(Conversación con José Miccio el 12 de mayo pasado en La otra.- radio)
Oscar Cuervo: Ustedes saben que nosotros somos un país europeo. Somos franceses que hablamos en español. Y además todos recordamos mayo del 68 con una sonrisa. Esto en realidad lo decía la semana pasada
Alan Pauls en Radar, a propósito de los 40 años de aquella rebelión estudiantil. “¿Con qué otra puta época del Siglo de lo Real -se pregunta Alan- podemos decir lo que decimos de mayo del '68: que tenemos con ella una relación de alegría?”. Era una nota bastante interesante, no tanto porque uno se sintiera inmediatamente dispuesto a adherir, sino porque revelaba una posición de cierto sector de la cultura porteña. Por ejemplo, en un momento hablaba de “dos categorías vaguísimas, derecha e izquierda, que ya ni siquiera necesitamos saber qué son para que no nos interesen”. Una sensación de que despúés de “la alegría que nos produjo a todos mayo del 68” hay ciertas cosas que se habían caído, por ejemplo, esta distinción mediocre de derecha e izquierda. Inmediatamente este artículo provocó la reacción de un amigo nuestro, de Mar del Plata, colaborador de la revista La otra, también de nuestro blog, el marplatense José Miccio.
Willy Villalobos: ¿Se molestó?
OC: Se molestó por pensar sobre la nota y por escribir. Y escribió un artículo bastante largo e interesante, que inmediatamente subimos al blog, “
Diez notas sobre el Mayo francés de Alan Pauls”. Así que hoy quisimos conversar con él. José, ¿estás ahí?
José Miccio: Sí, aquí estoy.
OA: Vos viste que tu nota generó algún debate en el blog.
JM: Sí, fue algo escrito un poco en caliente, y siempre es bueno ponerlo en discusión.
Corina Setton: ¿Y qué fue lo que te calentó?
JM: Me molestó un tono que yo identifico con muchos intelectuales argentinos y no solamente los del presente, sino que tiene larga data, yo lo llevaría hasta el siglo XIX, la generación del 80. Cuando el liberalismo argentino toma las riendas del estado, construye la nación, lo que significa básicamente liberar mano de obra y ganar tierra para la agro-exportación, construye allí todo un aparato teórico, por ejemplo esto que comentabas vos sobre la “europea Buenos Aires”, una tradición que es operante todavía. Tradición que en su forma ya catastrófica, porque ni siquiera se puede tomar en serio, dice Vargas Llosa en el texto que posteaste sobre “
Borges y los piqueteros”.
OC: Sí, él retoma aquello de “Civilización o Barbarie” que lo personifica en la Argentina de Borges y la de los piqueteros.
JM: Sí, y lo más interesante del artículo es que dice que Borges trabajaba en una biblioteca que se llamaba Miguel Cané, lo que da bien la serie, ¿no? De Cané a Borges y de Borges a Vargas Llosa tenemos toda una línea directa.
OC: La cuestión es que a mí me pareció que tu nota estaba muy intencionalmente colocada en un contexto de cierto rebrote de estas tensiones políticas que atraviesan la historia argentina.
JM: Justamente en un momento donde con argumentos mejores o peores hay una re-politización de los discursos, Alan Pauls sale con un texto donde lo primero que hace es desechar categorías históricas como las de izquierda y derecha, como si fueran parte de una taxonomía superada. Me gustaría saber superada por qué o por qué razones, pero no dedica argumentos para eso, es más que nada una invectiva. Me parece significativo que venga de un tipo al que yo, por otra parte, respeto mucho y admiro. Por ejemplo, él tiene un ensayo sobre la literatura de Manuel Puig que es brillante, pero, claro, nunca había hablado de política. Yo intenté dispersar por el texto algunos comentarios elogiosos sobre su carrera intelectual como para que no sonara todo demasiado violento.
OA: Pero viste que enerva mucho hoy en día decir... sobre todo “derecha”, porque “izquierda" es una palabra que todavía se admite ser dicha con desprecio, “esos señores de la izquierda...”. Yo te digo, porque me meto un poco masoquistamente en las discusiones de algunos blogs,
como Pan Rayado, de Tomás Abraham, en La lectora provisoria ya no, porque creo que ya no hay ninguna discusión para dar con Quintín. Decís por ejemplo “la derecha” y te saltan encima con “¡pero vos qué sos, sos un setentista, sos un retrógrado, mediocre...”. Se enojan muchísimo.
JM: Sí, pero a la vez esos discursos necesitan una especie de monigote de izquierda, postulan una especie de tipo ideal del izquierdista “progre” al cual castigar con un desprecio bastante pronunciado como el que Pauls escupe en su pequeño ensayo. Porque no les gusta la derecha pero necesitan un personaje de izquierda como para que su discurso superado sea efectivo, ¿no?
WV: ¿A vos por qué se te ocurre que irrita de esa manera?
