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lunes, 31 de diciembre de 2018

Héctor Timerman fue empujado a la tortura y la muerte por los tribunales macristas con la complicidad de la DAIA


La muerte de Héctor Timerman continúa una trágica saga familiar de judíos perseguidos por el estado argentino con la complicidad de la dirigencia de la DAIA. Igual que sucedió con su padre durante la dictadura, el estado argentino lo persiguió y torturó, con el consentimiento tácito de la máxima entidad comunitaria, la misma que viene sosteniendo el encubrimiento de los atentados contra la Embajada de Israel y la AMIA ocurridos en los años 90.

Escribió ayer Cristina Fernández:

"HÉCTOR TIMERMAN: ARGENTINO, PERONISTA Y JUDÍO

El Calafate, 30 de diciembre del peor año que se recuerde.


... Pienso y siento la necesidad de decir hoy lo que siempre dije en privado a quien quisiera escucharme: Héctor se enfermó por el dolor y el sufrimiento que le provocó el irracional e injusto ataque que ambos sufrimos con motivo de la firma del memorando de entendimiento con Irán para lograr el esclarecimiento del atentado terrorista contra la mutual judía y poder destrabar así la causa judicial de la AMIA, que a casi a 25 años del hecho continúa paralizada y sin ningún condenado. Es que en esa gestión, a Héctor lo había guiado no sólo su responsabilidad como canciller. Creo que lo que más lo había movilizado era su condición de judío creyente y practicante. Es que Héctor era un judío hecho y derecho. Lo recuerdo organizando mi primer viaje a Israel y Palestina en el año 2005. Era cónsul en New York cuando me dijo que la Universidad Hebrea de Jerusalén me iba a invitar a dar una conferencia y le gustaría acompañarme. Me sugirió que debía también visitar Palestina para honrar la postura histórica de la Argentina y del peronismo [acerca] del reconocimiento de los dos estados. Porque, claro, Héctor además de judío era por sobre toda las cosas argentino y peronista. Nunca he visto sufrir tanto a nadie por los ataques, las calumnias y las injurias que le propinaban. Me acuerdo en muchísimas oportunidades cuando venía a verme a mi despacho, lo notaba que estaba muy mal por los ataques de las instituciones de la comunidad judía. Me contaba en detalle lo que cada uno de ellos había dicho sobre él y nuestro gobierno por la firma del acuerdo. No me lo contaba enojado o indignado. Lo que Héctor transmitía, era una profunda angustia. Pude percibirlo desde el primer momento y me llevó en muchas oportunidades a decirle «Por favor Héctor no les des bolilla, te vas a enfermar, mirá cómo estás». Es que a medida que me relataba las cosas que habían dicho o habían hecho se ponía muy tenso y nervioso. Me viene hoy a la memoria esa escena tantas veces repetida. La persecución judicial posterior, dirigida por el actual gobierno y la insólita, aunque no inédita, calificación de traidores a la patria lo acabaron de demoler.

Pero hoy no sería justo, ni histórico, que esa fuera su última imagen. Lo recuerdo como el verdadero artífice, junto a Axel Kicillof, de la resolución de la ONU sobre la restructuración de deuda soberana, en el marco de nuestra defensa de los intereses nacionales contra la depredación de los fondos buitres. Héctor había asumido esa tarea con la pasión de siempre y una dedicación inclaudicable.

El 10 de septiembre del 2015 la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas votó por 136 a favor, seis en contra y 41 abstenciones la serie de principios básicos recomendados ante ese tipo de procesos. Héctor había logrado que el voto negativo de muchos países que estaban siendo presionados para votar negativamente se convirtieran en abstención y obtuvo una victoria inédita en la historia de la diplomacia argentina.

En épocas de endeudamientos seriales. En tiempos de la vuelta al FMI y de diplomáticos que «reconocen» a los ingleses como autoridades en Malvinas, la figura de Héctor Timerman, no tengo ninguna duda, será recordada y reconocida por la historia por su dignidad y su incansable lucha por la defensa de los intereses nacionales. Querido Héctor: judío, peronista y por sobre toda las cosas argentino, gracias y hasta siempre".



***

La familia Timerman llegó a Buenos Aires desde Ucrania el 11 de octubre de 1928, un día antes de que Yrigoyen asumiera su segunda presidencia. Jacobo y Héctor fueron ambos perseguidos durante dos períodos nefastos de la historia argentina. En ambos casos la DAIA se negó a protegerlos y terminó repudiándolos, alineada con las derechas de Argentina, Estados Unidos e Israel.

En 1976, Jacobo Timerman dirigía el diario La Opinión y había comenzado a publicar los hábeas corpus que reclamaban ante el poder judicial por el destino de las personas que eran secuestradas por la dictadura. El gobierno militar había prohibido a los medios de prensa que hicieran públicos estos hábeas corpus, pero Buenos Aires Herald y La Opinión desconocieron esa prohibición. De hecho, la prohibición no era necesaria para diarios como La Nación o Clarín, que apoyaban expresamente el plan represivo de la dictadura: los medios cómplices del terrorismo estatal jamás publicarían una sola línea cuestionándolo.

