lunes, 28 de julio de 2008

Apenas el fin del mundo


Por Martha Silva

La vida de Jean-Luc Lagarce, figura excepcional del teatro francés del siglo pasado, más representado que Moliere, estuvo signada por su brevedad: nació en 1957 y murió en 1995, de Sida. Fue director y dramaturgo y escribió alrededor de 25 obras, relatos, un libreto de ópera y un guión de cine.

Apenas el fin del mundo, que se representa actualmente, está editada entre las denominadas “Obras intempestivas”- fuera de tiempo y de sazón, como su muerte- y están acompañadas de Ultimos remordimientos antes del olvido; Music-hall y Las reglas de urbanidad en la sociedad moderna. Todas ellas se dieron a conocer en “La semana Lagarce en Buenos Aires”, que se llevara a cabo en junio de 2007.

Este autor no escribe textos literarios: plasma estructuras escénicas pentadimensionales; las mismas poseen las tres dimensiones del espacio, más la del tiempo y la presencia humana del público (el convivio). Esto no es lo habitual en Francia, donde el escritor dramático suele provenir de la literatura.

El personaje central de esta obra, Louis, vuelve a la casa paterna luego de varios años de ausencia, dispuesto a anunciar su próxima muerte a su familia con “cuidado y precisión”, según explicita en un extenso monólogo inicial. Su propósito es enunciar ante ellos su final cercano e irremediable, en un tono tal como si él mismo lo estuviera decidiendo. El, su madre, su hermano, su hermana Suzanne y su cuñada han vivido alejados, comunicándose por tarjetas postales en ocasión de las fechas tradicionales de la familia: “cartas elípticas” las llaman los hermanos.

No es mucho lo que saben de él, hay vagas alusiones a una posible homosexualidad. Saben que –paradójicamente- su trabajo consiste en escribir, pero fuera de eso no lo conocen, ni siquiera saben dónde vive; la suya es una existencia más supuesta que real. Los reproches de los hermanos y la evocación que hace la madre de los tiempos casi felices de la familia, los ritos de lustrar y sacar el auto los domingos, son similares a los recuerdos del propio Lagarce en su autobiografía.

Este Louis viene ahora a hablar con su familia pero, después de un diálogo con aristas absurdas, advierte que no puede romper la incomunicación, que lo no dicho durante todos esos años tiene un peso imposible de manejar. Lo único que puede, por tanto, es reflexionar sobre sus últimos días y ver todo por última vez, imaginar cómo se lo recordará quizás. Sin decir nada, como siempre.

Esta puesta del 2008 es notablemente refinada, con el mismo elenco que la representó en junio de 2007, en aquella ocasión en un formato semimontado. Sobresalen Valentina Bassi en el rol de la hermana y Daniel Hendler, con una hondura sorprendente en el papel de Louis, en sus largos y poéticos monólogos.

Lagarce en su autobiografía sostuvo la necesidad de preservar los lugares del cuestionamiento y la interrogación del pasado, para cuestionar el presente, sin tenerle miedo al propio desequilibrio.

ESPACIO CALLEJÓN. Sábados a las 18. Humahuaca 3759.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Es cierto que muchas de sus obras están atravesadas por la desesperación , pero hay momentos de humor como LAS REGLAS DE LA URBANIDAD ETC., un largo monólogo que hizo Graciela Araujo hasta hace poco. Son reglas del siglo pasado para atravesar la vida , para afrontar lo desconocido y poder llegar a lamuerte sin sobresaltos. Se controla todo- si se piensa- a través de lo reglado y Felisa

Anónimo dijo...

Es cierto que muchas de sus obras están atravesadas por la desesperación , pero hay momentos de humor como LAS REGLAS DE LA URBANIDAD ETC., un largo monólogo que hizo Graciela Araujo hasta hace poco. Son reglas del siglo pasado para atravesar la vida , para afrontar lo desconocido y poder llegar a lamuerte sin sobresaltos. Se controla todo- si se piensa- a través de lo reglado y Felisa

Anónimo dijo...

Las reglas de urbanidad no estoy si es un obra representativa de ese autor.

juliana

Anónimo dijo...

Felisa está en lo cierto al aludir a "Las reglas de la urbanidad en la sociedad moderna", que tal es su nombre completo, como de Jean-Luc Lagarce. Es una obra que aparenta ser puro humor. Aparenta, porque en realidad, si se está hablando de controlar la existencia mediante reglas para llegar a la muerte sin sobresalto alguno.. es lagarciana hasta el tuétano y termina dedicándose a su tema preferido que es la muerte y sus adyacencias.
martha