viernes, 31 de octubre de 2008
Liverpool
Por Oscar A. Cuervo
Hoy finalmente se estrena en Buenos Aires Liverpool, una de las películas del año. De ella ya hablamos bastante en este blog, en la radio y en la revista.
La manera que tiene Lisandro Alonso de cuidar esta gema de su orfebrería es no arrojarla a las fieras de los complejos multisalas. Otras valiosas películas argentinas se estrenaron este año en los shoppings y sobrevivieron con dificultades en un territorio hostil. Alonso destina su película al ambiente más propicio y amoroso de la sala Leopoldo Lugones, en sólo 22 funciones (hoy viernes 31 de octubre a las 17:00, 19.30 y 22:00; mañana sábado 1º y el domingo 2 de noviembre a las 14.30, 17:00, 19.30 y 22:00; el viernes 7 a las 22:00; sábado 8 y domingo 9 a las 19.30 y 22:00; viernes 14, sábado 15 y domingo 16, a las 19.30 y 22:00).
Este sábado a las 17:00 hs. en Patologías Culturales (FM La Tribu, 88.7, http://www.fmlatribu.com/) vamos a estar conversando con Lisandro.
Así que ya saben, eh.
Hoy finalmente se estrena en Buenos Aires Liverpool, una de las películas del año. De ella ya hablamos bastante en este blog, en la radio y en la revista.
La manera que tiene Lisandro Alonso de cuidar esta gema de su orfebrería es no arrojarla a las fieras de los complejos multisalas. Otras valiosas películas argentinas se estrenaron este año en los shoppings y sobrevivieron con dificultades en un territorio hostil. Alonso destina su película al ambiente más propicio y amoroso de la sala Leopoldo Lugones, en sólo 22 funciones (hoy viernes 31 de octubre a las 17:00, 19.30 y 22:00; mañana sábado 1º y el domingo 2 de noviembre a las 14.30, 17:00, 19.30 y 22:00; el viernes 7 a las 22:00; sábado 8 y domingo 9 a las 19.30 y 22:00; viernes 14, sábado 15 y domingo 16, a las 19.30 y 22:00).
Este sábado a las 17:00 hs. en Patologías Culturales (FM La Tribu, 88.7, http://www.fmlatribu.com/) vamos a estar conversando con Lisandro.
Así que ya saben, eh.
El reino de las imágenes nítidas
Bocetos de Vestuario: Humberto Costa.
Por Martha Silva
Los hechos narrados en esta obra de Lucía Laragione (ver nota sobre esta autora en La otra n°19) están basados en la vida real del cineasta alemán Fritz Lang, de ascendencia judía, quien vivió su juventud en plena época nazi y desarrolló en Alemania la primera parte de su obra cinematográfica, junto a su esposa y coguionista Thea Von Harbou, simpatizante declarada del régimen.
El famoso cineasta se ve obligado a huir en tren hacia Francia, en forma clandestina y bajo nombre supuesto-. En la obra de Laragione dicho viaje transcurre en tiempo real. Horas antes de que Lang decida su viaje, Joseph Goebbels le ofrece un alto cargo en los estudios Universum Film, a efectos de ganarlo para la causa nazi, no sin antes comunicarle que han decidido incinerar su película El testamento del Dr. Mabuse por considerarla “un espejo en el que se miran los criminales”. Lo que ocurre de ahí en más en el escenario se parece a una de sus obras cinematográficas, una suerte de thriller político.Ese clima de huida y suspenso atraviesa toda la obra, ayudado por una escenografía de tonos ocres y lujo decadente. Hay un costado onírico en el que aparecen figuras de su entorno íntimo, como Thea, pero también personajes como PK, uno de los asesinos seriales con que Lang se conectara para elaborar el personaje de M, el vampiro de Dusseldorf, film que se proyecta parcialmente en el espacio escénico del teatro Payró.
La figura de este asesino parece aludir a la ideología del nazismo y sugiere que M... es una ironía acerca de la debilidad que esconde toda ideología totalitaria. Insinúa que las autoridades de la época no estaban habilitadas para hacer frente a un hecho criminal. El propio pueblo organizado- en colaboración con ladrones y mendigos- deberá encargarse de atrapar al infanticida y se revelará como más eficaz para ello que las autoridades. Un humor negro incomprensible para los nazis.
Antes de que se mate al criminal- personificado en el film por el extraordinario Peter Lorre- aparecerá la policía y lo salvará de la pena de muerte que la multitud dictaminó. El asesino intentará diluir su responsabilidad, transfiriéndola a la sociedad en pleno: “todos somos culpables”, dirá en su descargo.
Con el propio Lang y sus criaturas cinematográficas, Laragione sigue desarrollando su poética de la postdictadura, pero esta vez toma distancia al hablar de otro genocidio. El misterio y la teatralidad de Lang contribuyen a consolidar un mito que se sigue estudiando a través de sus películas. La obra de Laragione, con sus juegos especulares, no cesa de provocar admiración a medida que se comprende. Uno se pregunta a qué reino alude su título. Sin duda al Tercer Reich, donde todo debía ser nítido, claro e incuestionable.
Detrás de un texto que tiene ciertas complicaciones, parece producirse un interesante duelo entre Lang y Laragione, en el que la ficción teatral y la cinematográfica se miran a los ojos a través del tiempo.
El reino de las imágenes nítidas, Teatro Payró. San Martín 766. Sábados, 21:00 hs. $ 25
jueves, 30 de octubre de 2008
Un final inolvidable
Por Oscar A. Cuervo
Ayer a la noche estuve en la casa de unos amigos y tuve la oportunidad de ver el último capítulo de Vidas robadas, la telenovela de TELEFE que no había visto hasta este final. No lamento haberme perdido los capítulos anteriores.
Aún así, ver el programa me sirvió para pensar un poco en la experiencia de esta neo-ficción televisiva. Creo que la factoría Villarruel-Llorente viene practicando este género desde Resistiré con bastante éxito. Lo cual no significa una gran audiencia: parece que este último capítulo llegó a picos de 33 puntos (mucha gente), pero el rating no acompañó de igual forma el desarrollo de la telenovela. La finalidad del canal parece ser otra que la de ganar el rating, una extraña mezcla de prestigio institucional (que en última instancia resulta en mayor facturación) con una función pedagógico-humanista.
Lo que Villarruel parece haber inventado es el teledramón-amarillo-progre. Con una bajada de línea tan burda que avergonzaría si se tratara de una ficción autónoma. Los personajes cada tanto declaman una frase del tipo “en la vida hay que luchar para que se haga justicia, aunque a veces haya que hacer algunas pequeñas concesiones, para que al final triunfe el bien”. Solita Silveyra parece ser la persona más competente del país para encarnar esta extraña mezcla de actriz de catástrofes humanitarias, predicadora electrónica y militante de la vida, lo que le permite defender sucesivamente las causas de discapacitados, menores abusados, víctimas de la trata de blancas, nietos de desaparecidos, expulsados de la casa de Big Brother e insulinodependientes, sin dejar de facturar y con vistas a un nuevo lifting.
Los actores jóvenes que cubren los roles protagónicos son -en los mejores casos- horrendos, pero como las frases que dicen son ridículas, la combinación resulta eficaz. Por detrás de ellos, para atenuar una sensación de torpeza que podría llegar a empalagar, están los secundarios, una raza de actores que siempre salen bien parados: Virginia Innocenti, Mabel Manzotti, Carlos Portaluppi actúan con las ganas de estar participando en un producto de 20 puntos promedio, para que los reconozcan en la calle por el nombre de sus personajes y más adelante los llamen a participar en proyectos más prestigiosos aún. Es inevitable pensar que estos actores con mucho pasado se deben sentir un poquito avergonzados al compartir escenas con ineptos con algún futuro.
La factura técnica, que seguramente responde a un concepto craneado por el propio Villarruel, cultiva una idea de la modernidad visual cuyo paradigma puede ser el palurdo de Tony Scott (hace poco canonizado por la revista que dirige... ¡Gustavo Noriega!). Hay escenas destinadas a catapultar a los secundarios hacia el Martín Fierro del año próximo, tomados en primerísimos planos que dan cuenta de su destreza para decir con dignidad frases idiotas. Los bonitos con cartel por lo general no soportarían semejante acercamiento, la cámara los toma desde una distancia que se agradece. Y también está Jorge Lanata, cada vez más compenetrado con su personaje de gordo chanta de pronunciación afectada, que se adapta perfectamente al concepto de neo-ficción de denuncia pergeñado por Villarruel. Los redactores de Crítica deben estar felices por pertenecer a las huestes de semejante luminaria.
El supuesto fin humanitario es recalcado por los solemnes momentos en que Solita le habla a cámara, tanto como en la placa final que redondea una moraleja, en el estilo del más retrógrado cine argentino de los años 50. Después, en el final apoteótico organizado en el teatro Opera, con la presencia de un público eufórico, el figurín Juan Gil Navarro arengará a la multitud: “mi único anhelo es que más allá de esto, podamos disfrutar del gran premio que sería tener justicia por una vez en la vida en este país”. Lo cual llenará de emoción a Jorge Lanata y a sus lúcidos lectores.
Hay algunos detalles que no concuerdan con semejante pretensión de compromiso progre: me refiero a la suerte que se les reserva a los villanos (en este caso, Jorge Marrale), invariablemente sometidos a una venganza ardiente o sangrienta. Algo parecido ya se vio en Montecristo, una ficción supuestamente comprometida con los derechos humanos, que fue aplaudida incluso por las Abuelas de Plaza de Mayo. ¿Alguien se habrá percatado de que la noción de venganza es incompatible con cualquier credo progresista?
Marcelo Tinelli con su kermesse heroica parece un entretenimiento infinitamente más respetable.
Ayer a la noche estuve en la casa de unos amigos y tuve la oportunidad de ver el último capítulo de Vidas robadas, la telenovela de TELEFE que no había visto hasta este final. No lamento haberme perdido los capítulos anteriores.
Aún así, ver el programa me sirvió para pensar un poco en la experiencia de esta neo-ficción televisiva. Creo que la factoría Villarruel-Llorente viene practicando este género desde Resistiré con bastante éxito. Lo cual no significa una gran audiencia: parece que este último capítulo llegó a picos de 33 puntos (mucha gente), pero el rating no acompañó de igual forma el desarrollo de la telenovela. La finalidad del canal parece ser otra que la de ganar el rating, una extraña mezcla de prestigio institucional (que en última instancia resulta en mayor facturación) con una función pedagógico-humanista.
Lo que Villarruel parece haber inventado es el teledramón-amarillo-progre. Con una bajada de línea tan burda que avergonzaría si se tratara de una ficción autónoma. Los personajes cada tanto declaman una frase del tipo “en la vida hay que luchar para que se haga justicia, aunque a veces haya que hacer algunas pequeñas concesiones, para que al final triunfe el bien”. Solita Silveyra parece ser la persona más competente del país para encarnar esta extraña mezcla de actriz de catástrofes humanitarias, predicadora electrónica y militante de la vida, lo que le permite defender sucesivamente las causas de discapacitados, menores abusados, víctimas de la trata de blancas, nietos de desaparecidos, expulsados de la casa de Big Brother e insulinodependientes, sin dejar de facturar y con vistas a un nuevo lifting.
Los actores jóvenes que cubren los roles protagónicos son -en los mejores casos- horrendos, pero como las frases que dicen son ridículas, la combinación resulta eficaz. Por detrás de ellos, para atenuar una sensación de torpeza que podría llegar a empalagar, están los secundarios, una raza de actores que siempre salen bien parados: Virginia Innocenti, Mabel Manzotti, Carlos Portaluppi actúan con las ganas de estar participando en un producto de 20 puntos promedio, para que los reconozcan en la calle por el nombre de sus personajes y más adelante los llamen a participar en proyectos más prestigiosos aún. Es inevitable pensar que estos actores con mucho pasado se deben sentir un poquito avergonzados al compartir escenas con ineptos con algún futuro.
