miércoles, 30 de septiembre de 2020

Ayer votó el poder real, al que nadie votó nunca

La decisión de la Corte de ayer no puede ser analizada desde la superficie de su enunciado jurídico, sino desde su acto de enunciación: viene a decirnos que, en el modelo político dominante en el siglo xxi, la democracia está acosada por los poderes de facto del capitalismo salvaje. Se nota cada vez más  la enemistad entre el régimen de facto y el poder popular. Hace un año estábamos votando en Argentina. Por ese resultado nos constituíamos en una excepción en una región asfixiada por los neofascismos. 

Una Argentina políticamente soberana, socialmente justa y económicamente libre es hoy un mal ejemplo para los pueblos del mundo. Por eso, el acoso a la democracia no se limita a las tramoyas de la oligarquía local sino que tiene dimensiones trasnacionales. Así se entienden las ofensas proferidas por la dictadora boliviana, el fascista Bolsonaro o alguna voz de la extrema derecha española. Para que el mundo se acomode a sus actuales niveles de violencia social y de crueldad, una experiencia democrática en Argentina no debe prosperar.

Hace un año estábamos votando y derrotamos en las urnas a un régimen que intentó instaurar estas prácticas de crueldad con el apoyo de un despliegue de poder inusitado. Pero el poder popular es hoy muy frágil. Hace doce meses yo estaba fiscalizando en la mesa de una escuela del partido de Almirante Brown y nos quedamos contando las boletas hasta las 10 de la noche. Desalojamos del poder político al macrismo en primera vuelta, derrota inédita para un aspirante a la reelección. 

El lawfare, como plan continental que se había llevado puestos a Dilma y Lula en Brasil, a Correa en Ecuador, que meses después derrocaría y proscribiría a Evo en Bolivia, había sido vencido en Argentina por la organización popular, de manera pacífica y paciente. La concentración impresionante de poder no pudo imponerse en las urnas. Hasta el día de hoy la ultraderecha sudamericana se siente ofendida por haber sido derrotada políticamente en Argentina. Nuestro error fue creer que la victoria en las urnas alcanzaba: ayer la Corte mostró su genuflexión ante los poderes fácticos, su docilidad ante el apriete y su insolencia ante el poder popular. La Corte es esa extraña institución que en nuestro sistema político nadie vota, un residuo de los sistemas monárquicos y un instrumento del poder económico concentrado. Habrá que tenerlo muy en cuenta si queremos que la democracia aún sea posible.

El apriete mediático a la Corte para que se enfrentara a los poderes legislativo y ejecutivo, sometidos al escrutinio popular, hizo efecto. Una campaña televisiva alcanza para movilizar a un puñado de vociferantes que repiten consignas que no entienden, especialmente diseñadas para ellos, para no ser entendidas, para no dar lugar a ninguna instancia de la argumentación. Son los extras de una trasmisión televisiva que hace el simulacro de "opinión pública", la escueta base empírica en la que se apoyan los pastores televisivos para respaldar sus sofismas. Este puesta en escena es trasmitida en las pantallas como la representación de una pseudo-rebeldía que hoy se llama "libertaria" y en verdad es todo lo contrario: el sometimiento al statu quo y a la opresión social. 

Desde la dictadura no se veía en Argentina una desfachatez de las prácticas políticas tan dañina. La diferencia es que ahora es norma planetaria. Durante los años de Videla, aquel régimen era una anomalía en un mundo que se escandalizaba, aunque fuera hipócritamente, por la represión política argentina. En el siglo que empieza las cosas cambiaron: lo que hoy escandaliza es que un pueblo se haga cargo de su destino sin tener que someterse a la humareda tóxica de mentira y exasperación diseminada por el dispositivo mediático 7 x 24. En ese cuadro, los dictámenes del poder más opaco, el más aferrado a la inercia histórica, le prestan un ceremonial de "institucionalidad" a la farsa republicana. Libertades, instituciones, república: son las palabras vaciadas de todos sentido que enarbolan los nuevos fascismos para relatar sus atropellos. Este dispositivo, fundado en el asesinato de la verdad y la justicia, bastamente celebrado por la "nueva filosofía", es lo que se da en llamar lawfare. Hace un año les ganamos en las urnas. Hoy la Corte nos recordó el poder de daño que aún conservan y que empuja a nuestra frágil democracia hacia un abismo.

Los análisis que tienden a disminuir la gravedad de estos atropellos a la democracia son funcionales al avance fascista. Se pierde el tiempo leyendo el acontecimiento en función de un drama psicológico en el que Lorenzetti quiere tal cosa y Rosenkrantz tal otra, mientras Maqueda vendría a inclinar la balanza para tal o cual lado. Eso es un dispositivo teatral que nos hace olvidar la ruda realidad del poder, cuando Trump puede gobernar el país más grande del mundo aunque haya sacado menos votos que su rival y el principal líder político de la historia brasilera puede ser encarcelado y proscripto sin pruebas. Como nunca, el capitalismo salvaje se sacude incómodo los límites que le pudiera imponer la legalidad.

La performance que ayer hizo la Corte es para recordarnos que no les importa ni admiten una derrota en las urnas. Al contrario: el haber sido derrotados los puso más irascibles. Los cinco cortesanos nos acaban de recordar que ellos, a los que nadie votó, pueden, si reciben la orden, arrollar la voluntad popular y derrocar al gobierno. 

Se trata de que tomemos nota de que hoy no tenemos adversarios sino enemigos dispuestos a todo. Yo lo comparo a la situación del lunes en Belgrano que terminó con el policía acuchillado: vos podés tratar de hacer todo bien, pero el otro tiene un cuchillo y está decidido a ensartártelo.

domingo, 27 de septiembre de 2020

Sátántangó - César González - laotra21

Tercer adelanto de Lo propio del plan es que falle, álbum de laotra21 de próxima aparición




Sigo teniendo el privilegio de que mis amigos cineastas le pongan imágenes a mis delirios sonoros y me den permiso para darme un paseo por sus mundos. Ahora, depués de Perrone y Farina, es el turno de César González. Para un apasionado por el cine de toda la vida como yo, que en los últimos años empezó a obsesionarse por la potencia de la dimensión sonora de las películas, para un admirador del talento de estos cineastas, dejar una huella en sus territorios cinematográficos es el sueño del pibe.

César es un cineasta de la última camada y yo creo que su presencia y su filmografía vinieron a iniciar una época en el cine argentino. Dada su voracidad perceptiva e intelectual nadie sabe qué puede un artista que como él se propone expandirse en múltiples direcciones. Cuando le comenté si quería prenderse en este juego de fricciones entre sonidos, ruidos, música, voces e imágenes en seguida dijo que sí. Esa confianza es para mí una muestra de generosidad, similar a la que poco antes obtuve de Perrone y Farina. Todo eso junto, generosidad e inspiración, es muchísimo más de lo que esperaba cuando me puse a jugar con los sonidos hace un par de meses, sin saber que el proyecto laotra21 iba a conseguir semejantes colaboradores.

César construyó esta pieza de 4:30 con fragmentos de sus películas Diagnóstico esperanza, ¿Qué puede un cuerpo?, Exomologesis, Atenas y Lluvia de jaulas. El título del tema "Sátántangó" se explica por la voz que se escucha en el audio, extraída de un pasaje de la película homónima de Bela Tarr. Resulta que César es tan fan como yo del monumento fílmico del húngaro, pero ni el estilo de César ni la música que le puse se parezcan a la película Sátántangó. Se trata entonces de una fricción de tres conceptos muy diversos que se propone probar qué produce este choque de partículas. 

A la vez, mis experimentos sónicos ya se habían puesto antes en contacto con el cine de Raúl Perrone y Martín Farina, cada uno muy distinto a los otros. Debo decir que este proyecto denominado laotra21 nació con buena estrella y hace pocas semanas ni plan tenía. Sigo sin tener demasiada idea de adónde nos llevará esto, pero lo que ya me dio es demasiado.

Los tres temas que di a conocer hasta ahora son "Les Envies que Je Te Desíre" (Perrone), "Escuchar esas voces" (Farina) y este que hoy estrenamos. Forman parte de un álbum que pronto daré a conocer en forma completa, bajo el título genérico Lo propio del plan es que falle que pueden escuchar en Bandcamp clickeando acá. A la vez, este que se está conociendo es el tercer álbum de laotra21. Acá va el video de César González con mis sonidos.

