martes, 17 de noviembre de 2009
Mar del Plata 09: últimas impresiones
por José Miccio
Entre otras, numerosas cosas, un festival de cine es un conjunto de películas y una serie de mapas cambiantes. Las películas son elegidas por los programadores, en circunstancias que desconocemos pero que incluyen, sin dudas, algunas de estas variables, entre muchas otras menos previsibles: el presupuesto, la división del trabajo, la relación con la autoridad del festival, la disponibilidad del material, la posición frente al horizonte de expectativas que se tejen en torno a estos eventos, la sensibilidad a las fuerzas del campo cinematográfico que jerarquizan unas opciones sobre otras, las ideas de cada uno sobre el cine y los festivales de cine. Los mapas, por su parte, son trazados por los espectadores, sobre otros propuestos ya por los límites de la selección y la división del programa en secciones.
Está, en primer lugar, el mapa del comienzo, cuando se eligen las prioridades. Fuera de algunos imponderables, como el horario de las proyecciones y la disponibilidad de entradas, cada uno busca en el catálogo –para el cinéfilo la grilla viene después, y vaya uno a saber de qué es capaz este curioso ejemplar de lo humano para llevar adelante su plan– su colección de películas para los días de festival: las imperdibles, las sugerentes, las curiosas. Lógicamente, esta jerarquía no proviene de la nada sino de preferencias, intereses y costumbres (no sólo) personales. Hay quien sigue a un director, hay quien se interesa por determinados asuntos, hay quien prefiere un género o una cinematografía nacional o regional, hay quien hace caso a los premios, a la crítica, a los festivales que exhibieron antes las películas que están ahora en la ciudad, tal vez por única vez. Y hay quien tiene en cuenta todo lo anterior, como es mi caso y, me parece, el de muchos de los que nos formamos en la idea del cine como país, surgida, como buena parte del lenguaje que hablamos y nos habla, del cahierismo que no nos animamos todavía a abandonar.
En este marco, todo parece posible, todo interesa en principio. Para el director, aprendimos en esta escuela, el estilo o alguna otra forma de la repetición es un mandato; para el espectador, la coherencia no es necesariamente una virtud. No al menos para el cinéfilo, que se mueve en un universo categorial reducido pero elástico y que, en general, considera dudosa la gramaticalidad de una frase como placeres culpables. La influencia de este modo de ver cine es bella y perniciosa. Una vez soñé que todas las películas dirigidas por William Wellman y Jacques Tourneur –dos de mis directores preferidos– tenían “constantes temáticas y estilísticas”; y otra, que el contraplano de Bogarde en el final de Muerte en Venecia no mostraba al jovencito en la playa sino a Patrick Swayze barrenando su última ola en Punto límite. Un montaje así tiene algo de indecente, pero el cine es un viento caprichoso que sopla en todas partes; el oro fundido que baña el rostro de un villano en un mediocre western-spaghetti es una imagen de la codicia mucho más poderosa que la que el año pasado en este mismo festival ofreció Vegas: based on a true story, la celebrada y muy seria película de Amir Naderi. Los festivales son lugares ideales para sueños de este estilo. El domingo, último día de proyecciones, salgo del delirio musical de los Muppets y entro a ver la melancólica y autoindulgente Irène, de Alain Cavalier, así como un par de días antes caminé con buen ritmo de la sala donde se proyectaba el último Rivette hasta la que ofrecía en trasnoche un largometraje belga relacionado con el giallo italiano.
Sobre ese mapa inicial -y excepto que uno sea un fanático de sus corazonadas, un esclavo del deber ver o una persona muy poco comunicativa- se suceden correcciones en medio del festival, como consecuencia de la conversación y de acuerdo con la confianza que se tenga en el interlocutor. La ampliación es la modificación más sencilla, aunque a veces la resta es posible: esta, que no elegí, parece muy buena; aquella, que tengo para el miércoles, parece muy mala; mejor la cambio por otra o aprovecho para dormir la siesta y ponerme en condiciones para la trasnoche, cuando se proyecta una de zombies que escuchan Mendelssohn. Vi, debido a cambios de este estilo, L’Enfer d’Henri-Georges Clouzot, documental sobre un fallido proyecto del director de El salario del miedo y Las diabólicas, cuya historia de celos en hipérbole filmaría muchos años después Chabrol, con Emmanuelle Béart en lugar de Romy Schneider. No es una buena película; su destino ideal es el disco dos de una edición especial en DVD dedicada a Clouzot; pero los experimentos con el color recuperados de las cintas originales y, sobre todo, los últimos minutos, con unos primeros planos gloriosos de la Schneider, sencilla e inteligentemente montados en sucesión, son antológicos y refuerzan esa sensación de cinefilia completa que dominó el festival.
