea cabal de quién es Lucrecia.

“Soy ama de casa.
Y hago algunas películas.
No soy cinéfila. No sé nada de cine.
Nací en 1966, a mil quinientos kilómetros de Buenos Aires.
En Salta, noroeste argentino.
A los 19 años me fui.
Empecé a hacer cine por confusión.
Observando a mi alrededor.
Todo estaba ahí. En mi familia.
No creerme una celebridad es fácil.
El mundo que me importa está en Salta.
Y en Salta no me dan bola.
Para mi familia es lo mismo hacer cine que criar chanchos.
Creo que Zama sí les gustó.
Tuve cáncer. Algunos me decían: ‘¡Fue por Zama!’.
Por el esfuerzo extremo.
¡Pero si yo estaba feliz! Estaba filmando de nuevo.
En ese estado terminé la película. Así llegué al final.
Pienso volver a Salta. Construir mi casa en el monte.
La vejez tiene bastante de periferia, ¿no?
Y yo quiero aprovecharme de eso.”
[La nota completa acá]

POSTDATA DE LA OTRA: Conocí a Lucrecia cuando llegó a Buenos Aires a estudiar en el CERC. Y realmente trasmitía confusión, ni yo ni nadie esperaba que fuera a ser una de las más grandes artistas argentinas. Su dulce tono salteño era el rasgo que más llamaba mi atención. 

A principio de los 90 los estudiantes de cine estábamos en conflicto con las autoridades del CERC porque el menemismo había cortado el presupuesto de la escuela y no podíamos hacer los cortometrajes que estaban previstos en el plan de estudios. En una asamblea y sin abandonar su tono dulce, Lucrecia pidió la palabra y propuso ocupar la escuela y tomar de rehén a su director, Humberto Ríos. Algunos nos miramos desconcertados, por el contraste entre la radicalidad de su propuesta y la dulzura de su tono. 

Me había gustado Besos rojos, un ejercicio para la escuela grabado en UMatic, si la memoria no me engaña. Me gustó su corto Rey muerto (1995), incluido en Historias Breves 1. Y pará de contar.

Seis años después estrenó La ciénaga con una notable recepción crítica. Supe que era de Lucrecia, la chica salteña, pero soy un poco distraído y otro poco desconfiado de los consensos instantáneos. Así que ni fui a verla. Un par de años después me la cruzo en el hall del Hoyts, nos saludamos. Lucrecia ya tenía un inmenso prestigio en el mundo. Pero yo me había quedado con la imagen de la chica confundida que conocía desde hace años, así que como al pasar le comenté que todavía no había visto La ciénaga y le pregunté absurdamente: "¿todavía está en cartel?". El confundido era yo. "No, hace rato que no está en cartel". "Uy, claro". 

Meses después repusieron La ciénaga durante unos días en la Sala Tita Merello. Ahí fui a verla. Recién entonces me avivé de que esa chica que conocía desde que empezó a hacer cine por confusión era una artista descomunal y que esa película torció el rumbo del cine argentino.

Último programa del año

La otra.-radio, para escuchar clickeando acá






En el último programa de La otra.-radio de este año Maxi Diomedi programó la música: los discos y las canciones que escuchó con más gusto del período que termina (sin orden de preferencia indicado): Boarding House Reach, Jack White; Enchastre, LOUTA; El primero es el último, Shaman y los Pilares de la Creación; La huella en el cemento, Sofía Viola; There's a riot going on, Yo La Tengo y algún otro que quedó en el tintero por falta de tiempo. Estas listas continuarán en los primeros programas del año próximo con los discos escogidos por Santiago Segura y César Colman.

Como invitados estuvieron los críticos Emilio Bernini y Nicolás Suárez, editor y co-autor -entre otros- del libro Después del nuevo cine, que anticipamos en el post del domingo. (Yo participé en la escritura de uno de los capítulos). Hablamos de la necesidad de problematizar las nociones prematuramente impuestas sobre el llamado "nuevo cine argentino" o "cine de los 90" -aunque sus películas más emblemáticas se hayan hecho a partir de 2000. Hablamos de unos rasgos que se pretendieron pensar por oposición a un presunto "cine de los 80". Fue una operación más de la crítica que construyó estos conceptos que de los cineastas a los que se adjudicó formar parte de un movimiento. ¿En qué consistió esa operación de la crítica y qué mirada se puede aportar ahora desde otra perspectiva histórica? ¿Se terminó ese (ya no) nuevo cine (si acaso alguna vez empezó)?