OC: A mí me parece que es una derecha que no quiere que la llamen por su propio nombre. Tienen una cierta idealización de su propia posición, se sienten después de no sé qué, como que ya aquello otro pasó y ellos están un paso más adelante. Y me parece que el resurgimiento de estos conflictos que estuvieron siempre en la Argentina a ellos los enoja un poco, porque se soñaban... no sé si se compraron el verso del primer mundo del menemismo o del fin de la historia de Fukuyama. Y cuando se dan cuenta de que estamos más o menos en la misma, ahí se enojan. A todos nos sorprende un poco también esta repolitización de la sociedad argentina, todos pensábamos que ya la política había pasado, y que ahora sólo era cuestión de mercado, de gestión, como un triunfo del liberalismo, ese que proclamaba Fukuyama, a fines de los años 80: “bueno, la Historia ya se terminó, ahora todo lo que queda es el mercado”. Pero ni a Pauls, ni a Quintín ni a Tomás Abraham les gusta definirse como defensores de un liberalismo clásico. Hoy en el programa de Grondona había un corresponsal de The Economist, un tipo joven que hacía un análisis de la actualidad argentina. Y el tipo decía que la línea de su publicación era fiel a los lineamientos del liberalismo del siglo XIX de John Stuart Mill. Lo que pasa es que estos se venden como “lo nuevo”, cuando en realidad piensan con categorías que son pre-marxistas.
JM: Pero si vos le preguntás a Pauls, él va a tener un discurso claramente anti Fukuyama, Pauls no es un seguidor de los ideólogos del liberalismo, sino de cierta crítica que surge por los años 50 en Europa, que se asume como superadora del marxismo, a partir de aquello que el marxismo nos impedía pensar: Pauls es deleuziano, es foucaultiano. Desde ese punto de vista su lugar de enunciación es más complejo, más difícil de capturar también, porque tiene un prestigio académico que lo hace más firme y menos atacable.
OC: Un lugar de prestigio, no sé si de firmeza filosófica.
JM: Exacto, pero que es dominante en el pensamiento político desde hace unos años, acá en la Argentina no tiene más que veintipico de años, porque es con la democracia que se instala, un pensamiento post-marxista. Y muy legítimo, en algún sentido: Foucault es un pensador extraordinario, ha hecho un trabajo intelectual que a mí me apabulla, me fascina leerlo. Pero a la vez ese discurso ha logrado una posición académica que se ha convertido en algo hegemónico.
OC: Una cosa que yo no tengo para nada clara y que trataba de preguntarte en el blog: esta vuelta a un liberalismo clásico, ¿a vos te parece que está en los propios Foucault y Deleuze?
JM: Yo no creo, no. Vos comentaste que esos libros eran hijos de una crisis de la modernidad, ¿no? Y yo también pienso que es así. No me parece legítimo decir que son neo-liberales. Creo que inauguraron un piso discursivo en el cual muchas reivindicaciones legítimas encontraron lugar, sobre todo reivindicaciones de minorías. Y creo que esas reivindicaciones entraron en un conflicto radical y ya a esta altura inamigable con la militancia tradicional de izquierda. Pero yo leo a Marx hoy, o leo a Sartre, y son dos personajes todavía fuera de la dominante, no solo en los ámbitos académicos, sino también en la divulgación. Y a mí todavía me interpelan. Por eso me llama la atención que nos hayamos desecho de categorías que me parecen todavía pertinentes, sin ponernos a pensar por qué nos hemos desecho de ellas.
OC: Sí, de todas maneras, la realidad nos insiste, ¿no?
CS: Igual, como vos también le dijiste el otro día a Tomás Abraham: “tantos años de leer a Foucault nos llevaron a...”. Porque no por leer muchos años a Foucault eso significa que se lo encarne.
OC: Bueno, claro, eso también se puede aplicar a tantos que se piensan marxistas y que no han hecho buen uso de esas lecturas, o a los que leen a Nietzsche o tantos otros... Leer mucho a un autor no es garantía de nada. A mí lo que más me impacta de estos lectores de Foucault o de Deleuze es que, puestos a opinar políticamente, sean tan parecidos a cualquier gorila vernáculo. Cuesta mucho diferenciarlos. Y uso intencionadamente la palabra “gorila”, que es una palabra interdicta, porque te pone inmediatamente en el campo de D'elía y de la patota. Pero me parece que es así, porque no encontré una palabra mejor todavía.
JM: A mí el otro motivo de enojo, o de cosquilleo que me produjo la lectura del artículo de Pauls es esa constante salida respecto de todo aquello que él describe. Es tan trascendente Pauls respecto de todo lo que dice que uno se pregunta desde dónde habla. Determina categorías de las que no forma parte, juega con las atribuciones del discurso, habla en primera persona irónicamente cuando tienen que hablar otros, o retoma una primera persona muy acotada, que sería la de la elite intelectual a la que pertenece, cuando tiene que hacer otras cosas. Pero su compromiso con el mayo francés, que me parece muy evidente en el texto, se reduce finalmente a esta cuestión de la alegría. Parece que para Pauls el mayo francés es algo sencillo, porque le permite politizar su discurso, cosa que no hace nunca, sin tener que mancharse con nada. Mayo es básicamente una fiesta, un período de recreo, un carnaval.
OC: Ningún conflicto que nos implique a nosotros en este momento.
JM: Ni en este momento ni en nuestra relación con la historia. Un pasado que no te permite tomar partido por ninguna posición que te genere algún conflicto. Me parece que es solamente una confesión de amor. Mayo me dio la alegría, unos cuantos pensadores que me sirvieron...
OC: ...y algunas películas.