DOS DÍAS ANTES DE SU ESTRENO, EL INCAA IMPIDE LA PROYECCIÓN DE ESCUELA BOMBA, DOLOR Y LUCHA EN MORENO
Recibimos esta comunicación y convocatoria de parte del director y equipo de producción de Escuela Bomba:
El lunes 29 de julio desde la Gerencia de Exhibición del INCAA nos informaron que no se presentará en el Cine Gaumont, como estaba programado, el film Escuela bomba, dolor y lucha en Moreno, bajo el argumento de que “la película no fue producida por el Instituto de Cine”. La película forma parte del conjunto de Estrenos DOCA 2019 y su estreno fue confirmado en todas las reuniones que DOCA tuvo con la Gerencia de Exhibición del INCAA; también se confirmó a través de diversas comunicaciones mantenidas vía mail hasta el día lunes 29 de julio.
Este largometraje documental pone sobre la mesa un tema incómodo: la desinversión y desinterés por la escuela pública en la Provincia de Buenos Aires y en todo el país, que se cobró dos vidas (la de la Directora Sandra Calamano y la del auxiliar Rubén Rodríguez) en la explosión de la Escuela Nº 49 del Barrio San Carlos, en Moreno, hace casi un año.
Seguiremos sosteniendo la difusión de la película como lo veníamos haciendo, a través de instituciones que creen que la educación pública es un derecho a ser reivindicado y exigido, cuya defensa implica, entre otras cuestiones, visibilizar su vulneración a partir de los procesos de abandono y desinversión por parte del estado. La convicción de que somos tod@s merecedores de condiciones dignas y seguras para aprender y enseñar nos guía en los pasos que estamos y seguiremos dando.
Convocamos a la prensa y al público a la proyección que sostendrá DOCA de Escuela Bomba, dolor y lucha en Moreno en el día y horario en que debería haber sido estrenada. Los esperamos el jueves 1 de agosto a las 20:00 hs. en la puerta del cine Gaumont, Rivadavia 1635, CABA.
Les solicitamos que colaboren difundiendo esta información por todas las vías que consideren pertinentes.
Andrea Corrado Vazquez
Directora Decana Dpto. de Educación
Javier Di Matteo
Vicedirector Decano Dpto. de Educación
Universidad Nacional de Luján Universidad Nacional de Luján
El tiempo pasa rápido y sin embargo pareciera que estamos cada vez más hundidos en el pasado. Algo más sobre Sábato y los amantes regresivos de la oscuridad en La otra.-radio del domingo pasado, clickeandoacá
La segunda parte de La otra.-radio del domingo la dedicamos principalmente a hacer un poco de historia acerca del video Sabato y los amantes regresivos de la oscuridad (ver acá), que hicimos en 1995 en el Taller de Pensamiento Científico del CBC de la UBA, sede Paseo Colón, y que la semana pasada descubrimos accidentalmente que andaba circulando en la web.
El Taller de Pensamiento tuvo una actividad de casi una década y media, pasó por diversas etapas, en algún momento se autonomizó de la materia IPC e incluso del CBC. En nuestro recorrido pasamos por el Centro Cultural Rojas, por la Facultad de Ciencias Sociales y por Puan. Del Taller salió nuestra primera revista -cuando ya estábamos en Puan-, Parte de Guerra y, al disolverse el taller empezó a aparecer La otra.
Es decir: aquel taller del CBC contiene el germen de lo que hoy es La otra. Algunas cosas cambiaron en estos años, por supuesto. Para empezar, el grupo de personas que fueron colaborando en las diversas etapas, así como el clima social en el que trabajamos. El Taller se inició el año de la caída del Muro de Berlín, atravesó todo el menemismo y tuvo su cimbronazo con la crisis de 2001. La otra es nuestra identidad desde 2003 en adelante y ya hemos atravesado la era kirchnerista y este tiempo sombrío del macrismo. En contextos cambiantes y con algunos integrantes actuales que ni siquiera habían nacido cuando el Taller empezó a funcionar, el espíritu que me anima a hacerlo es el mismo.
El pensamiento es una necesidad imperiosa porque, contra las apariencias de hiperconectividad, la información cuantiosa, el ajetreo político y el acelerado desarrollo de las tecnologías de la comunicación, el pensamiento sigue siendo una flor rara en este paisaje. Desde que fundamos el Taller en el 89 siempre tuvimos la certeza de que el pensamiento de ningún modo es una contemplación teórica, sino una de las tareas más hondas, poderosas y liberadoras que el ser humano puede hacer.
El malestar en la cultura es un dato que va reconfigurándose de una época política a la otra: puede llamarse "que se vayan todos" o "la crisis causó dos nuevas muertes"; puede llamarse "la grieta" o "mirá lo que estamos logrando juntos". Pero por más veloz que sea el tiempo y por más que en estas décadas la tecnociencia nos haya mostrado la impresión de una mutación aceleradísima de nuestra cotidianeidad, lo más difícil de correr de la escena ha sido este malestar. El sufrimiento no es un problema psicológico sino político y civilizatorio. Frente a ese fondo asordinado de dolor lo digno es pensar. A pesar de los espectaculares resultados de la eficacia tecnológica, no creo que nadie pueda decir que en el último cuarto de siglo el dolor humano haya registrado una curva descendente. El mundo es ahora incluso más cruel que cuando cayó el Muro. En la escala de una vida humana es imposible, por lo tanto, conservar alguna fe en el progreso. Esta creencia termina volviéndose el opio de los pueblos.
La persistencia del dolor no es de ningún modo un destino. Esto es lo que nos separa de la religión. Lo único que la sociedad de consumo le puede ofrecer al dolor colectivo son productos farmacológicos y promesas incumplidas. En todo esto, la tecnociencia hizo un aporte decisivo.
Redes sociales, viagra, drogas de diseño, anabólicos y botox.
Pero ni la medicalización del dolor ni el diseño tecnológico de las percepciones - proyecto intentado en la era de la postverdad- alivian el sufrimiento masivo; al contrario, estos recursos tecnológicos, frutos de la férrea alianza de las llamadas ciencias "duras" y las "blandas" -que hoy operan articuladamente, como nunca antes en la historia- solo han variado las muecas del dolor sin ser capaces de suprimirlas.
Lo que el progreso tecnológico hace es reemplazar una cara arrugada por el sufrimiento por otra cara entumecida por el botox, hasta perder la elasticidad expresiva del rostro humano. Quizá era esto a lo que se refería Nietzsche como "la era del nihilismo", antes de abrazarse al caballo.
