miércoles, 31 de marzo de 2021
Larreta: blindame esta
sábado, 27 de marzo de 2021
Federales y unitarios en el cine argentino
La memoria, la verdad y la justicia. El cine nuevamente como plataforma de ideas viejas que aparecen como novedosas. Un nuevo cine militante y conservador ha nacido que reivindica a los unitarios. Habrá que darle batalla, como en la historia, la reciente y la de siempre.
Hace unos días, luego de ver Concierto para la Batalla de El Tala, de Mariano Yinás, comenté un post de Twitter donde decían que la película era fordiana, en relación a John Ford. Escribí irónicamente que si en el algo se parecían eran que ambos son conservadores y de derecha y que, si Ford mató más indios que Custer en sus películas, era de esperar que Yinás haga lo propio con los caudillos federales, tal cual lo hizo Mitre, su mentor ideológico. Yinás, o a través de la cuenta del Pampero, su productora, me escribe que me vaya a la concha de mi madre a decirle conservador y de derecha, agregando “pelotudo”. Mi respuesta fue una manito con una V de la victoria peronista. Yinás lejos de sus diatribas intelectuales respondió con su ego y en eso ya perdió el primer round. Se sabe que el que se enoja pierde. A partir de ahí me dediqué a pensar un poco más su película y la de la troupe que lo acompaña. Pero vamos por partes ya que esto no comienza aquí.
Convengamos que tienen algo en común, los dos son tipos conservadores y de derecha. Ford mato más indios que Custer, ahora falta de Llinas empiece a matar en sus pelis más federales que Mitre (su mentor ideológico)
— gustavo postiglione (@63gus) March 24, 2021
Por qué no vas a llamar “conservador de derecha” a la concha de tu madre, pelotudo!
— El Pampero Cine (@ElPamperoCine) March 25, 2021
✌🏼
— gustavo postiglione (@63gus) March 25, 2021
Cuando pienso en el cine, también pienso en las ideas que rodean al cine. En el año 2004 edité un libro que se llamó Cine Instantáneo, donde reflexioné sobre mi experiencia como realizador pero también sobre la realidad del cine argentino de ese momento. Escribí: “En los noventa comenzó una búsqueda en el cine que probablemente tenga sus lazos más cercanos con películas y realizadores de los 60, década muy compleja, en donde convivieron experiencias distintas y por momentos encontradas (Torre Nilsson, Antín, Solanas, Birri, Favio). Hoy sucede lo mismo, con una diferencia: falta el debate estético-ideológico. En los sesenta, como en parte de los setenta, se seguían líneas de pensamiento que abarcaban desde el aspecto político-filosófico hasta el estético. Lamentablemente el cine argentino de hoy carece de un debate que sería enriquecedor para la reconstrucción de un cine que comienza a juntar sus pedazos. Un debate que quizás se dé en el campo de la crítica pero que nos deja afuera a los realizadores.” Pasaron 17 años de la publicación del libro y hoy puedo decir que se ven con más claridad los aspectos políticos de los distintos sectores que formaron parte de ese cine de renovación.
Leo que un director presenta en el BAFICI una película que es la primera parte de una saga sobre los mártires unitarios de nuestra historia: Concierto para la Batalla de El Tala. Gracias al streaming del festival puedo ver ese film (o como se lo quiera llamar) y, más allá de sus virtudes y/o defectos, es un objeto pensado para sostener desde el arte cinematográfico un pensamiento ideológico muy claro, por más que eso se ponga en duda en las mismas declaraciones del director. Es muy interesante esta operación, porque avanza en un terreno donde hay pocas propuestas de este tipo. Durante los cuatro años del gobierno conservador-devastador de Mauricio Macri el arco artístico intelectual que lo sostuvo fue bastante pobre, tirando a patético, con Campanella, Brandoni, Betty Sardo y Casero como los principales referentes. Así y todo no hubo obra que lo justificara desde la creación artística. Faltó la novela o la película macrista. Sin embargo creo que hoy tomaron nota y comprendieron que la cultura y el arte son factores fundamentales para hacer y gestionar la política. El peronismo, y en menor medida la izquierda, siempre han tenido grandes cuadros intelectuales y artistas que podían y pueden argumentar con mucha firmeza las ideas del campo popular y la defensa de las causas nacionales. Parte (digo parte y no la totalidad) del nuevo cine argentino y de la nueva crítica han constituido un espacio que tiende a ser la referencia artística e intelectual de los sectores más conservadores, pero al estar vestidos de modernidad son mucho más digeribles que la pobreza discursiva de Alfredo Casero, Juan Campanella o el mismo Brandoni, que parece patinar cada vez que habla. Al ver la película de la batalla del Tala y al leer el libro Diario de la Grieta de Juan Villegas, me doy cuenta de que, de manera orgánica o por sincronismo casual, surgen miradas sobre la realidad (vistas desde el pasado hacia el presente) que pretenden situarse en un lugar un tanto equidistante del conflicto histórico argentino, pero que en definitiva están parados en una vereda muy concreta. Esto es muy alentador, porque se animan a salir a la cancha de manera franca y sincera. Hablar de los mártires unitarios o que un artista -que uno lo supone progresista- diga públicamente que vota a la derecha, es algo que no era moneda corriente en este país.