 

Esto sigue.

miércoles, 23 de septiembre de 2020

#docentesenseñando Histórico pronunciamiento docente contra las políticas de Larreta y Acuña

#nuncadejamosdedarclases


Los supervisoras y supervisores de todas las áreas, niveles y modalidades de CABA se reunieron para pronunciarse en contra de los intentos de Larreta y Acuña por imponer un protocolo que arriesga la vida de los chicos y los docentes. Es un intento improvisado y prepotente de simular una "vuelta a las escuelas" que tiene todas las características de la gestión Larreta: simulación y manipulación. El pronunciamiento de los docentes es histórico, porque reúne la posición de la totalidad de supervisores de los diversos niveles de la ciudad. Los intentos de Larreta y Acuña consuman una manipulación política, amparados en el blindaje del que aún gozan en la mayoría de los medios de comunicación. Lo que esta declaración evidencia es que las maniobras de Larreta y Acuña desconocen el punto de vista de los expertos docentes que tienen un auténtico conocimiento territorial y la responsabilidad de coordinar el proceso educativo. Larreta desconoce las voces más autorizadas y quiere hacer politiquería para los cautivos de las mentiras de los medios. El acuerdo tan extendido entre todos los sectores educativos es para celebrar. El gobierno nacional tiene que dejar de intentar un acuerdo unilateral con el larretismo e integrar a toda la comunidad educativa a la mesa de discusiones.

Esto dice la declaración:

PRONUNCIAMIENTO DE SUPERVISORES/AS DE CABA

AL JEFE DE GOBIERNO RODRÍGUEZ LARRETA

AL MINISTERIO DE EDUCACION SOLEDAD ACUÑA

AL MINISTERIO DE SALUD FERNAN QUIROS 

Nosotros y nosotras, Supervisores y Supervisoras de todas las Modalidades y Áreas de Educación de la CABA, nos manifestamos conjuntamente a través de este comunicado, en relación a la propuesta de la Ministra Soledad Acuña sobre el regreso controlado a la presencialidad.

La política educativa de un país trasciende a una coyuntura temporal. Este colectivo que aquí se manifiesta, es absolutamente plural y diverso, y la única condición que nos nuclea es la necesidad de trabajar articuladamente y con responsabilidad. 

Queremos dejar asentado, que el protocolo presentado no constituye una propuesta pedagógica, no fue consultada ni construida con el cuerpo de Supervisores, y la misma presenta un sinnúmero de puntos objetables, que dan cuenta de la forma unilateral en la que fue diseñada. 

En un breve lapso, hemos asistido perplejos a tres propuestas de las que nos anoticiamos por los medios de comunicación. Todas ellas insisten con una revinculación presencial de los alumnos y alumnas más postergados, que desconocen la emergencia sanitaria y el riesgo que implica para docentes y estudiantes. 

En ese pretendido atajo que toma al desconocernos, la Ministra pierde de vista la importancia del rol de los y las supervisoras quienes aportan una mirada profesional sobre las singularidades que el territorio presenta. Lejos de sumarnos a una construcción colectiva se desconoce el estatuto docente, nombrando personal por fuera del mismo.

Queremos hacer foco en el problema que contienen todas las propuestas de regreso a la presencialidad hasta ahora presentadas por la Ministra: 

- No consideran lo expresado por el Ministerio de Educación de la Nación.

- Son protocolos generales.

- Plantean estrategias que desconocen la realidad de las escuelas tanto pedagógicas como de infraestructura.

- No tienen en cuenta las trayectorias escolares individuales y su seguimiento.

Nuestra posición es completamente pedagógica, y como tal, busca velar por el cumplimiento igualitario del derecho a la educación de calidad para todos los estudiantes de todas las modalidades del Ministerio, convencidos y convencidas de que la mejor y única revinculación posible, empieza por asegurar las condiciones materiales para estudiar de manera tal de volver a incluir a los más postergados a la red de socialización y contención que es la escuela pública. 

Es por eso que sostenemos que no acompañamos los planes de retorno presentados, porque no contemplan tres requisitos fundamentales:

 - La aprobación de los protocolos por parte del Ministerio de Salud de la Nación. 

- El equipamiento de todos y cada uno de los estudiantes que concurren a las escuelas públicas de la CABA, tanto con computadoras, como con conectividad. 

-  Convocatoria a mesas de trabajo colectivo con los y las supervisoras para consensuar una perspectiva pedagógica, ya que es una jurisdicción con gran desigualdad e inequidad, que necesita respuestas diversas.

Resaltamos que la abrumadora mayoría de los docentes en actividad rechazamos, cualquier retorno a la presencialidad, por fuera de las condiciones explicitadas, contrariamente a lo expresado por la Ministra en los medios de comunicación masiva.  

La educación existe cuando se respeta la Ley Nacional de Educación en todo su articulado que contempla los principios, derechos y garantías que el Estado debe cumplimentar. La educación existe en la construcción de escuelas y en la garantía del otorgamiento de vacantes necesarias.. La educación no está en una plaza ni en un patio si no es parte de un objetivo pedagógico inclusivo que aloje a todos nuestros estudiantes. La educación está en los y las docentes que luchamos para que  sea un acto de justicia social.

#nuncadejamosdedarclases

Ingresando en este link se puede adherir a esta declaración: https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSfySo7O1WPgBoznbwJNTR0VHp7rqfHg8i_W5P1bJYgZcNFg8g/viewform

Freud y la Suma incompleta

Hace poco participé en una conversación sobre el famoso ensayo de Freud El malestar en la cultura. Buscábamos sus referencias a la imposibilidad, irrazonabilidad e injusticia de lo que él llama "el mandato cristiano": "Ama al prójimo como a tí mismo". Es un  texto tardío de Freud y en él se propone al mismo tiempo responder a los planteos de un amigo acerca del valor de la religión y pensar cuál es la función de la religión, la ciencia y el arte en la economía libidinal del ser humano. No esperen que resuma su tesis porque el texto es accesible en la red, su lectura no requiere destrezas especiales, digamos que incluso puede leerse sin haber estudiado a Freud durante años, el hilo de texto es perfectamente abarcable. Lo que no quiere decir que no esconda una opacidad disimulada por el tono casi coloquial con el que Freud lo escribió.

No puedo resistirme a percibir en estos grandes textos de la cultura europea ciertos bordes, algunas marcas de la enunciación que permiten pispear dónde estaba parado el autor al escribir lo que escribió, desde dónde se puso a ver lo que avista. Creo que esa es la tarea más digna de un lector: no aprender lo que el tipo quiere decirnos, sino comprender desde qué posición habla, cómo se autoriza a sí mismo, qué garantías deja inscriptas en el propio texto que me permitan aproximarme a ver lo que él dice ver o al menos entender por qué lo dice. Tantos años de lecturas universitarias nos inducen a acopiar los dichos de autores importantes, tipos que aportaron ideas fundantes de nuestra cultura, y terminan por convencernos de que leer a un autor es entender a qué se refiere y confiar en que sabe por qué lo dice de esa forma. Nada de esto es nunca evidente: puedo pasar 30 años leyendo a cualquiera de los grandes referentes de nuestra civilización (Aristóteles, Descartes, Galileo, Newton, Marx, Nietzsche o Freud, por nombrar solo unos pocos) sin nunca haberme propuesto comprenderlos, que no es entender el significado de lo que dicen sino mirar en la dirección que señalan. Para usar una metáfora muy conocida, se estudia a estos autores como los que ante un hombre que señala la luna con el dedo se quedan mirando el dedo, como si en el dedo estuviera la luna. Leer no es mirar el dedo, sino girar la vista hacia la luna.

No resulta muy interesante ponerse a repetir, incluso a discutir si Freud tiene razón cuando atribuye a la especie humana una hostilidad natural que hace impracticable amar al prójimo, sino reparar, por ejemplo, en su necesidad de pensar a la humanidad como especie: ya esta aserción dista de ser evidente. Leer a Freud, leer a cualquier otro, es buscar en sus textos las huellas que deja en su acto de enunciación: lo que mueve un poco secretamente la dinámica de un texto, lo que el texto excluye de la mirada, lo que repite tanto como para que ya no se lo cuestionemos y lo demos por hecho. Por supuesto que este procedimiento se puede, se debe, aplicar a esto mismo que ahora el lector está leyendo. La sospecha que anima esta precaución es algo que conquistamos gracias a las indicaciones del propio Freud: si tenemos que abrir la oreja ante una voz que nos dice algo, para escuchar lo que nos dice sin querer y sin saber que nos lo está diciendo, es entre otras cosas porque Freud nos enseñó que una voz no siempre sabe todo lo que dice ni dice todo lo que sabe.