Lo que las actuales tecnologías del sarcásticamente llamado "cuidado de sí" están logrando es transformarnos en cyborgs desdichados de rictus payasescos. Pensar sigue siendo la única puerta abierta hacia la libertad. Ojo: no estoy hablando de la libertad de pensamiento, uno de los inventos más mentirosos de la modernidad. El pensar nos libera ante todo de la mentira que continuamente se regenera mediante procesos de laboratorio social.
Así es como veo a la distancia el debate que quisimos rozar en el video sobre Sábato y sus adversarios.
No planteó bien el asunto Mariano Grondona cuando preguntó al escritor si eran más importantes los sentimientos o la inteligencia. Es un falso dilema que no puede responderse bien sin impugnar sus términos. Sábato, por ánimo de provocación o por su simpatía con el tardoromanticismo, exageró la capacidad de los sentimientos frente a la razón. Cuando fuimos a consultar al filósofo Juan Samaja, él dijo bien que el sistema económico en el que vivimos es capaz de manipular tanto la razón como los sentimientos. Esa frase es ahora más cierta que cuando Samaja la dijo. Lo que significa que, si hubo algún progreso, fue el de la manipulación tecnológica de nuestra existencia: hoy somos más manipulables que en 1995, cuando hacíamos el video.
Después Sábato tenía razón acerca del deterioro ambiental, del crecimiento de las montañas de basura, de los pesticidas cancerígenos y de la peligrosidad de los líderes del mundo en cuyas manos se entrega ciego el sistema científico. Duele ver ahora esa posición que no sé si atribuir a la ingenuidad o al cinismo con que el divulgador Leonardo Moledo nos aseguró que había sido mucho mejor que los EEUU tuvieran la bomba antes que los nazis y que, al fin y al cabo, solo se tiraron dos bombas en Japón, mientras el arsenal bélico "más complicado" solo se fue acumulando. Que lo dijera un defensor acérrimo del progreso como Moledo, durante años director del suplemento Futuro de Página 12 es una prueba patética de la indigencia del pensamiento progresista.
La pregunta por el sentido del paso del tiempo de la historia, la sospecha acerca de la idea del progreso, son asuntos sobre los que no creo que se haya avanzado un milímetro desde la caída del Muro o desde el momento en que hacíamos el video Sábato y los amantes regresivos de la oscuridad.
Hoy ya no está Klimovsky para decirnos si este mundo le parece mejor que el que él abandonó con promesas de futuro. El tiempo pasa rápido y sin embargo pareciera que estamos cada vez más hundidos en el pasado.
De un poco de todo eso hablamos el domingo en la radio. Clickear acá.
La doctrina peronista en el siglo xxi, a 15 días de las PASO: La otra.-radio para escuchar clickeando acá
El tiempo es veloz. Escena del siglo xxi, para más datos Argentina, dos semanas antes de las PASO. Un importante dirigente político del campo popular, Aníbal Fernández, objeto en 2015 de una infame operación política mediática, que tuvo como benefeciaria directa a María Eugenia Vidal -al cabo pésima gobernadora de la provincia de Buenos Aires, como consecuencia de esa operación- dice algo propio de un salame. Le preguntan a Aníbal si le confiaría sus hijos a Vidal y él dice que no lo haría, que antes se los dejaría al dentista Barreda.
El tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos: Barreda se hizo notorio hace no tanto por asesinar a su esposa, su suegra y sus hijas, alegando que durante muchos años fue maltratado por ellas. Se convirtió para la sociedad argentina en emblema de algo. Unos cuantos, en su momento, todos ellos machos e incluso machas, aplaudieron a Barreda. Pero el tiempo es veloz. La sociedad atraviesa un proceso de avance de la conciencia y de la praxis de las mujeres, no sé si decirle "revolución" porque esa palabra la usa hasta el macrismo. Pero lo que está pasando es fuerte. Hay todavía quedos que pueden aplaudir la aberración de Barreda, pero hoy tienen que pagar un costo, porque el femicidio pasó decididamente al campo de lo intolerable y lo que ayer era amor se fue volviendo otro sentimiento. Es decir, decir Barreda era una cosa años atrás y hoy otra.
Cuando Aníbal dice que Barreda es preferible a Vidal, dice más que una frase inoportuna en medio de una campaña electoral donde el sistema mantiene activa una máquina de captura de las palabras que van a usarse en tu contra. Dice algo malo, que no puede ser celebrado sino por energúmenos. El femicidio es límite y parece que a Aníbal, animal político que a veces huele el cambio en el aire, esta vez no le da la nariz. O por macho herido apela a una canchereada propia de un salame.
Así es como lo caracteriza inmediatamente no la máquina de captura del sistema sino una militante del campo popular, del propio Frente de Todes, Ofelia Fernández, la candidata a legisladora por CABA más joven de la historia, que también ella está en la mira de la máquina por cada cosa que dice. Y Ofelia usa palabras precisas, no exagera ni consiente. Dice:
"Lamentable lo de Aníbal Fernández de comparar a Vidal con un femicida. Invisibiliza dos cosas: 1) nuestra pelea por dejar en claro quiénes y cómo nos matan 2) que lo que en realidad le hace la gobernadora a las mujeres es hambrearlas, endeudarlas y recortar presupuestos elementales para que podamos salir de situaciones de violencia. Por suerte estamos las feministas para ubicar a estos salames y pedirles poco amablemente que nos dejen la política a nosotras".
Una persona que piensa de este modo es necesaria para la política del siglo xxi, seas peronista o cadorna. Incorpora diversas dimensiones de problemas arduos, se mueve por un campo minado, teniendo que enfrentar al mismo tiempo a la máquina de captura de las palabras que el sistema hace funcionar full time y el resto decadente del machismo que puede salir de la boca de un dirigente que ha sido valioso. Después sale Axel Kicillof, que es un actorclave para lograr derrotar al macrismo en estas elecciones, y redondea la idea:
"La comparación de Vidal con un femicida es penosa. Desde el primer día mi campaña se trata de proponer y discutir ideas y prioridades. No quiero una campaña sucia ni de agresiones. No es mi forma de hacer política" dice Axel. Veamos si los cumpas que salieron a darle a Ofelia también lo tratan mal al hombre que tiene que vencer a Vidal y al macrismo entero.