Concierto para la batalla de El Tala es una película que podría ser un programa de televisión de Encuentro desde su criterio estético y narrativo, pero con una ideología contraria al canal estatal. Hay algunos momentos para destacar en este film, uno es cuando se utiliza el término "ciudadanos" al hablar de los habitantes del país, en contraposición al concepto de “gente” al que muchos políticos recurren hoy en día -como bien asevera la película. Pero creo que hablar de ciudadanos no es en contraposición a “gente”, sino en oposición a "pueblo". El término "pueblo" es algo casi propio del peronismo. Es un concepto que difícilmente pueda salir de la boca de un conservador liberal, ya que le tienen fobia a esa palabra tanto como al peronismo. Para ellos, pueblo tiene que ver con esa muletilla de calificar de populismo a los gobiernos peronistas para denostarlos. Hablar de pueblo también sugiere una reflexión mucho más profunda, que significaría meterse en categorías sociológicas que están por encima de una visión superficial del hecho histórico. Otro momento de la película en el que me detengo es cuando el equipo técnico canta unos versos a favor de Lamadrid, el protagonista derrotado en la batalla. La canción repite varias veces la palabra “tiranos”, en clara alusión a Facundo Quiroga o cualquiera que se le parezca. Podríamos decir que el tirano es el caudillo oscuro, provinciano, bruto, salvaje y, por ende, peronista. La estigmatización del caudillo federal o de lo que representa para los sectores del poder económico y oligárquico fue definida claramente por Sarmiento en su brillante Facundo y Esteban Echeverría en El Matadero, relato que tuvo su continuación en el siglo XX (no casualmente) con Borges y Bioy, cuando lo re escriben como "La fiesta del monstruo", Lamadrid, en clave antiperonista. Civilización y barbarie algo que define estéticamente al equipo técnico que aparece en el film: el director está en camisa y corbata, como el jefe o gerente de la empresa (camisa blanca y corbata marrón). El resto del equipo en remeras, la mayoría oscuras, como los obreros uniformados de manera que ninguno resalte por encima del gerente y mantengan su anonimato. ¿Quién dirige hoy una película en camisa y corbata? Entiendo que todo en el film es una decisión consciente, y aparecer con ese atuendo ante cámara está pensado desde un criterio ideológico que establece su condición de clase.
No es casual que Beatriz Sardo haya sido una de la invitadas de lujo al estreno de este film, ella bien podría ser la madrina ideológica de la película; su marido, el director Filipetti, es uno de los maestros de Yinás, Villegas y unos cuantos más. Filipetti filmó una película llamada Secuestro y Muerte, sobre el secuestro y fusilamiento de Aramburu por parte de los Montoneros, guión co-escrito junto a Sardo y Yinás. Escritura de la que podría haber participado Isaac Rojas, pero murió unos cuantos años antes. Hay una conexión entre Secuestro y Muerte y Concierto para la batalla de El Tala. Son películas militantes de carácter conservador, fundamentalmente anti peronistas, algunos dirían gorilas, pero prefiero no usar ese término. También son películas lights. Porque en definitiva lo que hacen es una operación de crítica al peronismo actual (o kirchnerismo) pero, al trabajar con materiales de la Historia pasada, evitan confrontar directamente con el presente y lo hacen de manera elíptica. Diferente es el caso de Juan Villegas y su Diario de la Grieta, donde desnuda a partir de anécdotas personales sus miedos a mencionar su elección política en sociedad. Su libro termina siendo un claro y sincero manifiesto anti kirchnerista de un director de cine que por momentos parece dudar de sus propias ideas. Es una persona que yo no hubiera imaginado peronista pero tampoco como un votante de la derecha. Si bien no comparto la mirada ni el pensamiento de Viilegas, me parece que es una persona con la que se podría dialogar y hasta debatir, cosa que no haría con Yinás ni Filipetti, aunque tampoco creo que a ellos les interese debatir conmigo. Hay debates que son estériles, más aún cuando las posiciones ideológicas son tan distantes.
Es interesante la unanimidad crítica hacia Concierto para la batalla de El Tala, inclusive de aquellos periodistas que uno supone no comulgan con las ideas conservadoras. El autor de la película ha logrado con legitimidad y talento seducir con su cine pero también embaucar con su ideología, al mejor estilo Carlos Saúl. Esto tampoco es casual, esa generación de egresados de la Universidad del Cine cursó sus estudios durante el menemismo, que fue el momento de mayor éxito de esa casa de altos estudios, dirigida por un radical que fue director del Instituto Nacional de Cine e hizo grandes negocios en el menemato vendiendo su educación privada por todo el mundo y con buen marketing. Formarse en la década de la pizza y el champán, en medio de la desideologización de una sociedad, tiene sus costos y podemos ver sus resultados. Algún crítico destaca la provocación que significa defender a los unitarios en un país que se ha conformado a partir de la victoria federal. Craso error, Argentina en lo discursivo puede decirse federal, pero desde su constitución como Nación fue unitaria. La traición de Urquiza a los federales en Pavón entregándole el país a Mitre definió el país unitario, ese que dice ha perdido sus batallas militares pero ha ganado todas las políticas. Las provincias siempre estuvieron relegadas a las decisiones macrocefálicas de la ciudad de Buenos Aires y todavía lo están. Y, si algunos piensan que es una provocación defender a los unitarios, es porque no leyeron nunca La Nación, que desde el siglo XIX defiende esos intereses. Es raro que los análisis de la película tomen de manera superficial los aspectos ideológicos y se centren en las cuestiones formales y narrativas. Al ser un film militante, se espera que haya una profundidad conceptual al analizarla. La película desliza (¿ingenuamente?) que los políticos y caudillos de aquel momento eran más íntegros y más nobles que los de la actualidad. Supongo que no hay una carencia de lectura o de formación política por parte del guionista y se trata de otra decisión (¿militante?) para sostener sus ideas. Con solo nombrar algunos referentes de la política del 1800, nos encontramos con hechos y situaciones que hoy escandalizarían a más de un republicano. Podemos mencionar a varios presidentes con muchas más manchas que integridad, Rivadavia, Urquiza, Mitre, los grandes nombres que también fueron grandes corruptos.
En el año 2007 se estrena El Hombre Robado, de Matías Piñeiro, director con muy buen handicap crítico desde -este- su primer film hasta la actualidad. Casualmente, Yinás escribe en el momento de ese estreno: “El hombre robado viene a poner fin a una tradición. Hasta ahora, la vieja causa unitaria no conocía en la literatura más que la muerte y la derrota. Sus epopeyas eran invariablemente trágicas: El unitario de Echeverría era degollado en un obsceno festín de gritos y de barro. Belgrano, en Amalia, se desangraba enamorado y solitario en una quinta de Barracas. Dahlman, abandonado a su suerte, era apuñalado en el Sur". Más adelante Yinás termina con esta frase :“Matías Piñeiro decide poner fin a esta vasta genealogía de mártires, y le opone, apenas, a una serie de chicas enamoradas que recorren a la carrera las calles de la ciudad. 'He aquí la última generación de unitarios', parece decirnos. Una generación bravía, orgullosa, triunfal”.
