Por Oscar A. Cuervo
"En realidad, la culpa del protagonista no es el eje sobre el cual Van Sant organiza Paranoid park; tampoco el final "resuelve", ni la culpa ni nada".
El final, ningún final, no sólo el de Paranoid park, resuelve nada. La idea de que un final resuelve no se sostiene en términos de una necesidad artística. Tiene más que ver con un esquema moral (falta/redención) o judicial (culpa/punición). Quizá provenga de la teoría aristotélica, de la necesidad de propiciar una catarsis como fin edificante del arte, o de antes aún, de Anaximandro ("De donde las cosas tienen su origen, hacia allí deben sucumbir, según la necesidad; pues tienen que expiar y ser juzgadas por su injusticia, de acuerdo al orden del tiempo"). No importa tanto de dónde viene. Porque lo claro es que la exigencia de resolución es una intromisión de la razón calculadora para regimentar la experiencia artística: un orden ha sido vulnerado y mediante una intervención autoral debe ser restituido, según un cálculo del daño y el resarcimiento. El arte como juicio, la justicia como cálculo.
¿Por qué tantas películas terminan con la muerte del protagonista o del antagonista, o con un casamiento, con una declaración de amor o con la cárcel?
Pero el final de una película no resuelve. El final interrumpe el curso de la obra, le da una figura, en la medida en que le marca un límite temporal. Pero no cancela su sentido. El río de Tsai Ming-liang le hace una gambeta a la manía resarcitoria: Xiao-kang "debería" suicidarse al salir al balcón, eso es lo que un espectador acostumbrado a siglos de finales resarcitorios espera. Pero Tsai, gran maestro de la comicidad contemporánea, no quiere hacer un ajuste de cuentas y ahí sigue su personaje, en calzoncillos y con dolor de cuello, vivito y coleando.
El mejor final de Lucrecia Martel es el de La mujer sin cabeza, lo más alejado posible de un sentido cancelado. Martel viene preguntándose desde La ciénaga dónde terminar. Según declara, no quiere terminar sus películas en un juicio, de acuerdo al modelo teológico del Juicio Final. En La mujer sin cabeza logró tomar la mayor distancia posible de algo que pueda ser leído como una conclusión.
Paranoid park no trata acerca de la culpa de Alex. La culpa no ocupa en la película ningún lugar especial. El reproche de que Van Sant "resuelve" fácilmente la culpa del protagonista parte de una premisa equivocada: la de que el film está planteado en términos de culpa y redención. Nada, excepto una imposición totalmente exterior a la película, habilita a pensar que Van Sant está preocupado por la culpa de Alex. Si hay algo así como una culpa de Alex, ocupa en el film un lugar sumamente lateral. Alex está perturbado, angustiado, tironeado por diversas demandas, aturdido, tentado, deseoso de decir algo, sin saber bien qué decir ni a quién decirlo.
Van Sant se pregunta "quién soy", pero no en un sentido psicológico, como estúpidamente traduce un desafortunado comentarista. La pregunta está dirigida a su ser narrador (no me convence la palabra, mejor digo: a su ser cineasta), no a su psiquis privada. Quién soy significa: desde qué posición accedo a la intimidad de Alex. No quiero ser el policía que lo lleve detenido, no quiero hacerlo confesar [como en el lamentable remate de Good Will Hunting], quiero ante todo mirar a Alex.
Paranoid park es un duelo de miradas: hay tres personajes que miran a Alex con intensidad especial, con ,si el navegante me permite, deseo: el policía Lou (Lulú, lo llaman los chicos), Macy (ni novia ni amiga), y el skater más grande que lo invita a treparse juntos al tren. Las miradas de estos tres hacia Alex está marcada. No son momentos que un espectador vaya a relatar a alguien que le pida que cuente la película. Estos momentos generalmente no se cuentan: se hablará del cuerpo del guardia partido en dos, de la fogata final (a Van Sant le gusta filmar fogatas, siempre cargadas de erotismo), de los padres separados o de la iniciación sexual. Es improbable que se hable de cómo el skater mira a Alex al invitarlo a que vayan juntos a un lugar más apartado, o de la mirada de Macy cuando lo escanea al encontrarlo en el shopping leyendo el diario. Sin embargo, estos momentos son los eminentemente cinematográficos y Van Sant vuelve a ellos en su vaivén... ¡espiralado!
Hay una escena al comienzo, cuando aún no sabemos qué ha pasado (porque el film comienza cuando el episodio "delicitvo" ya ha pasado y termina sin que la cuestión judicial se haya resuelto), hay una escena, cargada de intencionalidad cinética: el primer encuentro entre Alex y el policía Lou. Están en un plano medio, sentado a ambos lados de la mesa. La cámara inicia un travelling hacia adelante que, a medida que se acerca, va dejando a ambos personajes al borde del cuadro, hasta que la cámara gira para el lado de Alex, y termina en un primer plano del chico en el que la proximidad de su cara es casi tactil. Se ve (literalemente se ve) que la cámara de Van Sant se debate en encontrar la distancia justa -y en este caso la distancia justa es muy corta. De esta forma se desliga de la distancia policial para acercarse más y más a Alex. Se está desarrollando el interrogatorio, cordial pero tenso, mientras la cámara cuenta otra cosa. En medio del diálogo se oye, como asordinado, un alarido de dolor que no proviene del espacio donde los dos personajes se encuentran. Es Alex el que oye la voz. Paranoid Park es un film sobre la audición.