Pero el camino es largo y sinuoso y Ofelia está en la mira no solo de la máquina de captura sino además de muchos integrantes del campo popular que se creen habilitados a pararle el carro a "esta mocosa de 19 años" que no tiene la trayectoria del entrañable compañero que ha sido y es atacado por el sistema. Las luchas políticas son varias y no siempre convergen en una sola línea, por lo que ponerse en alguna posición se vuelve complejo. Los peronistas (incluso las peronistas) que apelan a la jerarquía del militante de trayectoria al que una mocosa no puede faltarle el respeto, por joven y por mujer, son también parte del problema. Hay restos de un peronismo que en el siglo xxi no sobrevive bien. El recurso a la trayectoria de un compañero de años al que "se lo respeta" y no puede ser cuestionado por una mocosa es parte del patriarcado que está crujiendo. ¿Es oportuno señalarlo cuando la corporación mediática está pendiente de cada pequeño error de los militantes del campo popular para descontar una ventaja?
Es imperioso. No solo es tácticamente oportuno, eso sería lo de menos. Tácticamente, si la palabra de Aníbal queda flotando en el aire el daño es mucho mayor que si se lo pone en su lugar. Silenciar por presunto compañerismo la guarangada es sumir a todo el campo popular en el barro de la complacencia con el femicidio. Alguien dice, como bajándole el precio a los dichos de Aníbal, que vamos a morir de literalidad. Otros manifiestan su fastidio por el exceso de corrección política.
Pero en el presente algunas nociones del siglo xx ya no van. La incorrección política, por ejemplo, es la retórica del ultraje neoliberal. No podemos ser cínicos ni graciosos acerca de la corrección política. No es corrección. El machismo que lleva al femicidio es intolerable hasta en los chistes o en las metáforas ingeniosas. Si sos un piola que hace política con el gracejo popular, avivate de que los chistes sobre Barreda ya no dan gracia sino asco. Y si tenés una noción de compañerismo que te lleva a querer disimular una barrabasada que forma parte de un orden de cosas que naturaliza el femicidio, entonces revisá tu idea del compañerismo.
¿Es prudente callar? No, es malo callar. El que calla otorga. Hay instantes en los que es preciso hablar, bajo pena de que tu silencio quede del lado de la muerte. La doctrina que nos legó el General no alcanza para todo, porque hay cosas que ni él, que se anticipó a tantas cuestiones, pudo imaginar. Entonces es una suerte que una chica encuentre la palabra justa para caracterizar al compañero Aníbal: es un salame.
En la primera parte de La otra.-radio estuvimos hablando de eso con la participación de algunos de los integrantes más jóvenes del staff. Con toda pertinencia nos detuvimos a escuchar una canción de la nueva camada de raperos que trabajan con mucha agudeza sobre el lenguaje. ACRU y WOSdicen con poesía filosa:
Zigzagueo en el humo hasta que taggeo el muro Ataco con verdades así te masacro el rumor.
La primera parte de La otra de este domingo se puede escuchar clickeando acá.
Durante los años 90 coordiné conjuntamente con el psicoanalista Héctor Fenoglio un Taller de Pensamiento Científico, una actividad de extensión cultural vinculada a la materia IPC del CBC de la UBA. En el marco de la cátedra dirigida por Esther Díaz, el taller se propuso producir algunas obras que evitaran los modos anquilosados del discurso académico. Entre ellas, una serie de videos -en pleno auge de las cámaras de S-VHS-, cinco en total, agrupados bajo el título genérico de CBC Nius.
El quinto capítulo de esta serie fue Sábato y los amantes regresivos de la oscuridad. En él capturamos una polémica que en ese momento flotaba en el aire. La discusión se desató en el año 94, a partir de unas declaraciones televisivas de Ernesto Sábato en el programa de Mariano Grondona, Hora Clave. Sábato se refirió en ese programa a su paso por la ciencia y las reservas que le producía la creencia en el progreso científico. Esta polémica es un clásico que ya se había discutido mucho antes y se seguiría discutiendo después. Es lamentable que hoy se piense tan poco en esto, cuando el poder de la tecnociencia en nuestras vida cotidiana es casi omnímodo.
Esther Díaz
En la década del 30 Sábato había llegado a participar en proyectos de primera línea mundial, en el Laboratorio Madame Curie en París y en el Massachusetts Institute of Technology, cuando se investigaba la fisión del átomo de uranio. Algún quiebre se dio en su existencia por el cual el científico joven y promisorio abandonó repetinamente esa carrera, se dedicó a la literatura y la pintura, e incluso llegó a enemistarse con sus excolegas científicos por esa decisión. Sábato explicó los motivos filosóficos que lo llevaron a distanciarse y renegar de su vocación científica en algunos libros que quizá sean, finalmente, los más interesantes que escribió: Hombres y engranajes y Heterodoxia, entre ellos. No fueron estos los que lo hicieron muy famoso, sino sus novelas de ficción.
Gregorio Klimovsky
En los 90, Sábato había llegado a gozar de un prestigio social que eclipsaba su controvertida intervención durante la dictadura. El 19 de mayo de 1976 participó de una reunión con el genocida Jorge Videla, junto a Jorge Luis Borges, el presidente de la Sociedad Argentina de Escritores Alberto Ratti y el cura Leonardo Castellani. La reunión de los escritores con Videla se hizo dos semanas después del secuestro del escritor Haroldo Conti. La pareja de Conti, Marta Scavac, se había acercado a los escritores con la intención de que ellos le reclamaran al dictador por el paradero de su compañero. Hay versiones discrepantes acerca de quién le reclamó a Videla por Conti. Algunos le reprocharon a Sábato durante años que se hubiera negado a hacerlo; en cambio, se dijo, quien sí reclamó por Conti fue Leonardo Castellani, el cura nacionalista y divulgador de Kierkegaard en Argentina. Pero otros testimonios defendieron a Sábato, afirmando que efectivamente él le entregó a Videla una lista de escritores desaparecidos. A la salida de ese almuerzo, las declaraciones de los escritores solo suman sombras a su memoria. Dijo Sábato: "El general me dio una excelente impresión. Se trata de un hombre culto, modesto e inteligente. Me impresionó la amplitud de criterio y la cultura del presidente". Borges agregó: “Es todo un caballero”.