Luego de leerlo escribí en mi blog el 6 de febrero de 2008 lo siguiente:
“Quien escribió esto es un personaje que ha dicho que su cine ocupa en el cine nacional lo que Sumo en el rock. En los reportajes que le han hecho siempre se ha demostrado ser un tipo inteligente, filoso y en cierta manera provocador. La provocación siempre es bienvenida en cualquier manifestación artística. La provocación en el arte siempre tiende a romper con los esquemas, a proponernos la alteración de lo establecido, es una actitud por lo general vinculada a las vanguardias. Me atrevería decir (aunque a algunos el término les parezca demodé) que la provocación es una actitud de izquierda, en el mejor de los sentidos. Está claro que Sumo fue transgresor y provocador. Pero cuando la provocación incluye comentarios de un tinte ideológico que concuerda con los sectores más reaccionarios de la Argentina ahí -creo- estamos hablando de otra cosa, de esconder bajo una aparente actitud transgresora la idea de darle una nueva cara al clásico conservadurismo argentino, o más precisamente porteño. Una derecha moderna, vinculada a los restos de lo que fue la socialdemocracia de los 80, que de una u otra manera han representado De la Rúa en su momento y Macri hoy, pero que se formaron y enriquecieron durante la década menemista. Pero ¿qué quiere decir con 'He aquí la última generación de unitarios. Una generación bravía, orgullosa, triunfal'? ¿A quién se refiere? ¿A los personajes de la película? ¿A los caudillos unitarios? ¿A él mismo como cineasta-productor-unitario? ¿Se puede estar orgulloso en este país de llevar la bandera de los unitarios? ¿Es esto provocador?
Tiempos extraños, donde un director se enoja porque lo califican de conservador y de derecha cuando hace más de una década que dice defender los principios de un pasado conservador, tanto en ideas como en prácticas políticas. Ser conservador es justamente intentar mantener modelos e ideas que pretenden no evolucionar ni modificarse. Un artista que defienda de manera tan contundente un pasado primitivo sobre el presente (en términos políticos) es claro que tiene una actitud conservadora. Y el conservadurismo en este país siempre fue de derecha. Y la derecha nunca fue democrática. Quizás haya que regresar a una vieja discusión referida a la obra y la ideología de los artistas. Hace unos días hablaba con algunas personas sobre las actitudes policiales y buchonas de Piazzolla, que luego de haber participado de una cena con Videla en 1977, llegó a acusar de comunistas a los músicos jóvenes de su banda mientras los llevaba de gira a Europa financiado por la dictadura, en una campaña que el gobierno militar quiso hacer a nivel internacional para lavar su imagen. Y el macartismo de Astor no terminó ahí, ya que hasta puso en riesgo la vida de uno de sus músicos -pero eso es parte de otro debate. Lo que no se puede discutir es la genialidad de Piazzolla, su talento y lo que representa para la música nacional e internacional. Es uno de los pocos músicos de los que se puede decir que crearon algo nuevo. Pero también es cierto que ningún tango de Piazzolla habla de su ideología, ni de sus pensamientos delatores o de sus cabronadas. Su música está libre de su parte jodida y trasciende eso mismo. No voy a poner en el mismo lugar que Piazzolla a Yinás, Filipetti, Piñeiro o Villegas, pero hay una clara diferencia entre estos tipos y Piazzolla que no está relacionada con la calidad artística. La diferencia es que estos directores, escritores, productores, trabajan su obra con el contenido de sus ideas de manera explícita. Es decir, yo puedo conocer las ideas de Piazzolla por sus actos y declaraciones públicas, pero no lo puedo saber al escuchar su música. Y puedo darme cuenta de las ideas políticas de Yinás o Filipetti viendo sus películas o, en el caso de Juan Villegas, leyendo su libro. Es decir, las obras hablan de la ideología política de los autores. En el caso de Yinás, esto se ve más claro en sus guiones para otros y en esta última (Concierto para la batalla...) y quizás no tanto en sus otras películas o serie (La Flor). Es importante que aclare que creo que Yinas es uno de los grandes directores de su generación, pero eso no quita que sus películas (y las de parte de su grupo) representen ese pensamiento arcaico liberal que se funda en una mirada porteña y de clase que ha desdeñado y despreciado históricamente al peronismo, convalidando -por acción u omisión- golpes de estado, gobiernos que destruyeron la economía del país y hasta generando una corriente negacionista que hoy discute la existencia de los muertos de la dictadura. Estoy convencido de que hay que darle batalla a este pensamiento, pero desde el cine y no desde una bravuconada de Twitter, como la que me provocó escribir este texto. Y, más allá de que me haya mandado a la concha de mi madre o haberme dicho pelotudo, el terreno de la confrontación de las ideas será el propio cine. Las bravuconadas infantiles o los insultos los resolveremos en otros ámbitos, donde las ideas no importan demasiado.
Para terminar creo que Concierto para la batalla de El Tala es un objeto valioso que nos interpela a los que estamos en la vereda de enfrente para contraponerle, ya no desde lo discursivo o lo textual sino desde lo específicamente cinematográfico, nuevas obras que reflejen esa contracara. Dos países confluyen en Argentina y eso no hay manera de cerrarlo o clausurarlo. Esto supone relatos diferentes y contrapuestos, pero también estéticas y narrativas que abran nuevas puertas. Hoy el conservadurismo es parte (digo parte, no la totalidad) de la vanguardia cinematográfica, tanto desde la producción como desde algunos aspectos críticos. Es un espacio que hay que poblar con otras miradas y otras ideas, para que la confrontación sea un poco más pareja y que la Historia también se cuente desde la derrota real y no desde la ficticia.
