Yatasto, una película de amor
por oac
Yatasto es una película destinada a ser vista y pensada muchas veces. La aparente simplicidad de su forma es un desafío para una mirada y una escucha atentas. Como sólo sucede con las grandes obras, la película cordobesa del catalán Hermes Paralluelo exhibe una forma tan ajustada a su materia que abre por igual un mundo y un cine. Es ante todo una película sobre ciertos personajes singulares: los niños Bebo, Pata y Ricardito, la abuela y la hermana de Ricardito y Yatasto, el caballo.
Se trata de chicos que trabajan de carreros, una forma de supervivencia en extinción desde el momento en que los vehículos de tracción a sangre van camino a ser desplazados de las calles urbanas. No se trata de una ficción, pero creo que la palabra "documental" tampoco llega a contener su naturaleza. La cámara de Yatasto ha acompañado a estos personajes reales durante muchas horas y su serena cautela para estar junto a ellos produce una forma concisa y reflexiva, una forma que piensa. Su contenido -la vida de estos chicos, sus trabajos y sus días- es tan poderso que uno puede llegar a cometer una injusticia con su forma. Pero esta vida filmada, esta materia, no sería así de poderosa si el cineasta (con la ayuda de Ezequiel Salinas, su camarógrafo y montajista) no la hubiera moldeado con un amor tan serio. Es, por lo tanto, en su acepción más precisa, una película de amor. Porque el amor que vincula a Ricardito, su abuela, su hermano, sus amigos y su caballo traspasa la pantalla y nos roza con delicadeza: es decir, hay un amor de la mirada cinematográfica, que apela también a la mirada amorosa del espectador. Este amor que circula en las tres dimensiones que la película vincula (el mundo retratado, la pantalla, el mundo desde el cual miramos el film) resulta ser una forma insólita de realismo.
¿Cómo filmar este mundo de la pobreza, no desde la denuncia ni desde el esteticismo (dos especies igualmente narcisistas de la práctica cinematográfica), sino desde el amor al prójimo? El mundo que muestra Yatasto es nuestro mundo, a pesar de que no queremos mirarlo, esta ahí, solo que cerramos los ojos. Entonces Yatasto nos muestra a estas personas que el resto del cine (con contadísimas excepciones, la más cercana e igualmente amorosa es la de Leonardo Favio en Crónica de un niño solo) invisibiliza. Al mostrarnos a estos niños carreros en su singularidad, con sus bromas, su bronca, su tristeza, su ansiedad, sus expectativas, la película de Paralluelo, como por añadidura, interroga a la totalidad del cine, a ese cine que tan raramente ha llegado a mostrarnos a personajes así. Solo las grandes películas logran iluminar al mundo y al cine al mismo tiempo.
Obviamente seguiremos hablando de Yatasto. Pero en estos días puede verse en el Bafici en una proyección impecable, con la presencia de su director y la de los propios protagonistas.
Si el montón de películas que integran este Bafici tuviera que reducirse a una sola película necesaria, esa película sería Yatasto.
1 comentario:
Lamentablemente, no voy a poder verla en el Bafici...espero que la estrenen pronto.
Publicar un comentario