En los 80, con la post dictadura, Sábato recibió la oportunidad de diluir ese episodio infame presidiendo la CONADEP, convocada por Alfonsín con la intención de reparar simbólicamente los crímenes del terrorismo de estado. El informe final de la CONADEP, en el que figura la lista parcial e incompleta de los desaparecidos que la comisión llegó a recopilar, fue prologado por un texto que se atribuye también a Sábato, en el que se expone la muy criticada teoría "de los dos demonios": el demonio "de la subversión" y el otro, "infinitamente peor", en palabras del autor, de los terroristas de estado. Esta teoría, que equiparaba el estado terrorista con las bandas insurgentes y exculpaba a las clases dominantes que habían impulsado la matanza, encontró una cierta aceptación en el establishment durante los años alfonsinistas. La mayoría de los organismos de derechos humanos recusó esta lectura estatal del genocidio, a la que consideró un subterfugio para perpetuar la impunidad que el juicio a las Juntas había interrumpido, aunque finalmente el propio Alfonsín reanudó con sus repudiables leyes de Punto Final y Obediencia Debida.
Leonardo Moledo
Todo esto es para explicar un poco el contexto alrededor de la figura de Sábato en los 90: había atravesado todas estas controversias y logrado mantenerse como un referente cultural. Después de su muerte, el discutido prestigio literario de Sábato terminó por evaporarse, ayudado seguramente por las mencionadas sinuosidades políticas antes mencionadas.
Pero sus críticas al cientificismo nunca, ni aún hoy, dejaron de tener interés. En el Taller de Pensamiento decidimos hacerle una entrevista a él, a sus contendientes y a otras figuras vinculadas a las ciencias y la epistemología. Era la oportunidad de encarnar en figuras concretas de nuestra sociedad de ese momento las ideas cuya discusión nos interesaba promover.
Enrique Marí
Una mañana fuimos a la casa de Sábato en Santos Lugares. Nos recibió durante media hora y registramos esa conversación con nuestra cámara. Luego incorporamos el testimonio de su adversario, Gregorio Klimovsky, que tildaba a Sábato de oscurantista: él fue quien nos dijo la frase que finalmente fue el título del video: Sábato y los amantes regresivos de la oscuridad. (Klimovsky también había formado parte de la CONADEP). Entrevistamos al divulgador científico Leonardo Moledo, durante años director del suplemento Futuro de Página 12. Moledo asumió durante nuestra entrevista una defensa tan cerrada del cientificismo que lo llevó a relativizar el horror de arrojar la bomba atómica en Hiroshima. Pueden ver en el video cómo lo dice. Además entrevistamos a los filósofos Esther Díaz, Juan Samaja y Enrique Marí, quienes añadieron otros matices políticos y epistemológicos a la discusión en torno a la ciencia, la tecnología y sus aplicaciones.
El video yace arrumbado en algún rincón entre mis cosas, sin que yo pueda verlo. Ya no tengo un reproductor de vhs; si lo tuviera, no sé con qué imagen me encontraría cuando intentara reproducirlo. Hace pocos días un amigo me avisó que está subido a youtube en dos partes. Ni idea tengo de quién lo subió. Así que en seguida lo busqué, no sin cierto temor por reencontrarme con algo que habíamos hecho 24 años atrás, junto a Héctor Fenoglio, Gustavo Balbuena y Laura Hayes. También colaboró en la edición Mariano Calabrese de la FADU y un grupo de estudiantes de la materia: María Jaunarena e Iván Silvero, entre los que recuerdo.
Juan Samaja
Me resulta difícil tomar distancia crítica con una obra hecha hace tanto, porque lo que más veo al verlo es la época en la que lo hicimos y la alegría de hacerlo. Me había olvidado de que en medio de los testimonios habíamos insertado fragmentos de Tiempos Modernos, 2001: Odisea del Espacio e Hiroshima mon amour. Mi lazo sentimental con el video no me deja asegurar que conserve algún valor.
Pero pienso que sí: no solo por los testimonios directos de Sábato y todas estas figuras relevantes de la epistemología local de fines del siglo. No sé si habrá otros registros de Juan Samaja, Enrique Marí y Leonardo Moledo, todos ellos ya fallecidos. Aparece mi aún amiga Esther Díaz, con su look muy noventista. Tampoco sé si Klimovsky aparece en otro registro formulando su clásica falacia del martillo, un lugar común cientificista para eludir el compromiso político de la producción científica y adjudicarle una neutralidad meramente instrumental. Klimovsky declama ante cámaras un elogio de la libertad de investigación, a pesar de que por esos mismos años cumplió desde el poder académico el rol de inquisidor de las cátedras del CBC que incorporamos en los programas a autores como Nietzsche, Heidegger, Foucault y Feyerabend. Moledo y Klimovsky extreman aquí su defensa acrítica de la ciencia, frente a las ácidas ironías de Sábato. Llegan a confundir cualquier cuestionamiento al cientificismo con una propuesta de retorno a las cavernas, o un intento de "detener el progreso científico", como dice Moledo, que ni siquiera parece comprender bien la posición de Sábato. Samaja, Marí y Díaz exponen la a esta altura ineludible vinculación de la producción científica con el contexto económico que la posibilita, sin que esto implique ningún retroceso romántico.
Me convenzo de que hay algunas virtudes en el video: muestra miradas muy contrapuestas sin cerrar la discusión, involucra la pasión polémica respecto de un tema que se suele tratar con abulia académica. Los interrogantes que plantea sobre el progresismo cientificista me parece que están muy lejos de haber perdido vigencia. Creo que lo voy a volver a proyectar en mis clases.
Como sea, esto que acabo de rescatar de mi propio olvido es un paso que merece figurar en el blog La otra. Si tienen un rato véanlo.
Mizoguchi, Sylvian, Lanois y Eno en La otra.-radio del domingo pasado, para escuchar acá
Pedime que vaya ¿Por qué no me llevás con vos? Pedime que vaya de shopping a la noche. Podemos subir al auto nadie va a estar mirándonos podemos perdernos de shopping a la noche. Decime qué necesitamos escribí una lista o algo No es necesario que necesitemos nada de shopping a la noche.