Entonces, más que asentir o disentir acerca de si la especie humana es hostil, yo me detengo a escuchar la tonalidad con que Freud escribe sobre esto. Y encuentro algunas huellas en estos párrafos:

"La existencia de tales tendencias agresivas, que podemos percibir en nosotros mismos y cuya existencia suponemos con toda razón en el prójimo, es el factor que perturba nuestra relación con los semejantes, imponiendo a la cultura tal despliegue de preceptos. Debido a esta primordial hostilidad entre los hombres, la sociedad civilizada se ve constantemente al borde de la desintegración. El interés que ofrece la comunidad de trabajo no bastaría para mantener su cohesión, pues las pasiones instintivas son más poderosas que los intereses racionales. La cultura se ve obligada a realizar múltiples esfuerzos para poner barreras a las tendencias agresivas del hombre, para dominar sus manifestaciones mediante formaciones reactivas psíquicas. De ahí, pues, ese despliegue de métodos destinados a que los hombres se identifiquen y entablen vínculos amorosos coartados en su fin.

"En un momento determinado, todos llegamos a abandonar, como ilusiones, cuantas esperanzas juveniles habíamos puesto en el prójimo; todos sufrimos la experiencia de comprobar cómo la maldad de éste nos amarga y dificulta la vida. Sin embargo, sería injusto reprochar a la cultura el que pretenda excluir la lucha y la competencia de las actividades humanas. Esos factores seguramente son imprescindibles; pero la rivalidad no significa necesariamente hostilidad: sólo se abusa de ella para justificar ésta".

A ver Sigmund, pará la mano un cachito, y con todo respeto te lo digo, cuando decís "que podemos percibir en nosotros mismos" ¿a quiénes pretende abarcar ese nosotros? ¿A mí? ¿A tu círculo de conversaciones? ¿Todos podemos percibir en nosotros mismos tales tendencias agresivas? ¿Todos llegamos a abandonar como ilusiones las esperanzas juveniles que pusimos en el prójimo? ¿Y vos cómo sabés que abandonamos las esperanzas juveniles? ¿Y qué sabés vos cuántos años tenemos y cuántas esperanzas pusimos en el prójimo? ¿Todos sufrimos la experiencia de comprobar la maldad que nos amarga y dificulta la vida? La primera evidencia que el texto me trae es que está escrito por un hombre amargado y decepcionado. Cuando lo dije en la conversación de la semana pasada, me objetaron que estaba reduciendo el sentido del texto de Freud a un episodio biográfico, que leía el texto a partir de una presunción biográfica. Y no. No apelo nada más que a lo que el mismo texto hace acontecer: un intento de trasmisión de amargura. Freud me pide que al leerlo asienta que todos estamos amargados y él al escribirlo ¿qué podría saber al respecto? En cambio, yo podría detectar en el color de su tinta que el que está amargado y decepcionado, el que abandonó las ilusiones juveniles es él. Cualquier texto que en un momento dice "Todos sabemos que..." apela a este recurso retórico para proyectar en el lector un estado de ánimo, digamos mejor, una predisposición, un encontrarse amargado. Y si uno se deja seducir por esta forma de hablar no entiende bien el significado del texto sino que se amarga. Decir aquí que Freud está amargado no es hacer una desautorización salvaje de sus afirmaciones, sino percibir el tono que impera en su comunicación. ¿Por qué Freud habrá de querer 
compartir conmigo su amargura?

Este tipo de lectura a contrapelo, que yo llamaría simplemente dialogar con el texto, implica no dejarse llevar por las narices por lo escrito, sino percibir los movimientos de la escritura, su despliegue respecto de mí. Porque toda escritura no termina de ser hasta el momento en que es leída. Leyéndolo me leo. Lejos de atribuirle un secreto biográfico que motiva la escritura de Freud, miro en la dirección hacia la que su dedo señala. Eso es comprender qué tipo de cosa es una señal. Cuando lo planteo de esta manera, en círculos freudianos, pero también en círculos foucaultianos, deleuzianos, nietzscehanos o cristianos, me suelo encontrar con gestos de reprobación. No tengo que apresurarme a pensar que de este modo se verifica la hostilidad de la especie humana, incluso la de los freudianos o los foucaultianos. ¿De dónde saca Freud que yo, su lector, abandoné mis ilusiones juveniles? ¿Y qué sabe él cuáles eran mis ilusiones juveniles? Una respuesta de un freudiano típico me dice que Freud está autorizado a hablar así por sus años de experiencia en la clínica. Pero ¿qué sé yo de los años de experiencia en la clínica de Freud? ¿Y qué sabe el que me dice eso de la experiencia de Freud en la clínica? Lo único que tengo ante mis ojos y con lo que puedo hacer algo es el texto  mismo de Freud. Lo cual significa: la verdad del texto se percibe en su propia escritura o no tiene en absoluto ninguna verdad. Pero todo texto tiene algún tipo de verdad, no porque lo que me está relatando haya sucedido efectivamente como me lo dice, sino porque el acto mismo de su escritura, que solo se pone en marcha cuando lo leo, es lo que verdaderamente acontece con un texto.

Se puede tocar el relieve de un texto si se le presta suficiente atención, sin necesidad de postergar una decisión de lector hasta haber terminado de leer el último renglón que escribió.

***


Sé que molesta leer las cosas de cierta manera, tanto más molesta en los círculos que se dedican a leer a un determinado autor de manera sistemática. Y sin embargo no siento que haya dicho nada que no se sepa de hace mucho. No hay garantías ni garantes. ¿A qué libro vamos a acudir a respaldarnos para tomar una decisión? 

El problema del fundamento debe ser el más antiguo de la filosofía. Fundamento es suelo. En alemán Grund. En inglés ground. Una palabra muy sonada en la filosofía del siglo xx es Abgrund, que se suele traducir como "abismo" y literalmente es "sin suelo". ¿Y si empezamos por admitir que el suelo sobre el que pisamos es, al menos, cenagoso? ¿que a veces, quizás los mejores momentos de la vida, nos falta el suelo? Pensemos un poquito: ¿a qué autor vamos a ir a buscar las respuestas a nuestras preguntas? 

Ninguna palabra, por más eficaz que haya resultado, puede constituirse en fundamento para toda ocasión. En cierto momento alguien dice una palabra y se hace la luz. Pero eso no es una propiedad de la palabra, sino del instante en que se la dice, del tono con que se la dice, del contexto en que se dice, de cómo la escuchan los que la escuchan. 

Fuera de eso, creo que hay que asumir que hay verdad porque hay mentira, por la cantidad de veces que tenemos que recurrir a la mentira. Cuando mentimos estamos dando la mejor prueba de que hay verdad: es lo que estamos evitando decir. Así se la reconoce. 

Ahora, si esperamos encontrar la verdad en un libro estamos fritos. 

Los escolásticos creían que la verdad estaba en la Biblia y en Aristóteles, pero esto no es posible porque la Biblia y Aristóteles no dicen lo mismo. Pueden ser dos textos falsos, pero no pueden ser dos textos verdaderos. Lo que trato de decir, no sé si llegué a decirlo, no sé si se me escucha decirlo, es que esa demanda del lugar donde se halla la verdad es imposible de satisfacer. En el instante decisivo en el que uno tiene que hablar está solo y los santos milagrosos no vienen todos en mi ayuda. Esto no va ni contra Freud, ni contra Nietzsche, ni contra Foucault, ni contra Santo Tomás. 