La factura técnica, que seguramente responde a un concepto craneado por el propio Villarruel, cultiva una idea de la modernidad visual cuyo paradigma puede ser el palurdo de Tony Scott (hace poco canonizado por la revista que dirige... ¡Gustavo Noriega!). Hay escenas destinadas a catapultar a los secundarios hacia el Martín Fierro del año próximo, tomados en primerísimos planos que dan cuenta de su destreza para decir con dignidad frases idiotas. Los bonitos con cartel por lo general no soportarían semejante acercamiento, la cámara los toma desde una distancia que se agradece. Y también está Jorge Lanata, cada vez más compenetrado con su personaje de gordo chanta de pronunciación afectada, que se adapta perfectamente al concepto de neo-ficción de denuncia pergeñado por Villarruel. Los redactores de Crítica deben estar felices por pertenecer a las huestes de semejante luminaria.
El supuesto fin humanitario es recalcado por los solemnes momentos en que Solita le habla a cámara, tanto como en la placa final que redondea una moraleja, en el estilo del más retrógrado cine argentino de los años 50. Después, en el final apoteótico organizado en el teatro Opera, con la presencia de un público eufórico, el figurín Juan Gil Navarro arengará a la multitud: “mi único anhelo es que más allá de esto, podamos disfrutar del gran premio que sería tener justicia por una vez en la vida en este país”. Lo cual llenará de emoción a Jorge Lanata y a sus lúcidos lectores.
Hay algunos detalles que no concuerdan con semejante pretensión de compromiso progre: me refiero a la suerte que se les reserva a los villanos (en este caso, Jorge Marrale), invariablemente sometidos a una venganza ardiente o sangrienta. Algo parecido ya se vio en Montecristo, una ficción supuestamente comprometida con los derechos humanos, que fue aplaudida incluso por las Abuelas de Plaza de Mayo. ¿Alguien se habrá percatado de que la noción de venganza es incompatible con cualquier credo progresista?
Marcelo Tinelli con su kermesse heroica parece un entretenimiento infinitamente más respetable.
Upchuck no estaba muerto. ¡Igual que Facundo Arana!
Por Fernando Velazco
Más conocido en el circuito underground de Seattle por haber sido el cantante de la banda punk The Fags, Upchuck es una de las figuras más excéntricas que alguna vez haya dado el rock.
Su nombre suele ser desconocido en su país de origen. Charles Garish o Upchuck pasó por varias bandas desde fines de los años 70 hasta principios de los 90. Entre ellas estaban Clone, Sleeping Movement y los ya nombrados The Fags. Esta última fue la que reunió poco antes de su muerte por SIDA en 1990. El tour se llamó Macaroni and Cheese Bake Off! y aún suele estar en boca de los que fueron y los que oyeron sobre él.
Aproximadamente dieciocho años más tarde Upchuck revivió y sacó un disco, Gone but not forgiven , editado en septiembre de este año por Dadastic Sound y Sub Pop. Pude charlar con él varias veces por mail y nos hicimos amigos o algo asi. Me mandó su nuevo disco. Upchuck tiene una respuesta para todo - “¿Cómo puedo grabar un disco si estoy muerto? Oh, ¡vamos! Cosas raras pasan todo el tiempo. Si no mirá a quienes eligieron de presidente los idiotas americanos".
El mayor genio de la autopromoción desde David Bowie, Upchuck estará sonando este domingo en La Otra-Radio (a la medianoche, en FM La Tribu, 88.7, www.fmlatribu.com), con la presentación oficial de su nuevo álbum.
Más conocido en el circuito underground de Seattle por haber sido el cantante de la banda punk The Fags, Upchuck es una de las figuras más excéntricas que alguna vez haya dado el rock.
Su nombre suele ser desconocido en su país de origen. Charles Garish o Upchuck pasó por varias bandas desde fines de los años 70 hasta principios de los 90. Entre ellas estaban Clone, Sleeping Movement y los ya nombrados The Fags. Esta última fue la que reunió poco antes de su muerte por SIDA en 1990. El tour se llamó Macaroni and Cheese Bake Off! y aún suele estar en boca de los que fueron y los que oyeron sobre él.
Aproximadamente dieciocho años más tarde Upchuck revivió y sacó un disco, Gone but not forgiven , editado en septiembre de este año por Dadastic Sound y Sub Pop. Pude charlar con él varias veces por mail y nos hicimos amigos o algo asi. Me mandó su nuevo disco. Upchuck tiene una respuesta para todo - “¿Cómo puedo grabar un disco si estoy muerto? Oh, ¡vamos! Cosas raras pasan todo el tiempo. Si no mirá a quienes eligieron de presidente los idiotas americanos".
El mayor genio de la autopromoción desde David Bowie, Upchuck estará sonando este domingo en La Otra-Radio (a la medianoche, en FM La Tribu, 88.7, www.fmlatribu.com), con la presentación oficial de su nuevo álbum.
miércoles, 29 de octubre de 2008
Gerry: este sábado en La Tribu
Cine, relato y experiencia
por Mario Nosotti
Walter Benjamin, en un bellísimo artículo titulado “Experiencia y pobreza” (MÚSICA RARA, N° 3, 2004) dice que la cotización de la experiencia ha bajado porque ya nadie es capaz de narrar como es debido. Lo dice en 1933, después de esa experiencia atroz que fue la 1ª guerra mundial. Dice: “las gentes volvían mudas del campo de batalla. No enriquecidas, sino más pobres en cuanto a experiencia comunicable. Y lo que diez años después se derramó en la avalancha de libros sobre la guerra era todo menos experiencia que mana de boca a oído. (...) ¿Para qué valen los bienes de la educación si no nos une a ellos la experiencia?”.
Benjamín habla de una nueva barbarie, pero en un sentido positivo: la que lleva a empezar de nuevo, a pasárselas con poco... Habla de Paul Klee, de la arquitectura del vidrio y el acero (limpieza, transparencia, superficie). Dice: “Pobreza de la experiencia: no hay que entenderla como si los hombres añorasen una experiencia nueva. No, añoran liberarse de las experiencias, añoran un mundo entorno en el que puedan hacer que su pobreza, la externa y por último también la interna, cobre vigencia tan clara, tan limpiamente que pueda salir de ella algo decoroso.(...) “con frecuencia lo han “devorado” todo, la “cultura” y el “hombre”, y están sobresaturados y cansados”.
A mí, siguiendo a Benjamin, me parece que hoy día es casi imposible transmitir una experiencia narrando como se lo hacía hasta hace 150 años. Siento que entre otras cosas ya no hay lugar, y sobre todo capacidad, y por supuesto deseo. Capitalismo y tecnología (palabras que uso “para salir del paso”), y su derivados de novedad, actualidad, información, estímulos, verdades (en serio, ¡eh!)... Saturación del lenguaje, cada vez menos capaz de ahuecarse, de vaciar contenidos para que en ese espacio surja ese raro soplo de manifestación. En suma, que ya ninguna historia nos conmueve... O sí, pero... ¡no es ya conmovernos lo que buscamos! ¿...qué es?
Yo, después de films como Gerry, después de cineastas como Sokurov, veo algo nuevo. Lo importante no ya es contarnos algo sino instalarnos en eso que se está desarrollando. No ser “transportados” por esa representación, sino volvernos a nosotros mismos... nuestra permeabilidad... (¿¿intemperie??) ...Ya no son ni historias ni atrapantes, estos tipos nos vuelven a una especie de falta que nos reconcilia... con eso otro de nosotros ajeno a cualquier identidad...
Sensaciones:
- el cine de entretenimiento nos desintegra. Gerry, Spiritual voices nos re-integran.
- No hay otro mundo al encenderse la luz, es casi el mismo mundo, porque estamos despiertos.
- Hablaría de un cine físico... Lenguaje que sólo puede darse fuera del lenguaje... Mirada, voz, ruido, paisaje, tiempo y espacio no representado. Claro que detrás de todo esto no hay sólo pureza, sino técnica, historia del cine pero... estos tipos zafaron del ruido... o se metieron enteros en él... estos tipos quisieron escuchar de otra manera... Digo, no es Técnica, no es Historia... aunque esto pase ahora en el cine, en un determinado momento de la historia. Estoy empezando a pensar que, si el cine fue en su mayor parte hasta ahora “ensueño”, hay un grupo de autores que lo han transformado en despertar, en manifestación... Sólo un lenguaje nuevo puede intentarlo, la lengua de la luz y del sonido, no ya de las palabras, de la literatura.... En otra parte (Iluminaciones IV. Para una crítica de la violencia y otros ensayos), Benjamín dice de Kafka algo que para mí podría aplicarse a este cine: “retira los soportes tradicionales del ademán, para quedarse con un objeto de reflexión interminable”.
(Este artículo fue previamente publicado en LA OTRA n° 11.
El próximo sábado a las 19:00 hs en Lambaré 873 vamos a ver GERRY de Gus Van Sant)
lunes, 27 de octubre de 2008
Avi Mograbi
Avi en Venganza por uno de mis dos ojos, su film de 2005
Por Oscar A. Cuervo
Z32 es la película de Avi Mograbi que este cineasta israelí vino a presentar al Doc Buenos Aires.
Ayer domingo tuvimos la suerte de encontrarnos a charlar un par de horas con Mograbi, fuimos Corina Setton y yo al hotel donde estuvo parando aquí, pocas horas antes de su partida hacia Europa, y conocimos a un tipo inteligentísimo y muy amable. El sábado a la noche habíamos visto Z32, ciertamente una película extraordinaria por varios motivos sobre los que me trataré de explayar en el próximo número de La otra.
El film está centrado en la figura de un joven soldado israelí que presta su testimonio acerca de un operativo organizado por el ejército de su país, en el que incursionan en un puesto policial palestino y asesinan a varios de estos policías, en represalia por el anterior asesinato de unos militares israelíes, según el principio del “ojo por ojo, diente por diente”. Este operativo responde a una modalidad propia de bandas terroristas o mafiosas, se mata a policías palestinos que ni siquiera tenían que ver con el asesinato previo de los militares israelíes. Según el sistema jurídico vigente en Israel se trata de un crimen, pero el operativo comando es organizado y ejecutado por fuerzas del estado.
A pesar del dramatismo del suceso referido, el film está narrado en un tono de ligera cotidianeidad: el propio soldado le cuenta a su novia lo que hizo, en una situación de intimidad distendida, en la que la pareja se filma a sí misma (son los personajes reales los que aparecen). Hay varios motivos para considerar la excepcionalidad de este film, pero creo que la clave es que Mograbi logra dar una vuelta de tuerca para que la previsible indignación que puede producir en cualquier espectador la ferocidad del crimen y la frialdad con la que está contado sea desplazada por un distanciamiento que propicia más interrogantes e inquietud que indignación. Yo le trasmití a Mograbi mi idea de que hace un cine político que no baja línea sino que plantea preguntas y él se mostró complacido por esa impresión.
En manos de un cineasta rutinario sería, en el mejor de los casos, un documental de valor testimonial, pero en manos de Mograbi se vuelve una experiencia incómoda y también una reflexión sobre la ontología de la imagen cinematográfica. Mograbi se incluye a sí mismo (cosa que es común en su filmografía) como el cineasta que en primera persona se pregunta (y nos pregunta) por su propia posición ante el personaje que retrata: ¿tengo que albergar un asesino en mi propio film? Y lo hace cantando una sonata compuesta por su propio hijo. Pero no es esto lo más revulsivo de Z32, sino la originalísima forma en que Mograbi resuelve lo que en principio sería un obstáculo para realizar la película: porque el soldado no puede aparecer a cara descubierta contando la acción criminal en la que participó, ya que esto le podría traer problemas, tanto por parte de los palestinos que quisieran vengarse por la acción en que él participó, como del propio ejército israelí cuyos procedimientos delictivos él ayuda a poner en evidencia. No voy a decir por ahora más sobre la manera en que Mograbi resolvió este obstáculo, pero en lugar de perjudicar el resultado final, el recurso utilizado vale como un potente desestabilizador que transforma un film documental en uno de horror.