Estas canciones de David Sylvian podrían sonar en el night club de Twin Peaks perfectamente. Tienen ese misterio envolvente que se asocia de inmediato al universo lyncheano. Una seducción adictiva. En el programa del domingo pasado, César Colman trajo a tres músicos que cultivan una modernidad refinada en la periferia oscura del pop, intersectándose con búsquedas sónicas más experimentales, a menudo en asociación con otros músicos a veces más famosos, aportándoles su arrojo artístico:
David Sylvian, Daniel Lanois, Brian Eno
Sylvian fue uno de los líderes de Japan, si es que no fue el único. Su carrera como solista no era tan diferente en los comienzos a lo que hacía Japan en sus últimos discos, pero fue tomando una distancia según pasaron los discos. En sus últimas producciones, terminó alejándose de todo vestigio de influencia y de todo patrón musical para acercarse a un universo cada vez más personal. También tuvo un par de obras a dúo con Robert Fripp y merced a esto coqueteó con el sonido de King Crimson, aunque la cosa no pasó a mayores. No es un señor de hits ni de temas conocidos, pero probablemente muchos lo recuerden por su participación en la banda de sonido de la película de Nagisa Oshima Merry Christmas Mr.Lawrence -estrenada en Argentina con el título de Furyo- protagonizada por David Bowie y Ryuichi Sakamoto, con un joven Takeshi Kitano en un papel secundario. Ahí Sylvian canta "Forbiden colours", co-escrita con el mismísimo Ryuichi. Una post-data como para tener en cuenta: Dead bees on a cake del año 1999 fue uno de Los 138 discos que nadie te recomendó, el fabuloso libro de Sergio Coscia y Ernesto Gontran Castrillón, y eso no es poca cosa…
El canadiense Daniel Lanois comenzó a trabajar con Brian Eno para hacer la producción artística de The Unforgettable fire (1984, U2). Luego siguieron trabajando junto a la banda en The Joshua tree (1987) y Achtung baby (1991), aportándole a los irlandeses un refinamiento sonoro que ellos no habían tenido antes. Lanois fue un colaborador artístico clave en la discografía de, nada menos, Bob Dylan, alcanzando un desempeño que quizá Dylan nunca había logrado en estudio. Con Oh, Mercy de 1989 y Time out of mind (1996) Dylan llegó, de la mano de Lanois, a su nueva edad de oro. En el 2010 Lanois produjo para Neil Young Le noise, título que es todo un homenaje. Pero ya había trabajado con Peter Gabriel en Birdy (1985), So (1986) y Us (1992); y para Scott Weiland en 12 bar blues (1994). Como solista tiene cerca de una decena de discos, desde Acadie de 1989 y For the beauty of Wynona (1993) hasta bandas sonoras, como Sling blade (Resplandor en la noche). En colaboración con Brian Eno y Harold Budd hizo The Pearl (1984). Y en 2010 editó en banda Black dub, que hurga en las raíces del dub, el blues, el soul y el rock.
Brian Eno es genio y figura detrás del Bowie de la trilogía berlinesa (Low, Heroes y Lodger). En Roxy Music le peleó el liderazgo a Bryan Ferry, hasta que Eno decidió hacer la suya (y recién estamos hablando del año 1972). Hizo discos junto a David Byrne (My life in the bush of ghosts, 1981), Robert Fripp (No poosyfooting, 1973, y Evening star, 1975), entre otros. Y produjo junto a U2, además de los anteriormente mencionados, Passengers. Pero su aporte más personal está en una veintena de discos como solista en los que exploró el sonido ambient, entre ellos Music for airports (1978), Before an after science (1977), Another green world (1975) y el que inició su carrera solista, Here comes the warm jets (1973). Otro disco, Apollo: Atmospheres and soundtracks, que hizo en 1983 en colaboración con Daniel Lanois y Roger Eno, también figura entre Los 138… de Coscia y Gontran Castrillón.
Mizoguchi
El sábado pasado terminó en la Sala Lugones una gran retrospectiva con 14 películas del cineasta japonés Kenji Mizoguchi que fue seguida enteramente por Carla Maglio. Mizoguchi es uno de los autores más originales de la historia del cine, creador de un estilo único, basado en una tensión entre los conflictos de intensidad emocional y social que trata y un tratamiento formal cauto y extrañamente sereno. La belleza y la emoción en Mizoguchi nunca son enfáticas, sino que surgen por una decantación misteriosa. Hay una apariencia de fluidez en sus planos cuidadosamente dispuestos, en espacios acotados donde la distancia importa tanto como los sutiles toques de luz, lo que se muestra y lo que se elide, y una confianza en el tempo de sus magistrales planos secuencia. Su estatura de clásico nunca fue una excusa para evitar en sus películas la huella de los conflictos políticos y sociales de la historia japonesa y del presente en el que filmaba. En La otra.-radio del domingo, Carla se explayó sobre el conjunto de películas de Mizoguchi que vio en este ciclo. Escuchen todo acá.
La columna política de la semana en La otra.-radio, para escuchar clickeando acá
Decir por ejemplo que la fórmula de los Fernández está ganando por mucho para tratar de que el sector lobotomizado por los medios se asuste por el peligro de la invasión de los usurpadores de cuerpos de la Cámpora como si estuviéramos viendo una película en blanco y negro de la época de la guerra fría y así lograr que algunos que consideraban la posibilidad de no reincidir en la defraudación macrista revean su decisión y se abroquelen alrededor del charme irresistible de la fórmula macri peceto.
Predecir lo que se pretende que no pase para que el sector más vulnerable a las operaciones reaccione evitando lo que se predice. Calcular que lo que el otro dice no es lo que sabe que va a pasar sino lo que no quiere que pase.
O, si no, profecía autorrealizada: crear expectativas positivas acerca de una mejora de la situación económica para que el que está mal se sienta mejor y espere más: "hay que darles un poco más de tiempo, las cosas deberían empezar a ponerse interesantes de un momento a otro".
Esta es la forma de hacer política a la que la sociedad argentina está siendo sometida en un experimento de ingeniería psicopática colectiva indudablemente fundado en el asesinato de la verdad y el reino omnímodo de la ficción profetizado por Nietzsche. Así es como el neoliberalismo pretende diseñar una sociedad que hasta ahora se ha mostrado renuente a ceder.
A medida que se acercan las PASO, que tendrán un efecto directo sobre las expectativas del resultado de octubre y pueden acentuar la polarización hacia un lado u otro de la balanza, hacerle zancadillas a la realidad mediante ilusionismos desinformativos: si el 11 de agosto ganan los FF por un margen muy grande, por ejemplo, sugerir que los mercados reaccionarán castigando a la sociedad con una corrida descomunal que lleve al dolar adonde debería estar si hoy no estuviera pisado por un ilusionismo de sentido inverso. Los $ 43,50 que hoy dicen los tableros muestran una cotización dibujada en función de la necesidad de la sensación de alivio, la paz cambiaria, a pesar de que los precios no bajaron nada de lo que habían subido cuando estaba a $ 46. Paz anunciadamente precaria, si metemos miedo con la posibilidad de una corrida ante el triunfo de la oposición en las PASO, podemos hacer que el ciudadano operado vaya a votar con el miedo por las consecuencias catastróficas de la ira de los mercados.