De ahí se derivaron algunos asuntos asociados y algunos nombres claves: Martel, Trapero, Caetano, Perrone, El Pampero, Prividera, Carri, Alonso, Loza, Fund, González, Campusano, la FUC, El Amante, el BAFICI, Stantic, el  cine de los 60, los libros que instituyeron períodos, rasgos y oposiciones y las dudas que hoy despierta esta constelación. Películas, autores, movimientos, libros.

Como parece apropiado al programa que cierra un ciclo -aunque nuestro receso durará solo dos semanas-, predominó una mirada retrospectiva. Aunque también hablamos del sacudón que la sociedad registra desde hace un tiempo y cada vez con mayor intensidad por el muy cuestionado patriarcado declinante.

Para escuchar el programa completo, clickear acá.

domingo, 16 de diciembre de 2018

Después del nuevo cine


Este año que termina no ha sido para la industria editorial tan malo como para imposibilitar la aparición de un libro, Después del nuevo cine. Diez miradas en torno al cine argentino contemporáneo (editado por Emilio Bernini editor para EUFyL) que recopila ensayos críticos que revisan las nociones más instaladas sobre el "nuevo cine argentino" de los 90. Esas nociones se habían fijado casi simultáneamente con la aparición de sus primeras películas (Pizza, birra, faso, La ciénaga, Mundo Grúa, La libertad, para citar las más obvias), las que rápidamente encontraron un discurso y una línea tajante de demarcación producidos no por los propios cineastas sino por un grupo de críticos y ensayistas que en aquel momento tuvieron la voluntad de poder de legitimar -y legitimarse- en esas obras, en un demasiado aceptado contraste nítido con la producción cinematográfica argentina anterior. ¿Hubo en la segunda mitad de los 90 un corte tan nítido con el cine que se había venido produciendo en los años anteriores? ¿Ese corte responde a una autoconsciencia generacional que los constituyera en movimiento o puede haber sido propiciado por la variación de condiciones de producción y circulación de las películas? ¿Había rasgos estilísticos marcados, aunque sean unos pocos, que el grueso del llamado "nuevo cine" compartiera? ¿Qué lugar jugó la recepción crítica para ayudar a construir su objeto "nuevo cine" y de este modo autorizarse a sí misma como "nueva crítica? ¿La producción posterior de los autores surgidos durante ese período reforzó sus rasgos distintivos o tendió a diluir sus diferencias con el cine argentino anterior?



¿Qué queda hoy de esos rasgos de estilo que la primera crítica y ensayística quisieron encontrar como el núcleo estético de un presunto movimiento? ¿Fueron alguna vez estos autores y películas tan homogéneos? ¿La "independencia" a la que muchas veces se asoció a estas películas era una posición ético/política deliberada o respondía a las contingencias de un contexto histórico? Y todavía: ¿tiene sentido seguir hablando, 20 años después de su irrupción, de un nuevo cine o el simple paso del tiempo terminó por mostrar su novedad como un rasgo meramente perecedero? ¿Hubo un nuevo cine después del nuevo cine de los 90? ¿O acaso surgieron algunos nuevos cineastas que disuelven todavía más la apariencia de homogeneidad que los primeros ensayistas del nuevo siglo quisieron codificar?



El libro tiene una voluntad de remover, repensar, acaso refutar alguno de los consensos más instalados al respecto. En todo caso, cuenta con la ventaja de que puede ver en perspectiva histórica lo que antes se quiso caracterizar de manera inmediata. Su estructura de "diez miradas" que responden a diversos autores marca una voluntad de no cerrar los ejes de discusión sino de diversificarlos. Y parte distintiva del proyecto consiste en pensar no solo las películas, sus autores y condiciones de producción, sino de examinar también cómo los discursos que se producen alrededor de las películas constituyen el propio objeto al que se refieren, incluso contribuyen a reducirlo con efectos empobrecedores.