Reproduzco apenas una pequeña parte de la charla de casi dos horas que tuvimos con él:
- Usted dijo que el título Z32 es el código del archivo de un testimonio del soldado israelí y que ese testimonio se lo dio a una organización llamada Rompiendo el silencio. ¿Se trata de un soldado raso?
- Sí, se trata de un soldado raso. En la organización Rompiendo el silencio por lo general los que se prestan a estos testimonios son soldados, pero también hay casos de algunos oficiales que han testimoniado. Existe el testimonio de un oficial, el Z68, que participó esa misma noche en la misma misión vengadora, pero en otro lugar. Originalmente iba a ser uno de los protagonistas del film, pero al final me decidí por concentrarme en el soldado Z32.
- La organización Rompiendo el silencio, ante la cual el soldado da su testimonio, ¿es una ONG?
- Por supuesto. No cuenta con absolutamente ningún apoyo estatal. El estado de Israel está tratando de detener sus actividades. Cuando ellos empezaron a publicar los testimonios de quienes colaboraron, los militares, en vez de investigar los casos denunciados, interrogaron a los miembros de la organización.
- Es decir que el soldado que protagoniza la película es conciente de estar aportando un testimonio que cuestiona la actuación del ejército israelí.
- Sí, por supuesto. Y una de las cosas absurdas de esta situación es que, de acuerdo a lo que nos dijo, antes de ser reclutado el soldado había votado a un partido de extrema izquierda.
- Esto significa que él tenía de antemano una conciencia crítica hacia la política de estado.
- Sí, pero evidentemente al reclutarse se volvió una máquina de guerra, tal como quería el estado. Parece que su punto de vista político quedó superado por el entrenamiento militar que recibió.
- Es difícil entender esa combinación: que haya una conciencia política previa y que sin embargo él se preste a esa función.
- Es que Israel es realmente diferente de la Argentina. Una de las cosas que hemos aprendido es la capacidad para vivir sin practicar los valores en que creemos.
(Vale agregar que, a pesar de tratarse de un cineasta internacional de primera línea, han sido muy pocos los medios masivos que se manifestaron interesados en entrevistar aquí a Avi Mograbi).
domingo, 26 de octubre de 2008
Ministry en la radio
Por Raúl Escobar
Año 2008 después de Ministry. Finalmente Al Jourgensen, frontman, líder natural y último sobreviviente de la banda pionera de rock industrial, ha decidido cerrarle el círculo a más de veinte años de aventuras, crossovers estéticos, abusos de drogas pesadas, combates legales con discográficas e iconoclastía político-religiosa. Culmina una de las experiencias más extremas dentro del abanico musical contemporáneo.
Este domingo a la medianoche en La otra.-radio (FM La Tribu, 88.7, www.fmlatribu.com) vamos a atravesar la carrera completa de Ministry.
Angustia, venganza y perdón en la radio
Por Oscar A. Cuervo
Esta noche en La otra.-radio (0:00 hs. del lunes, FM La Tribu, http://www.fmlatribu.com/) vamos a comentar el interesantísimo transcurso de las Jornadas Kierkegaard que se realizaron este mismo fin de semana en el barrio de Flores, donde estuvimos pensando desde diversos ángulos (no exclusivamente desde la filosofía kierkegaardiana) la experiencia de la angustia en la contemporaneidad.
Además, en la noche del sábado tuvimos la suerte de ver una gran película: Z32, del cineasta israelí Avi Mograbi. Z32 presenta un inusual tratamiento cinematográfico del tema de la venganza y el perdón en el marco del ejército israelí como fuerza de ocupación en los territorios palestinos. Hoy domingo a la mañana nos vamos a encontrar con el propio Avi Mograbi, antes de que deje Buenos Aires. A la noche lo comentamos en la radio.
sábado, 25 de octubre de 2008
sordera?
Por Liliana Piñeiro
¿De qué se trata Paranoid Park? ¿De la descripción de un hecho policial? ¿De un homicidio? ¿De un accidente? Alejado de las estridencias, Gus Van Sant es un director sutil. Se sumerge con la cámara en esa etapa de la vida que Michaux describe como “rostros sin capitán”, rostros a la deriva, con un pie en la infancia, sin un yo definido que los encauce:
Miradas de la infancia, tan particulares, ricas en no saber, ricas de extensión, de desierto, grandes por ignorancia, como un río que fluye (el adulto ha vendido la extensión por los hitos en el camino), miradas todavía no atadas, densas de todo aquello que se les escapa, plenas de lo todavía indescifrable. Miradas del extranjero…
Es en este contexto donde, como consecuencia de un hecho banal, entra en escena la muerte. Por sobre el registro de lo fáctico, Van Sant enfoca la experiencia de un adolescente, y de cómo procesa éste la irrupción brutal de la responsabilidad en su vida. Los padres, la escuela, la sexualidad, los compañeros: todo es incierto y se busca algún lugar donde hacer pie. Apelar al lenguaje, reubicar lo traumático en el discurso puede ser una salida. Alex irá construyendo un sentido, y nosotros con él…si podemos escucharlo.
Porque Paranoid Park es una película auditiva, sin duda. Pero lejos de la grandilocuencia (nunca tan apropiada esa palabra) a las que nos tiene acostumbrados cierto cine, Van Sant escucha otros sonidos. Así como en Gerry escucha el silencio, aquí el tono es íntimo: la voz de Alex va y vuelve, nos va hablando desde el principio hasta el final, mientras nosotros miramos el desconcierto en su joven rostro. Y la película termina allí, por supuesto, cuando él pudo decir(se) y decirnos, todo. ¿Qué más?
Para los que no somos sordos, claro…
¿De qué se trata Paranoid Park? ¿De la descripción de un hecho policial? ¿De un homicidio? ¿De un accidente? Alejado de las estridencias, Gus Van Sant es un director sutil. Se sumerge con la cámara en esa etapa de la vida que Michaux describe como “rostros sin capitán”, rostros a la deriva, con un pie en la infancia, sin un yo definido que los encauce:
Miradas de la infancia, tan particulares, ricas en no saber, ricas de extensión, de desierto, grandes por ignorancia, como un río que fluye (el adulto ha vendido la extensión por los hitos en el camino), miradas todavía no atadas, densas de todo aquello que se les escapa, plenas de lo todavía indescifrable. Miradas del extranjero…
Es en este contexto donde, como consecuencia de un hecho banal, entra en escena la muerte. Por sobre el registro de lo fáctico, Van Sant enfoca la experiencia de un adolescente, y de cómo procesa éste la irrupción brutal de la responsabilidad en su vida. Los padres, la escuela, la sexualidad, los compañeros: todo es incierto y se busca algún lugar donde hacer pie. Apelar al lenguaje, reubicar lo traumático en el discurso puede ser una salida. Alex irá construyendo un sentido, y nosotros con él…si podemos escucharlo.
Porque Paranoid Park es una película auditiva, sin duda. Pero lejos de la grandilocuencia (nunca tan apropiada esa palabra) a las que nos tiene acostumbrados cierto cine, Van Sant escucha otros sonidos. Así como en Gerry escucha el silencio, aquí el tono es íntimo: la voz de Alex va y vuelve, nos va hablando desde el principio hasta el final, mientras nosotros miramos el desconcierto en su joven rostro. Y la película termina allí, por supuesto, cuando él pudo decir(se) y decirnos, todo. ¿Qué más?
Para los que no somos sordos, claro…
viernes, 24 de octubre de 2008
Lua
Ya sé que está helando, pero creo que tengo que salir a caminar
le hago señas a los taxis pero pasan con las luces apagadas
pero July sabe de una fiesta en la casa de un actor del west side
las reservas a la tarde son infinitas
y a la mañana se habrán terminado.
Cuando todo es soledad, yo puedo ser mi mejor amigo
Tengo el café y el diario, tengo mis propias conversaciones
con la vereda, y con las palomas y con el reflejo en mi ventana
la máscara que lustré a la tarde, a la mañana ya parece una mierda.
Y sé que tenés un corazón fuerte
lo puedo sentir cuando nos besamos
hombres mucho más fuertes que yo
se cayeron de espaldas tratando de levantarlo
pero no soy un jugador,
podés contar conmigo para compartir
el amor que te vendo a la tarde
a la mañana ya no existe.
Parecés tan flaca como una modelo, con tus ojos pintados de negro
seguís yéndote al baño, siempre decís que vas a volver bien
hace falta que uno se conozca, piba, pienso que andás mal
lo que es fácil a la tarde, a la mañana es una carga.
Tengo un frasco en el bolsillo, podemos repartirlo en el tren
y si prometés mantenerte conciente, yo voy a tratar de hacer lo mismo
podríamos morir por la medicación
pero seguro que se nos pasa el dolor
pero lo que es normal a la tarde, a la mañana ya parece insano.
Y no estoy seguro cuál fue el problema con que empezó todo esto
las razones se perdieron hace tiempo, pero el sentimiento nunca murió
no es algo que pueda recomendar, pero es la única forma de vivir
porque lo que es simple a la luz de la luna, a la mañana ya no lo es
era tan simple a la luz de la luna, y ahora es tan complicado
era tan simple a la luz de la luna...
le hago señas a los taxis pero pasan con las luces apagadas
pero July sabe de una fiesta en la casa de un actor del west side
las reservas a la tarde son infinitas
y a la mañana se habrán terminado.
Cuando todo es soledad, yo puedo ser mi mejor amigo
Tengo el café y el diario, tengo mis propias conversaciones
con la vereda, y con las palomas y con el reflejo en mi ventana
la máscara que lustré a la tarde, a la mañana ya parece una mierda.
Y sé que tenés un corazón fuerte
lo puedo sentir cuando nos besamos
hombres mucho más fuertes que yo
se cayeron de espaldas tratando de levantarlo
pero no soy un jugador,
podés contar conmigo para compartir
el amor que te vendo a la tarde
a la mañana ya no existe.
Parecés tan flaca como una modelo, con tus ojos pintados de negro
seguís yéndote al baño, siempre decís que vas a volver bien
hace falta que uno se conozca, piba, pienso que andás mal
lo que es fácil a la tarde, a la mañana es una carga.
Tengo un frasco en el bolsillo, podemos repartirlo en el tren
y si prometés mantenerte conciente, yo voy a tratar de hacer lo mismo
podríamos morir por la medicación
pero seguro que se nos pasa el dolor
pero lo que es normal a la tarde, a la mañana ya parece insano.
Y no estoy seguro cuál fue el problema con que empezó todo esto
las razones se perdieron hace tiempo, pero el sentimiento nunca murió
no es algo que pueda recomendar, pero es la única forma de vivir
porque lo que es simple a la luz de la luna, a la mañana ya no lo es
era tan simple a la luz de la luna, y ahora es tan complicado
era tan simple a la luz de la luna...
(Bright Eyes' Conor Oberst)
jueves, 23 de octubre de 2008
Días aciagos
Por Oscar A. Cuervo
Ayer no he tenido un día fácil. Ustedes saben: perdió River con Chivas de Guadalajara en el Monumental y quedó muy exigido para la revancha. La gente insultó y pidió a gritos a Ortega. Pero eso no es lo peor: los pibes de Boca perdieron 2-0 en Portoalegre con Internacional. Y veníamos de perder... ¡contra Chile! Se acabó la era Basile, todos dicen que vuelva el virrey. Estas cosas me han puesto muy ansioso.