El centenario del tiburón IV y última
Oscuridad de Piazzolla
Esta es la parte conversada, la última parte, la cuarta, acá nos entregamos al pulso de la conversación, de una orilla a la otra del río, entre Montevideo y Buenos Aires, ruido de miércoles, música del diablo. Ya dedicamos tres posteos al centenario de Piazzolla. Los cuatro juntos ni ahí llegan a rozar el misterio de la música de Astor. Hay libros escritos por críticos muy competentes. Acá nos detenemos a hurgar en aspectos oscuros del genio. Ya escribí bastante sobre eso. Por la vida de Piazzolla pasaron Gardel, Troilo, Borges, Spinetta, Amelita Baltar -a la que en un gesto tardío él quiso borrar y no pudo-Y al final de más de dos horas de conversación aparece Charly y una frase gloriosa. Ahí la cosa se corta. Hasta la próxima temporada.
jueves, 25 de marzo de 2021
Un 24 de marzo cristinista
La historia del terror de estado en Argentina y la consecuente lucha por los derechos humanos nunca fue un conflicto a-partidario: los que dieron el golpe del 76 eran la continuidad perfecta de los que habían bombardeado la Plaza en el 55. Los radicales también habían consentido en la época de la fusiladora el bombardeo y los fusilamientos y se habían prestado a simular que tenían el poder por un rato mientras el peronismo estaba proscripto, como hizo Illia. Siempre se trataba y se sigue tratando de desmantelar el estado que instituyó el peronismo: la dictadura del 76 no se hizo con la finalidad de desaparecer y torturar militantes, sino que desapareció y torturó militantes para desmantelar los derechos laborales y sociales establecidos por el peronismo. Esta secuencia indica que ni la violación de los derechos humanos fue a-partidaria ni la lucha por su defensa lo fue. En Argentina los derechos humanos tienen una genealogía trazada a la luz de la lucha política y partidaria. De ese lado siempre está la Embajada, la Rural, La Nación, los intereses financieros internacionales empeñados en que Argentina permanezca en su rol de granero del mundo. Sin estas pujas, las violaciones de los derechos humanos no harían falta.
Las clases dominantes son feroces: usaron a los milicos como forros y cuando cumplieron sus objetivos mortíferos y económicos entregaron a las cúpulas a un simulacro de justicia restringida, ejecutada por los radicales. Esa es la clave para entender la CONADEP con Fernández Mejide, la rebelión carapintada, las leyes de la impunidad y la estampida atolondrada del alfonsinismo en el 89. Cuando la vía radical se agotó, las clases dominantes se deshicieron de Alfonsín con el mismo desdén con que antes lo habían hecho con Videla y compañía. Los aliados son circunstanciales, pero los intereses son permanentes. La Sociedad Rural y La Nación de 2021 pueden ser alineadas con las que intentaron derrocar a Cristina sin éxito en 2008, con las que putearon a Alfonsín en el 88, con las que mataron y torturaron en el 76 y con las que bombardearon en el 55. A pesar de Beatriz Sarlo, que dice que esas continuidades son impensables. No es raro que diga eso: ella es la guionista de una película dirigida por el inepto de Filippeli, Secuestro y muerte, en la que la figura del fusilador Aramburu se asimila en su extraña caracterización actoral con la de un Alfonsín vencido. Sarlo no se equivoca al negar las continuidades: ella las encarna y a su vez elabora el relato negacionista.
La historia de la postdictadura es la de la semi-impunidad de los represores militares, siempre salvados mediantes subterfugios leguleyos, y sobre todo la intocabilidad absoluta de los cerebros civiles de los golpes. En eso, Alfonsín no sería el Padre de la Democracia, sino de la Postdictadura. Es el rol histórico del los radicales. Por eso la lucha de los derechos humanos siempre fue partidista, por eso Alfonsín nunca recibió a las Madres y puso en su lugar a una madre trucha como la Meijide. Por eso los radicales nunca organizaron marchas conmemorativas para mantener viva la recusación del terrorismo de estado y de la subordinación nacional a los intereses imperiales. Fueron los propios radicales los que partidizaron la lucha por los derechos humanos, al tratar de resolver el problema del terrorismo de estado mediante una solución cosmética que dejara a salvo a los beneficiarios del golpe.
Para las clases dominantes, Alfonsín no es una figura maldita sino un forro que usaron y tiraron cuando ya no lo necesitaban porque encontraron más eficaz a Menem para vaciar el peronismo por dentro. Y fue partidista el indulto de los 90: lo hizo la derecha peronista, como queda plasmado en el beso de Menem al Almirante Rojas. Por eso, Menem y Alfonsín fueron los eficaces instrumentos de las clases dominantes para sellar el Pacto de Olivos, la institucionalización de la República diseñada entre las misiones del FMI y las mazmorras de la ESMA. El Pacto de Olivos es la continuidad de la postdictadura, con esa imagen de Alfonsín vencido, que se parece tanto al personaje de Aramburu en la película de Sarlo y Filippelli. Por eso ni Alfonsín ni Menem fueron malditos para las clases dominantes en alianza con el poder financiero internacional.
En 2004, un 24 de marzo, Néstor pide perdón a las víctimas de la dictadura en nombre del estado. Es algo más que un gesto: es un corte simbólico con efectos reales. Inmediatamente se lo criticó porque se dijo que en ese discurso en la ESMA recuperada para la democracia Néstor se había olvidado de nombrar el valor del Juicio a las Juntas de Alfonsín. Néstor dijo que el estado postdictatorial era cómplice de la impunidad y quiso con ese pedido de perdón hacer cesar históricamente la continuidad del terrorismo de estado. Se dice que la propia Cristina le marcó esa noche el olvido a Néstor y que Néstor lo llamó privadamente a Alfonsín para reparar el olvido. Sarlo fue una de las voces más indignadas por la omisión. Yo no sé qué sucedía en la cabeza de Néstor, pero ese fallido tenía sentido: Néstor acertaba al decir que el alfonsinismo fue una continuación de la dictadura, aún a pesar del Juicio a las Juntas, o más bien porque todo se limitó al Juicio a las Juntas.