Tuve la suerte de ser convocado por Bernini para formar parte de esta decena de miradas diversas, junto con otros críticos y ensayistas: David Oubiña, Nicolás Suárez, Marcos Zagrandi, Román Setton, Patricio Fontana, Mariano Dagatti, Julia Kratje y el mismo Bernini. La parte que yo quise desarrollar: "El cine de la herencia política: Nicolás Prividera y Albertina Carri", una de las zonas políticas más calientes de esta producción. Muy agradecido por haber sido tenido en cuenta, hoy en La otra.-radio, voy a recibir a Bernini y a otro de los coautores: Nicolás Suárez, que escribió para el libro "¿La estética es el modo de producción?" y "El «cine de los ochenta».


jueves, 13 de diciembre de 2018

"Si los analistas políticos están concentrados en analizar a la derecha, yo quiero analizar lo mejor que hemos producido: el militante"

Conversación con Damián Selci, autor de Teoría de la militancia en La otra.-radio del domingo pasado
Audio de la primera parte de la conversación, clickeando acá
Segunda parte de la conversación, clickear acá



Fotografías: Cc By-NC-nd 4.0-M.A.F.I.A

"En Latinoamérica hubo en la década anterior experiencias populistas, muchas de las cuales se interrumpieron -nos decía Damián Selci en nuestra conversación en La otra.-radio del domingo pasado, cuando hablábamos de su libro recientemente aparecido-. Si la teoría del populismo de Ernesto Laclau permitió explicar el éxito de estos gobiernos, las fallas de las experiencias populistas deberían ser también fallas en esa teoría. Esa es la idea que me lleva a escribir Teoría de la militancia, para problematizar la noción de demanda tal como la piensa Laclau en la constitución de los populismos" .

- Según sostenés en tu libro -acoto-, Laclau plantea un antagonismo no dialéctico. En el antagonismo pueblo-oligarquía, el enemigo permanece como puramente externo y el pueblo no interioriza el antagonismo. Se comporta como una sustancia idéntica a sí misma. La oligarquía va a ser siempre la oligarquía y el pueblo va a ser siempre idéntico a sí mismo, constituido a partir de una articulación de demandas insatisfechas. En esa identidad de cada uno consigo mismo, permanecen como entidades metafísicas, como si fuera una oposición entre el bien y el mal.

- En la teoría populista de Laclau -dice Selci-, la oligarquía es para el pueblo un parásito que vive a costa del pueblo, son los de arriba, los especuladores, no importa quién ocupe el lugar de la oligarquía. Si tomáramos al nazismo como una construcción política populista, y tal vez se puede hacer esta caracterización, ahí el lugar de la oligarquía lo ocupan los judíos. Lo que a mí me llama la atención en este planteo es que en todos los casos el pueblo queda en una posición demasiado pasiva y demasiado inocente. Paradójicamente, el pueblo, en cuanto se constituye como sujeto en la teoría de Laclau, queda sustancializado, es decir sin ninguna división interna, por lo menos en el plano teórico, cuando justamente había sido producto de una articulación de demandas muy distintas entre sí. Laclau es un constructivista que se propone eludir la sustancialización del sujeto-pueblo. Pero a partir  de que se constituye como pueblo, a posteriori, se termina postulando como una entidad no contradictoria, cuyo único antagonismo sería contra la oligarquía. Esto hace que el pueblo en la teoría del populismo jamás podría interiorizar el conflicto. Eso no es lo que vivimos nosotros en Argentina o en Latinoamérica. Es al revés, una vez que se logró plantear el antagonismo entre el pueblo y la oligarquía es que se dividió el campo del pueblo y apareció un conflicto entre las demandas.

Selci ejemplifica con sectores que, después de la emergencia del antagonismo con la 125, aparecieron demandando por la inseguridad, la compra de dólares, el mínimo no imponible, demandas que no son todas conciliables en un mismo campo popular sin asumir su carácter contradictorio. Demandas que fueron atizadas por la derecha.

"En mi propia experiencia -dice Selci-, lo que explota el antagonismo en Argentina es la crisis de la 125 en 2008. Con la constitución de ese antagonismo, se produce una división entre una parte que se politiza y otra parte del pueblo que no lo hace. Hay quienes insisten en el antagonismo y se politizan y otros que se quedan en la demanda insatisfecha, los cualunquistas. Ahí aparece una interiorización del antagonismo en el campo del pueblo".

Selci sostiene que su libro es una fenomenología de la conciencia política, el recorrido que hace hasta completar una experiencia en la que los antagonismos exteriores se convierten en contradicciones internas. Su tesis de autor es que es bueno que esto pase, porque así el pueblo sale de la postura demandante y asume una postura responsable. Entonces vuelve a ser pensable algo así como el poder popular, el poder de hacerse cargo del conflicto y no simplemente permanecer idéntico en la posición demandante. El poder popular no es sustancial sino de una vitalidad agónica, es decir: de lucha.