Por último, está el mapa de cierre, que es el que suele retener la memoria, tan poco sensible a veces a los procesos, a la dinámica, al tiki-tiki de la experiencia. Este mapa es terminante. El festival marplatense de 2009 es ante todo el que programó The time that remains (Suleiman) y 36 vues du Pic Saint Loup (Rivette). Y en segundo lugar, Unmade beds (Dos Santos), Vikingo (Campusano), Yuki y Nina (Suwa y Girardot). Pero no es así; el festival no es esa fría enumeración, ni un balance en el que se agrupan títulos en columnas diversas (decepciones: She, a chinese; confirmaciones: Nanayo; sorpresas: Unmade beds; curiosidades: Amer). Es también –entre muchas otras cosas– un tiempo de encuentros y conversaciones, un espacio institucional en que tiene lugar un acontecimiento como la edición de las primeras 1000 páginas de las Obras incompletas de Alsina Thevenet y otro round dentro de un combate bastante amargo por el sentido del cine que parece estar librándose desde hace un tiempo y que tiene, sin dudas, su interés. En For the love of movies: the story of american film criticism -el documental sobre la crítica de cine de los Estados Unidos (es decir, sobre Kael, sobre Sarris)- se llora un pasado de gloria y se declara la barbarie de un presente en el que cualquiera puede escribir. Esta cinefilia tanática, para la que todo lo excelente es añoso e irrepetible, es insoportable; pero también lo es la otra, la livianita, para la que todo lo que existe bajo el sol es vida nueva: ¿quién programó el cortometraje argentino Las aventuras de Jovic, en el que un pibe nos muestra que a su entender el mundo tiene, fundamentalmente, dos características: es pequeño como su habitación y torpe como su cámara?
Un octogenario y un treintañero dieron por tierra con las divisiones fáciles. Sus películas no se parecen entre sí. No se trata de la relación entre un aprendiz y su maestro, aunque el más joven ha visto el cine que se filmaba cuando el viejo tenía su edad. “Somos los últimos clásicos”, dice un personaje de Rivette, payaso en un circo con pocos espectadores, responsable de un número que repite y pule desde hace años, como el director que hace siempre la misma película, según dice un elogio habitual. 36 vues du Pic Saint Loup es excelente, profunda y ligera; sabia, como La regla del juego. Cuenta, entre secuencias que se reúnen en series (la del número de los payasos, la de los cuadros circenses, la de las conversaciones entre Jane Birkin y el notable Sergio Castellitto) la historia de una curación: la de la conciencia de Kate, atrapada por la culpa (que es esta vez la forma que adoptan los fantasmas que abundan en el cine del francés) y liberada por la ficción.
Unmade beds, el segundo largometraje de Alexis Dos Santos (director de Glue, vista hace un par de años en el Bafici), es la película del treintañero. Escribo esto mientras escucho el único disco de los Moldy Peaches. Dos Santos hizo referencia a él en la charla que siguió a la proyección de su película como una de sus fuentes de inspiración principales. Es un disco hermoso, a veces triste, a veces optimista, de instrumentación simplísima y espíritu punk. Unmade beds es parecida, aunque hay en ella más arreglos. Dos Santos filma con gracia y con una atención tal vez excesiva por el cine de Wong Kar-wai. Tiene un estupendo oído para las canciones y los diálogos y conoce su tema: la vida bohemia de los jóvenes del East Side londinense. Su comunidad de okupas está en las antípodas de las que Campusano pone en escena en Vikingo, pero su registro es igual de convincente. Axl busca a su padre; Vera olvida un amor. Él es español, ella es francesa; y en sus idiomas maternos –decisión simple, verdadera- hablan sus conciencias cuando ocupan el off (el inglés es su koiné). Como fresco de una vida sin ataduras, anárquica y burguesa, Unmade beds trabaja un verismo de los ambientes; como colección de dramas juveniles, intenta un registro de la inestabilidad sentimental de unos personajes que viven su vida entre la ligereza y la gravedad. Sus formas pretenden un realismo naif, y en varios momentos lo consiguen. Anda el erotismo del cine por este largometraje imperfecto, como lo hace por el notable último film de Rivette. Hay que brindar por ello.
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18 comentarios:
Muy buena y extensa cobertura la que has hecho José Miccio. Te felicito.
Martha Silva
Adhiero a lo que dice Martha, ojalá estas películas se den en Buenos Aires, tengo ganas de ver la de Suleiman y Unmade beds, pero los del Bafici a veces se hacen los estrechos y no quieren pasar las películas de Mar del Plata.