Los derechos humanos en Argentina tienen una historia no solo política sino partidaria: es Néstor el que recibe a las Madres, el que descuelga el cuadro de Videla que todos los presidentes postdicatoriales hasta él habían dejado, el que pide perdón en nombre del estado y el que impulsa decisivamente los juicios contra los genocidas. Videla sabía mejor que los pusilánimes de Seúl que los derechos humanos en Argentina son partidarios, porque dijo antes de morir que con los Kirchner vivió su peor momento: no culpó ni a Alfonsín ni a los beneficiarios del golpe que lo entregaron, sino al presidente que produjo el cese del terrorismo de estado que permaneció impune por décadas. Los Kirchner no solo son figuras malditas para Videla, sino sobre todo para sus mandantes, que son los mismos que sostuvieron el gobierno de macri que la retaguardia de Seúl reivindica. Los Kirchner son intolerables todavía porque las clases dominantes, con todo el despliegue de su poder imponente, no lograron extirparlos del cuerpo de la República, como verbalizaron los dictadores y el propio macri en sus metáforas quirúrgicas.
Por eso el 24 de marzo de 2021, el segundo en medio de la pandemia, el segundo sin la posibilidad de marchar a la Plaza como la tradición de las Madres, las Abuelas y los Organismos de DDHH instauraron hace décadas -marchas a las que nunca asistió el radicalismo- fue tan partidario como siempre, como deploran los de Seúl.
El discurso de ayer a la tarde de Cristina en La Plata iluminó el 24, lo transformó en continuidad presente y cuentas pendientes para el futuro: los verdaderos autores del golpe siguen impunes. No se trata de revolver un álbum de fotos viejas, como el macrismo tímido quisera. No se puede borrar de un plumazo, como el macrismo brutal se propuso. La derecha tímida querría una conmemoración encarnada en la figura de Meijide, pero es demasiado tarde: esa pobre mujer hace años que deshonra la memoria de su hijo. Aunque la verdad es que los de Seúl tampoco quieren conmemorar el 24 de ninguna manera: quieren el olvido, sin éxito por ahora. Porque los derechos humanos en Argentina son políticos y partidistas.
miércoles, 24 de marzo de 2021
Prepárense
En el centenario del nacimiento de Astor Piazzolla todavía hay mucho que no se escuchó. y algunas cosas no se quieren oír. Hoy 21:30 las hablamos en en Ruido de Miércoles. Con Andrés Mastrangelo en el canal de YouTube https://www.youtube.com/channel/UC34uRXYdqbXYq84zp8PwFNQ
Piazzolla: ese tipo genial, creador de una forma musical única, asociado a uno de los momentos más negros de la historia argentina. Había hecho la más maravillosa música, conoció a Gardel, Borges, Troilo, con todos ellos compartió experiencias artísticas y no simples cruces casuales.
Pero Piazzolla y la dictadura es una clave y un clavo doloroso de la Argentina. El campo de batalla se dividirá entre quienes lo defenderían negando su colaboracionismo y su machismo y otros que sobre esa misma base propondrían cancelarlo. Yo creo que ese contraste violento entre lo sublime y lo rastrero es lo más interesante para pensar el arte.
martes, 23 de marzo de 2021
Este 24, como cada 24
sábado, 20 de marzo de 2021
Tiburones y lagartos
jueves, 18 de marzo de 2021
El boicot de Larreta y el peligro de Manaos
Tabla de muertos por millón de habitantes por país
GIBRALTAR 2.791
SAN MARINO 2.266
REPÚBLICA CHECA 2.229
BÉLGICA 1.944
ESLOVENIA 1.899
UK 1.847
MONTENEGRO 1.861
HUNGRIA 1.807
BOSNIA y HERZEGOVINA 1.737
ITALIA 1.712
BULGARIA 1.695
USA 1.657
PORTUGAL 1.643
MACEDONIA DEL NORTE: 1.626
ESLOVAQUIA 1.600
ESPAÑA 1.556
MÉXICO 1.508
PERU 1.487
LIECHTENSTEIN 1.466
ANDORRA 1.461
FRANCIA 1.399
CROACIA 1.397
PANAMA 1.379
BRASIL 1.335
SUECIA 1.304
LITUANIA 1.272
POLONIA 1.270
COLOMBIA 1.200
ARGENTINA 1.192
Estas son cifras actualizadas a la fecha . Es una lista muy odiosa: cuenta la cantidad de muertos por Covid por millón de habitantes. Fríos números, muertos por millón, es decir: cada 1 es una tragedia. Todo puede cambiar, porque un fenómeno como esta pandemia no tiene un antecedente en la historia con qué compararse. Pero que sirve para evaluar comparativamente la incidencia de la pandemia en nuestro páis y la relativa eficacia de la campaña sanitaria. Se dice que estos números son "datos duros". Esa visión cuantitavia no muestra todo lo que hay. Cada país tiene una situación política, económica, cultural e histórica diferente, que los números no alcanzan a expresar. Como puede apreciarse, en esta lista aparecen mezclados países muy grandes y muy chicos, ricos y pobres, con sistemas de salud en diversos estados de fortaleza y con gobiernos que encararon el problema de diversas maneras: coherentes, más o menos zigzagueantes, negacionistas o caóticos. El corte temporal al día de la fecha implica un sesgo porque hay países a los que la pandemia llegó antes que a otros. Hay países que ya entraron en la segunda ola de contagios y otros, como Brasil, cuya línea ascendente no parece tener freno. Algunos países, algunos estados de ciertos países sufrieron el colapso del sistema sanitario.
La lista numérica es una foto instantánea pero el comportamiento de la pandemia, lo hemos aprendido, es imprevisible: nada asegura que estas tendencias se mantengan en las próximas semanas. Algunas cosas parecen seguras: los países gobernados por dementes negacionistas conocen catástrofes irreversibles. Los que no llegaron aún a esos extremos no tienen asegurado ningún final. En gran medida depende de esos factores difíciles o imposibles de medir en este cálculo: el comportamiento social, las disputas políticas, el activismo y el poder de los grupos antivacunas, la fortaleza del sistema sanitario, la situación socioeconómica previa, los ciclos estacionales, el acceso a las vacunas, la competencia comercial de los laboratorios y las luchas geopolíticas de los estados para acapararlas.