Santo Tomás de Aquino, siglo xiii, escribió la Suma Teológica, en la que a través de miles de páginas trató de acomodar todos los fragmentos de la Verdad, sin que ninguno le quedara colgando. 17 tomos donde se resolvían todas las cuestiones, argumento y contrargumento, antecendentes y conclusiones, teniendo en cuenta la revelación divina, sumada a la racionalidad pleclara de Aristóteles y los comentadores musulmanes. 12 años le llevó solo escribirla. En la fiesta de San Nicolás de 1273, después de dar su misa diaria, rompió con el hábito cotidiano de irse a dictar la continuación de la Suma, que no estaba todavía terminada, a sus amanuenses. En lugar de hacer eso, ese día Tomás se quedó callado. Y nunca retomó el dictado de la Suma. Moriría al año siguiente -y como era tan gordo, no podían hacer pasar su cuerpo muerto por la estrechez de la escalera. 

Antes de morir Tomás le escribió una carta a un amigo: "El fin de mis labores ha llegado. Todo lo que he escrito me parece algo así como paja después de las cosas que me fueron reveladas. No puedo escribir más. He visto cosas que hacen a mis escritos como la paja". No contó lo que vio. Pero era el autor de la Suma Teológica, pasó los mejores años de su vida escribiéndola. Después de muerto, a la Iglesia Católica le pareció tan bueno y verdadero lo que dejó escrito que declaró que ese libro contenía la Doctrina Oficial de la Iglesia y a él, post-mortem, la Iglesia lo declaró Doctor Angélico, Doctor Común y Doctor de la Humanidad. Pero Tomás lo había dejado sin terminar después de  aquello que vio, que nadie sabe qué es. 

Es interesante pensar en esta coda: el tipo ve algo que le hace pensar que toda su magna Suma queda reducida a paja y se niega a concluir. Ya el solo hecho de que la Suma Teológica sea un libro inconcluso termina por revelar lo decisivo sobre la naturaleza del libro en relación a lo declarado en su título.  Pero la Institución consagra el mismo texto que él desdeño en su gesto final. Obviamente, le creo más al gesto de Tomás que a la consagración oficial de su doctrina. Creo que la verdad hay que buscarla más por el lado de aquello que vio que por lo que la Iglesia hizo con lo que él dejó escrito. Hasta hoy en las universidades católicas se sigue estudiando la Suma como Doctrina Oficial. Él se desprendió de esos libros pesados antes de morir. 

Si eso le pasó a Tomás, que de verdad le puso toda la garra a la edificación de la Verdad completa y sin fisuras, si ni él terminó respaldando lo que escribió, ¿por qué habríamos de pensar que los notables esfuerzos de Newton, Hegel, Comte, Nietzsche o Freud por fundar un texto duradero y una visión completa de las cosas serían más consistentes? La Ley de Gravedad, el Espíritu Absoluto, el Estadio Científico Positivo, la Voluntad de Poder, la Economía Libidinal de la Naturaleza Humana... ¿qué tendrían de más sólidos que la Suma Teológica? Si ya nos resulta anacrónico atribuir autoridad a la palabra tomista, a la que su propio autor desautorizó, ¿por qué vamos a buscar otro texto que ocupe su lugar? Quizá ese lugar tenga que quedar vacío. 

Eso no nos fuerza a que cuando alguien nos pida la palabra nosotros se la neguemos.

lunes, 21 de septiembre de 2020

Escuchar esas voces - Martín Farina - laotra21


Tengo la suerte de tener algunos buenos amigos. Pocos pero buenos. Algunos de ellos son artistas y me hacen regalos inapreciables. 

Ya dije la otra vez que en este período de aislamiento empecé a practicar algo que nació como un juego y no deja de serlo: armar piezas de audio como si fueran bandas de sonido de películas que todavía no fueron filmadas. Con atrevimiento se las podría llamar "música" pero como sea son para mí una afición tardía y un gesto. También un modo de elaborar algunas pérdidas: la asunción de un tiempo que ha pasado. Hubo que pasar tiempo para llegar a esto.

La pausa necesaria me dejó algunos huecos para empezar algo que nadie me pedía. Es también una mirada atrás, a los años de ir al cine y últimamente prestarle más atención al sonido, gracias a indicaciones que me daban los propias películas: Bresson, Godard, Lynch, Sokurov... Empecé a preguntarme si no llegó el momento de que el cine asuma más decidido su dimensión auditiva. Ya se hizo, sí, los que nombré lo hicieron, pero lo que me sorprende es que no se haga mucho más todavía.

No creo que haya descubierto el agujero del mate: es un descubrimiento solo para mí. Las cosas empiezan cuando uno las encuentra. Se lo hago escuchar a estos buenos amigos que mencionaba al comienzo y ellos me alientan, me dicen que está bien. Uno de ellos, Raúl Perrone, toma la iniciativa de regalarme imágenes suyas para mis sonidos y queda esa preciosura a la que le pusimos DON H ó Les Envies que Je Te Desíre. Ahí -quizás para equilibrar una cadena de desgracias que aparecen juntamente- empieza una cadena de acontecimientos afortunados: otros amigos se suman a esta idea y empiezo a recibir más obsequios.

Como este de hoy (y habrá más).

Uno de esos amigos fue creciendo como cineasta desde que nos conocimos, hará unos... ¿12 años? ¿14? Martín Farina era el-amigo-que-trajo-a-la-radio-una-vez-Juanito-el-Cantor. Hoy es un cineasta respetado con una filmografía ya considerable que tuve la suerte de ir viendo como crecía desde chiquita. A Martín le pregunté, creo que fue en este orden, si quería hacer algo con mis sonidos y sus imágenes. Y me regaló esta belleza. Me suben las palpitaciones pensar que mis amigos me dejan entrar a la zona más íntima de su tarea. El estilo de Perrone se impone en DON H ó Les Envies que Je Te Desíre, así como acá Martín crea, a partir de mi tema "Escuchar esas voces", una pieza visual que tiene su sello inconfundible.

 



Voces: Ingrid Thulin, Anitra, Margit Carstensen, Eva Mattes, Katrin Schaake, Gisela Fackeldey, Anna Magnani, Idea Vilariño, Cristina Banegas, Nini Marshall, María Vaner, María Onetto, Fernando Noy, Gudrun Geier.

viernes, 18 de septiembre de 2020

No se puede vivir del amor (le dijo un soldado romano a Dios)

Conversatorio Freud Kierkegaard Amá al prójimo (como a vos mismo)





Tercer encuentro mensual convocado desde el espacio virtual de lecturas kierkegaardianas denominado "Las obras del amor" (en http://meet.jit.si/LasObrasDelAmor), coordinado desde General Villegas y hacia el universo por Graciano Corica. Estos encuentros mensuales se proponen hacer entrar en fricción la escritura kierkegaardiana -esas voces que nos hablan- con otras perspectivas. La intuición que nos anima es que, cuando se encuentran dos perspectivas, a primera vista distantes, en un cruce de caminos que nosotros mismos propiciamos, estas vocen empiezan a decirnos más, o quizás sería mejor decir: empezamos a oír en ellas cosas que cuando las considerábamos por separado no aparecían. La fricción de lo imprevisto o la de lo inhabitual. El primer mes fue la presentación de esa clave que es "Escuchar una voz" como vía regia para introducirse en el laberinto escritural de Kierkegaard. El segundo mes hicimos que se encontraran dos tipos bien distantes: Kierkegaard y el escritor villeguense Manuel Puig, que creó toda su obra literaria a partir del momento en que, totalmente desorientado acerca de cuál era su lengua propia, escuchó la voz de una tía que le hablaba desde su infancia en Villegas y se largó a escribir, siguiendo esa voz, "30 páginas de banalidades" que fundan el comienzo de su no-estilo. Inquieta en Puig el silencio del narrador que funcionaría como administrador del estilo de sus novelas, para que cada voz, sin administración audible, hable en su propio estilo. Puig, como Abraham en el Génesis y en Temor y temblor, hizo su tarea porque escuchaba voces.

El tercer encuentro de la serie marca hasta ahora el punto culminante de un crescendo. Dos potencias se saludan: Kierkegaard -que no sabe nada de psicoanálisis por razones obvias- y Freud -que no podía admitir la posibilidad ni la justicia del mandato "Amarás al prójimo como a ti mismo", la que podría ser la voz que organiza y altera toda la obra de Kierkegaard como escritor. Todos los caminos conducen a AMOR (Roma al revés).