Buenos días.
Hoy es mi cumpleaños y estoy de muy buen humor así que seré pequeño como mi habitación y torpe como mi cámara.
Antes que nada (o antes que todo), me gustaría preguntarle a quien firma este texto cuáles son los planos en los que vio mi habitación en el cortometraje? Pues no recuerdo haber incluido ninguna escena grabada en dicho lugar y su comentario me sorprende. Mi habitación es muy grande. Enorme, le diría, pero no quiero que lo tome a mal.
Y, también, y si es por el mismo precio, quisiera decirle que mi cámara (cualquier cámara, en realidad) no tiene las facultades necesarias para ser "torpe". Una cámara puede ser chiquita, grande, negra, Sony, Mini DV, HD, pero nunca ser "torpe". Sí puede serlo, en cambio, el director de una película o el "pibe" que escribe una opinión sobre algo, pero jamás un objeto.
Con respecto a quién decidió que el corto viajara a Mar del Plata fueron los programadores del festival, de los que no soy pariente ni me deben favores ni les presté dinero.
Lamento profundamente que lo haya pasado mal durante la proyección de mi corto. La próxima vez, le prometo, intentaré hacer algo que pueda disfrutarlo.
(Este último párrafo es mentira)
Saludos para todos y gracias por el espacio.
Jovic
Jovic, feliz cumpleaños antes que nada (o antes que todo).
Rápidamente aclaro, por si hace falta, que en ningún momento sugerí que sus "Aventuras" participaran del festival por razones espurias; sólo cuestioné la tarea del programador que lo seleccionó. Así que no sé a qué obedece su aclaración.
Por otra parte, entiendo que le disguste el comentario que hago sobre su corto, pero sus gracias acerca de la torpeza y la habitación sólo confirman mis temores: su mundo es literal hasta el escándalo; es decir, pequeño. No viene a cuento dar explicaciones sobre retórica (una "cámara torpe" es una metonimia, por ejemplo) porque usted sabe de qué hablo y yo detesto la pedantería.
Y su corto es una forma de la pedantería. ¿Por qué tanto ego, Jovic? ¿Usted y sus chicas son todo lo que su cine quiere? ¿O su cine quiere unos segundos de un director famoso? ¿O un chiste -el de Dove, Jovic - que rechazarían los Midachi?
Saludos cordiales
Ante todo y ante nada, gracias por su saludo.
No sentí que usted hubiera sugerido que el corto participó en el festival por razones espurias.
Simplemente al leer su pregunta sobre quién lo había programado, sorprendido, le contesté como pude: qué otra persona programaría un corto en un festival más que un programador? A eso obedece mi aclaración obediente.
No me disguta el comentario que usted hace sobre el corto. Cuando lo estaba realizando y, especialmente, al proyectarlo, sabía que me encontraría con (más o menos) dos posibilidades: una que gustara; la otra, que no lo hiciera.
Tampoco me molesta que escriba algo malo sobre el corto. Lo que me molestó fue otra cosa. Supongo que usted sabe qué fue lo que me irritó. Y si no lo sabe, bueno, tampoco tan grave ni es para tanto: seguramente a los dos nos gusta El Padrino y Taxi Driver.
Metonimia: (griego: μετ-ονομαζειν met-onomazein [metonomad͡zein], 'recibir un nuevo nombre' )? o "transnominación" es un fenómeno de cambio semántico por el cual se designa una cosa o idea con el nombre de otra, sirviéndose de alguna relación semántica existente entre ambas.
Son casos frecuentes las relaciones semánticas del tipo causa-efecto, de sucesión o de tiempo o de todo-parte.
Gracias a usted y a Wikipedia aprendí una nueva palabra (y su significado) Nuevamente, gracias.
Demasiado ego, ahí usted tiene razón, sí, pero... "mi cine"? "Cine"? Usted me halaga, estimado José. No hay nada más lejos que "mi cine", se lo aseguro.
"¿O su cine quiere unos segundos de un director famoso?" Esto lo dice por la repercusión de este blog? Si es así, no se enoje, pero me parece que no soy el único que tiene problemas con el ego, camarada Miccio
Evidentemente, usted me conoce muy bien, porque de otra manera no podría saber que el chiste de Dove me lo rechazó el mismísimo Chino Volpato cuando cometí el atrevimiento de sugerírselo en un cumpleaños de quince, muy aburrido, por cierto. O será que Ciro James trabaja para usted ahora que se tuvo alejar de Mauricio?
Antes de terminar, noto que lo de "mis chicas" lo perturba. Me permite preguntarle por qué?
Otros saludos cordiales.