Hay malestar. En la city hay mucho malestar con la decisión del gobierno de liquidar de un plumazo a las AFJP. ¿Se acuerdan de las propagandas de las AFJP? ¿Esa ternura familiarista, esos ambientes bucólicos, esa cámara lenta? Bueno: ya no. El malestar tiene efectos tangibles: el índice Merval registró ayer la segunda caída más importante de su historia y el riesgo país se disparó a niveles sólo comparables a los días previos de la caída de De La Rúa. Los españoles también se sintieron ayer muy mal, por el contagio de la crisis argentina. En la madre patria comparan la estatización de las AFJP con los momentos previos al default.
¿Habrá llegado el momento de huir? No sé. ¿Adónde?
Me llegó un link que conduce al video de un tal Hal Turner, quien anuncia el colapso del dólar para febrero del año próximo. ¡Faltan solo tres meses! Y el tal Hal muestra una prueba inquietante: el Amero, una moneda de metal, que al golpearla suena realmente ¡como metal! Y en el reverso de la moneda de 20 Ameros, debajo de la A de América, el tipo muestra una D chiquitita que prueba de un modo certero que la moneda fue acuñada en Denver, Colorado. Hal Turner dice que el dólar no aguanta, que los Estados Unidos ya están pagando con Ameros las transacciones comerciales que se realizan con China. Pero eso no parece ser lo peor: lo peor es que Hal asegura que está cerca el momento en que se unifiquen Estados Unidos, Canadá y México. Ustedes pueden verlo con sus propios ojos acá.
La verdad es que nada de eso me importa un pito. El día de ayer fue difícil para mí por otras razones. Un mensaje de Gustavo Noriega desautorizó mi versión de que EL AMANTE le dio la tapa del último mes a la película Los paranoicos. Desde hace meses, Noriega viene desbaratando, uno tras otro, mis cuestionamientos a la línea editorial de la revista que dirige. Y me gasta con la mordacidad que le conocemos: "Cuervo, Los paranoicos no salió en tapa, te confundiste con Historias extraordinarias. Gracias por seguir equivocándote cada vez que me mencionás. Seguí participando!". Hmmmm.
Tampoco logré que los muchachos del foro elaleph.com aprueben mi comentario de la película Paranoid Park. Se burlan, dicen que soy una mezcla de Aníbal Vinelli con Quintín y Diego Batlle, ¿se dan cuenta? Y me objetan que la metáfora del espiral está mal construida. No lo dice cualquiera: lo dice una señora que es correctora profesional. Ah, y se dice "la" espiral, no "el" espiral.
Ya ven: un día aciago. No sé pór cuánto tiempo podré sostener este blog. Sucumbo ante la angustia. Quizá la semana próxima sea peor aún.
Por suerte voy a hacer una pausa para pensar: mañana viernes empiezan las IV Jornadas Kierkegaard: Experiencia y concepto de la angustia. Son en Camacuá 282, empiezan a las 14:00 hs. del viernes y hay varias mesas de debate, con expositores llegados desde distintos países del mundo. Mañana a las 20:00 es la apertura oficial, con la participación del filósofo Carlos Cullen y el psicoanalista Alfredo Grande. A mí me toca coordinar esa mesa, lo cual me tiene un poco angustiado.
El sábado sigue el encuentro desde las 9:30, a las 12:30 paramos para almorzar y a partir de las 14 seguimos. A las 16 cierra las Jornadas la filósofa Alcira Bonilla. La entrada es libre y gratuita.
Kierkegaard dice que la angustia es la gran educadora del hombre. Y esto porque agota todas las limitaciones finitas y pone al descubierto todas las falacias de la finitud. El dice que la angustia, más que ningún inquisidor, es capaz de examinar una y mil veces al angustiado. Y que no lo suelta en ninguna ocasión, ni en las diversiones, ni en medio del bullicio, ni en el trabajo, ni durante el día, ni durante la noche.
Qué nervios.
miércoles, 22 de octubre de 2008
Lo más
Por Oscar A. Cuervo
Los paranoicos es lo más.
Lo más ridículamente sobrevalorado del año.
Es la respuesta FUC a la prédica de la crítica neoconservadora que desde hace años está tratando de insuflar vida al cadáver de la Nueva Comedia Argentina.
Se habla de eficacia, cuando se trata de simple complacencia a un gusto conservador, a un reclamo de "clasicismo" que ignora obsecadamente las virtudes de un auténtico clacisismo (al que, por otra parte, es imposible volver sin abundantes dosis de mala fe). Los guiños de tribu, la agobiante gesticulación de Daniel Hendler, la enésima revisitación de esa clase de postadolescente tontolón-pero-sensible (tantas veces interpretado por Hendler, pero no solo por él), la glorificación de un sentimentalismo cool, pleno de referencias pop, no tienen nada que ver con el cine clásico. Mucho menos con una sensibilidad contemporánea.
Es un cine ombliguista, de, por y para la FUC, para la tercera generación, que se empeña por cumplir los lineamientos estratégicos dictados por el gral. Noriega, (más chistes, muchachos, más chistes!). Ha obtenido la tapa de El Amante y conseguirá el aplauso de sus compañeros de curso.
El gran público, al que presuntamente aspira a conquistar esta "vuelta al clasicismo", la ignorará prolijamente.
Porque Daniel Hendler es un actor mucho más limitado que Adrián Suar.
Notas al pie de Paranoid park
Por Oscar A. Cuervo
"En realidad, la culpa del protagonista no es el eje sobre el cual Van Sant organiza Paranoid park; tampoco el final "resuelve", ni la culpa ni nada".
El final, ningún final, no sólo el de Paranoid park, resuelve nada. La idea de que un final resuelve no se sostiene en términos de una necesidad artística. Tiene más que ver con un esquema moral (falta/redención) o judicial (culpa/punición). Quizá provenga de la teoría aristotélica, de la necesidad de propiciar una catarsis como fin edificante del arte, o de antes aún, de Anaximandro ("De donde las cosas tienen su origen, hacia allí deben sucumbir, según la necesidad; pues tienen que expiar y ser juzgadas por su injusticia, de acuerdo al orden del tiempo"). No importa tanto de dónde viene. Porque lo claro es que la exigencia de resolución es una intromisión de la razón calculadora para regimentar la experiencia artística: un orden ha sido vulnerado y mediante una intervención autoral debe ser restituido, según un cálculo del daño y el resarcimiento. El arte como juicio, la justicia como cálculo.
¿Por qué tantas películas terminan con la muerte del protagonista o del antagonista, o con un casamiento, con una declaración de amor o con la cárcel?
Pero el final de una película no resuelve. El final interrumpe el curso de la obra, le da una figura, en la medida en que le marca un límite temporal. Pero no cancela su sentido. El río de Tsai Ming-liang le hace una gambeta a la manía resarcitoria: Xiao-kang "debería" suicidarse al salir al balcón, eso es lo que un espectador acostumbrado a siglos de finales resarcitorios espera. Pero Tsai, gran maestro de la comicidad contemporánea, no quiere hacer un ajuste de cuentas y ahí sigue su personaje, en calzoncillos y con dolor de cuello, vivito y coleando.
El mejor final de Lucrecia Martel es el de La mujer sin cabeza, lo más alejado posible de un sentido cancelado. Martel viene preguntándose desde La ciénaga dónde terminar. Según declara, no quiere terminar sus películas en un juicio, de acuerdo al modelo teológico del Juicio Final. En La mujer sin cabeza logró tomar la mayor distancia posible de algo que pueda ser leído como una conclusión.
Paranoid park no trata acerca de la culpa de Alex. La culpa no ocupa en la película ningún lugar especial. El reproche de que Van Sant "resuelve" fácilmente la culpa del protagonista parte de una premisa equivocada: la de que el film está planteado en términos de culpa y redención. Nada, excepto una imposición totalmente exterior a la película, habilita a pensar que Van Sant está preocupado por la culpa de Alex. Si hay algo así como una culpa de Alex, ocupa en el film un lugar sumamente lateral. Alex está perturbado, angustiado, tironeado por diversas demandas, aturdido, tentado, deseoso de decir algo, sin saber bien qué decir ni a quién decirlo.
Van Sant se pregunta "quién soy", pero no en un sentido psicológico, como estúpidamente traduce un desafortunado comentarista. La pregunta está dirigida a su ser narrador (no me convence la palabra, mejor digo: a su ser cineasta), no a su psiquis privada. Quién soy significa: desde qué posición accedo a la intimidad de Alex. No quiero ser el policía que lo lleve detenido, no quiero hacerlo confesar [como en el lamentable remate de Good Will Hunting], quiero ante todo mirar a Alex.
Paranoid park es un duelo de miradas: hay tres personajes que miran a Alex con intensidad especial, con ,si el navegante me permite, deseo: el policía Lou (Lulú, lo llaman los chicos), Macy (ni novia ni amiga), y el skater más grande que lo invita a treparse juntos al tren. Las miradas de estos tres hacia Alex está marcada. No son momentos que un espectador vaya a relatar a alguien que le pida que cuente la película. Estos momentos generalmente no se cuentan: se hablará del cuerpo del guardia partido en dos, de la fogata final (a Van Sant le gusta filmar fogatas, siempre cargadas de erotismo), de los padres separados o de la iniciación sexual. Es improbable que se hable de cómo el skater mira a Alex al invitarlo a que vayan juntos a un lugar más apartado, o de la mirada de Macy cuando lo escanea al encontrarlo en el shopping leyendo el diario. Sin embargo, estos momentos son los eminentemente cinematográficos y Van Sant vuelve a ellos en su vaivén... ¡espiralado!
Hay una escena al comienzo, cuando aún no sabemos qué ha pasado (porque el film comienza cuando el episodio "delicitvo" ya ha pasado y termina sin que la cuestión judicial se haya resuelto), hay una escena, cargada de intencionalidad cinética: el primer encuentro entre Alex y el policía Lou. Están en un plano medio, sentado a ambos lados de la mesa. La cámara inicia un travelling hacia adelante que, a medida que se acerca, va dejando a ambos personajes al borde del cuadro, hasta que la cámara gira para el lado de Alex, y termina en un primer plano del chico en el que la proximidad de su cara es casi tactil. Se ve (literalemente se ve) que la cámara de Van Sant se debate en encontrar la distancia justa -y en este caso la distancia justa es muy corta. De esta forma se desliga de la distancia policial para acercarse más y más a Alex. Se está desarrollando el interrogatorio, cordial pero tenso, mientras la cámara cuenta otra cosa. En medio del diálogo se oye, como asordinado, un alarido de dolor que no proviene del espacio donde los dos personajes se encuentran. Es Alex el que oye la voz. Paranoid Park es un film sobre la audición.
La primera vez que la película nos lleva hasta el parque Paranoid, mientras los skaters dibujan sus figuras en el aire, oímos algo así como un rumor electrónico entrelazado con susurros muy suaves en una lengua femenina y extranjera (extranjera para Alex: en francés). En la clase de Matemáticas Alex no oye la voz del profesor, pero sí oye cuando es llamado por su nombre a través del altoparlante. Cuando a la noche en el parque Alex decide aceptar la invitación del skater más grande, lo hace siguiendo el llamado de una mirada pro-vocativa y muda.
"En realidad, la culpa del protagonista no es el eje sobre el cual Van Sant organiza Paranoid park; tampoco el final "resuelve", ni la culpa ni nada".
El final, ningún final, no sólo el de Paranoid park, resuelve nada. La idea de que un final resuelve no se sostiene en términos de una necesidad artística. Tiene más que ver con un esquema moral (falta/redención) o judicial (culpa/punición). Quizá provenga de la teoría aristotélica, de la necesidad de propiciar una catarsis como fin edificante del arte, o de antes aún, de Anaximandro ("De donde las cosas tienen su origen, hacia allí deben sucumbir, según la necesidad; pues tienen que expiar y ser juzgadas por su injusticia, de acuerdo al orden del tiempo"). No importa tanto de dónde viene. Porque lo claro es que la exigencia de resolución es una intromisión de la razón calculadora para regimentar la experiencia artística: un orden ha sido vulnerado y mediante una intervención autoral debe ser restituido, según un cálculo del daño y el resarcimiento. El arte como juicio, la justicia como cálculo.