Una variable más indeterminada radica en errores o aciertos contingentes que producen estados y sociedades. Un ejemplo de mucho peso en la actualidad: hoy hay países que están suspendiendo las clases presenciales, en otros recién se está volviendo a ellas: en Argentina hay un tironeo político que la hizo ingresar en una zona gris. El distrito más rico, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, aceleró una vuelta a la presencialidad con protocolos que son incumplibles y esto antecede claramente a un ascenso de la curva: ¿hasta dónde la propia sociedad tolerará este ascenso? ¿quién pone la decisión cuando el apuro no va acompañado por los debidos cuidados y los números se disparan?
Otra cuestión: Argentina está rodeada de varios países que sufren ahora un severo aumento de casos, por lo que una decisión de seguir con las fronteras abiertas o cerrarlas puede cambiar el avance de la pandemia dramáticamente en pocas semanas. El caso más dramático es Brasil: la curva muestra el brutal incremento de casos de muertes en Brasil: ¿hasta cuándo se pueden seguir manteniendo nuestras fronteras abiertas con ese país sin que este desastre se derrame hacia nuestro territorio?
El cuadro es lo suficientemente alarmante como para que un grupo de científicos, académicos y referentes sociales pusieran a circular una carta dirigida a las autoridades nacionales para cerrar las fronteras. La lista de los firmantes está encabezada por Andrea Gamarnik, Ruth Rosenstein, Roberto Etchenique y Alberto Kornblihtt; Nora Cortiñas, Adolfo Pérez Esquivel, Adrián Paenza y Sergio Maldonado, entre otros:
En la coyuntura nacional opera una derecha feroz que desde hace meses trabaja para hacer fracasar la política sanitaria apostando a una catástrofe humanitaria con el único objetivo de dañar al gobierno. Está en la propia naturaleza de la derecha hacer política con la muerte. Una noticia de hace dos días: el gobierno de CABA clausuró el principal centro de atención de PAMI en la ciudad, el Hospital Español: es imposible separar este atropello de Larreta de su oscuro smanejo del plan vacunatorio. Larreta excluyó deliberadamente al PAMI de la primera fase del plan y privilegió a ciertas empresas de medicina prepaga en el reparto de vacunas que se consiguieron con los fondos públicos. Es parte de la matriz que Larreta aplica desde que maneja esta ciudad favorecer intereses privados en detrimento del estado. Si agregamos la devastación social y sanitaria que había dejado el macrismo pocos antes de la pandemia, el gobierno nacional se pasó el primer año de su mandato en un plan de reducción de daños con relativo éxito, como muestra la lista comparativa con que empieza esta nota. Eñ sistema sanitario pudo haber colapsado y eso se evitó. Pero las clases que apuestan a la masacre están muy activas, por lo que el resultado final es abierto
Como lo muestra la calusura intempestiva del Español, Larreta ya no encubre su boicot hacia la salud pública: en esto parece que la derecha no tiene halcones y palomas: son todos iguales. En los primeros meses de gobierno, Alberto Fernández intentó alinear la jurisdicción nacional, la porteña y la bonaerense en una estrategia común para sacar la pandemia de los tironeos de la llamada "grieta". Durante un tiempo, Larreta fingió que coordinaba sus políticas con las de toda la Nación, pero pronto empezó a boicotearlas, primero subrepticiamente y ahora de manera abierta. Los medios corporativos, que hoy vertebran la oposición política, le dan a Larreta una protección que encubre su desastrosa gestión de la ciudad más rica del país.
Por su estructura socioeconómica y su posición geográfica, CABA es además el distrito que irradia nuevas olas de contagios, como sucedió a fines del verano 2020 y empieza a verse ahora de nuevo.
Este cuadro muestra, actualizado al 16 de marzo, el porcentaje de casos de Covid por cada 100 mil habitantes en diversas regiones de Argentina. La línea amarilla es CABA, la celeste es Provincia de Buenos Aires. La verde es el resto del país, desagregado el AMBA. La roja es el total del país. En todos los casos se muestra un aumento desde principios de marzo hasta hoy. Pero la curva de CABA es la que sube de modo brutal y arrastra al resto. La curva porteña empieza a subir bruscamente el 4 de marzo, es decir: dos semanas después del inicio a las apuradas de las clases presenciales impuesto por Larreta y Acuña, con escuelas que, según confiesan sus propios directores por lo bajo en reuniones con sus docentes, no pueden cumplir con los protocolos declamados por el larretismo. ¿Quién le pone el cascabel a este gato?
Rige por ahora una decisión política de Alberto Fernández por no hacer explícitas las notorias diferencias sanitarias con el larretismo, como si al presidente le costara despegarse de la foto incicial que rindió sus frutos en el lejano comienzo de la pandemia.
lunes, 15 de marzo de 2021
Piazzolla, el rock y la dictadura: bancate ese defecto
viernes, 12 de marzo de 2021
Sarlo: te vi venir por debajo de la mesa
En 2008 percibí el alineamiento ideológico de Beatriz Sarlo en un momento que resultó prematuro, si lo comparamos con la reacción de todos los que recién ayer advirtieron su rol decisivo en una operación de la derecha contra el plan de vacunación de la provincia de Buenos Aires. Cuando algunos conocidos se sorprendieron de la rudeza de Sarlo para transitar su momento de mayor exposición social -ayer llegó por primera vez a la tapa de los diarios y no fue por ningún libro suyo, sino por la burda mentira que dio lugar a una fake news- recordé que la ensayista mediática ya se había alineado con total subordinación a la derecha oligárquica argentina en 2008.