Jovic
Bueno, este imprevisto debate en La otra sobre la película de Jovic creo que ha logrado generar una gran intriga entre los millones de personas que leen este blog y que no vieron LAS AVENTURAS DE JOVIC. ¿Estamos ante un nuevo Raya Martin? ¿O se trata sólo de un discípulo de los MIDACHI? ¿O una tercera cosa?
Oh!
acá se puede ver algo:
http://www.youtube.com/watch?v=A2ovnyexyRI
Jovic,
Vayamos por partes.
- A mí no me gustó su corto, eso está claro. Lo mencioné porque su selección para el festival representa, según mi humilde entender, una muestra de esa cinefilia blandita a la que hago referencia en el texto, para la cual todo tiene gracia e interés. Frente a la otra - la tanática - esta cinefilia tiene una ventaja evidente: reconoce que la historia se mueve aún. Pero su problema es que ve ese movimiento en cualquier lado y se celebra a sí misma como los compañeros de escuela secundaria celebran sus chistes privados.
- Lamento sinceramente que mi mensaje le haya hecho pensar en el tamaño de mi ego. Lo del director famoso viene a cuento de Pen-Ek Ratanaruang, a quien creí reconocer en su corto. Si me equivoqué, me disculpo. Nada tenía que ver con este blog (su interpretación en este punto es muy caprichosa, Jovic)
- Sobre "su cine", bueno, tal vez sea cierto: exageré. Pero yo tengo la peregrina idea de que si alguien toma una cámara, dedica su tiempo a hacer una película (o un video, como quiera) y se preocupa por mostrar su trabajo en un festival es porque parte de su vida va en ello. Usted seguirá filmando: "su cine" es también el que está en su cabeza.
- No me perturban sus chicas, Jovic. No sea haragán.
"El padrimo" sí; "Taxi driver". no. ¿Me cambia esta última por "Después de hora"?
Última: si tiene una página donde se pueda ver su cortometraje sería bueno que la ponga a disposición de los que visitan el blog.
Cordiales saludos
Estimado José,
Cuando escribe sobre el corto como lo hace en el primer párrafo, lo suyo es inobjetable, respetable y, hasta, noble, le diría sin ironías. De verdad.
Pero, cuando utiliza el término "pibe" de manera despectiva o intenta calcular los metros cuadrados de mi habitación, es otro el cantar de los pájaros.
Yo formo parte de esa cinefilia blandita, sin dudas, pero quiero decirle que para mí no todo tiene gracia e interés. Es saludable que haya muchos tipos de cinefilia, no lo cree? A usted, por ejemplo, no le gusta Taxi Driver y está bien que sea así. Lo feo es la falta de respeto.
No sabía que Pen-Ek Ratanaruang era famoso. De hecho, no sabía que ese muchacho oriental al que me acerqué una mañana de abril en el Abasto era un director de cine hasta que él me lo dijo.
Y sí, es caprichosa mi interpretación. No me jacto de ser caprichoso, pero no tengo problemas en asumirme como tal.
No, no hay ninguna página en la que se pueda ver el corto (ni la habrá, supongo)
Celebro su peregrina idea, pero lo que hice no puede ni merece ser catalogado como cine (lo que hacen muchos otros directores, tampoco) Cine hacen (e hicieron) unos pocos. Como tampoco puede considerarse crítica lo que cualquiera escribe en cualquier lado.
Me gustaría no ser haragán, pero se me hace difícil.
Saludos,
Jovic
P.D.: "Después de hora" es deliciosa. Se la cambio.
P.D. 2: Sr. Oscar, creo que ni una cosa ni la otra aunque seguramente esté más cerca de una cosa que de la otra. Se entendió? Quiero decir, las etiquetas son etiquetas y buscar el "nuevo algo" o "discípulo de" es, quizás, inevitable, pero, además, molesto.
P.D.3: saludos, también, para Raya Martin y los MIDACHI.
Estimado Jovic,
Tiene razón con lo de "Pibe", No suena bien y podría haberlo evitado. Lo de la habitación, insisto, se refiere a ese mundo cerrado sobre lo personal que usted pone en imagen y sonido.
Y el tema de la cinefilia es complicado y nos excede, por supuesto.
Le envío un saludo cordial y me alegro de haber mantenido este intercambio.
José
Jovic:
Ah, entonces es una tercera cosa.
Ugh.
Estimados todos,
El mundo cerrado, pequeño y tonto que intenté poner en imágenes y sonidos es el mundo cerrado, pequeño y tonto del cerrado, pequeño y tonto protagonista del cortometraje, enfocando (o tratando de enfocar) simplemente y solamente en el mundo cerrado, pequeño y tonto de las relaciones sentimentales cerradas, pequeñas y tontas que se pueden ver en él.