¿Por qué tantas películas terminan con la muerte del protagonista o del antagonista, o con un casamiento, con una declaración de amor o con la cárcel?
Pero el final de una película no resuelve. El final interrumpe el curso de la obra, le da una figura, en la medida en que le marca un límite temporal. Pero no cancela su sentido. El río de Tsai Ming-liang le hace una gambeta a la manía resarcitoria: Xiao-kang "debería" suicidarse al salir al balcón, eso es lo que un espectador acostumbrado a siglos de finales resarcitorios espera. Pero Tsai, gran maestro de la comicidad contemporánea, no quiere hacer un ajuste de cuentas y ahí sigue su personaje, en calzoncillos y con dolor de cuello, vivito y coleando.
El mejor final de Lucrecia Martel es el de La mujer sin cabeza, lo más alejado posible de un sentido cancelado. Martel viene preguntándose desde La ciénaga dónde terminar. Según declara, no quiere terminar sus películas en un juicio, de acuerdo al modelo teológico del Juicio Final. En La mujer sin cabeza logró tomar la mayor distancia posible de algo que pueda ser leído como una conclusión.
Paranoid park no trata acerca de la culpa de Alex. La culpa no ocupa en la película ningún lugar especial. El reproche de que Van Sant "resuelve" fácilmente la culpa del protagonista parte de una premisa equivocada: la de que el film está planteado en términos de culpa y redención. Nada, excepto una imposición totalmente exterior a la película, habilita a pensar que Van Sant está preocupado por la culpa de Alex. Si hay algo así como una culpa de Alex, ocupa en el film un lugar sumamente lateral. Alex está perturbado, angustiado, tironeado por diversas demandas, aturdido, tentado, deseoso de decir algo, sin saber bien qué decir ni a quién decirlo.
Van Sant se pregunta "quién soy", pero no en un sentido psicológico, como estúpidamente traduce un desafortunado comentarista. La pregunta está dirigida a su ser narrador (no me convence la palabra, mejor digo: a su ser cineasta), no a su psiquis privada. Quién soy significa: desde qué posición accedo a la intimidad de Alex. No quiero ser el policía que lo lleve detenido, no quiero hacerlo confesar [como en el lamentable remate de Good Will Hunting], quiero ante todo mirar a Alex.
Paranoid park es un duelo de miradas: hay tres personajes que miran a Alex con intensidad especial, con ,si el navegante me permite, deseo: el policía Lou (Lulú, lo llaman los chicos), Macy (ni novia ni amiga), y el skater más grande que lo invita a treparse juntos al tren. Las miradas de estos tres hacia Alex está marcada. No son momentos que un espectador vaya a relatar a alguien que le pida que cuente la película. Estos momentos generalmente no se cuentan: se hablará del cuerpo del guardia partido en dos, de la fogata final (a Van Sant le gusta filmar fogatas, siempre cargadas de erotismo), de los padres separados o de la iniciación sexual. Es improbable que se hable de cómo el skater mira a Alex al invitarlo a que vayan juntos a un lugar más apartado, o de la mirada de Macy cuando lo escanea al encontrarlo en el shopping leyendo el diario. Sin embargo, estos momentos son los eminentemente cinematográficos y Van Sant vuelve a ellos en su vaivén... ¡espiralado!
Hay una escena al comienzo, cuando aún no sabemos qué ha pasado (porque el film comienza cuando el episodio "delicitvo" ya ha pasado y termina sin que la cuestión judicial se haya resuelto), hay una escena, cargada de intencionalidad cinética: el primer encuentro entre Alex y el policía Lou. Están en un plano medio, sentado a ambos lados de la mesa. La cámara inicia un travelling hacia adelante que, a medida que se acerca, va dejando a ambos personajes al borde del cuadro, hasta que la cámara gira para el lado de Alex, y termina en un primer plano del chico en el que la proximidad de su cara es casi tactil. Se ve (literalemente se ve) que la cámara de Van Sant se debate en encontrar la distancia justa -y en este caso la distancia justa es muy corta. De esta forma se desliga de la distancia policial para acercarse más y más a Alex. Se está desarrollando el interrogatorio, cordial pero tenso, mientras la cámara cuenta otra cosa. En medio del diálogo se oye, como asordinado, un alarido de dolor que no proviene del espacio donde los dos personajes se encuentran. Es Alex el que oye la voz. Paranoid Park es un film sobre la audición.
La primera vez que la película nos lleva hasta el parque Paranoid, mientras los skaters dibujan sus figuras en el aire, oímos algo así como un rumor electrónico entrelazado con susurros muy suaves en una lengua femenina y extranjera (extranjera para Alex: en francés). En la clase de Matemáticas Alex no oye la voz del profesor, pero sí oye cuando es llamado por su nombre a través del altoparlante. Cuando a la noche en el parque Alex decide aceptar la invitación del skater más grande, lo hace siguiendo el llamado de una mirada pro-vocativa y muda.
Alex, aturdido, oye voces
Cuando se produce el incidente en las vías y el chico vuelve aturdido hacia el coche que dejó estacionado lejos del parque, su cabeza embarullada escuchará fragmentos de voces desarticuladas (voces que son su propia voz) que intentan relatar lo ocurrido, frases truncas. Cuando se propone hablar por teléfono con su padre, corta la comunicación antes de decir nada. Al volver, entra en la ducha y se sumerge en una experiencia puramente sonora, sin palabras (alejar cualquier tentación de darle a la escena un sentido simbólico expiatorio).
Cuando tiene la primera relación sexual con su novia, Jennifer, la chica sale y él se queda tirado en la cama, escuchando como ella, ni bien sale, le cuenta a sus amigas que acaba de perder la virginidad. Jennifer no es para nada un ser deseable para Alex. Varias veces la chica le reprocha la poca onda que él le demuestra. Cuando Alex finalmente le dice que no quiere seguir el noviazgo, viene otra escena de reproches, pero van Sant silencia a la chica y pone en la banda sonora Amarcord de Nino Rota.
El consejo de Macy (la chica se da cuenta de que Alex tiene algo que decir y no tiene a quién y no sabe cómo decirlo) es que escriba una carta y siguiendo el hilo que Macy le tiende, Alex puede articular la voz: para escribir en su cuaderno tiene que aprender a escucharse. Es esa voz la que nosotros oimos en el presente en el que Alex la oye, en el pliegue de su recién conquistada intimidad. Esa voz es la que dicta lo que Alex escribe. El cuaderno después no hace falta, porque Alex ha logrado escucharse.
El eje de Paranoid Park reside en desoir la demanda de espectadores ávidos de culpa y punición.
Cuando tiene la primera relación sexual con su novia, Jennifer, la chica sale y él se queda tirado en la cama, escuchando como ella, ni bien sale, le cuenta a sus amigas que acaba de perder la virginidad. Jennifer no es para nada un ser deseable para Alex. Varias veces la chica le reprocha la poca onda que él le demuestra. Cuando Alex finalmente le dice que no quiere seguir el noviazgo, viene otra escena de reproches, pero van Sant silencia a la chica y pone en la banda sonora Amarcord de Nino Rota.
El consejo de Macy (la chica se da cuenta de que Alex tiene algo que decir y no tiene a quién y no sabe cómo decirlo) es que escriba una carta y siguiendo el hilo que Macy le tiende, Alex puede articular la voz: para escribir en su cuaderno tiene que aprender a escucharse. Es esa voz la que nosotros oimos en el presente en el que Alex la oye, en el pliegue de su recién conquistada intimidad. Esa voz es la que dicta lo que Alex escribe. El cuaderno después no hace falta, porque Alex ha logrado escucharse.
El eje de Paranoid Park reside en desoir la demanda de espectadores ávidos de culpa y punición.
Estas son notas al pie de Paranoid park, yo ya había escrito un análisis bastante extenso de la película en La otra 19, pero un anónimo me preguntó cuál es el eje sobre el cual la película se organiza. Atendiendo a gentil pedido.
martes, 21 de octubre de 2008
La palabra empeñada
Por Martha Silva
[A propósito de Entre la vida y la muerte (APPALOOSA)
Estados Unidos, 2008.
Dirección: Ed Harris
Guión: Robert Knott y Ed Harris, basado en la novela de Robert Parker
Estados Unidos, 2008.
Dirección: Ed Harris
Guión: Robert Knott y Ed Harris, basado en la novela de Robert Parker
Intérpretes: Ed Harris, Vigo Mortensen, Jeremy Irons, Renée Zellweger, Ariadna Gil].
Imaginamos que pudo existir un cartel al comienzo de la proyección que advirtiera: “Este film recrea situaciones que ya no tienen cabida en el mundo. Cualquier parecido con la vida real es una simple y triste coincidencia”.
1882. Appaloosa, un pueblo polvoriento de Nuevo México, es presa de un violento ranchero, Randall Bragg (Jeremy Irons), quien asesina con sus hombres al sheriff del lugar y a sus lugartenientes. Apoderándose de este modo del lugar.
Tres representantes de “las fuerzas vivas”, se quejan de que sus negocios son esquilmados y sus mujeres violadas. Por eso, para imponer la ley y el orden, son contratados Virgill Cole (Ed Harris) y Everett Hitch (Vigo Mortensen). El primero será galardonado con la estrella de sheriff, el otro admitido en calidad de representante del primero, ocupando un lugar secundario. Ante la ausencia de leyes, Cole y Hitch piden garantías totales. Lo que ellos hagan será Ley. Miden sus fuerzas con el “malo” y no sin violencia, no sin vicisitudes y juicios, logran que la cosa se encamine.
A la vez, Cole y su lugarteniente son amigos incondicionales. Confían el uno en el otro plenamente y se entienden casi sin palabras.
Pero llega una mujer al pueblo, bella, manipuladora e infiel, y nada volverá a ser igual: todo orden será trastocado. Es elegante, toca el piano, habla bien y no es prostituta ni india, argumentará Cole, quien le dará todo y le pondrá una casa como el mismo no tuvo jamás.
Este es el segundo film dirigido por Ed Harris. El primero fue Pollock, sobre el maestro de la pintura abstracta estadounidense. Y ahora este western típico, que no tendrá el mismo nivel de antología que los del maestro John Ford, con su talento sin par, pero que logra conmover profundamente. Quizás porque el espíritu de esa gente y sus circunstancias ya han desaparecido totalmente. Que haya códigos, que existan acciones éticas, que el mal y el bien estén claramente diferenciados, que la amistad y la palabra empeñada tengan peso, son cosas que pertenecen a un mundo precapitalista.
Pero ese orden irá perdiendo nitidez. Appaloosa cambia y ya nadie recuerda el pasado del villano que vuelve al poder subrepticiamente y es admitido nuevamente por su dinero y vinculaciones políticas. Alguien tendrá que dar un paso al costado, porque ya no habrá lugar para que todos habiten el mundo que se avecina.