El neoliberalismo que necesita imperiosamente imponer la destrucción de los derechos laborales y naturalizar la destrucción del empleo -que, como todo el mundo sabe, se debe al crecimiento vegetativo de la población- tiene que extirpar el cáncer peronista del cuerpo de la nación y pasar al siglo xxi alineándonos con los pueblos que ya se han dado por vencidos. Postmodernizarnos.
Estas son las semanas que estamos viviendo. Se trata de generar en la intersubjetividad colectiva una torsión por la cual pesen más las sensaciones que se manejan desde los hashtags de twitter y el control de los mensajes hipersegmentados que la percepción de la realidad tangible. Que no importe que comemos menos, que dejamos de tomar los remedios que necesitamos, que compremos sachets de productos con contenido lácteo marca pindonga o que las escuelas a las que van nuestros hijos se estén viniendo abajo sino que vivamos en función de los estados de ánimo construidos por una tecnología de la percepción.
La revolución neoliberal será tecnológica o no será.
Desalentar a la militancia opositora instalando la idea de una máquina electoral invencible. Convencernos de que no hay forma de que ellos pierdan, que ganan si el dolar se queda en 43 y ganan también si se va a 70 o en cualquier posición intermedia. Que tenemos la manzana rodeada y no hay modo de escapar. Producir el agobio y la depresión de los que aún resisten y la resignación de los arrepentidos.
La verdad como ficción útil para una raza de poderosos que no conoce límites en su desmesura dionisíaca.
El análisis político se ha convertido en estos tiempos en el torneo de la sofística. No por nada los filósofos de la postmodernidad han venido rehabilitando el prestigio de los sofistas durante las últimas décadas.
Es el momento interesante que atravesamos. Mucho más interesante que dramático, si no fuera que, si resulta como ellos quieren, unos cuantos vamos a quedar en el camino.
Y la entrada de la zona de operaciones intensas en el experimento social argentino: hoy a las 12 de la noche en La otra.-radio. FM 89,3. www.radiografica.org.ar
Este año en La otra.-radio estamos haciendo, de la mano de Maxi Diomedi, un recorrido bastante minucioso por la obra de un músico de rock que valoramos mucho: Lou Reed. Al principio esta serie se llamó "Un otoño con Lou", pero es evidente por motivos estacionales que entramos en la segunda temporada, "Invierno con Lou". Y lo hicimos con un disco que representó una fractura en su carrera, en su vínculo con la industria y la crítica -que hasta ese momento no había sido del todo armónico pero acá colapsó- y con sus propios fans, que en gran parte no comprendieron el gesto: Metal Machine Music de 1975 es todavía una fractura más honda: el tipo de desafío que Reed asumió hizo temblar literalmente las paredes de ese edificio llamado rock, que a esa altura ya había logrado ser legitimado como un espacio de creación por la cultura establecida. Antes Lou había cometido algunas transgresiones a las normas del business que provocaron sus controversias, pero todo lo anterior quedó opacado por el rechazo visceral que produjo este disco doble totalmente instrumental, en el que el sonido de la guitarra eléctrica es forzado con temeridad radical hacia un nivel inaudito para los cánones de la música popular.
No es que nunca nadie hubiera producido una música tan disonante ni forzado los límites de un género o instrumento, o desafiado los tímpanos y el gusto formado de sus oyentes, porque las experimentaciones de las vanguardias existían desde mucho tiempo atrás. Lou tenía la reputación de ser un artesano de canciones, un narrador urbano en el que la guitarra aportaba cierta crudeza que se correspondía con los ambientes y personajes retratados. Aquí en cambio llenó cuatro caras de vinilo (más de una hora) con una distorsión que borraba cualquier atisbo de progresión narrativa e invitaba más bien a una aventura perceptiva en la que todavía es posible preguntarse qué significa escuchar música. Se lo deben haber preguntado alarmados los ejecutivos de la RCA que esperaban un disco de canciones entradoras como las que Lou había mostrado de sobra que podía hacer y en cambio se encontraron con eso. Se indignaron incluso muchos de sus oyentes cuando descubrieron que el desborde sónico no daba ninguna tregua: puro sonido chirriante que exigía lidiar con la noción usual de lo que es una obra musical. Todo eso que suena Lou lo hizo solo con algunas guitarras, micrófonos y amplificadores en una noche.
"Saqué Metal Machine Music para terminar con todo esto. Fue un fuck you gigante. Quería limpiar el aire y deshacerme de todos esos malditos pelotudos que pedían 'Vicious' o 'Walk on the wilde side'". Y en la tapa del disco dejó escrito: "A muchos de ustedes no les va a gustar esto. Y no los culpo, no está hecho para ustedes".
Si un músico vanguardista de comienzos de siglo convocaba a una performance donde se experimentaría con los límites de lo audible a partir de las posibilidades de las nuevas tecnologías instrumentales, seguramente habría tenido a un público dispuesto a adentrarse en experiencias inusuales. Otra cosa es que esa tormenta eléctrica se envase en un vinilo doble y se venda como "el último disco de Lou Reed". Esperablemente, muchos compradores volvieron a la disquería a pedir que les devolvieran el dinero. Es decir: no pudieron siquiera pensar lo que ahí sonaba.
Algunos llegaron a decir que se trataba del peor disco hecho por un ser humano (Rolling Stone). La historia los desmintió: lo que en aquellos días podía considerarse un exabrupto de una personalidad desquiciada por el consumo de drogas o una falta de respeto a la lealtad comercial terminó por fundar un camino posible para llevar al rock por zonas menos cómodas y más excitantes que las que hasta ese momento existían. Ni la obra de Reed permaneció indemne a este sacudón ni terminó por ser un fiasco artístico, a pesar de que la disquera pidió disculpas a los compradores defraudados y retiró durante un tiempo de circulación todas las copias existentes de Metal Machine Music. Al final, ese rechazo irascible tuvo que ser revisado y Metal Machine Music terminó por ganarse su lugar como un auténtico hito artístico y también como una pieza musical de belleza inquietante.
Para saber mejor de qué estamos hablando, escuchen el tramo del programa de radio que le dedicamos al disco acá y acá. Y después o antes, escuchen directamente el disco.
Para muestra, un botón en la Mendoza de Cornejo: ¿Se impone el fascismo en Argentina?