Me alegra que el intercambio y la discusión de ideas (y no tanto) tenga espacio aquí, allá y en todas partes.
Sr. Oscar, será el tercer movimiento, finalmente?
Saludos para todos.
Jovic
Jovic:
desde el momento que pusiste a la consideración tu película, quedaste expuesto a las más diversas apreciaciones, es algo que ni Sokurov ni Campanella pudieron evitar.
salute
Sr. Oscar,
Usted tiene razón, pero yo no trato de escaparle a las distintas apreciaciones, ni siquiera a las más terribles. Lamento si mis intervenciones en este espacio dieron a entender eso.
Lo que me molestó ya está aclarado y, le aseguro, que no tuvo nada que ver con que si les gustó el corto o les pareció horrible.
Si a todos les gustara el corto sería lo mismo que si no le hubiese gustado a nadie, supongo.
La discusión es sana y el silencio no es saludable como hace mucho tiempo nos quisieron hacer creer.
A esta altura, (ya) le mando un abrazo.
Jovic
Mis hijas fueron alumnas del mismo lugar donde Jovic estimo ha sido alumno. Y de verdad quiero mucho a sus directoras. Es más soy miembro de la asociación de padres del taller. Estoy seriamente decidido a sacar a mis hijas del mismo y reeducarlas al mejor estilo Stalinista en cuestiones cinematográficas.
Jovic, lamentablemente para él, no da el piné para cineasta. Y el programador debería repensar su estatus de tal.
El corto no da ni para la discusión. No solo es malo, es poco ingenioso, es pobre creativamente, es, en una palabra, malísimo. Para colmo de males, lo programaron de improviso en antes de un largo, en el cual no estaba previsto tener que asistir a la proyección de semejante bodrio.
Jovic, ni las minas ni el cine parecen ser lo tuyo.
Saludos
Uh!
Daniel,
Creo que todo lo que escribió es lo mismo que hubiese escrito yo, si el corto lo hubiera dirigido otra persona, claro.
El corto no da para la discusión. Eso es absolutamente cierto, pero la discusión (si usted ha leído bien como creo que lo ha hecho)se expandió (o, por lo menos, intento expandirse) hacia otras cuestiones que tienen que ver con otras cosas.
Es maravilloso que haya un lugar (virtual) como este blog para que todos podamos expresar lo que pensamos y manifestarnos sobre el cine que nos gusta (y sobre el que no nos gusta)
Lo malo, el efecto colateral, es que pensemos que lo que nosotros pensamos es la única verdad.
Podemos decir lo que queremos sin descalificar a nadie. Esa es mi idea de la discusión. Quizás, no sea la suya. No tiene por qué serlo.
Con respecto a que lo programadores deben repensar su condición por la inclusión del corto, es exagerada. Permítame decirle que no estoy para nada de acuerdo. Hasta en la competencia oficial de Cannes hay filmes detestables, horrorosos y nocivos, estimado Daniel.
Por favor, dejemos de lado al taller: la culpa, en este caso, es del chancho y de nadie más.
Lo de "Stanilista" me causó mucha gracia. Espero que haya sido una broma.
Quédese tranquilo que no quiero ser cineasta, solamente deseo poder seguir haciendo lo que a mí gusta. No es poca cosa, le digo.
Al fin de cuentas, la proyección inesperada del corto antes de la función de la película que usted fue a ver, supongo que solamente le habrá robado un cuarto de hora, los mismos minutos que pierde diariamente haciendo la cola en el banco o en la panadería.
Si le ha causado mayor mal (algo imposible) sería bueno que revisara otras cuestiones, tal vez, no tan ligadas a las películas, sino más bien personales o de alguna otra índole.
Me alegro de que se haya dado cuenta de que las mujeres (usted escribió "minas", pero prefiero no referirme de ese modo a las representantes del género femenino) ni el cine son lo mío. Parece que en algún punto, a pesar de que le pareció malísimo, el corto funciona. Supongo que no pensará que quise mostrarme como alguien parecido a Chuck Norris (aunque me encantaría ser como Chuck) ni a cualquier galán de telenovelas, pues no me da el cuer(p)o para semejante aventura.
Saludos.
Jovic
P.D.: Oscar, su onomatopeya me recordó al Bangerang!, de Hook.
Jovic!!!
Ya nos hablaron tan mal de su película que hay muchos lectores del blog que están intrigados por verla, Si quiere, acérqueme una copia.
(sigo en la onda de tratarse de usted que se ha impuesto en este post)
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