Sin la lectura completa del libro, este tramo de la conversación con Selci podría interpretarse como una dura impugnación de la teoría del populismo de Laclau. Sin embargo, no es esta la idea cuando se lee el libro completo. Selci considera que la importancia de la formulación de Laclau es crucial en las experiencias populistas de principios del nuevo siglo. Vino a vitalizar una discusión que se había cristalizado en el campo de la izquierda clásica. Pero una vez que la dinámica política expuso la materialización del populismo, quedaron por eso mismo expuestas sus fallas, no solo políticas sino a la vez teóricas. La interiorización del antagonismo aparece no en el desarrollo teórico interno de Laclau sino explícitamente en su controversia con Sizek: así lo plantea Teoría de la militancia.

Mi experiencia de lectura del libro es que se funda en una doble génesis. Hay una discusión teórica que lo precede, la citada controversia entre Laclau y Sizek, cuyos conceptos remiten a posiciones previas: Hegel, Marx, Lenin, Adorno, Mao, Lacan, Deleuze, Badiou son  personajes de un drama que Selci plantea en la primera parte del libro, en un notable esfuerzo para exponer discusiones muy arduas con la mayor claridad y precisión posibles, sin simplificar estos conceptos. Se trata de una puesta al día de una discusión de la filosofía política cuya tradición nos remite por lo menos a la modernidad. Este drama se encamina en el resto del libro a hacer emerger su auténtico protagonista, no para formular una nueva teoría del Pueblo como sujeto, tema que abunda en la bibliografía política previa, sino para trazar los rasgos de la figura que falta pensar una vez que la conciencia politizada hizo el movimiento de interiorizar la contradicción y hacerse cargo de la inconsistencia del mundo y del mismo pueblo: el militante.

El otro elemento que está en la génesis del planteo de Selci no es teórico, sino histórico, generacional y existencial. En 2008 irrumpió en Argentina de manera inesperada un antagonismo que operaba subterráneamente en la historia nacional. El conflicto popular con los intereses oligárquicos no fue inventado por el kirchnerismo. Una falla de cálculo, quizá la misma dinámica material del populismo, lo repuso en un primer plano, rompiendo con la "normalidad" postdictatorial. Desde entonces, esta lucha dejó de ser una mera curiosidad historiográfica y pasó a operar con fuerza en la vida cotidiana, en nuestras decisiones y en nuestras relaciones personales. 

[Esa incidencia práctica apremiante es lo que saca de quicio a la derecha gorila (estos son términos míos, no de Selci ni de Laclau): eso es lo que al kirchnerismo no se le perdona. Para decirlo con palabras mediáticas actuales, el "peronismo perdonable" o "peronismo racional" es el sector cualunquizante que aspira a retrotraer al pueblo a un estadío meramente demandante. El pueblo demandante es el que nunca puede gobernar. Para asumir el poder hay que desechar la posición infinitamente insatisfecha de la demanda. Una demanda satisfecha desaparece como tal. Para permanecer en la posición demandante hay que perderse en los senderos infinitos de la insatisfacción irresponsable que pide todo -aún lo incompatible- de un modo pueril. Con estas claves habría que entender el último discurso de Cristina el 9 de diciembre de 2015 sobre el empoderamiento. Lamentablemente no falta tampoco una especie de cualunquismo kirchnerista (fin de la nota del editor)]. 

La fase de la politización requiere un momento singular: la interiorización de la contradicción, el "hacerse cargo" de la lucha supone una decisión del singular. No puedo esperar que los otros, todos a la vez, o paulatinamente, interioricen las contradicciones que subsisten en el campo popular. No es un mero devenir dictado por la lógica inmanente del concepto -y es ahí donde pienso que una vuelta a Hegel no es suficiente para dar cuenta de este movimiento-. Nadie va a hacerse cargo de interiorizar la inconsistencia del mundo y las contradicciones en el campo del pueblo si yo no lo hago. Extremando el planteo, soy el único responsable de esta falla. Y es mi propia angustia la que puede posibilitar esta decisión (¿les suena?), si es que no sucumbo a la parálisis privada o a la comodidad vociferante de las demandas. Tanto la parálisis pequeño-burguesa ante los avances de la derecha como el circuito infinito del demandante que asume que su ejercicio de la ciudadanía consiste en plantarse frente a las cámaras que le pone la televisión para indignarse al grito de ¡Justicia! ante el primer caso de "inseguridad" son tácticas para esquivar los antagonismos como una responsabilidad propia, posiciones desesperadas e impotentes. Si yo espero que vos te hagas cargo primero del antagonismo y vos actuás en espejo y esperás que me haga cargo yo... ¡nadie se hace cargo! En la emergencia de la conciencia militante -efecto espiritual del populismo, según las  palabras de Selci- el militante se dice: "yo soy el único responsable" (esto es agregado mío). Esto no  implica hacer ninguna impugnación de la tarea colectiva, porque el encuentro colectivo se constituye solo cuando a partir de mi propia decisión soy capaz de encontrarme con otros, que a su vez han tomado una decisión similar. Si no lo hago, por más que el colectivo se constituya, lo más probable es que yo quede del lado de los cualunquistas demandantes. Para algo puede terminar sirviendo la angustia, esa "intensidad" que el cinismo postmoderno desprecia: para interiorizar el conflicto.