Los militares amenazaron a los directivos del Herald y de La Opinión por la publicación de estos hábeas corpus. "El que más me impresionó fue Harindeguy -contó Timerman tiempo después-. Constantemente me citaba para explicarme que no podía publicarlos y yo le contestaba que, en la medida en que se presentaban a la Justicia, yo podía publicarlos o, si no, que prohibiera que se presentaran a la Justicia". [Citado por Graciela Mochkofsky en Timerman. El periodista que quiso ser parte del poder, págs. 239-240]

El 14 de abril de 1977 la dictadura secuestró a Jacobo Timerman y durante varios meses Ramón Camps y Miguel Etchecolatz lo sometieron a extensas y crueles sesiones de tortura.

La DAIA se abstuvo de reclamar por la vida y la libertad de uno de los integrantes de la comunidad argentina judía perseguido por el estado argentino.

"Los capos de la DAIA se metieron debajo de la mesa. No dieron su apoyo [a Jacobo]. Se cagaron en los pantalones -recordó [Daniel] Muchnik. Dijeron que era inoportuno salir en defensa de Timerman" relata Graciela Mochkofsky en su libro.

Otro testimonio recogido en el libro de Mochkofsky es el de Abrasha Rotenberg, socio de Jacobo Timerman en La Opinión: "La DAIA tuvo una actitud indiferente en relación con el encarcelamiento de Jacobo debido a una mezcla de cobardía y de rechazo innato a su personalidad y conducta, a lo que hay que agregar cierta complacencia frente a la actitud gubernamental".

Nehemías Resnizky, entonces presidente de la DAIA, rechazó la sugerencia del Congreso Judío Mundial de que la DAIA diera ayuda legal a los familiares de los desaparecidos y se negó a denunciar internacionalmente a la dictadura por el tratamiento cruento que recibían los secuestrados de origen judío. La DAIA también colaboró para contrarrestar las críticas exteriores a la dictadura y dejó de hacer sus aportes económicos a la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos.

Ya liberado, Jacobo Timerman escribió  el libro Preso sin nombre, celda sin número en uno de cuyos pasajes dijo: "El tema judío dominó todos los interrogatorios, todo mi período de cárcel". Timerman dejó escrito que la Argentina dictatorial no solo se pareció a la Alemania nazi por esta persecución antijudía, sino también por el comportamiento de la dirigencia judía: "los Judenrat (los consejos judíos que habían colaborado con el nazismo en el sometimiento de los judíos) tenían su equivalente en la dirigencia de la comunidad judía argentina, especialmente en la DAIA" [Mochkofsky, p. 384]. En los años posteriores a la dictadura, los dirigentes de la DAIA hicieron una causa del descrédito de Timerman: de lo contrario hubieran tenido que aceptar ante el mundo la categoría vergonzante de Judenrat.


La furia de la dirigencia de la DAIA contra el apellido Timerman tuvo oportunidad de recrudecer con virulencia cuando en 2013 el gobierno de Cristina, con Héctor Timerman como Canciller, firmó un Memorandum de Entendimiento con la República de Irán, luego aprobado por el Congreso y declarado inconstitucional por la Corte Suprema, para hacer avanzar la investigación del atentado contra la AMIA. Desde entonces Timerman quedó expuesto al ataque despiadado de la ultraderecha estadounidense e israelí, quienes desde el primer día del atentado -y con la anuencia del gobierno menemista-, operaron para orientar la investigación no en busca de la verdad sino de sus intereses geopolíticos. 

La dirigencia de la DAIA aprobó durante unos días la iniciativa del Memorandum, pero ante la presión de la derecha israelí se volcó abruptamente en contra. El suicidio del fiscal Alberto Nisman, quien durante años respondió a las directivas de la embajada estadounidense y los servicios secretos de Israel para desviar la investigación de los atentados, abroqueló a la DAIA con el macrismo. El juez Bonadío, servicial con este plexo de poderes, abrió un absurdo juicio por traición a la Patria contra Cristina y Héctor Timerman, por el que fueron condenados en primera instancia, aunque la condena fue revocada luego por la Cámara Federal. Bonadío dispuso primero su prisión preventiva y luego, ante el agravamiento de la grave enfermedad que Héctor Timerman sufrió en sus últimos años, se lo derivó hacia una prisión domiciliaria. La crueldad de Bonadío le negó el permiso para a viajar a Estados Unidos a continuar con su tratamiento médico, lo que deterioró la salud de Timerman de manera irreversible. Dada la gravedad de su enfermedad, puede considerarse que la saña del trato judicial se constituye en una auténtica forma de tortura en la agonía. La dirigencia de la DAIA hizo una vez más lo que había hecho contra su padr e: salió a repudiarlo para alinearse con el poder de turno.

El Llamamiento Argentino Judío lo despidió con una carta "al compañero Héctor Timerman", donde dice: "Quizás, lo que más le dolió fue la persecución de las autoridades de la DAIA y la AMIA que lo tildaron de traidor a su condición de judío de la que se sentía orgulloso. El pueblo empoderado se encargará de colocar en el basural de la historia a los que fueron capaces de tamañas vilezas".

"Una camarilla minoritaria que se arroga la representación de la comunidad judía en Argentina, a la que de ninguna manera representa, atacó a Héctor Timerman de la misma manera que atacó a su padre cuando la dictadura lo secuestró por denunciar las violaciones a los derechos humanos" declaró hoy a la mañana Horacio Verbitsky a Radio 10. "Lo que han hecho ahora con Héctor Timerman es una de las infamias más grandes de estos años infames".

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