El personaje de Vigo Mortensen tiene una evolución inusitada. El propio Mortensen tiene un inusitado crecimiento actoral después de su experiencia en los films de David Cronemberg. En esta película termina poniendo los puntos sobre las íes y –no sin ajustar debidamente las cuentas- se plantea que tiene por delante un largo viaje y no debería tener que marchar de prisa. Con lo cual, resucita el clásico final fordiano, ni más ni menos.
domingo, 19 de octubre de 2008
Seniors y principiantes: un largo y sinuoso espiral
por Oscar A. Cuervo
«"Lo que me gusta de Paranoid son los pibes que hacían skate ahí. Construyeron el parque ahí mismo, de manera ilegal. Train-hoppers, guitarristas callejeros, skaters drogados, chicos abandonados. No importa lo mala que fuera tu vida familiar, la de ellos era mucho peor". Lo escribe en su cuaderno Alex, un chico de 15 de clase media de la anodina ciudad de Portland. Paranoid park es la manera como denominan a esa olla de cemento los chicos que se juntan allí a practicar skate. No es exactamente un mundo paralelo, sino un pliegue del mundo en que vivimos. Puede ser que sus códigos nos resulten impenetrables: los grafitis de difícil lectura, tan herméticos como las inscripciones en las remeras de los chicos, las abstractas coreografías que despliegan surfeando en el aire, los pantalones caídos, los buzos con capuchas, los diálogos lacónicos siempre esquivando signos cruciales, en una voluntad de hermetismo que se comunica todo el tiempo. En ese rango, entre lo abierto y lo cerrado del mundo adolescente contemporáneo, se cuela la mirada deseante de Gus Van Sant. Los chicos son tenazmente reacios a comunicar, no solo con los adultos sino aún entre ellos. Cultivan una extrema desconfianza por la palabra íntima, más aún, por cualquier signo verbal, y en cambio hacen signos de sus cuerpos. Es evidente en ellos una resistencia sorda que no llega a ser rebelión. Parecen dispuestos a fundar una utopía muda, de posiciones suspendidas en el aire, cuerpos arqueados, cabeza gacha, brazos extendidos. No hay nada que les produzca más deseo que mirarse y ser mirados por otros como ellos mismos.»
Así empieza una extensa nota que publiqué en el número 19 de La otra sobre Gus Van Sant, titulada "De Mala Noche a Paranoid Park".
Bueno, resulta que en un foro de discusión de esos que abundan en internet (http://foro.elaleph.com/viewtopic.php?t=35821&postdays=0&postorder=asc&start=50), a una lectora de La otra a quien no conozco se le ocurrió mandar mi nota. Estaban debatiendo justamente sobre Paranoid Park. Mi nota es larga, así que esta lectora, apodada Clío, la mandó en dos partes. Luego de algunos escarceos, los miembros del foro se largaron a opinar sobre mi nota y, a través de ella, sobre la película misma.
Como internet es, más que una red, una especia de parque Chas en el cualquier calle te lleva a parar a cualquier lado, de manera accidental llegué a esa discusión en la que se hablaba de mi nota y de esta película que tanto me gusta. A mí también me gusta mucho discutir, casi tanto como las películas de Van Sant, así que me afilié al club de los opinadores y dije: "buenas noches, mi nombre es...".
Aquí les reproduzco un tramo de estas conversaciones. La otra es un animal omnívoro que se alimenta de lo primero que encuentra. Así opinaban los foreros de El Aleph:
navegante, Miembro Senior
escribió:
Esperé a que Clio pusiera la segunda parte del comentario de Cuervo porque supuse que en esa segunda parte seguiría refiriéndose a Paranoid Park. Pero no; es una parte que Cuervo dedica por completo a declararle a Van Sant todo su amor. Por eso se hace difícil hacer una crítica de la crítica, porque lo que hace Cuervo es dejar bien sentado que él es un incondicional de Van Sant. Tal parece que cualquier cosa que filme en el futuro, le va a gustar a Cuervo. Y más allá de que no creo que una crítica merezca crítica, en este caso me interesa puntualizar mi desacuerdo porque Cuervo debe de haber visto otra Paranoid Park y no la que yo vi. Con un énfasis más digno de un psicoanalista que de un crítico cinematográfico, se mete cada renglón y medio con el deseo. El de Van Sant, el del protagonista Alex, el de los skaters de Paranoid Park; en lugar de no dejar títere sin cabeza, no deja títere sin deseo. Y no es que no esté de acuerdo con que el deseo es un motor fundamental para el bicho humano, todo lo contrario; sólo que me parece que en Cuervo, tanta alusión al deseo no hace más que disfrazar el suyo: el deseo de que Van Sant sea el genio inconmensurable que él (Cuervo) supone que es. De paso y para que su crítica parezca profundísima, se mete en un pantano del que me parece que no sale. Por ejemplo, él cree ver en los skaters la “intensión de fundar una utopía muda”. Tomá pa’vos, no sé si te avivaste de lo inteligente que suena eso. Pero utopía implica necesariamente futuro, y a los skaters el futuro les importa un soberano joraca. No digo que esto esté bien o mal ni me meto con los motivos que tienen los skaters para interesarse sólo por la tabla y las rueditas que tienen bajo los pies; digo que eso es lo que vio Cuervo y yo no vi. Por eso decía antes que, entre todos los deseos con los que se mete, Cuervo habla del suyo aunque sin nombrarlo. Cuervo “descubre” que Van Sant eligió no filmar un policial, sino otra cosa. Me parece que con esto se consagró como el inventor del agua caliente. Nuestro pichón de Freud cree que Van Sant filmó esta película tal vez para encontrar una respuesta a la pregunta ¿qué soy? Dudas existenciales aparte, termina la primera sección de la crítica (me refiero a las partes en que la dividió Clio) afirmando que “… el film, se ha ido acercando en espiral hacia un centro que falta” . Sin embargo, en un párrafo anterior había dicho que Van Sant “… se va acercando a la escena primaria en un movimiento espiralado hacia el centro”. Independientemente de que, por definición, una espiral se aleja del centro y no a la inversa, ponete de acuerdo con vos mismo, Cuervo: o el centro falta o la escena primaria –el homicidio- está en ese centro. Así justifica Cuervo ese final que, a mi parecer, es injustificable: la escena primaria está desplazada, el centro falta, no es un policial, etc. etc. etc. Y a él le parece que está bien que falte. Y no falta, pese a lo que quiera creer Cuervo, pero no es ese el final que yo le reclamo a Van Sant, porque para mí está perfecto que no sea un policial. El final que le reclamo es uno más coherente con la complejidad del personaje que nos vino mostrando durante una hora y media: tanto justificar el enquilombadísimo mundo de Alex y de todo lo que le pasa y por qué le pasa, y al final venimos a descubrir que la solución estaba en un exorcismo fácil, digno de un manual de autoayuda. Esto le pasa desapercibido a Cuervo. Reafirmo lo que dije más arriba: hay ciertos pantanos de los que no se sale.
Exidor, Miembro Senior,
escribió:
Bueno, ya que nuestro amigo Dante abandonó el barco cual rata cruel, paso a dar mi opinión. No tengo mucho que agregar a lo que dijo navegante ya que coincido plenamente. La crítica se cae cuando el autor no hace más que regodearse en la obra de su amado. Por otro lado no analiza la parte más importante de la trama que es ese final tan extraño donde por lo menos a mí no me quedó claro si al pibe le importó todo tres pepas y ya, o si van Sant buscaba dar algún otro tipo de "mensaje". No me asustan los finales abiertos, pero éste es demasiado ambíguo. Esperaba una crítica más objetiva. No está mal admirar pero siempre y cuando uno mantenga una objetividad que le permita darse cuenta cuando el maestro la pifió. Por otro lado, esa manera "Frankenstein" de analizar una obra nunca me gustó: eso de que van Sant tiene un poco de fulano, otro poco de mengano y una pizca de sultano... En fin, pobre don Cuervo, le hemos destripado su comentario bloguero y él sin poder decir ni pío. Habría que invitarlo a que comente.
Therese, Miembro Senior
escribió:
* Por curiosidad: ¿Quién es el Oscar Alberto Cuervo? A popósito, don nave, lo felicito por la crítica de la crítica.
Clio, Miembro Senior:
Hola.
Yo ahora estoy en un problema, porque estoy antojada (y no la consigo) de ver Mala noche, como para hacer un comentario global sobre el artículo, ya que las referencias a Paranoid Park y Mala noche, en la segunda parte del comentario son muchas.
Por allí, alguien pregunta quién es Cuervo. Bueno, lo conocí de casualidad cuando elegí una revista en un kiosco, mientras esperaba para hacer un aburrido trámite, dirige la revista La Otra, y aquí dejo el link del blog: http://tallerlaotra.blogspot.com/
La nota no está en el blog. En cuanto a los comentarios, no sé, sí me parece un fanático de Van Sant, pero eso no quiere decir que, al menos para mí, no pueda retractarse cuando le encuentre a Van Sant algo que no le guste. Que en este comentario exagera (hablo solo por Paranoid Park), sí, de eso estoy segura; al menos por lo que a mí me transmitió la peli, me dejó con ganas, y no es que me asusten tampoco los finales abiertos, sino que tal como comentaron, el final es absolutamente abrupto y las preocupaciones del adolescente se resuelven en un instante, algo que por supuesto me dejó insatisfecha.
Lo voy a seguir a Cuervo en otros comentarios y sobre todo cuando se estrene la próxima película de Van Sant, allí creo que podré ser más contundente.
Besos.
oscar cuervo, Miembro Principiante
escribió:
Hola, soy, como habrán visto, el autor del comentario a Paranoid Park que citó Clio y que luego varios se dedicaron a sacar el cuero. Está bien, no pretendo que aprueben mi análisis, yo no lo escribí para ser aprobado por nadie, sino porque me gusta escribir, me gusta el cine y me gusta el cine que hace Gus Van Sant.
Decir esto último quizá resulte inconveniente para algunos de ustedes, es decir, uno no podría escribir de una película que le gusta mucho, pero a mí me parece que pensar de esta manera es propio de mentes estrechas. Lo de "incondicional" creo que es una forma fácil de sacarse de encima la necesidad de argumentar algo, se dice: "Fulano es incondicional de Van Sant"... a pesar de que apenas han leído ¡un solo! comentario mío, que se refiere a su primera película y a la última. Un tal "navegante" basa su crítica a mi crítica (a pesar de que dice que no le gusta hacer crítica de la crítica) en esa imputación de "incondicional", pero no se molesta en confrontar lo que yo digo de la película con la película. Parece que a él le molestó que el final sea abrupto y le parece que eso es incorrecto, él quiere que le sirvan las moralejas en bandeja, pero si conociera algo de la filmografía de Van Sant descubriría que ese final abrupto no es un accidente ni un defecto involuntario, sino una decisión estética que Van Sant viene practicando en muchas de sus películas. Después, hay una intención de hacerse los listos con una definición de "utopía" que es incorrecta, ya que "utopía" no significa necesariamente "futuro" sino "no lugar", o "lugar que no existe" y se usa para designar mundos ideales y no necesariamente futuros. Después aparece otro, o el mismo, no me acuerdo, que dice que el espiral se mueve de adentro hacia afuera, otra arbitrariedad, ya que una forma espiralada, como cualquier otra forma, puede recorrerse en una dirección o en la inversa. Así que "incondicional", "utopía" y "espiral" es muy poca cosa para hacerse los listos sin necesidad de argumentar algo sobre la película misma, y tan sólo quejarse, cual doña Rosa reclamando su entrada en la boletería, porque no "les gustó" o "no entiendieron" el final.
Muchachos, traten de ponerse las pilas y de elaborar alguna idea que pueda sostenerse durante al menos veinte segundos.
Saludos
Oscar
exidor Miembro Senior
escribió:
Hola don Cuervo, bienvenido. Reconozco que quizás nos entretuvimos demasiado con tu análisis pero no es para tomarlo a la tremenda. Si no entendimos tu análisis, creo que acusarnos de opiniones de doña Rosa tampoco es algo muy acertado o no leiste los comentarios. Pero bueno, hay que tomarlo con calma; alguien dijo una vez que las opiniones son como los culos porque todos tenemos una. Sabias palabras. Por supuesto que hay que tomarlo con calma, de hecho yo nunca leo críticas antes de ver una peli porque por lo general me la arruinan. Quizás debimos haberte invitado a opinar acá pero bueno, es lo que tiene la exposición pública. Cuando alguien tira una opinión se arriesga a que no se coincida. De todos modos escuchar voces distintas siempre es bueno. Saludos.
navegante, Miembro Senior,
escribió:
¡Sorpresa! Vuelvo del supermercado y me encuentro con que tenemos a Cuervo por aquí. Bienvenido, che, ojalá tengas ganas de quedarte.