En un escrito de senectud, El malestar en la cultura, Freud se topa con el mandato cristiano -dice él, aunque ya estaba en el antiguo testamento- "Amarás al prójimo como a ti mismo". Y Freud, un poco en conversación con un amigo religioso, un poco impelido por completar su edificio teórico para determinar la función que en la economía libidinal tienen el arte, la ciencia y la religión, se ve en la necesidad de ajustar cuentas con ese mandato que evidentemente le resulta molesto y por eso quiere sustraer de la naturaleza humana. Porque aún cuando a los psicoanalistas les complace recordar que las dos metas a las que apunta la clínica son poner al sujeto a trabajar y a amar, el propio Freud en ese escrito de 1929/1930 se encarga de afirmar que proponerse amar al prójimo es una insensatez.

Yo había leído a Freud siendo muy chico, La interpretación de los sueños (1899-1900, el problema  de un siglo que se resuelve en el siguiente). No sé qué buscaría yo ahí en ese libro a mis 16 años ni sé qué encontré en aquella lectura, pero sé que este libro marcó de manera indeleble un siglo que era el mío. Todavía nos movemos bajo el embrujo de ciertas estrategias desplegadas por Freud astutamente e incluso a costa de sí mismo. Debe haber una relación entre la impronta freudiana del siglo xx y la recusación del autor a admitir el amor al prójimo como una de las tareas posibles del humano. No se puede vivir del amor (al prójimo). No se debe vivir sin amor. Dos canciones.

A Freud el mandato del amor al prójimo lo escandaliza y ahí hay un cruce de encuentro con Kierkegaard. Porque, contra lo que podrían sospechar los que solo conocen la versión blandengue y careta de la cristiandad, amar al prójimo como a ti mismo no es tampoco para Kierkegaard una tarea simpática y su valor decisivo radica justamente en que se la perciba como escandalosa. Cualquier cualunque puede ponerse a enumerar por qué es intolerable amar al prójimo, porque el prójimo tiene tantos defectos que solo estoy esperando que me muestre su costado más odiable para odiarlo con furia y pedir que se pudra en la cárcel. ¿Quién no ha sentido que un tipo insoportable solo merece pudrirse en una celda infecta si acaso le perdonamos la vida? Eso lo entiende cualquiera y lo puede explicar Baby Etchecopar cada noche con lujo de detalles. Pero resulta que Jesús tomó el mandato de amar al prójimo como a ti mismo de las antiguas escrituras y, por si no se había entendido bien, le dio otra vuelta de tuerca y aclaró que se trataba de amar al enemigo. Eso ya es demasiado. Kierkegaard conoce perfectamente los motivos por los que hay que considerar ese precepto una demasía y de ahí señala que quien no se escandaliza por eso es que no entendió bien lo que se está pidiendo. Freud en El malestar en la cultura dice que, a pesar de haberlo escuchado tantas veces deberíamos hacer el esfuerzo de escuchar ese pedido (si no les gusta mandato, le pongo: ruego) como si fuera oído por primera vez. "Ama al prójimo como a ti mismo". Si dijera "Ama al prójimo tal como el prójimo te ama a ti", Freud cerraría trato, pero amarlo como a uno mismo es, dice Freud, injusto para con quienes nos quieren de verdad. Sutilmente el problema de amar se troca en la condición de ser amado. Primero amame vos y después vemos. Ahi Kierkegaard y Freud tienen un punto de encuentro y otro de no: si no nos escandalizamos, es porque no entendimos bien el pedido: coincidence. Ahora las reacciones de Freud y  Kierkegaard ante el escándalo casi se podría decir que son drásticamente inconciliables. Mientras Freud dice algo así como: "no me vengan con eso, yo ya estoy grandecito, soy el padre del psicoanálisis y sé con qué monstruos me toca lidiar; aparte inventé esta práctica tan fabulosa que provocó un antes y un después frente a la concepción del aparato psíquico del hombre y ni siquiera me han reconocido como me lo merezco, no me vengan con que tengo que amar, si ustedes se mostraron incapaces de amarme a mí, con todo lo que les di". Mientras, medio siglo antes, Kierkegaard manda a decir por todos lados (y sin mucha expectativa de cosechar aplausos, medallas y besos por eso) que amar al prójimo es la única salida de la desesperación.

Me explico: si yo no lo malentendí, Kierkegaard dice que todos los arreglos que uno quiera hacer con la vida y con los semejantes desembocan en la desesperación, que también late en el rincón más cálido del corazón de las personas felices, ellos también están desesperados, a menos que ames al prójimo como a ti mismo. Pero ¿qué es el amor, Kierkegaard? Lo que tenés que hacer. ¿Y quién es mi prójimo? El primero que veas. ¿Y cómo lo tengo que amar? Como a ti mismo. ¿Y cómo tengo que amarme a mí mismo? Como si fueras tu prójimo, no como Narciso, tarado. Como si fueras tu enemigo. Quizás sos tu propio enemigo y sin embargo, o con embargo, pero por eso mismo, porque tu peor enemigo podés ser vos, es que tenés que amarte de la misma manera en que has de amar al prójimo.

Amar al prójimo no es un don que uno le concede al otro, quien tal vez no se lo merece, como si yo me arrancara una parte de mí y se la diera a otro por pura dadivosidad, sino que el amor al prójimo es lo único que puede sacarme de la desesperación, mientras que cualquier otra transacción, monetaria, libidinal o afectiva por la cual yo me proponga hacer un intercambio de favores con el otro me va a conducir a la decepción, porque el prójimo es decepcionante, a los celos, porque el prójimo no se deja poseer, al odio, porque el prójimo es, como dice Freud, una bestia salvaje. Pero lo que no parece contemplar Freud es que amarlo es la posibilidad, la única, de salir de la desesperación.

Acá pueden ver el desarrollo de este encuentro en el que se escuchan otras voces que no son la mía, que dicen cosas que acá yo no digo pero ellos ahí sí, en la que a veces mi voz no se escucha o se escucha con alguna interferencia, o alguien aparece o desaparece o aparece lo que no tenía que aparecer.Al final algunas cosas aparecen. El video tiene la sintaxis propia de esta época de conversatorios virtuales. Esta sintaxis dificultosa tiene algo de divertida precisamente en esos momentos en los que la técnica falla, y de interesante cuando la técnica no falla, porque al final hay un montón de personas que quedan en encontrarse a cierta hora a preguntarse cosas que a la notebook no le solemos preguntar y al celular menos.


Lo que conversamos dejó mucha tela para cortar y en las horas siguientes se siguió debatiendo en grupos de wassap y probablemente esto traiga cola. Permítanme terminar este post con una canción alusiva.

miércoles, 16 de septiembre de 2020

«Ama al prójimo como a ti mismo»: Lo imposible de Freud


Quizá hallemos la pista en uno de los pretendidos ideales postulados por la sociedad civilizada. Es el precepto «Amarás al prójimo como a ti mismo», que goza de universal nombradía y seguramente es más antiguo que el cristianismo, a pesar de que éste lo ostenta como su más encomiable conquista; pero sin duda no es muy antiguo, pues el hombre aún no lo conocíaen épocas ya históricas. Adoptemos frente al mismo una actitud ingenua, como si lo oyésemos por vez primera: entonces no podremos contener un sentimiento de asombro y extrañeza. ¿Por qué tendríamos que hacerlo? ¿De qué podría servirnos? Pero, ante todo, ¿cómo llegar a cumplirlo? ¿De qué manera podríamos adoptar semejante actitud? Mi amor es para mí algo muy precioso, que no tengo derecho a derrochar insensatamente. Me impone obligaciones que debo estar dispuesto a cumplir con sacrificios. Si amo a alguien es preciso que éste lo merezca por cualquier título. (Descarto aquí la utilidad que podría reportarme, así como su posible valor como objeto sexual, pues estas dos formas de vinculación nada tienen que ver con el precepto del amor al prójimo.) Merecería mi amor si se me asemejara en aspectos importantes, a punto tal que pudiera amar en él a mí mismo; lo merecería si fuera más perfecto de lo que yo soy, en tal medida que pudiera amar en él al ideal de mi propia persona; debería amarlo si fuera el hijo de mi amigo, pues el dolor de éste, si algún mal le sucediera, también sería mi dolor, yo tendría que compartirlo. En cambio, si me fuera extraño y si no me atrajese ninguno de sus propios valores, ninguna importancia que hubiera adquirido para mi vida afectiva entonces me sería muy difícil amarlo. Hasta sería injusto si lo amara, pues los míos aprecian mi amor como una demostración de preferencia, y les haría injusticia si los equiparase con un extraño. Pero si he de amarlo con ese amor general por todo el Universo, simplemente porque también él es una criatura de este mundo, como el insecto, el gusano y la culebra, entonces me temo que sólo le corresponda una ínfima parte de amor, de ningún modo tanto como la razón me autoriza a guardar para mí mismo. ¿A qué viene entonces tan solemne presentación de un precepto que razonablemente a nadie puede aconsejarse cumplir?

