por Alan Dorfman
Hoy no tuve miedo (Iván Fund, 2011)
Hoy, con su tercer pelìcula (incluída Los Labios, co-dirigida con Santiago Loza), es más claro ver el camino del director. Es raro, igual, decir "camino" (o no es tan raro). Sus películas tienen la base del camino, de la ruta, del alba diría Spinetta. Es un camino que está tan marcado como perdido. Los personajes (tan humanos) se comportan distintos en las diferentes situaciones: lo mismo pasa con la película, dividida razonable o innecesariamente (incluso podríase cambiarse los términos de estas palabras) en dos partes, donde en una marca más la ficción y en otra la mentira y la verdad de la ficción; más allá de lo verosímil o lo inverosímil.
Hoy, sin pegarme a lo que sigue, se puede ver más claro aún la figura personal de Fund o de Loza en Los Labios, aunque obviamente es un cojunto unificado. Esa música de cuerdas que ya se notó en La Risa tanto como en Los Labios, se ve mucho más caracterizada en Hoy no tuve miedo. Quizá nace un autor, quizá digo boludeces; tal vez la relación entre primera y segunda parte es lo más humano de la película: el dividir alteregos necesarios de una persona que no va cambiando a través de los años, sino de los días, las horas. Es, quizá, algo más humano (qué cliché me estoy haciendo...) que la figura de un perrito corriendo por un pueblo. Un pueblo tan personal como la tercer película de Iván Fund, y su manera tan particular de filmar.
The Ballad of Genesis and Lady Jaye (Marie Losier, 2011)
La expectativa mata y las sinopsis también. Es nada más que un documental autobiográfico, tan forzado como doblado, tan igual al personaje principal de la película: un travesti sufrido por los años, que con la música industrial (y quizá ese término nació con esta persona-personaje) logró una forma de expresión personal y colectiva, que demandó incluso más de un grupo y relaciones afectivas geniales como tétricas. La muerte de su amada le labura el bocho y nace la razón de este pequeño documental: la vida de un travesti afectada por la muerte y la música que hace. Yo mismo me hago cargo y anticipé que quizá era el mejor "musical" (faltan comillas) sin tanta música, por cierto. Ahota dudo del musical incierto o indirecto, ni veo música en donde ponga la vista, o el oído en su defecto. Es más una biografía de la cual participan pocos, como toda fiel biografía. Esto me hace acordar (ejemplo clarísimo de lo que es The Ballad of Genesis and Lady Jaye) a una anécdota que cuenta Andrei Tarkovsky en Esculpir el tiempo: al querer realizar El espejo, llamó, como era de rutina, a su único director de fotografía hasta el momento, con el que había trabajado en todas sus producciones anteriores: La infancia de Iván; Andrei Rublev y Solaris. Este director de fotografía se negó a realizar una película "autobiográfica" como él suponía lo que sería la nueva producción de Tarkovski. Entonces el ruso llama a otro, logicamente; y se las ingenia para realizar algo que no era para nada una autobiografía, sino un relato: un relato de los recuerdos, lo que, de alguna manera, debería ser tanto el cine como la literatura; y es ahí donde quizá falle este film de Marie Losier: la autobiografía que no inventó.
HaHaHa (Hong Sang-Soo, 2010)
La flamante ganadora de Un certain regard en Cannes 2010 (sección paralela a la competencia oficial, la que ganó Apichatpong), plantea una situación narrativa particular, y se centra en dos amigos y sus recuerdos particulares del pasado, el presente (fotos) y ... el futuro, algo tan "preciado" en el BAFICI. De la dramatización hacia la más incrédula situación comica, el film se las arregla para plantear tanto historia como relato. Lo sucedido: lo que es y lo que se puede modificar; lo que se puede volver a contar y lo que es necesario contarlo una vez. El amor, quizá el término más humano de la película más allá de la estructura, trata de combatir lo típico de la vida, y evadir una rutina que nunca aparece en la película, ese es el punto, supongo: no hay rutina, siempre se plantea como un lío estructural, que parece darle más pie al espectador que al propio director, por más que realmente no sea así (pero, ¿a quién le importa la realidad?).
Personajes más amables que otros, mujeres que pasan de un minuto a otro de la histeria a la paz, locura y no tanta pasión (como buen formalista) son aspectos que podrían definir a HaHaHa. En verdad, no, lo dudo. HaHaHa se está planteando todo el tiempo y el amor pasa de un segundo plano a un primero. La película coreana es como lo que decía Borges: "publico para dejar de corregir"; y el film nunca deja de cambiar, incluso lo que hoy escribo en este espacio. Un must del BAFICI que, lamentablemente, ya sucedió, como toda historia.
3 comentarios:
ESO: ¡ a QUIÉN LE IMPORTA LA REALIDAD? En el cine,claro. Y sin embargo...ríos de tinta.
Martha
Bueno, tinta, lo que se dice tinta, en internet no hay.
Es que me estaba refiriendo al tropo consistente en trasladar el sentido de una expresión a otro figurado, con comparación tácita...capichás morocho?
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