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jueves, 6 de diciembre de 2018

Raudales / La bolsonarización buscada

Dejar el hogar no es fácil: La otra.-radio, 2/12/2018
Primera parte acá 
Segunda parte acá


Asunción es una ciudad muy colinada, -dice Iván- muchas subidas y bajadas, en su historia siempre estuvieron muy presentes los raudales. Se han llevado hasta iglesias enteras, una correntada de agua que pasa rápido y se lleva todo. Llueve mucho y, como es una gran pendiente, se arma un aroyo potente por la calle y arrastra con todo. Eso existe hasta hoy día. Se ha hecho de todo pero, entre cuestiones mal trabajadas y que la lluvia cambió y cada vez es más grande, sigue trayendo mucho problema eso. Y se lleva gente, se lleva autos, se lleva de todo.

Yo hice remo en la adolescencia en un club que no era el típico club de remo. Siempre el chiste en el club, que se llamaba Mbiguá, un club centenario de Asunción, era que se decía que había solo dos clubes de remo pobres en Sudamérica. Uno era el de Salto en Uruguay, que tenía el apoyo de la municipalidad por lo menos, y el otro era el club Mbiguá, que no tenía ningún tipo de apoyo de nadie y se inundaba cíclicamente.

Cuando uno vive en el agua, como yo buena parte del día, y todo el año, empieza a vivir la lluvia de manera distinta, empieza a tener una presencia importante. Porque la lluvia empieza a ocurrir muchas horas antes de que te llega hasta vos. Ves la nube, ves avanzar, ves una cosa grande, verde, ves que se cambia el color del agua, las olas que se empiezan a formar en una bahía, que no es grande, pero se empiezan a formar las olas. Hay muchos cambios drásticos que ocurren alrededor. Y eso me quedó muy grabado, dijo Iván en La otra del domingo.

Audio de la primera parte del programa, descargar acá.

Los programas que mejor salen son los más difíciles de postear. ¿Hago una lista de los temas hablados en la conversación? ¿Otra lista con las canciones? ¿Redusco la experiencia de transitar esas dos horas de la noche del domingo hacia la madrugada del lunes para forzarla a entrar en un concepto?

El domingo vino como invitado a La otra el sociólogo y escritor Iván Silvero Salgueiro, a quien conocí hace 26 años cuando él llegaba de Asunción a estudiar en la UBA, con sus 19 años vividos bajo la dictadura paraguaya, en busca de un clima de mayor libertad, proponiéndose conocer rápido la ciudad de Buenos Aires, tal como conocía al dedillo su ciudad natal. No exactamente una experiencia de desarraigo, porque su libro La lluvia muestra que sus raíces no fueron arrancadas, sino de algo que podríamos llamar un doble arraigo. Buenos Aires es la ciudad en la que ya vivió más de la mitad de su vida. A pesar de eso aún conserva el acento asunceno. El acento forma parte de lo que el lenguaje radial puede trasmitir y lo que yo escriba acá no. Esta experiencia de doble arraigo conserva el desgarro que supone, y constituye a gran parte de los habitantes de nuestro país. Contra eEse elemento se propone destruir la xenofobia que inyecta este infame régimen gobernante.


El macrismo intenta bolsonarizarse por no poder ofrecer un horizonte de felicidad popular, al contrario. Nos quieren empujar a fuerza de balazos, blindaje mediático y cortinas de humo, el régimen solo puede apostar a las pulsiones más bajas de crueldad y resentimiento. De ahí la agobiante promoción sin límites de la brutal, inepta y borrascosa Patricia Bullrich, la bolsonara argentina. El tercio filofascista de la población -no del pueblo, que es otra cosa- ahora se entrega a sustituir su fallida retórica republicana y honestista para imponer ahora la lógica de la muerte.

Iván cuenta en el programa cómo fue que derrocaron a Fernando Lugo en Paraguay mediante un golpe parlamentario que fue el ensayo que años después se aplicó en Brasil, nada menos. Visto en perspectiva parece mentira: cuando el parlamento paraguayo volteó a Lugo no alcanzamos a advertir que el enemigo estaba preparando una ofensiva contra todo el pueblo sudamericano. Ahora Paraguay tiene como presidente a "Marito" Abdo Benítez, un borrador de Bolsonaro, no casualmente, hijo de milico stronista, de discurso de derecha rancia. Silvero Salgueiro nos aconseja prestar atención a lo que sucede en Paraguay porque suele anticipar las políticas que el imperialismo después aplica en otros países de nuestra región

Audio de la segunda parte del programa, descargar  acá.