Examinándolo con mayor detenimiento, me encuentro con nuevas dificultades. Este ser extraño no sólo es en general indigno de amor, sino que -para confesarlo sinceramente- merece mucho más mi hostilidad y aun mi odio. No parece alimentar el mínimo amor por mi persona, no me demuestra la menor consideración. Siempre que le sea de alguna utilidad, no vacilará en perjudicarme, y ni siquiera se preguntará si la cuantía de su provecho corresponde a la magnitud del perjuicio que me ocasiona. Más aún: ni siquiera es necesario que de ello derive un provecho; le bastará experimentar el menor placer para que no tenga escrúpulo alguno en denigrarme, en ofenderme, en difamarme, en exhibir su poderío sobre mi persona, y cuanto más seguro se sienta, cuanto más inerme yo me encuentre, tanto más seguramente puedo esperar de él esta actitud para conmigo. Si se condujera de otro modo, si me demostrase consideración y respeto, a pesar de serle yo un extraño, estaría dispuesto por mi parte a retribuírselo de análoga manera, aunque no me obligara a ello precepto alguno. Aún más: si ese grandilocuente mandamiento rezara «Amarás al prójimo como el prójimo te ame a ti», nada tendría yo que objetar. Existe un segundo mandamiento que me parece aún más inconcebible y que despierta en mí una resistencia más violenta: «Amarás a tus enemigos.» Sin embargo, pensándolo bien, veo que estoy errado al rechazarlo como pretensión aun menos admisible, pues, en el fondo, nos dice lo mismo que el primero.

Llegado aquí, creo oír una voz que, llena de solemnidad, me advierte: «Precisamente porque tu prójimo no merece tu amor y es más bien tu enemigo, debes amarlo como a ti mismo.» Comprendo entonces que éste es un caso semejante al Credo quia absurdum.

Sigmund Freud, El malestar en la cultura, V

domingo, 13 de septiembre de 2020

DON H (Les Envies que Je Te Désire) - PERRONE @laotra21


Una tarde de fines de 2011 recibí un correo de Perrone, a quien no conocía personalmente, invitándome a ver SEM en Youtube. Le interesaba saber mi opinión.

Ahí empezamos a hacer contacto. Ahora que estoy jugando con los sonidos y las músicas inspirado en la forma en que Sokurov, Godard y Perrone arman sus bandas sonoras, llegó el momento de hacer un tema inspirado en su cine. «Les Envies que Je Te Désire» lo titulé, como el nombre de su productora.

Esta pieza sonora la trabajé la madrugada del viernes 11 al sábado 12 de septiembre de 2020. A primera hora del sábado la subí a las redes y etiqueté a Perrone.

Al despertar a la tarde, el Perro me pidió el audio y mi dirección de mail.

En la medianoche del sábado me hizo este regalo: había creado un cortometraje que contiene mi música.

Nunca en mi vida esperé recibir un regalo así.

El corto se titula DON H, que es la forma en que el Perro me llama.

DON H (Raúl Perrone, septiembre de 2020)

Música: «Le Envies que Je Te Désire» por @laotra21



Para ver SEM de Perrone, clickear acá.

sábado, 12 de septiembre de 2020

Les Envies que Je Te Désire

Segundo adelanto de Lo propio del plan es que falle, tercer álbum de laotra21


Una tarde de fines de 2011 recibí un correo de Perrone, a quien no conocía personalmente, invitándome a ver SEM en youtube. Le interesaba saber mi opinión.

Acá se puede ver.

Como respuesta escribí este texto, Sombra espesa, que salió publicado en el blog el 7 de diciembre de 2011:

Hay historias. Hubo historias, o habría. Hay. Historias de las que apenas emergen filos de una oscuridad espesa, mejor dicho sólida. La oscuridad del youtube, a diferencia de la del cine, es sólida, una oscuridad que no puede hendirse. Estoy viendo SEM, este corto que me llega de Raúl Perrone a través de youtube. ¿Existe para youtube? ¿Existe fuera de youtube? ¿Se trata de un trailer de una película por venir? ¿De los restos de un film inexistente? El ente mismo se me vuelve esquivo, esquizo, no sé cómo tomarlo. No tengo más remedio que tomarlo así, como se me da.

Hay, mejor dicho, un espacio íntimo, tomado de refilón. Es una intimidad asediada por sombras. La violencia que aparece en el juego del intercomunicador policial de los chicos, pero también violencia del adolescente que recibió una paliza que lo deja sordo, tambaleante. En la conversación con la mujer se alude al escabio, a la joda, a la necesidad  de no seguir haciendo la misma, de ponerse las pilas, trabajar. Vida joven sorda y tambaleante. Y también la muerte en la otra historia, la de la mujer enferma. Vida asediada por la sombra.

La protagonista, si es que hay una, sí, hay. Es depositaria de los restos de historias de los otros, historias siempre en inestabilidad, en tránsito. La mujer escucha, pregunta, aconseja. Después se queda sola, pensando. ¿En alguno de esos hombres que aparecen mencionados en las conversaciones? ¿El padre de sus hijos? Los vínculos no son precisos. Así como es posible que alguno de los chicos, o ambos, sean sus hijos, es posible que la mujer que llama desde la otra habitación, la que interrumpe la conversación con el joven, sea su madre. Pero solo me es permitido acercarme hasta cierto punto. Estoy espiando algo que no me concierne del todo y pronto las barreras del dispositivo me interceptan: las sombras que absorben todo residuo de historia, el vidrio esmerilado, las palabras murmuradas en tono inaudible. La hermosa música que irrumpe desde afuera, absolutamente, como una caricia que los personajes necesitaran, pero no escuchan.

Yo escucho, pero me quedo de este lado.








Para cerrar el círculo, ahora compuse una pieza sonora titulada "Les Envies que Je Te Désire", el nombre del estudio que produce todas las películas del Perro. 

viernes, 11 de septiembre de 2020

Una potencia impotente | Dos crímenes similares en Argentina e Italia



por Lidia Ferrari

Dos episodios idénticos, casi calcados. Claro, con las diferencias de lengua y de cultura, porque sucedieron en dos países diferentes. Pero el formato es el mismo. El crimen de Villa Gesell, cuando diez jóvenes rugbiers de vacaciones mataron a golpes y patadas a un joven indefenso y pacífico, en enero de este año en Argentina. Hace unos días, en un pueblo al sur de Roma, un joven de 21 años, hijo de inmigrantes, fue asesinado a golpes y patadas por cuatro jóvenes de más o menos la misma edad. Parece que Willy, originario de Cabo Verde, intentaba defender a un amigo y apaciguar una pelea.

La misma indignación, la misma rabia, el mismo dolor. Son pocos los que pueden aprobar este tipo de crímenes. Si los hay, mejor que callen. Aunque los padres de estos jóvenes italianos parecen haberse animado a decir que ‘era tan solo un inmigrante’.

Se trata del crimen de jóvenes humildes, dignos hijos de sus padres, tanto en el caso de Fernando Báez Sosa, el joven asesinado en Villa Gesell, como el de Willy Monteiro Duarte, de quienes la familia y sus amigos describían como solidarios y buenas personas. Ambos querían ‘no pelear’.

