viernes, 19 de julio de 2019

La derecha avanza con violencia, mientras al kirchnerismo le quieren tomar examen de buena conducta todo el tiempo

Para muestra, un botón en la Mendoza de Cornejo: ¿Se impone el fascismo en Argentina?





La lucha es muy desigual: en un mundo muy corrido a la derecha, acá sienten que en elecciones libres pueden perder. Eso los lleva a extremar su violencia. El kirchnerismo es continuamente medido en cada pequeño gesto, bajo sospecha de malos modales, mientras desde el estado macrista la violencia es ejercida con descaro e impunidad. Imaginen si este patotero fuera de la Cámpora. Imaginen su violencia reproducida en loop las 24 horas del día en los canales oficiales. Imaginen si un militante del campo popular fuera filmado procediendo de esta manera. ¿Se imaginan qué dirían la monja Pelloni, Luis Novaresio, Ernesto Tenenbaum, Romina Manguel, Fantino, María O'Donnell?

La cancha está muy inclinada, demasiado: el macrismo, que tiene a casi todos los jueces de su lado, que es bancado por toda la banca, que tiene el apoyo de las grandes corporaciones mediáticas, manda a allanar C5N después de haber volteado Radio del Plata y de intimar a  Santamaría  para que saque a Verbitsky de Página 12. El presidente de la Suprema Corte Bonaerense dice lo que es público y notorio sobre la colonización del poder judicial por parte de las clases dominantes para imponer sus intereses y violar el estado de derecho y en seguida le sale la corporación judicial a acusarlo de "politizar" la Justicia. Se sienten impunes, saben del poder de fuego -literalmente hablando- de que disponen. Están cebados porque no pueden permitir que Argentina se constituya en la excepción en un mundo regido por el fascismo de mercado. No toleran que su totalitarismo sea puesto a prueba en las urnas, ni en la calle, ni en el aire.

Para otra vez, cuando amaine la violencia que nos está acosando, quedarán las sagaces caracterizaciones que el periodismo centrista local hizo del régimen que aún nos gobierna: "la derecha moderna y democrática". Háganme acordar para cuando estemos más tranquilos así reclamamos la autocrítica de los opinadores que durante estos años fueron cediéndole espacio al avance ceofascista. 

Dejémoslo para otro momento. Porque ahora hay que defenderse de los palos y del posible fraude. Todos los que opinan lindo, para no ser cómplices por omisión, tendrían que proponerse al menos fiscalizar el 11 de agosto y en todo momento custodiar la unidad, el poder y la organización que logremos construir en estas pocas semanas en las que Argentina va a decidir si se transforma en el sur del Brasil fascista o se digna a rescatar sus mejores tradiciones democráticas y populares. Con mandarse wasapitos no alcanza, muchaches: el wasapito es el soporte simbólico del fascismo de mercado. No vamos a avanzar un milímetro wasapeándonos. A ver si nos ponemos las pilas.

Y si llegamos a merecer el triunfo en agosto y octubre, acordémonos que estos violentos van a seguir tratando de voltearnos. ¿Quién dijo que se venían años moderados?

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