jueves, 11 de septiembre de 2025

La lejanía de Gaza y los israelíes

por Lidia Ferrari

Nuestras actuales guerras son dirigidas por gente que envía misiles, drones, bombas desde miles de kilómetros de distancia. 

Me intrigó la cuestión de la lejanía, porque Gaza e Israel se encuentran en un territorio muy pequeño, muy cercanos uno del otro. 

Mi intriga me llevó a Google Maps. ¡Cuánto aprendí allí de lo siniestro de nuestro mundo! Quería saber cuántos kilómettros hay de Gaza a Tel Aviv, la capital real de Israel, pues a pesar de que el gobierno proclama que su capital es Jerusalén (que también reclama Palestina), no ha sido reconocida por muchos países del mundo. Como sea, Tel Aviv es la ciudad de Israel más importante política y económicamente. Cuando le pido a Google cómo llegar a Gaza, responde que no hay ninguna ruta para ir a ese destino. Es decir, Gaza no existe para Google Maps. 

Entonces elijo la ciudad de Israel más cercana al límite de Gaza, Zikim. Allí Google funciona y me contesta que hay 68 kilómetros. Calculo entonces que el límite norte de Gaza está a 70 kilómetros de Tel Aviv. Siento un golpe en mi entendimiento. ¿Todo el horror que estamos viendo a diario, los niños y civiles hambreados, los hospitales bombardeados, las escuelas y universidades cerradas, los periodistas asesinados, la gente que muere de hambre está a esa poca distancia de Tel Aviv? Si la franja de Gaza tiene 41 kilómetros de largo, Tel Aviv está a poco más de 100 kilómetros de la parte más distante de Gaza. Pienso. ¿Cómo hacen para no enterarse del horror en que viven los palestinos? Porque nos hacemos la idea de que están muy lejos del escenario del horror. Pero no, la distancia que tienen los israelíes (no todos quizás) es sensible, no se mide en kilómetros. No se trata de distancia geográfica, se trata de distancia emocional, ética, humana. Es más, viendo cada vez más videos de israelíes que denuncian el festejo de sus conciudadanos acerca de los horribles crímenes que cometen sus soldados y sus colonos, no nos queda ninguna duda. La distancia es la de la impiedad, la de la crueldad, la insensibilidad con lo que sucede tan cerca geográficamente pero tan lejos de su alma. Entonces se entiende por qué precisan no considerar humanos a los palestinos y degradarlos. Como para sostenerse en alguna idea que consienta tanta crueldad. Quienes ejercen esa violencia con tamaña impunidad deben convivir en el horror de su propia crueldad.

Pienso. Sería imposible que suceda un genocidio a 70 kilómetros, a 100 kilómetros de donde vivo, y que no esté enterada, advertida, o que nadie haga nada para impedirlo. ¿O será que con décadas de adoctrinamiento podemos, cada uno de nosotros, llegar a aceptarlo?

Hay una ciudad egipcia cerca de Rafah, en el límite sur de Gaza. Google allí sí me guía. Pero para llegar a la ciudad de El Arish, que estará a poco más de 100 kilómetros de Tel Aviv, Google me propone hacer 620 kilómetros. ¿Por qué Google me dice que no encuentra ninguna ruta para llegar a destinos que están en Gaza? No sólo porque es cómplice de Israel y borra a Gaza de la geografía. También porque Israel ha destruido sus caminos, sus casas, sus olivos, sus cultivos, sus bordes, su orografía, tratando de exterminar la vida que bulle en ese espacio geográfico. No sólo se trata de borrar a su gente del mapa, sino de hacer como si esos lugares no existieran. Quizás creen que, cuando hay terminado con el exterminio (hagamos que no suceda) y hayan expropiado lo que no les pertenece, no habrá consecuencias acerca de cómo lo han obtenido. Creen, ilusoriamente, que nos vamos a olvidar de sus crímenes y que disfrutarán de esas playas como si nadie hubiera habido allí antes. No saben o no quieren saber del retorno de lo reprimido y menos aún de los efectos en sus cuerpos y en sus almas (si es que las poseen) del retorno en lo real, cuando tanta forclusión de la Ley se les venga encima. 

