Primero encaramó en la fórmula presidencial a Alberto Fernández sin siquiera haber discutido la línea que el Frente de Todos iba a mantener ante la deuda externa. Una vez que Fernández llegó a la presidencia Cristina se dedicó a posicionarse como opositora al gobierno que ella misma había impulsado. No importa ya tanto que Alberto Fernández fuera un inepto letal -ella lo propuso-, lo que importaba era que ella no se hiciera cargo del fracaso de esa gestión y preservara su poder de veto. Cuando el Frente de Todos llegó al gobierno se aseguró el ANSES y el PAMI pero dejó en manos de Alberto el Ministerio de Economía y la negociación por la deuda. En las elecciones de medio término de 2021, después de la derrota, se apresuró a intervenir el gobierno de Axel imponiendo nada menos que a Martín Insaurralde como jefe de gabinete provincial. Solo la honestidad de Axel y el aprecio que se ganó del pueblo bonaerense hicieron posible que el escándalo de Insaurralde (todavía hoy aliado de La Cámpora) no arruinara el resultado de las elecciones. Salió airoso de ese test crucial, ganó en la provincia y parecería que su triunfo exacerbó la hostilidad que le dedica el sector manejado por Máximo. Axel fue uno de los pocos y el más importante candidato de 2023 que no fue arrollado por la ola libertaria. ¿Será ese el motivo de la inquina de la que es objeto?
Había sido muy visible la presión que ejerció Máximo Kirchner para imponer primero a Insaurralde como candidato a gobernador, y, cuando no lo logró, presionó para que el corrupto de Lomas entrara en la fórmula como vicegobernador. Axel se resistió hasta la hora de cierre de las listas y de ese modo logró que Unión por la Patria retuviera el gobierno de la provincia. Es vox populi que Insaurralde había desembarcado en el gabinete de Axel por imposición de Cristina pero ella jamás hizo un solo gesto de reparación de ese terrible error . Es evidente que desde ese episodio Axel dejó de someterse a un juego que iba a terminar manchándolo. Desde el principio Kicillof es el enemigo preferencial de milei, que no solo en el discurso sino en la asignación de recursos castiga sistemáticamente a la provincia de Buenos Aires. Además un sector del establishment financia el raíd mediático de Guillermo Moreno, dedicado prioritariamente a desgastar al gobernador. Cada aparición de Máximo Kirchner en este año está exclusivamente dirigida a desgastar a Axel. El círculo de Cristina parece proclive a transformar a Axel en un nuevo Alberto: desgastarlo si se somete a las presiones o desgastarlo porque no se somete a las presiones. Es evidente a esta altura que Cristina avala este procedimiento: un párrafo de su último mensaje esconde torpemente el intento de descalificar al gobernador porque "no comprendió el trasvasamiento generacional" que ella antes había solicitado. Deberá estudiarse en el futuro la notable coincidencia entre milei, los medios corporartivos, Guillermo Moreno y Máximo Kirchner para hostigar a Axel. Como el gobernador se corre de todos intentos de llevarlo a luchar en el barro, esto irrita al camporismo que lo acusa de "victimizarse", aunque él no haya dicho una sola palabra al respecto. Lo más parecido a una psicopateada.
Cristina dice o da a entender que no quiere ser presidenta (lo gritó frente a un tribunal y no hay ningún motivo objetivo que haya cambiado desde entonces) pero quiere mantener el poder de veto frente al surgimiento de nuevos liderazgos. Ahora, después de haber apelado a que cada uno tome el bastón del mariscal, dio por cerrada esta etapa y vuelve para "enderzar lo que se torció". Parece que ella no tuvo nada que ver con lo torcido y les niega a todos los otros la posibilidad de enderezarlo. En el acto del viernes en Lanús aparecen carteles que dicen "Máximo Conducción", una posibilidad que despierta rechazos entre casi todos los sectores no camporistas. ¿Cristina opera para conducir la resistencia al gobierno de ultraderecha o para fortalecer las posiciones de la Cámpora en el interior del peronismo o, incluso, del despreciado "pejotismo"?
Yo no espero ningún signo más para advertir que Cristina ya no está preocupada por la suerte del pueblo sino por preservar su figura y la de su hijo, aún llevándonos a nuevas derrotas. No sé ni pretendo saber qué hará Axel, pero estoy seguro de que si se sometiera a las pretensiones de Cristina y Máximo, su figura política quedaría desautorizada ante gran parte de la sociedad que hoy lo estima por su autonomía y su apego a la gestión. Quizá Cristina quiere señalarlo con su dedo no para que triunfe sino para mostrarlo como un eunuco político, un eterno deudor del dedazo, como antes hizo con Alberto. Creo que si Axel tiene algún futuro es justamente por mantener su autonomía y su buena relación con sectores de otros espacios políticos.
Será doloroso para algunos asumir que Cristina ya no conduce sino obstruye. Pero creo mucho más doloroso sería resignarnos al sometimiento a un liderazgo del que ya nada espero.
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