La lucha es muy desigual: en un mundo muy corrido a la derecha, acá sienten que en elecciones libres pueden perder. Eso los lleva a extremar su violencia. El kirchnerismo es continuamente medido en cada pequeño gesto, bajo sospecha de malos modales, mientras desde el estado macrista la violencia es ejercida con descaro e impunidad. Imaginen si este patotero fuera de la Cámpora. Imaginen su violencia reproducida en loop las 24 horas del día en los canales oficiales. Imaginen si un militante del campo popular fuera filmado procediendo de esta manera. ¿Se imaginan qué dirían la monja Pelloni, Luis Novaresio, Ernesto Tenenbaum, Romina Manguel, Fantino, María O'Donnell?
La cancha está muy inclinada, demasiado: el macrismo, que tiene a casi todos los jueces de su lado, que es bancado por toda la banca, que tiene el apoyo de las grandes corporaciones mediáticas, manda a allanar C5N después de haber volteado Radio del Plata y de intimar a Santamaría para que saque a Verbitsky de Página 12. El presidente de la Suprema Corte Bonaerense dice lo que es público y notorio sobre la colonización del poder judicial por parte de las clases dominantes para imponer sus intereses y violar el estado de derecho y en seguida le sale la corporación judicial a acusarlo de "politizar" la Justicia. Se sienten impunes, saben del poder de fuego -literalmente hablando- de que disponen. Están cebados porque no pueden permitir que Argentina se constituya en la excepción en un mundo regido por el fascismo de mercado. No toleran que su totalitarismo sea puesto a prueba en las urnas, ni en la calle, ni en el aire.
Para otra vez, cuando amaine la violencia que nos está acosando, quedarán las sagaces caracterizaciones que el periodismo centrista local hizo del régimen que aún nos gobierna: "la derecha moderna y democrática". Háganme acordar para cuando estemos más tranquilos así reclamamos la autocrítica de los opinadores que durante estos años fueron cediéndole espacio al avance ceofascista.
Dejémoslo para otro momento. Porque ahora hay que defenderse de los palos y del posible fraude. Todos los que opinan lindo, para no ser cómplices por omisión,tendrían que proponerse al menos fiscalizar el 11 de agosto y en todo momento custodiar la unidad, el poder y la organización que logremos construir en estas pocas semanas en las que Argentina va a decidir si se transforma en el sur del Brasil fascista o se digna a rescatar sus mejores tradiciones democráticas y populares. Con mandarse wasapitos no alcanza, muchaches: el wasapito es el soporte simbólico del fascismo de mercado. No vamos a avanzar un milímetro wasapeándonos. A ver si nos ponemos las pilas.
Y si llegamos a merecer el triunfo en agosto y octubre, acordémonos que estos violentos van a seguir tratando de voltearnos. ¿Quién dijo que se venían años moderados?
Un EMPLEADO DE LA @MuniGodoyCruz y militante de @DifusionCornejo acaba de agredir a una candidata a concejal del peronismo, prohibiendole el ingreso al Barrio Jardín Sarmiento.
A medida que se acercan las elecciones, el régimen macrista encara con procedimientos sucios la sola posibilidad de perder el poder, si las elecciones fueran libres y se tratara de una auténtica competencia de propuestas políticas electorales.
La derecha llegó al poder por elecciones libres pero no paró de deteriorar desde el comienzo el sistema jurídico, con el encarcelamiento en enero del 16 de Milagro Sala por parte de un tribunal especial formado por Gerardo Morales con ese solo fin. Ya estaba claro en aquel entonces, cuando Buenos Aires quedaba lejos de Jujuy y una parte del peronismo meditaba si convenía acomodarse al nuevo orden represivo desde una oposición colaboracionista.
Hoy hasta agentes encumbrados del poder judicial -como el presidente de la Corte Suprema bonaerense, Eduardo Néstor de Lazzari- empiezan a animarse a señalar la brutalidad política del régimen: acción psicológica, chantajes, prisiones arbitrarias, escuchas ilegales, connivencia de los servicios, jueces, fiscales y periodistas dóciles a las imposiciones del ejecutivo. Reconocimiento tardío, acotado, sin eco aún en la Corte Suprema de la Nación.
Esta amenaza a la democracia le cabe también al proceso eleccionario, expuesto a maniobras oscuras para enturbiar la expresión de la voluntad popular. Se hacen continuos intentos de cambiar las reglas electorales para manipular los resultados, hay sospechas de posible fraude, clima de intimidación, violencia verbal desfachatada, incluso con amenazas de muerte contra sindicalistas combativos, el reflotamiento de un macartismo vintage con una estigmatización ideológica contra candidatos opositories que remite a los años de la guerra fría. Esto sería farsesco si la clase dominante no hubiera demostrado su determinación para que sus amenazas verbales no tarden en concretarse. Cuando un agente del régimen habla de muerte -ministra de seguridad, presidente, legisladores aliados del poder, fiscales, periodistas adeptos al régimen-, no pasa mucho tiempo hasta que efectivamente asesina.
Los empresarios intentan imponer por aclamación un aniquilamiento de los derechos de los trabajadores. El régimen muestra una cohesión que remite a momentos históricos en los que los mismos sectores reivindicaban la necesidad de apoyar el terrorismo de estado, de volver a hacerlo si fuera necesario:
“Los argentinos estuvimos en guerra. Todos la vivimos y la sufrimos. Queremos que el mundo sepa que la decisión de entrar en la lucha la provocó e impuso la subversión, no fue privativa de las Fuerzas Armadas. Fue una decisión de los argentinos. Todos, absolutamente todos los hombres de buena voluntad que habitan el suelo argentino pedimos en su momento a las FFAA que entraran en guerra para ganar la paz. A costa de cualquier sacrificio. Y tal como cualquier otra guerra, la nuestra también tuvo su precio. Hoy la guerra terminó, aunque no la vigilia. Aunque en idéntica circunstancia volveríamos a actuar de idéntica manera, quiera Dios que nunca tengamos que pagar este precio para vivir en paz. Las instituciones que abajo firmamos queremos refrendar de esta manera nuestro apoyo a aquella dolorosa pero imprescindible decisión: Asociación de Bancos Argentinos – Bolsa de Comercio de Buenos Aires – Cámara Argentina de Editores de Libros – Cámara Argentina de Anunciantes – Cámara Argentina de Comercio - Consejo Empresario Argentino – Consejo Publicitario Argentino – Liga de Madres de Familia – Sociedad Rural Argentina. Y siguen las firmas. ("Los argentinos queremos decirle al mundo", diario Convicción, 1983)
Hoy no parece necesario -todavía- acudir a las fuerzas armadas, porque los grupos de tareas salen de Comodro Py.