Los videos que vemos de la crueldad y la impunidad con la que los israelíes tratan a los gazatíes es de una ignominia tal que retorna en mí cuando miro el mapa. Hay playas, como la de Zikim, a metros de Gaza, que son visitadas por israelíes. Se pueden leer sus reseñas. Algunos se animan a decir que se trata de Palestina. Pero otros opinan que la playa está sucia debido a los detritos de los gazatíes. Me conmociona escribir esto como me conmocionó verlo en el mapa. 

Se trata de gente que está conviviendo con el mal. Lo han hecho suyo. Ahora entiendo, por eso viven en bunkers. Pero los bunkers no los pueden separar de la propia crueldad, si están a dos pasos de quienes están exterminando. Una película reciente -no la he visto aún- trata de la vida familiar de un jerarca nazi a metros del campo de concentración que dirigía. ¿Cómo se puede vivir tan cerca del horror y del hambre de millones de habitantes? ¿Cuánto esfuerzo psíquico -si no se lo quiere admitir- es preciso para poder negarlo? ¿Cuánto daño psíquico se produce si para poder soportarlo se lo aprueba y se lo festeja? ¿Cómo quedarán estos niños y adolescentes israelíes acostumbrados a maltratar a todo palestino y a no considerarlo un semejante? ¿Cómo sobrevivirán -si los palestinos no sobreviven al exterminio- quienes lo están produciendo? ¿Cómo sobreviviremos todos nosotros a tanto horror transmitido en directo? Por eso la Global Sumud Flotilla es una de nuestras esperanzas, la de que hagamos algo para detener este inadmisible e insoportable genocidio en Gaza. 

4 comentarios:

Marcelo Domínguez dijo...

Gran texto, Lidia. Mientras lo leía me acordé de Captain Beefheart, que fue un gran pintor, adrmás de músico y que en un disco triple del año '72, llamado Trout mask replica grabó una canción que tituló Dachau blues. Ahí podés escuchar que dice: Dachau blues, Dachau blues;, seis millones de judíos muertos y un sólo hombre malo.

Li Fer dijo...

Sólo sé que por lo que estamos viendo y enterándonos ahora en los años en que se publicó esa canción ya estaba iniciado el proceso de ocupación, desplazamiento y aniquilación de los palestinos. No sé si alguna canción de rock se hizo con ello y no sé si se hará ahora. Sé que sobre todos nosotros arderá la culpa de no haberlo evitado. Y que Israel y USA se subirán a los banquillos de acusados porque nadie olvidará sus crímenes.

Marcelo Domínguez dijo...

Es cierto, ya se había iniciado la ocupación y el desplazamiento de los palestinos. También es cierto que en esos años Estados Unidos cometía un genocidio en Vietnam, denunciado en los propios Estados Unidos por una minoría intensa de la que Beffheart formaba parte. No sólo hablaba de los alemanes, pero el ejemplo alemán era reciente y estaba muy presente.
Saludos.
md

Claudia dijo...

Deshumanizar es la clave. Porque el Mal deja de ser tal cuando cuando vienen en su auxilio categorías difusas.
El truco es considerar sub-humano al Otro. Porque lo sub-humano evade clasificación específica y aquello que no puede nombrarse termina elidido.
No hay que viajar muy lejos para saber que eso es posible en cualquier parte del mundo.
PORQUE YA OCURRIÓ.
Y en ocasiones no mediaron siquiera 70 km.
Es que el Mal es tan dúctil que puede habitar a escasos metros de la vida ordinaria.
Pregúntenle, si no, a los vecinos de los centros clandestinos de detención de Argentina.
Pero Gaza es nuestro tema hoy, nuestra urgencia. Lo inconcebible. El punto de inflexión, dada la pornografía supremacista de los israelíes. Lo inimaginable que, sin embargo, se corporiza.
Gran trabajo el tuyo por haberte comprometido en intentar situar, de forma concreta, la tragedia.