Los jóvenes que los mataron han dejado huellas de sí en las redes sociales. Y sus rasgos sobresalientes son el culto al físico, el patoterismo, el placer en la violencia y en mostrarse potentes, fuertes. Las imágenes que están circulando de dos hermanos que formaban parte de quienes asesinaron a Willy los muestran haciendo gimnasia, artes marciales, con cuerpos esculpidos, con casi los mismos tatuajes. También casi con el mismo rostro, los mismos cortes de pelo, las mismas cejas depiladas, el mismo acicalamiento. Se los ve ocupados casi exclusivamente en el culto de ese cuerpo potente, bello (para sus parámetros de belleza). Una estética que da un poquito de impresión a los pasados de moda. Han dejado huella de cuáles son sus intereses y sus pasiones en esas fotos que se exhiben poderosos, arrogantes, con motos de alta cilindrada y con tatuajes filo militares. Pero no hay que equivocarse, si bien los asesinos de Villa Gesell parecían formar parte de cierta elite de la ciudad de Zárate, los homicidas italianos, sin embargo, eran chicos de origen modesto. Uno de ellos, había abierto una verdulería en plena pandemia, a pesar de que se habla de que vendían droga y eran violentos. Las imágenes y videos para mostrar fuerza y potencia, exhibiéndose con otros amigos de similares prestancias, nos hacen suponer que cuando practican sin descanso frente al espejo están esculpiendo también un alma. Un alma racista, que los hace creer en su fuerza y en su potencia, dos atributos que suelen acompañar pensamientos filo nazis.

Quizá ellos no sean sino el producto de ciertos emblemas que circulan y que conducen los gustos y los deseos de todos. Se trata de una estética a la que va adosada una ética individualista, egocéntrica, exhibicionista. Sospechamos que hay lugares adonde no llega nuestra mirada, casi de submundo que, sin embargo, guía el mundo de la superficie. Ese submundo está hecho de pornografía, de violencia, de tatuajes, de desprecio por mujeres, hombres, animales. Donde se debe cultivar la potencia de cada uno. En las redes sociales dejaron trazas no sólo de cómo es su cuerpo sino lo que debe anidar en sus almas. Se creen superiores por poseer ese físico cultivado en su aparente potencia y por poseer un tono de piel un poco más clara. Tan poderosos que ahora, con su crimen, muestran al mundo que su mayor valentía es formarse en grupo para ejercer su violencia frente a un indefenso.

Hay algo extraño e inquietante en estos jóvenes que pasan horas y horas frente a un espejo en los gimnasios para crecer sus músculos, para esculpir su cuerpo, para mostrar su potencia. Hay algo extraño en que ejerzan esa potencia en grupo y frente a uno solo, indefenso e inerme.

No se entiende muy bien esa manera de concebir la potencia. Es lo opuesto de los antiguos duelos o de lo que sucede en los rings de boxeo, donde debe haber estricta equivalencia de categoría. No se ha visto nunca que un peso pesado peleara con un peso pluma. Tanto los criminales de Villa Gesell como los de Colleferro estaban en grupo y descerrajaron toda su violencia con saña y alevosía sobre un cuerpo inerme y desvalido. Una potencia que muestra su costado impotente.

No es demasiado diferente de algo que vivimos en nuestras sociedades donde crecen las desigualdades y los más poderosos descargan toda su potencia e iniquidad sobre los más débiles. Es cierto, hemos ido construyendo democracia y los discursos y las instituciones nos hablan de una equivalencia de derechos entre los seres humanos. Algo que debemos defender. Pero hay un real de la desproporción donde quienes son más fuertes y más poderosos tienen más derechos. Esto no explica lo que pasa por el alma de estos jóvenes que mataron a mansalva. Todos pensamos que debe actuar la justicia para estos asesinos. Pero es válido interrogarse sobre cuáles son los modelos de estos jóvenes cuyo exceso de potencia física parece querer mostrar un ‘exceso’ de masculinidad, alimentado en un exhibicionismo, un cuidado excesivo por su cuerpo y por sus adornos, depilación y tatuajes al servicio de una puesta en escena del propio cuerpo, que ha sido tradicionalmente lugar de lo femenino. No se juntaron cinco débiles mortales seres humanos para enfrentarse al Cíclope. Se han entrenado fuerte todos los días de su vida para alcanzar el cuerpo que exhiben en sus gloriosos 25 años, momento cúlmine de la potencia juvenil. Pero toda esa vanidad cultivada los ahoga en su propio espejo, como Narciso. Tanto entrenamiento de artes marciales para despilfarrarlo unidos a otros Narcisos frente a un joven indefenso.

Hay algo que insiste en el neoliberalismo, en los fascismos, en las sociedades descarnadamente desiguales y es que algunos gozan con el ejercicio de la violencia sobre el más débil. Lo hemos trabajado en nuestro libro sobre la diversión en la crueldad. Nos preguntamos allí por el goce sádico de quien goza martirizando a un otro más débil. Pero no estoy segura de que en el caso de estos jóvenes se trate de sadismo. Hay una profunda y gigantesca estupidez que crece como sus músculos, es decir, sin sentido. Seguramente está en juego el tema de la masculinidad que parece estar sobre expuesta a la parada, a ciertos semblantes de virilidad que, como en estos tristes casos, no les sirve para nada. Cuerpos esculpidos con entrenamientos agotadores a fin de sentirse cada vez más fuertes y más bellos, para terminar en prisión con cadena perpetua, como se merecen.

jueves, 10 de septiembre de 2020

Fotografías


Siempre cuestioné la complacencia de Alberto con Larreta, que era toda ganancia para el macrismo porteño. Larreta es responsable del desmadre sanitario que levantó la cuarentena prematuramente. Ahora le toca resignar el privilegio de los fondos coparticipables.

Si no fuera por la flexibilización sibilina de Larreta, los números del Covid no habrían crecido como lo hicieron. Su negacionismo de los contagios en CABA afectó directamente a la provincia. Kicillof pagó por la blandura de AF y Larrata. Cientos de miles de trabajadores bonaerenses fueron obligados a venir a contagiarse a CABA por las flexibilizaciones de Larreta.

Recuerdo al inicio de la pandemia a un respetado cineasta celebrando la foto de Alberto con Larreta como símbolo de la unidad nacional en la que, al mismo tiempo, reprochaba a Kicillof su discurso crítico y como el de un desubicado. Axel hacía lo que tenía que hacer: defender la salud de los bonaerenses.

Para el cineasta amigo, Kicillof era un desubicado por no festejar el aperturismo de Larreta, un fuera de lugar ante el dialoguismo de Alberto.

La crisis policial escaló en los últimos días de modo temible, fogoneada por un dispositivo golpista del que Larreta es el ala softcore. La solución de Alberto permitió poner las cosas en su lugar: Alberto ganó las elecciones con la extraordinaria cosecha de votos de Axel en provincia, no con el urbanismo decorativo de la ciudad gorila.

Si Alberto en esta partida hubiera privilegiado el blindaje de Larreta, nos habría defraudado a los votantes del FdT, con la segura algarabía de los porteños, que nunca dejarán de ser gorilas.

Cuando al cineasta amigo encantado por Larreta y disgustado por Kicillof le dije gorila, estaba defendiendo el sentido de mi voto: Alberto no estaba donde estaba por el voto porteño. Mi amigo cineasta reaccionaba verdaderamente como un gorila, aunque se ofendió cuando se lo dije: celebraba una idea de la unidad nacional que implicaba excluir la más importante base social que votó al FdT. Es decir: pretendía borrar de la escena a los que sacamos a macri de la Rosada.

Alberto salió del laberinto de la crisis policial haciéndole pagar los costos a los porteños gorilas que nunca lo apoyaron ni lo apoyarán. En los próximos días saldrán a cacerolear por el punto de coparticipación, pero saldrían igual para apoyar una sublevación de la Bonaerense.

Alberto supo reconocer tácitamente que Larreta es el enemigo adentro y que él estaba en el sillón presidencial también con muchos votos de Axel.

Lo que mi amigo el cineasta de familia ilustre quería era un imposible: una unidad que excluyera al kirchnerismo. Por suerte Alberto lo defraudó a Di Tella y no a mí.