De nuestro lado, tendríamos que tomar nota de que estos no hablan por hablar y resolvernos a consolidar un frente democrático contra la radicalización derechista, si queremos evitar una implosión social como la que hoy atraviesa Brasil. ¿Cómo prepararnos ante sus amenazas, tan verosímiles?
Frente el alineamiento político férreo de la clase dominante, nuestras vacilaciones y endebleces se manifiestan en toda su fragilidad. ¿Seremos capaces de detener mediante la organización popular tanta matoneada?
Hay que despejar el terreno incluso de lo que consideramos el campo popular.
El domingo, unas horas antes de nuestro programa, el patético Guillermo Moreno decía en la televisión abierta que el macrismo ya mostró su voluntad de dejar de ser un régimen oligárquico con la incorporación de Miguel Pichetto a la fórmula. "Hay peronistas en todas las fórmulas, entonces gane quien gane no va a ser muy diferente" decía el inexplicable ídolo de algunos papamoscas que todavía lo consideran un compañero.
Marco Berger habla de su nueva película en La otra.-radio: se puede escuchar clickeando acá
Juan y Gabriel son dos jóvenes trabajadores de un aserradero del conurbano ya entrados en sus treinta y pico que, a causa de su estrechez económica, tienen que compartir el departamento del primero de ellos. La estrechez es también espacial. Gabriel y Juan trabajan juntos, viajan cada día (muy) juntos en el tren y conviven en el depto chiquito. Esta determinación material aproxima sus cuerpos: los encima. La cercanía los excita, sin que ninguno de ambos pueda dar cuenta abiertamente de ese deseo. El contexto socioeconómico -trabajo, vivienda y amigos- incita y a la vez inhibe la manifestación de su sexualidad. El tiempo de las diversidades no parece haber llegado hasta ellos.
Gabriel, el rubio, entra a orbitar en el universo de Juan, con el grupo de amigos que se amontona en un sillón a mirar la tele, tomar birra y hablar de minas durante tardes enteras. Un universo machirulo donde entre conversaciones banales se filtran frases machistas que el rubio escucha tenso. Los amigos de Juan lo llaman "el mudo" y en esa nominación se agazapa la imposibilidad de decir su deseo. Juan exhala un magnetismo erótico constante y sostiene una hiperactividad sexual con chicas con las que no parece querer asumir ningún compromiso afectivo. El mismo desenfado lo induce a buscar los roces corporales que excitan y asustan a Gabriel y para el resto del grupo pasan desapercibidos. Juan encuentra cierto goce en caminar por ese borde, aunque él tampoco pueda proyectar hacia los demás este deseo fuera de norma. Se permite hacerlo cuando se queda solo con Juan. Uno más desfachatado y el otro introvertido, ninguno de los dos, sin embargo, puede abrir sus pulsiones hacia el mundo que los rodea. Llegará el momento en que Eros se vuelva incontenible, pero las circunstancias sociales lo hará permanecer en una clandestinidad. La pulsión es erótica pero el obstáculo es político.
Un rubio es el sexto largometraje de un autor como Marco Berger, que apareció desde su ópera prima, Plan B, con una determinación estética muy firme, en la que la perspectiva y la duración de cada plano siempre estuvieron dictados por una necesidad de la mirada y no por ningún cálculo. Berger desvela su mirada al hacer sus películas: esto es un autor, no alguien que imposta voluntariamente un estilo. Hay directores que tantean al filmar, van constituyéndose como cineastas a lo largo de varias películas y solo a posteriori es posible descubrir el lazo que liga su obra. Otros que quieren construir efectos estilísticos a partir de un repertorio de planos aprendidos de otros. Berger forma parte de otro grupo, el que encuentra su perspectiva del mundo en el plano inicial de su primera película y desde ahí todo lo que hace responde a ese rigor.
Un rubio es, junto a Hawaii, una de sus mejores películas y, al mismo tiempo, entraña una novedad en su cine. Hasta ahora él se había movido con gracia en el romance homosexual entre jóvenes que exploran una faceta escondida de su deseo en un período de adolescencia tardía. Treintañeros que todavía no se conocen a sí mismos, construyen una identidad social que de pronto tambalea ante un encuentro fortuito con otro del que empiezan a enamorarse sin querer. Podría ser la sinopsis de la mayoría de sus películas. Pero en Un rubio trasciende cierta abstracción pequeñoburguesa que antes permitía demorar la definición existencial de sus personajes. En Un rubio el ambiente proletario hace aflorar la colisión entre eros y mundo. Por primera vez el relato no culmina en el beso inicial, sino que recorre una historia completa, con una frontalidad sexual inédita y una resolución que no escribiré. Berger se mantiene fiel a la erotización de su puesta en escena, pero acá son los límites políticos y económicos los que imponen el ritmo cauto de la narración, los colores cenicientos, los planos cerrados, la aridez de unos pocos paisajes abiertos.
El trabajo de los actores es particularmente notable, en especial la frágil tensión en la que vive Gabriel (Gastón Re) que impregna la tonalidad melancólica del film. Gabriel y Juan (Alfonso Barón, magnético y un tanto odioso) van a encarar de manera diferente el dilema de cómo asumir sus deseos y a mutar su posición inicial al cabo de la historia. En esta diferencia el cineasta se permite plantear una interrogación ética y política: ¿cómo vivir a la altura del deseo en un mundo que continuamente lo obstruye?
En La otra.-radio de anoche conversamos con Marco Berger y en la charla se revelan aspectos de la realización y las decisiones artísticas que definen Un rubio y la singularizan en su filmografía. También disfrutamos de las hermosas canciones que Pedro Irusta compuso para la película. Todo esto lo pueden escuchar clickeando acá.
La otra.-radio: hoy domingo a la medianoche en FM 89,3, Radio Gráfica
En 1975, Lou Reed publica su doble vinilo Metal Machine Music: "Nadie lo escuchó de principio a fin, yo tampoco. No es ese si objetivo" dijo Lou. Es esa clase de discos que, al salir, nadie sabe cómo tomarlo. Aunque fueron muchos los que se enfurecieron con el músico. Hoy a la medianoche en La otra.-radio vamos a contar la historia.
También viene al programa Marco Berger a conversar sobre su nueva película, Un rubio, que está entre lo mejor que él haya realizado.
Y en el programa vamos a conversar también sobre esta fase crítica de la lucha política argentina, que en el término de pocas semanas empieza a decidir qué sociedad queremos ser de ahora en más.