Antes de referirme a otras cuestiones y ya que empezás por ahí, te pido que reveas –si querés, claro- eso de que no escribís para ser aprobado por nadie, sino porque te gusta escribir. Si sólo lo hicieras por el gusto de escribir bastaría con hacerlo y guardarlo en un cajón. Pero si hacés públicos tus comentarios y opiniones es ni más ni menos porque intentás establecer algún tipo de comunicación y está perfecto que sea así, por lo tanto no te ningunees. Tus comentarios y opiniones valen como los de cualquiera y seguramente son importantes para otros. Tal vez este foro, donde dedicamos algunos renglones a comentar tu crítica, sea la mejor prueba de ello.
Estoy totalmente de acuerdo con vos en que el hecho de que te guste mucho una película no invalida lo que puedas escribir acerca de ella. De lo contrario jamás una crítica hablaría bien de ninguna obra. Bien por decir que eso es de mentes estrechas.
Con lo que no estoy de acuerdo es con algunas apreciaciones y afirmaciones que parecen hechas por alguien que toca de oído. Te quedás en la definición etimológica, estrictamente literal, de utopía. Efectivamente, deriva del griego y significa “no existe tal lugar”, eso aparece en cualquier diccionario medianamente serio; Borges lo cita al comienzo de uno de sus cuentos. Y ahí parás, basta, utopía es eso. No, mi querido Cuervo, utopía no es eso hoy y ni siquiera era eso para los griegos (que de literales no tenían nada) hace miles de años. El sentido que ellos le daban era el de lugar que no existe pero al que sin embargo queremos ir. Y eso implica futuro, lo mires por donde lo mires. Se ha empezado a usar en los últimos años una palabrita que todavía no está reconocida por la RAE: distopía. Significa “un futuro peor” y se la usa para contraponerla a utopía. Así que, en materia de utopía, saber lo que dice el diccionario no alcanza.
Decís que afirmar que la espiral se mueve de adentro hacia fuera es una arbitrariedad y pretendés abonar tu opinión con el hecho de que una espiral (sí, “la” espiral, “una” espiral, es femenino, che) puede ser recorrida en cualquier sentido. Cómo pueda ser recorrida por alguien externo, ajeno a la espiral, a ésta le importa un corno. Vos podés situarte en la perspectiva que elijas y mirarla por donde quieras y en el sentido que quieras, pero la espiral se desarrolla desde el centro hacia fuera porque tiende al infinito y sólo hay una forma de conseguirlo. Entonces la espiral es una cosa y la mirada de quien la recorre es otra muy distinta. Planos yuxtapuestos del lenguaje, que le dicen.
Suponés que no conozco nada de la filmografía de Van Sant y me enseñás que, de conocerla, descubriría que ese final que vos suponés que me molesta por abrupto, no es un accidente sino una decisión estética, frecuente en su obra.
En primer lugar: el final no me molesta por abrupto, sino por inconsistente.
En segundo lugar: ya aprenderás, es de esperarse, que preguntar es mucho más sano que suponer.
Y en tercer lugar: lo que llamás una decisión estética de Van Sant a mí me parece un uso muy trivial e infundado del concepto de la estética. Yo creo que se trata más bien de una decisión puramente intelectual. Y el intelecto está tan lejos de la estética como el sentimiento; la estética cancela a ambos. Hay que profundizar un poco en la teoría estética para hablar de estética.
Cualquier pelagatos (y te aclaro que no lo digo por Van Sant, que no sólo no tiene nada de pelagatos sino que me parece un artista serio) escribe o filma cualquier sarta de incoherencias y se cree el fundador de una nueva estética. En cuanto a que no me molesto en confrontar lo que vos decís acerca de la película con la película misma, me parece que estuviste leyendo otro foro.
¿Así que te parece que me gusta que me sirvan las moralejas en bandeja? Seguís suponiendo y suponiendo mal, porque es exactamente al revés: creo que las moralejas están muy bien para el catecismo, pero no para el arte.
Lo de Doña Rosa no merece ni siquiera este renglón que le estoy dedicando.
_________________Que parezca un accidente
oscar cuervo, Miembro Principiante
escribió
Bien, voy contestando de a uno porque la respuesta requiere cierto tiempo y al día de hoy se le ha perdido una hora, llego a casa a las 5 pero ya son las 6.
Empiezo por exidor y en otro momento sigo con navegante.
exidor, no me lo tomo a la tremenda, la verdad es que me divirtió que gente que no conozco me estuviera sacando el cuero, llegué aquí de casualidad.
En este medio el límite entre la privacidad y la publicidad es bastante fluctuante, porque lo de ustedes se puede tomar como una charla informal entre conocidos (al menos entre conocidos de este foro), juzgando el escrito de alguien que no está presente y que no sabe que están hablando de él, a quien se dedican a desechar en un tono cancherito en un par de frases sobre Freud, el deseo, la utopía y el espiral, sin molestarse demasiado por analizar lo que dice, así como tampoco se parecen haber molestado por tratar de comprender por qué la película Paranoid es como es.
Simplemente "el final apresurado", "la resolución fácil" "el final abrupto", juzgando como fallido algo que en realidad no se detuvieron a pensar. Si se detuvieron a pensarlo, en los mensajes que mandaron a este foro no se nota, lo único que aparece es que lo desaprueban. Cuando alegan algo al respecto, la pifian fiero, dicen que Van Sant resolvió la culpa del protagonista de una manera sencilla. No se les ocurre pensar otras posibilidades, otras razones, creen tener claro cómo deben ser las películas con finales "bien resueltos", como si se tratara de maestras que corrigen las tareas de los niños y que después de marcarle con rojo los errores, les dicen "alumno Gus, debes esmerarte más". En realidad, la culpa del protagonista no es el eje sobre el cual Van Sant organiza Paranoid Park; tampoco el final "resuelve", ni la culpa ni nada.
No quiero ser injusto con todos los que opinaron, porque no todos hablaron de esa manera, este aire de perdonavidas sabihondo lo mostraron algunos, pero nadie en el foro lo cuestionó. Despues a alguien se le ocurrió mandar mi nota (cosa que yo no objeto para nada) y en seguida volvieron a salir los maestros ciruela subrayando las palabras incorrectas, lástima que el saber del maestro ciruela demostró no ser muy consistente y adjudicó a las palabras tachadas con rojo un significado que en realidad no tenían.
Creo que no se molestaron en analizar lo que yo escribí, les bastó con decir dos o tres giladas sobre "incondicional", "deseo", "empantanado", con aire canchero y pereza argumentativa. Quizá así sea la modalidad del foro, yo soy un recién llegado y no sé si ese es el código que manejan, el de cancherear con una cultura general aprendida rápido y mal.
Quizá eso está aquí bien visto, y desprecian con sorna a todo aquel que se siente a escribir un texto desarrollando un análisis. Puede que eso les parezca jocoso y les baste despachar este tipo de textos tratando de encontrar un posible error, para después pasar a otra cosa, a la que se despachará igualemente rápido. No lo sé.
Así que no tomo a la tremenda que me critiquen, como vos decís, yo publiqué mi opinión en una revista y estoy totalmente afín a que me critiquen, me divierte que me critiquen. Sólo que en este caso me gustó intervenir, decir lo mío y poder dirigirme en persona a los que estaban canchereando en mi ausencia.
Como vos decís, todos tenemos un culo y una opinión. Pero hay culos hermosos y otros que dan asco.
saludos!
viernes, 17 de octubre de 2008
Clásicos y novísimos
Este domingo a la medianoche en La otra.-radio (0:00 del lunes, FM La Tribu, www.fmlatribu.com), viene Sebastián Díaz Romero, el cantante de José Miel, a programar música, clásicos y novísimos:
Clàsicos en versiones inéditas:
The lovers that never were, por Paul McCartney y Elvis Costello
You can only say godbye, Charly García y Fabiana Cantilo
Cuando el arte ataque, Luis Alberto Spinetta y Fito Paez (vamos a escuchar una versión que no es esta, la oficial):
Un rayo Cae, tema de El Niño Gusano, interpretado por Nacho Vegas
El día llegó, por Isol/Zypce
Florece, por The Flowers Orchestra
Y algo del Tucumán Under :
Multitud en soledad, por Topo Encinar
Deja, por Amanda (Luis Gomez Salas, Leandro Díaz Romero, Peca Vallejo)
Copla del agua, por Aca seca
Recuerdo Perdido, por Buda
Y un recuerdo para Miguel Abuelo.
Además: anticipamos cómo serán las Jornadas Kierkegaard de la semana próxima y contamos que está pasando en el Doc Buenos Aires.
Clàsicos en versiones inéditas:
The lovers that never were, por Paul McCartney y Elvis Costello
You can only say godbye, Charly García y Fabiana Cantilo
Cuando el arte ataque, Luis Alberto Spinetta y Fito Paez (vamos a escuchar una versión que no es esta, la oficial):
Un rayo Cae, tema de El Niño Gusano, interpretado por Nacho Vegas
El día llegó, por Isol/Zypce
Florece, por The Flowers Orchestra
TFO
Y algo del Tucumán Under :
Multitud en soledad, por Topo Encinar
Deja, por Amanda (Luis Gomez Salas, Leandro Díaz Romero, Peca Vallejo)
Copla del agua, por Aca seca
Recuerdo Perdido, por Buda
Y un recuerdo para Miguel Abuelo.
Además: anticipamos cómo serán las Jornadas Kierkegaard de la semana próxima y contamos que está pasando en el Doc Buenos Aires.
jueves, 16 de octubre de 2008
"En la ciudad de Sylvia" este sábado a las 19:00 en el auditorio La tribu
Por Oscar A. Cuervo
Son fragmentos de un discurso amoroso. Es sentarse en la mesa de un bar a mirar una tarde de primavera a las mujeres hermosas que pasan. El aire es fresco y benévolo, la luz trasmite alegría de estar vivo y ánimo de amar. Esas cosas por las que uno no quisiera despedirse nunca de este mundo, porque seguirá habiendo tardes frescas y luminosas cuando uno ya no esté aquí, y qué pena de sólo pensarlo, y gracias que estoy aquí, que una tarde así, que una brisa como esta me haya sido permitida.
Sería posible enamorarse una y mil veces y mil veces más. Ese deseo luminoso es el que anima la visión de En la ciudad de Sylvia, que no es una película perfecta, sino algo mejor, que no voy a explicar aquí, en parte porque ya me dediqué a pensarlo en un texto que aparece en La otra 19. Pero sobre todo porque no hay nada como ver esta deliciosa película.
Y después de esa tarde en la que todas pueden ser Sylvia vendrán las sombras y las huellas de otra que no es ella.
Este sábado a las 19:00 en el auditorio La tribu, Lambaré 873, En la ciudad de Sylvia, de José Luis Guerin.
Son fragmentos de un discurso amoroso. Es sentarse en la mesa de un bar a mirar una tarde de primavera a las mujeres hermosas que pasan. El aire es fresco y benévolo, la luz trasmite alegría de estar vivo y ánimo de amar. Esas cosas por las que uno no quisiera despedirse nunca de este mundo, porque seguirá habiendo tardes frescas y luminosas cuando uno ya no esté aquí, y qué pena de sólo pensarlo, y gracias que estoy aquí, que una tarde así, que una brisa como esta me haya sido permitida.
Sería posible enamorarse una y mil veces y mil veces más. Ese deseo luminoso es el que anima la visión de En la ciudad de Sylvia, que no es una película perfecta, sino algo mejor, que no voy a explicar aquí, en parte porque ya me dediqué a pensarlo en un texto que aparece en La otra 19. Pero sobre todo porque no hay nada como ver esta deliciosa película.
Y después de esa tarde en la que todas pueden ser Sylvia vendrán las sombras y las huellas de otra que no es ella.