Dos horas de radio son más que lo que pueda escribir en este post, la conversación con Maxi Diomedi, las canciones, los deslices de la charla, el fútbol, los medios... Canciones muuy lindas, "Leaving Home Ain’t Easy", "Pedir la claridad", "El primer sueño del último suspiro" o "Maribel se durmió". O esta:


2 comentarios:

Henrique dijo...

Oscar: escuché el programa con Iván, me gustó, incluso por las aclaraciones que hizo respeto a Paraguay. Y sí, el juicio político a Dilma Roussef fue calco y copia del de Lugo: en eso Paraguay fue, realmente, un campo de pruebas. Discrepo del entrevistado, sin embargo, cuando él extiende esa apreciación al ascenso de Bolsonaro. Abdo Benítez sí tiene la retórica policialesca que vuelver a estar de moda entre la derecha latinoamericana, pero hay un dato no menor, obviado por Iván, que lo distingue de quien los brasileños empezamos ahora a padecer: Abdo Benítez fue electo por el partido que en Paraguay se confunde con el sistema, mientras Bolsonaro se eligió con retórica antissistema y desde una posición marginal en el mismo. El bolsonarismo no es solo apología y práctica de la brutalidad, sino eso como “respuesta” a (en verdad, profundización de) la falencia del sistema político-institucional brasileño. Por eso trajo la liquidación del ala derecha de la partidocracia tradicional (PSDB).
La institucionalidad brasileña está podrida como la argentina en el 2001, com algunas diferencias que favorecen a ustedes, no a nosotros (como el hecho de que una amplia franja de los brasileños ve las FFAA como salvación, o el de que un Poder Judicial tan o más corrompido que el argentino de entonces y de ahora mantiene cierta imágen). Los partidos y el parlamento son los componentes más desmoralizados, pero todo se pudrió.
El macrismo, o la derecha justicialista, podrán, ante las duras condiciones objetivas que crearon y no saben como sortear, recurrir al electoralmente exitoso ejemplo de Bolsonaro y apelar a las pulsiones sociales más odiosas para sacar réditos electorales. No creo que por ahora puedan, sin embargo, gobernar en base a eso, ya que en Argentina (creo que también en Paraguay), hay un pueblo, una oposición política y social e incluso una institucionalidad que todavía imponen limites (el 2 x 1, el procesamiento de Chocobar), aunque esa misma institucionalidad tienda a brutalizarse en médio al clima general.
Ahora una apreciación muy personal: la fuerza que tiene el bolsonarismo como fenómeno social y político de una ultraderecha todavia más lúmpen que sus homólogas europeas y argentina es la contracara de la debilidad que tuvieron los gobiernos del PT como experimentos políticos de “izquierda”. La raiz de una y otra cosa es uma característica única del proceso político brasileño: mas allá de la división de los gobiernos de centroizquierda (o populares, si se prefiere) sudamericanos de la última década em “duros” (Chávez, Cristina, Evo) y “blandos” (el PT en Brasil, el PS chileno, el FA uruguayo), Brasil fue y es el único país donde la fuerza política presuntamente popular y transformadora (el PT) asume la defensa a ultranza de los pactos oligárquicos en que se basó la actividad política desde décadas anteriores. Chávez ascendió como sepulturero del Pacto de Punto Fijo; Néstor K., si bien formó parte del Pacto de Olivos, llega al poder sobre sus ruínas y produce concientemente la superación de ello, reconfiguración del tablero político mediante. En Brasil, en 2002, las estructuras políticas y económicas permiten que el PT llegue al gobierno como última carta para evitar un colapso como el que se veía en Argentina y Venezuela. Y el PT, que un día pudo (pero no quiso) ser la fuerza superadora de la institucionalidad oligárquica heredada pasó – sobretodo desde 2013/14 – a confundirla en su discurso con la democracia misma. Para empeorar la situación, desde el início de Lava Jato, la izquierda parlamentaria y sindical no petista también adhiere a esse relato (sería como si en la Argentina del 2001 toda la izquierda marxista se pegara al destino del Frepaso o saliera a defender instituciones como la corte suprema de entonces). Por eso, cuando el lumpenaje que se articula alrededor de Bolsonaro se presenta como antissistema, no hay quien se le plante desde la otra vereda.

Oscar Cuervo dijo...

Gracias, Henrique, muy interesante tu aporte. Saludos