Hebe y Amado: ES Fotografía.

Contra ese desdén neo-cualunquista que denigra con sorna a los "politizados intensos" está escrita esta verdadera reivindicación de la militancia que constituye esta Teoría de la militancia de Selci. Dice el autor:

"Este libro lo que busca es dignificar, prestigiar la actividad militante, que es una de las más estigmatizadas de todas, y una forma de darle una cobertura política es la teorización. Es lo que hizo Laclau con el concepto de "populismo", que era un agravio y él lo convirtió en un concepto, que te puede gustar más o menos, pero como es un concepto es más difícil combatirlo. El proceso que se detalla en mi libro es la asunción de la lucha. Cuando uno va asumiendo que hay algo que hacer, se sale de una postura más contemplativa y se pasa a la práctica, eso produce transformaciones en las personas. Lo que yo no encontraba es que nadie hablara de lo que le ocurre a una persona cuando se politiza. La producción intelectual contemporánea está volcada masivamente a tratar de entender a la derecha, ver por qué pasó lo de Bolsonaro, quién es Trump, por qué macri ganó las elecciones. Temas interesantes, por supuesto, pero el analisis del enemigo puede tener un efecto que a algunos los desmoraliza mucho. Someterse y entregarse pacientemente a la lectura permanente de la habilidad del enemigo solo lo pueden hacer cuadros políticos con una enorme capacidad de resistencia. Normalmente, un académico que estudia el bolsonarismo en Brasil, por ejemplo, está muy desprotegido para no desmoralizarse. Tiene que protegerse mucho para que el análisis del enemigo no termine dañándolo. Uno siempre está sometido a las palabras ajenas, que tienen un poder sobre nosotros. Por esa razón es que yo al final del libro defino al cuadro político como el que nunca es doblegado por la palabra enemiga".

- En estos años estuvimos leyendo innumerables textos sobre las destrezas de la derecha -digo- escritos con una admiración malsana o soterrada, que intentan convencernos de su superioridad política, lo que quiere producirnos una angustia paralizante.

- Claro, -dice Selci- ese diagnóstico ya muchas personas lo compartimos, el asunto es cómo contrarrestarlos. Y el mejor modo de contrarrestar esto es cambiar completamente el eje. Si los analistas políticos están concentrados en analizar a la derecha, yo quiero analizar al militante. Con lo único que se puede enfrentar el avance neofascista que está ocurriendo en el mundo y en Latinoamérica es con la figura del militante. No va a ser con el analista político. Lo fundamental es la figura subjetiva que le vamos a contraponer a Bolsonaro o a la mano dura de Bullrich ¿En qué vamos a invertir el tiempo? Porque el tiempo es escaso. Entonces ¿de qué vamos a hablar ahora? Me pareció que había que dejar un poco de hablar de la derecha y más de nosotros. ¿Qué es mejor que una militante feminista, sindical, político, territorial, universitario, estudiantil? Es un producto de lo más civilizado que tenemos. Alguien tiene que decir que esta gente trabaja por los demás, que piensa colectivamente, es gente muy valiosa. En lugar de eso, lo que tenemos es la estigmatización de la militancia por el lado de la derecha. Y gente como José Natanson y otros que se le parecen están también estigmatizando todo el día la figura del militante. No tiene sentido que cada vez que Natanson escribe una nota contra la militancia alguien salga a responderle, cosa que pasa regularmente. No basta con decirle "no" a los que critican a la militancia, sino que hay que decirle "sí" a la militancia. Y para eso hay que construir conceptos que resistan el rigor filosófico actual y por consiguiente no puedan ser doblegados fácilmente por estos periodistas cancheros, hipsters que nos atacan con sus certezas de cuarta categoría.


Esto es solo una parte de la riquísima conversación que mantuvimos con Damián Selci el domingo en la radio, como invitación a leer su libro. La primera parte se escucha acá. La segunda acá.