Este sábado a las 19:00 en el auditorio La tribu, Lambaré 873, En la ciudad de Sylvia, de José Luis Guerin.
miércoles, 15 de octubre de 2008
Mail de Willy desde Montevideo
Aca estoy bó, en la estacion Solymar. Montevideo existe o sea yo existo, menos mal. Otro día gris, de esos que más me gustan. Martín toca el bandoneón y yo miro a Chiche entrevistando a Buzzi, que trata de explicar por qué el nuevo lock out no salió tan bien como pensaban. A Buzzi no le creo nada y por la cara que pone me parece que él tampoco se cree.
Los diarios de aquí se ocupan de un caso policial en el que varios vigilantes ahorcaron en una comisaría a Martins Moreira, un muchacho de 27 años que se había resistido a las piñas a ser arrestado. Los botones lo llevaron para adentro, lo esposaron, lo molieron y lo estrangularon. Al poli que denunció el caso acaban de amenazarlo de muerte."Te vamos a limpiar" le avisaron. Todos están muy preocupados por la imagen de la policía y del gobierno. La ministra del interior, que tiene cara de rottweiler, dice que con este caso "hemos retrocedido muchísimo".
Del muerto lo único que se dice es que hace un tiempo estuvo detenido por vender falopa y que a los 16 años habría tenido que ver con un asesinato. Al jefe de policía el tema le molestó mucho y, con un gesto de fastidio, le dijo a los periodistas: "este hecho nunca tendría que haber ocurrido y ahora vamos a tener que rehacer un camino". Y agregó para tranquilidad de la población: "debemos tratar esto como un hecho aislado; grave sí, muy grave, pero no significa que la mayoria del personal, cientos de ellos que trabajan en la calle, puedan verse salpicados".Las organizaciones políticas todavía no han reaccionado.
La pelea por la presidencia para el año que viene es entre Astori y Mugica y, como no se ponen de acuerdo, ahora se dice que Tabaré está pensando en la reelección. Miles de afiches en la 18 de Julio lo anuncian y el Presi no lo desmiente, pero todos se quejan por las declaraciones del argentino Eduardo Sigal. Sigal labura en la cancillería, y expresó su deseo de apoyar a Mugica. Cabe aclarar que todo el mundo sabe que Astori se lleva bien con los EEUU. "No es problema tuyo", tituló La Diaria, uno de los matutinos de la costa charrúa.
Hay un aviso del Ministerio de Turismo que dice más o menos así: "Los turistas son nuestros amigos, los españoles son nuestros amigos" y sigue así hasta que llega a los argentinos: "y los argentinos son... (larga pausa), tambien nuestros amigos, más que un amigo, un hermano!". No aclaren que oscurece.
Resulta que en Montevideo hay un sindicato de trabajadores municipales que se llama ADEOM. Este gremio lleva varios meses de conflicto por salarios con la Intendencia y la cosa parece ir para largo. Hace unos días los trabajadores tuvieron que concurrir a las oficinas del gremio para anotar a sus hijos en la lista de los que van a recibir regalos por las fiestas. ADEOM suele hacer buenos regalos a los niños, onda bicicletas y cosas así. La sorpresa de este año es que los laburantes que no pararon no van a recibir ningun regalo para sus pibes, o sea que si a vos no te descontaron los dias de paro, fuiste. Aclaro que los gastos se hacen con la guita que le descuentan a todos los laburantes. ADEOM es el sindicato más a la izquierda del Uruguay. Lo curioso es que una amiga "progre" me decía que estaba bien, que " a esos carneros no había que darles nada", mientras la tele mostraba a los "esquiroles" entrando a laburar en el medio de una lluvia de insultos, botellazos, gargajos y botellas. Si este quilombo lo hubiera hecho Moyano o cualquiera de nuestros queridos burócratas sindicales peronistas, para mi amiga todo estaría muy claro. Pero no es el caso.
En Cinemateca estan dando Help me Eros, de Lee Kang-sheng, mañana la encaro.
Ahora me voy a dar una vuelta en bici por la costa, está saliendo el sol, que es sin duda mi Dios, y voy a tratar de aprender algo hoy de su sabiduría.
Por último les cuento que las influencias de la revista La Otra llegaron hasta Alemania. Hace unos meses le regalé un montón de revistas a mi amigo Morón, y él decidió llevarlas a la gira por europa que hizo con su banda La Abuela Coca. Hay un par de anécdotas en las que intervino la revista. La que tiene a Hitler en la tapa se perdió en Berlin Este y fue encontrada después de una lluvia espantosa en la calle, luego de un toque de la banda: parece que alguien la colocó frente al hotel donde se alojaron los abuela y esa cara asustó a más de uno. La otra que tiene a Lynch en la tapa inspiró un hermoso tema que compuso Martín, que dice: "somos como la araña, tejemos nuestras vidas y vivimos en ella".
Salute a tutti
Willy Villalobos
El espécimen más oscuro
Por Fernando Velazco
Jon Klein fue, durante algún tiempo en los 80, un guitarrista admirado de la escena de rock underground londinense. Su banda Specimen fue una de las pioneras del género goth-rock, que hoy en día suele ser imitado por bandas como She Wants Revenge, INTERPOL o The Editors. Con Specimen sólo llegó a editar un EP, Batastrophe, en 1983; dos años después la banda se disolvió.
Sin embargo, no fue su EP el que logró que la banda tuviera cierta repercusión en su época, sino sus constantes presentaciones en The Batcave, un famoso club de música gótica que había sido fundado por Ollie Wisdom, cantante de Specimen. Gracias a ellos y al excéntrico club que fue visitado por algunas celebridades como Nick Cave, Siouxsie y Robert Smith, el gótico londinense pasó a ser conocido por el nombre de batcave.
Finalmente, cuando el club cerró, cada uno tomó su propio camino. A quién mejor le fue a Jon Klein. Comenzó a tocar para Siouxsie and The Banshees y llegó a grabar tres discos con ellos. Luego trabajó en otros proyectos, entre los cuales cuentan sus participaciones con Sinead O’ Connor, Lucia Cifarelli y David Devant.
Con el advenimiento de la Internet, el mito de Specimen y el Batcave comenzó a crecer. Su EP Batastrophe, difícil de conseguir durante años, se volvió un material accesible e indispensable para los consumidores de música la oscura de los 80. El video de Kiss Kiss Bang Bang pudó verse por You Tube. La banda, ya con Jon Klein como principal compositor, retornó el año pasado con un disco nuevo. Electric Ballroom se lo llamó; en él participaron Olli Wisdom y Jonny Slut, voz y teclado respectivamente de los Specimen originales, pero también se incluyeron varios músicos nuevos.
Este año la banda con su formación original deleitó a sus fans en un concierto tributo a los 25 años del Batcave, donde compartió escenario con sus contemporáneos Sex Gang Children. La banda de Klein ha grabado el concierto y planea lanzarlo en CD próximamente. Pero para matar la espera del nuevo disco, que está vez promete ser más corta, Jon Klein habló en exclusiva para La otra.
- ¿Qué recordás de tu tiempo en Europeans?
- ¿Qué recordás de tu tiempo en Europeans?
-Yo era muy joven... ¡y fue hace mucho tiempo! Estaba entusiasmado de grabar mi primer disco, es difícil imaginarlo ahora, con todos grabando los cds en sus computadoras: un disco real, en vinilo, financiado por la banda. John Peel pasó el single muchas veces y tuvimos un mejor contrato de grabación. Esto me llevó a mi primera experiencia en la TV nacional, en un show de música pop con otra banda del sello llamada Korgis.
Desafortunadamente nuestro cantante estaba influenciado por uno de los Korgis, tomó el dinero y disolvió la banda.
Musicalmente éramos importantes, Steve Street, el bajista, era un gran, gran músico, él me impulsó a trabajar duro en la improvisación.
- ¿Pensás que hubo alguna banda de la escena del Batcave que no haya tenido el reconocimiento que merecía?
- ¿Specimen? … ¡Sólo bromeaba!... Había una banda llamada Lets Wreck Mother con Sophie Sexbeat)y Marcus Dormanu... Eran geniales en vivo, duros, sexys, divertidos y con grandes canciones… Hicieron un solo EP en Flicknife Records.
- ¿Por qué pensás que lugares como el Batcave y el CBGB cerraron?
- Bueno, cada caso es diferente. El Batcave nunca estuvo en un solo lugar, se mudó por los alrededores a menudo, porque el club perdía su licencia o tuvo que cerrar.
El Batcave terminó porque los miembros fundamentales tomaron diferentes direcciones, y la cultura de música Rave estaba copando Inglaterra... ¡los tiempos estaban cambiando!
Specimen en realidad tocó en el CBGB en 1983... Fue cerrado a causa de un contrato de propiedad… ¡muy triste! Todavía me siento triste en Londres cuando pienso en lo que en el pasado solía ser el Marquee Club… donde todos tocaron ¡incluyendo el show de Bowie de 1980!... Ahora es un restaurante elegante, al cual me llevó un amigo; las comidas ni siquiera son tan buenas, ¡sólo caras!
- Grabaste tres álbumes con Siouxsie and The Banshees, Peepshow, Superstition y The Rapture. ¿Cuál es tu favorito? ¿Por qué?
- Definitivamente Peepshow es mi favorito. La principal razón es la atmósfera espeluznante. Yo realmente era nuevo y tal vez no tenía mucho perfil en ese disco, pero aún lleva a mi mente a lugares extraños y exóticos cuando lo escucho. Todos estábamos en esta quinta grande y vieja en Halloween en un huracán… Recuerdo una vez un altavoz incendiándose solo ¡sin ninguna razón o explicación!... ¡Horripilante!
Raw head y Bloody Bones, Killing Jar, Scare Crow y Last Beat of my Heart son mi favoritas
- ¿Por qué creés que 2007 fue el año adecuado para lanzar Electric Ballroom? Contame sobre ese álbum.
- ¡No había ningún plan en absoluto!... La historia es que yo estaba en San Francisco un par de años antes , con mi amigo Stu muy enfermo. El murió antes del final de ese viaje, así que mis amigos viajaron en avión el año siguiente para verme y pasarla bien. Yo iba a improvisar un par de de temas de Specimen con la banda de Tim (el había estado allí desde que la banda se separó). De todas formas la banda de Tim se separó, pero el promotor estaba entusiasmado de que yo fuera, y me propuso hacer un set con canciones de Specimen, con un par de miembros de una versión tardía de Specimen que vivían en San Francisco. Tocamos bajo el nombre de Azoic.
Luego tuve una oferta para hacer un disco pero no quería despedir a la banda, así que el disco se volvió una colaboración. Estaba feliz con el disco, pero algunos de la banda no, por lo tanto no fue posible hacer conciertos en vivo.
Mientras tanto estuve trabajando con Ollie y todo marchó bien, como si eso hubiera sido ayer… ¡y no hace 20 años!
Ollie y yo estuvimos viajando, haciendo shows de Space Tribe, y me pidieron hacer una gira del Batcave por América. Decidí que solamente haría esto con Ollie, ¡pero entonces nos sorprendimos de encontrar que toda la vieja formación de 1983 estaba por ahí cerca ese verano! (¡¡Ellos casi nunca están en el mismo país al mismo tiempo!!).
Además tuvimos una propuesta de hacer un Batcave en Londres este julio. En otra vuelta del destino, la gira por USA fue cancelada (algo bueno mirándolo bien)… Y tuvimos más tiempo para planear una fiesta especial por el aniversario 25 del Batcave. Había una gran instalación; un cruce entre Blade Runner y un tren fantasma. La reacción fue fantástica y la gente vino de todas partes del mundo.
Grabamos el show de esa noche, que será lanzado pronto en CD… ¡Es la primera vez que la banda está en el escenario junta desde hace 25 años!... Nunca nos separamos por enojarnos o discutir, más que nada se debió a que lentamente tomamos diferentes direcciones. Éramos muy jóvenes… ¡y somos todavía buenos amigos! (¡en un sentido vil y descarado!).
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