Este blog ya existía y la historia la íbamos escribiendo en tiempo real. En medio de un intento serio de las patronales agrarias, aliadas con La Nación y Clarín, para voltear el primer mandato de la presidencia de Cristina, Sarlo ya había levantado la mano para decir: yo estoy de ese lado. Enseguida se diferenció de algunos coetáneos del campo cultural, ex-militantes setentistas, que veían avanzar los intentos golpistas y empezaban a reunirse en lo que después se llamó Carta Abierta. Lo que se estaba rompiendo en ese momento era un clima político generado en los 80 alrededor de Alfonsín, de defensa de las instituciones democráticas ante los avances de los poderes fácticos.
La primera secuencia de ese clima que en 2008 se rompió nos lleva dos décadas más atrás: se había generado en la Semana Santa de 1987 cuando una multitud acudió a la convocatoria de "defender la democracia" ante la rebelión carapintada. Los líderes de esa insurrección siempre negaron que trataran de voltear a Alfonsín y sostenían que solo estaban protestando contra los privilegios de las jerarquías militares, pero la sociedad civil olió el clima golpista y ese jueves santo en el balcón de la Casa Rosada el presidente Alfonsín, ante una plaza llena de personas de distintos partidos, fue apoyado por la dirigencia peronista de entonces, los "renovadores", un gesto de unidad fuerte que sacó a Alfonsín de la encerrona, mostró que la dirigencia opositora y el pueblo estaban alineados detrás de las autoridades legítimas contra los golpistas, aún cuando estos negaran que quisieran derrocar a Alfonsín. Sarlo, en el Club de Cultura Socialista, aún con su matiz antiperonista, formaba parte de ese clima de época.
Fue el momento fundacional de todo un período y a la vez único: parecía encarnarse en cientos de miles de cuerpos el Nunca más. Alfonsín malversó ese apoyo y en seguida negoció con los carapintadas, lo que hizo que a partir de ese momento se diera vuelta el reloj de arena de su credibilidad y el Nunca Más de esa semana santa se convirtió en Nunca más salimos a bancarte porque vos te rendiste frente a los poderes fácticos. Ese episodio podría considerarse también como precursor del kirchnerismo. Desde Santa Cruz, la pareja de dirigentes que décadas después se convertirían en los líderes políticos más importantes de la post-dictadura, Néstor y Cristina, aprendían algo de esa secuencia que iba del apriete de los poderes fácticos a la rendición de Alfonsín. Los Kirchner aprendieron que la bajada de banderas se convirtió en el patrón sistemático del alfonsinismo, lo que un gobierno democrático no tenía que hacer.
Veinte años después Néstor y Cristina se enfrentarían a una coalición similar a la que intentó derrocar a Alfonsín, pero ahí donde el radical se arrodilló, Cristina y Néstor supieron que capitular los llevaría por la deslegitimación con que Alfonsín terminó en 1989. Si el kirchnerismo es todavía el hecho maldito del sistema político argentino, es porque en este ciclo Néstor y Cristina tuvieron la firmeza que Alfonsín no sostuvo. Por esa razón, todavía hoy, 13 años después del lock out agrario, 34 años después del "Felices Pascuas" alfonsinista, Cristina sigue siendo la dirigente popular que las clases dominantes no logran asimilar ni destruir. El ciclo popular del alfonsinismo duró desde 1983 hasta 1987 y solo post-mortem fue neutralizado como "el Padre de la Democracia". El del kirchnerismo lleva ya 18 años.
Pero el compromiso del conjunto de la dirigencia política en defensa de las autoridades democráticas se habíaa roto en 2008. Ya no había una oposición dispuesta a estrechar filas en defensa de las autoridades legítimas, sino que indisimulablemente se había alineado con los facciosos para apoyar una nueva modalidad de los golpes de estado que surgía en la región, ya sin la participación de las Fuerzas Armadas. Los golpes de estado del nuevo siglo se dan en Latinoamérica con otro dispositivo, el lawfare, un concepto importado, insuficiente y poco expresivo para denominar los procesos de destitución que con patrón similar se fueron dando en Honduras, Paraguay, Ecuador, Brasil y Bolivia. Esta modalidad tuvo varios intentos para derrocar, encarcelar o proscribir a Cristina durante todos estos años y hasta hoy lo siguen intentando sin éxito. Con Cristina no pudieron.
Vuelvo a Sarlo: ella se destaca porque ya en 2008 se convirtió en la vocera de un sector que en los 80 había acompañado al alfonsinismo y en los 90 a la Alianza, pero en el nuevo siglo volvió sobre sus pasos y borró de su memoria el pacto del Nunca Más. Ella fue de las primeras en articular un discurso negacionista de esta nueva clase de golpe que se propagó por la región. Antes que ningún otro referente de la cultura ella dijo "Esto no es un golpe", como decían los carapintadas del 87. Junto con ella, los radicales se alinearon detrás de los que en 1987 habían acorralado a Alfonsín.
El neo-negacionismo se convirtió en el discurso del lawfare. En una perversa inversión de los significados, quisieron consentir la caída del gobierno popular "en defensa de la República", ya no de la democracia. Este borramiento del 87 no innovaba, sino que retrocedía hacia el 55. El mito de la República Perdida, proferido en la fundación del alfonsinismo, caducó. Las clases dominantes perfeccionaron sus métodos para interrumpir los períodos democráticos, disponiendo de la fuerza movilizadora de los medios de comunicación, los golpes de mercado y los sectores medios de la población que habían borrado de sus conciencias todo compromiso con la democracia. Así destituyeron a Dilma en un proceso de degradación política inaudito, así encarcelaron a Lula y proscribieron a Correa. Así voltearon a Evo. El problema con Cristina es que aún no pudieron, aunque lo siguen intentando.