Dice Julia Strada, del Centro CEPA

Lo que hizo el Presidente Alberto Fernández fue desmontar un regalo extraordinario que Macri le dejó desde 2016 a Rodríguez Larreta.
Sin información, empieza la confusión, y considero fundamental mostrar datos... Es algo que siempre hacemos en el Centro CEPA.
En 2016 Macri incrementó por Decreto los Fondos Coparticipables destinados a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires... Y no fue poco: de 1,40% del total de la masa coparticipable a 3,75%, que con el Pacto Fiscal de 2017, ese porcentaje bajó levemente a 3,50%, aplicable a 2018.
Eso significó que, con Macri, la Ciudad de Buenos Aires saliera ganando ampliamente respecto de sus pares provinciales.
Durante todo el macrismo el aumento de las Transferencias a las Provincias fue de 3,6 veces, sin contar CABA; pero... ¡¡para CABA ese aumento fue de 10,6 veces!!
La razón que se esgrimió para justificar ese incremento tan elevado al distrito más rico del país fue el traspaso de la Policía Federal para crear la Policía Porteña.
Cabe preguntarse, con lógica, si ese gasto alcanzaba para explicar las mayores transferencias... Veamos números...
Antes, spoiler: las transferencias sobraban, en efecto, Larreta recibirá este año $ 28.000 millones de más... un 1% de más.
Explico a continuación por partes:
1) Si a la CABA el Macrismo la hubiera tratado como a cualquier provincia, el 1,4% de su Coparticipación original -que equivalía en 2015 a $ 7.865 millones- hubiera sido sólo de $ 28.920 millones en 2019 (haciendo crecer su Coparticipación al ritmo promedio de todas las provincias).
2) Si a esa Coparticipación original se suma el costo de Seguridad Metropolitana y Bomberos, en 2019 habría que agregar $ 35.186 millones; ese es el valor actualizado por inflación del costo de la transferencia de la Policía, que en 2016 había sido de $ 12.600 millones, según Chequeado.
3) Entonces... ¿¿cuánto debió haber recibido en 2019 Rodríguez Larreta por coparticipación siguiendo el costo real de la Policía??... $ 64.106 millones; que es la suma de $ 28.920 millones (1,4% original), más el adicional que le dio Mauricio Macri por Policía de $ 35.186 millones.
4) ¿¿Y saben cuánto hubieran representado esos $ 64.1067 millones en la Coparticipación General de 2019 ??... Bingo... 2,57%, ese era el número que había que darle a Larreta; pero la generosidad con los amigos era la regla: y se les escapó un puntito demás... Recibió 3,50%
5) En valores absolutos, en 2019 Larreta recibió la suma de $ 84.796 millones por Coparticipación... puesto de otro modo, en 2019 a la CABA le transfirieron $ 20.689 millones más que lo que le correspondía
Y este 2020, con una Pandemia muy dura que afecta regresivamente a los distritos más pobres, la CABA estaría recibiendo $ 27.930 millones de más (si se considera la inflación de 2020 del orden del 35%)
Por suerte, o mejor, por decisión presidencial, esta asimetría se corrige.


POSTDATAS:


Alberto volvió a incluir a Larreta en la foto del viernes pasado, cuando anunció el cambio de fase del aislamiento en todo el país, excepto en CABA y la provincia de Buenos Aires, donde la cuarentena permanece en la misma fase con flexibilizaciones acotadas. Justo esa noche el número de casos positivos en CABA pegó un salto dramático. En los días que siguieron desde el sábado hasta hoy los casos positivos en CABA aumentaron en forma exponencial, recortándose peligrosamente del resto del país. Buenos Aires puede convertirse en la Nueva York pandémica del Sur si estos números de contagios siguen subiendo así en los próximos días. 
Las propias autoridades sanitarias de la ciudad dicen que el número seguirá aumentando hasta junio. ¿Al mismo ritmo? Si así fuera,  la ciudad larretista 
se transformará en uno de los focos más peligrosos de la región.
"Larreta: el aliado mortífero", La otra, 13/5/2020


No es ni la gorilez de CABA ni la villa 31, sino el hundimiento argentino en la mierda mundial.

Sería un crimen estúpido si eso ocurriera porque Alberto quiere cerrar la grieta con Larrata.

Larrata es el enemigo disfrazado de cordero y el instrumento para quebrar la democracia, 
si Alberto no le suelta la mano a tiempo.

Fernández no solo se juega su presidencia en esto, sino el futuro del movimiento popular. Que no se haga el distraído porque la pagamos todos.

"Larrata es el enemigo cerca", La otra, 20/5/2020

miércoles, 9 de septiembre de 2020

En medio del desquicio del mundo al caer la tarde





En m3dio del d3squicio del mundo
al c43r la t4rd3
hoy m4rt3s 8/9 - 19 hs
dos p3rson4s conv3rs4n
la b3ll3z4 d3l mundo


En realidad, un poco menos de una hora de conversación, que es el límite que IG Live permite, se nos pasó volando y apenas estábamos empezando a conversar con Perrone, en conexión directa Ituzaingó/Pompeya. La conversación pueden escucharla dándole play (supongo que los que no tienen cuentas de Instagram de todos modos la pueden ver desde acá, ojalá así sea).

Un par de ocurrencias fueron surgiendo, sin estar previstas, durante el transcurso de la conexión. Aunque el motivo anunciado de la charla era el estreno en la plataforma de Cine.Ar de Corsario, de la que hemos escrito bastante en este blog, nos pusimos a hablar del cine en general, del cine de Perrone, del cine como artesanía, del trabajo creativo sobre la cualidad de la imagen, que en los años de filmar fueron incesantes, del sonido como tierra incógnita. 

Pero nunca antes había hablado con él sobre la etapa de su obra que menos conozco (y en la que los críticos más reacios a trabajar la cabeza dejaron fijado al autor): los años 90. La fundación cinematográfica de Ituzaingó, producida, creo, en el momento inaugural de Labios de churrasco, cuando un cartel dice "Ituzaingó - 1994", que es decir poco y también mucho. Porque ni bien apareció ese cartel indicaría tiempo y lugar, nada más, pero iba a terminar siendo una fundación, como la segunda fundación de Buenos Aires, un partido del oeste bonaerense empezaba a transformarse en espacio cinematográfico universal, un lugar soñado, un enorme set de filmación que produciría imágenes desde entonces sin parar. Una declaración de principios: un cine con un fuerte arraigo, con raíces bien hundidas en la tierra, de cara al alto cielo, con vocación de mundo. Aldea, mundo, universo. "Ituzaingó -1994" puede ser un índice documental de un estado de cosas en cierta comarca y en una época no cualquiera: 1994, saquen cuentas. Pero también estaba diciendo sin saberlo "En el comienzo, fue Ituzaingó" y desde ahí se desencadenó como territorio mítico, como modo de habitar, vamos a mostrarle al mundo lo que es estar aquí, pero también, con este sencillo acto damos por inaugurado un espacio de sueños, de vida y muerte, de contrastes y rumores, de resistencia vital, caducidad y resurrección, de derrotas que a la larga triunfan. Ituzaingó - 1994 terminaría por decir algo que en ese momento ni se sabía, pero sería destino para el cine, como espacio de fábulas. 

A la altura de Corsario, ya en 2020 Ituzaingó se puede permitir traer a Pasolini para que busque por sus calles las imágenes que desee, los pibes, para que recorra rincones poco transitados. Y la cosa no termina, hay más, pero hablaremos más adelante.

La otra ocurrencia que surgió de la conversación es la casa de Perrone como esas casitas de suburbio con taller en el fondo, más vinculada a los vecinos de la cuadra que a las factorías del arte conceptual, en la que Raúl obra como especie de carpintero de artefactos cuyo uso ya veremos. Un carpintero hace una silla, una mesa, un armarito, pero en este taller se pueden hacer cosas cuyo uso no está previsto. Un SAMURAY-S, un Corsario, un 4tro VeINT3, cuya razón de ser iremos viendo a medida que pensábamos para qué había sido hecho el cine, pregunta solo respondida en cada película, no en todas, solo en aquellas que se permiten preguntar. Porque también hay peliculas que no preguntan nada y su resultado es otro.

Bueno, todo esto está apenas rozado en la charla pero son ideas que aparecieron que quiero retener acá para que no se me olviden. El tiempo del live pasa volando, lo que da a pensar que pronto habrá otra donde iremos hablando de películas a punto de verse, quisiera preguntarle a Perrone algunas cosas que todavía no hablamos y quisiera que habláramos de películas de otros que nos entusiasman. Pero deben saber que algo del tiempo de IG Live se va en aprontes, a ver cómo es esto, don Cuervo, ¿está por ahí?, Perrone, ¿se me escucha? ¿ahora me escucha mejor? Ustedes vean:



Y no dejen de ver Corsario ahora que se puede, dense ese poquito más de una hora para salir de la mirada regimentada, para aprender otros usos del mirar. Véanla porque pronto Perrone presentará otras en la que tendrán que aprender a mirar de otra manera.