Sarlo en 2008 hizo punta. En una entrevista dada a ADN, el suplemento cultural de La Nación, instaló la tesis de que no se podían interpretar los intentos destituyentes de la Sociedad Rural y los medios oligopólicos aliados al poder financiero internacional como una continuidad de los golpes de estado clásicos del siglo xx: según ella, no era lícito establecer una continuidad histórica entre la Rural que apoyó el golpe del 55 con la que apoyó a Videla y Martínez de Hoz en el 76 y la que en 1983, en la retirada desordenada de los milicos, declaró en una solicitada en el diario Convicción que, ante circunstancias similares a las del 1976, no dudaría en volver a actuar de la misma manera. La importancia simbólica del gesto de Sarlo no radicaba en que su voz gozara de un gran eco popular, sino en que una operadora cultural que en los 80 se había encolumnado detrás del Nunca Más volvía a intervenir desde La Nación para decir "Esto no es un golpe". Ese negacionismo que Sarlo pronunció por primera vez en 2008 lo mantiene hasta hoy.
Cuando vi el intento faccioso de 2008, presté especial atención a la posición de personas como Tomás Abraham y Beatriz Sarlo. Mi sorpresa de 2008 fue ver que se habían convertido en negacionistas de nuevo estilo.
El 19 de agosto de 2008 escribí:
El conflicto desatado a partir de la fallida resolución 125 -nunca mejor puesto el mote de “fallida”, porque el gobierno no pensó que iba a desencadenar todo esto- vino a mover todas las posiciones en el tablero. De alguna forma, todos hemos sentido la necesidad de re-ponernos, re-definirnos, re-pensarnos. La versión más degradada de esta experiencia coloca el problema en el lugar lo más lejos posible de sí mismo: acá lo único que pasa es que el gobierno, que Kirchner está loco, que el matrimonio perverso, que el clientelismo (...).
Beatriz Sarlo lo dijo con su talento de comunicadora: “Para un intelectual progresista o peronista era muy difícil no tomar una posición porque cuando el Gobierno convoca a la historia en su epopeya anticampo, evoca a través de la historia algunos hechos fehacientes de los últimos cincuenta, sesenta o setenta años" dijo de los otros que no son ella. Y de ella misma dijo: “yo no quisiera ser alineada como miembro del Partido Comunista Revolucionario prochino, del cual fui miembro hasta los cuarenta años. Quisiera ser alineada con mis transformaciones ideológicas y políticas en los veinticinco años que siguieron. Alinear a un protagonista respecto de ese pasado me parece inaceptable”. Sarlo no quiere ser alineada consigo misma y de paso le acerca a la Rural y a La Nación unas ideas persuasivas para que estas beneméritas instituciones no queden alineadas con su pasado... [Completo acá].
Me veía venir lo que vino. Un nuevo ciclo antidemocrático atraviesa toda Latinoamérica y expresa su racismo, su odio de clase y su oscurantismo con más desfachatez que los golpes de estado clásicos. Manejan los medios de comunicación que dirigen las insurrecciones -los fierros mediáticos, los llamó Néstor- y conquistaron la penetración de las redes sociales para inducir tecnológicamente estados de conmoción civil. Cuentan con la base social que estuvo siempre: los sectores medios carentes de proyecto estratégico, pendulantes entre momentos de cercanía con el pueblo y momentos violentamente reaccionarios [ver "La clase media, nosotros"].
La extraña operación de distanciamiento con su propia tradición propuesta por Sarlo terminó por volverse modélica para el neo-negacionismo. Por los acontecimientos de esta semana, algunos de los que en 2008 mi miraron raro por señalar el alineamiento de Sarlo con la derecha empiezan a advertir que ella es una agente orgánica de la derecha.
En estos años vi cómo Sarlo fue construyendo su personaje mediático con aura académica. Cuando Fantino o Novaresio la presentan, la llaman "la intelectual", cosa que no se sabe bien qué es. Se supone que ella pasó 50 años analizando discursos. Pero todo hizo eclosión cuando hace algunas semanas tiró como al pasar en TN que le ofrecieron la vacuna "por debajo de la mesa". Después no aclaró más nada, hasta este miércoles, cuando aparecen los hilos de la operación contra la campaña de vacunación de la provincia de Buenos Aires, en la que otra vez Sarlo hace punta. Hay una incongruencia ya inocultable hasta para muchos que la semana pasada la consideraban una referente intelectual: diestra analista de discursos, crítica literaria, académica que ostenta prestigio por analizar signos, durante los últimos años se vuelve comentarista política apoyada en su presunto saber. Justo ella no podría ignorar que una expresión tan grosera como "me ofrecieron la vacuna por debajo de la mesa" iba a desatar un escándalo.
En la nota que el miércoles le hace Bercovich, después de su declaración en Comodoro Py, ella dice que no sabe lo que en ese momento están diciendo los medios corporativos, que ella "lee los diarios de papel", jactándose de una cultura letrada que ya forma parte del personaje, pero que Página 12 siempre la ataca. Se ofusca y acusa a los periodistas -amedrentados por su presunto prestigio- de ser... ¡agentes del gobierno de Kicillof! Un delirio macartista. No tiene escrúpulos en incriminar a una ex docente de su cátedra con la que ni siquiera se comunicó en los últimos 20 años. Evade toda responsabilidad por la forma en que sus dichos confusos son usados por Clarín y La Nación, se va por las ramas, se exaspera. Jamás admite su rol decisivo en la operación. Lo cierto es que Sarlo jamás podrá alegar ser una incauta. Se presta con oportunismo a ser disparadora de una operación para desprestigiar a Kicillof. ¿Casualmente? esto salta el día después del colapso del plan de vacunación de Larreta. En la entrevista con Bercovich ella, sin que nadie le pregunte, dice que la vacunación porteña está funcionando a la perfección y que un familiar suyo se vacunó sin que ella haya avisado que era familiar suyo. Aprovecha el escándalo para pasar el chivo de Larreta. No creo que reciba guita por eso, solo es un gesto para afirmar su pertenencia al club: quiere seguir formando parte de La Nación y Clarín. Lo raro es que alguien pueda todavía suponerla una intelectual progresista.
Sarlo ya perdió la elegancia para simular su odio. Es interesante ver que sus últimos movimientos le están haciendo perder el respeto que le tenían hasta ayer nomás. En 2008 se la veía venir.