La primera vez que la película nos lleva hasta el parque Paranoid, mientras los skaters dibujan sus figuras en el aire, oímos algo así como un rumor electrónico entrelazado con susurros muy suaves en una lengua femenina y extranjera (extranjera para Alex: en francés). En la clase de Matemáticas Alex no oye la voz del profesor, pero sí oye cuando es llamado por su nombre a través del altoparlante. Cuando a la noche en el parque Alex decide aceptar la invitación del skater más grande, lo hace siguiendo el llamado de una mirada pro-vocativa y muda.
"En realidad, la culpa del protagonista no es el eje sobre el cual Van Sant organiza Paranoid park; tampoco el final "resuelve", ni la culpa ni nada".
El final, ningún final, no sólo el de Paranoid park, resuelve nada. La idea de que un final resuelve no se sostiene en términos de una necesidad artística. Tiene más que ver con un esquema moral (falta/redención) o judicial (culpa/punición). Quizá provenga de la teoría aristotélica, de la necesidad de propiciar una catarsis como fin edificante del arte, o de antes aún, de Anaximandro ("De donde las cosas tienen su origen, hacia allí deben sucumbir, según la necesidad; pues tienen que expiar y ser juzgadas por su injusticia, de acuerdo al orden del tiempo"). No importa tanto de dónde viene. Porque lo claro es que la exigencia de resolución es una intromisión de la razón calculadora para regimentar la experiencia artística: un orden ha sido vulnerado y mediante una intervención autoral debe ser restituido, según un cálculo del daño y el resarcimiento. El arte como juicio, la justicia como cálculo.
¿Por qué tantas películas terminan con la muerte del protagonista o del antagonista, o con un casamiento, con una declaración de amor o con la cárcel?
Pero el final de una película no resuelve. El final interrumpe el curso de la obra, le da una figura, en la medida en que le marca un límite temporal. Pero no cancela su sentido. El río de Tsai Ming-liang le hace una gambeta a la manía resarcitoria: Xiao-kang "debería" suicidarse al salir al balcón, eso es lo que un espectador acostumbrado a siglos de finales resarcitorios espera. Pero Tsai, gran maestro de la comicidad contemporánea, no quiere hacer un ajuste de cuentas y ahí sigue su personaje, en calzoncillos y con dolor de cuello, vivito y coleando.
El mejor final de Lucrecia Martel es el de La mujer sin cabeza, lo más alejado posible de un sentido cancelado. Martel viene preguntándose desde La ciénaga dónde terminar. Según declara, no quiere terminar sus películas en un juicio, de acuerdo al modelo teológico del Juicio Final. En La mujer sin cabeza logró tomar la mayor distancia posible de algo que pueda ser leído como una conclusión.
Paranoid park no trata acerca de la culpa de Alex. La culpa no ocupa en la película ningún lugar especial. El reproche de que Van Sant "resuelve" fácilmente la culpa del protagonista parte de una premisa equivocada: la de que el film está planteado en términos de culpa y redención. Nada, excepto una imposición totalmente exterior a la película, habilita a pensar que Van Sant está preocupado por la culpa de Alex. Si hay algo así como una culpa de Alex, ocupa en el film un lugar sumamente lateral. Alex está perturbado, angustiado, tironeado por diversas demandas, aturdido, tentado, deseoso de decir algo, sin saber bien qué decir ni a quién decirlo.
Van Sant se pregunta "quién soy", pero no en un sentido psicológico, como estúpidamente traduce un desafortunado comentarista. La pregunta está dirigida a su ser narrador (no me convence la palabra, mejor digo: a su ser cineasta), no a su psiquis privada. Quién soy significa: desde qué posición accedo a la intimidad de Alex. No quiero ser el policía que lo lleve detenido, no quiero hacerlo confesar [como en el lamentable remate de Good Will Hunting], quiero ante todo mirar a Alex.
Paranoid park es un duelo de miradas: hay tres personajes que miran a Alex con intensidad especial, con ,si el navegante me permite, deseo: el policía Lou (Lulú, lo llaman los chicos), Macy (ni novia ni amiga), y el skater más grande que lo invita a treparse juntos al tren. Las miradas de estos tres hacia Alex está marcada. No son momentos que un espectador vaya a relatar a alguien que le pida que cuente la película. Estos momentos generalmente no se cuentan: se hablará del cuerpo del guardia partido en dos, de la fogata final (a Van Sant le gusta filmar fogatas, siempre cargadas de erotismo), de los padres separados o de la iniciación sexual. Es improbable que se hable de cómo el skater mira a Alex al invitarlo a que vayan juntos a un lugar más apartado, o de la mirada de Macy cuando lo escanea al encontrarlo en el shopping leyendo el diario. Sin embargo, estos momentos son los eminentemente cinematográficos y Van Sant vuelve a ellos en su vaivén... ¡espiralado!
Hay una escena al comienzo, cuando aún no sabemos qué ha pasado (porque el film comienza cuando el episodio "delicitvo" ya ha pasado y termina sin que la cuestión judicial se haya resuelto), hay una escena, cargada de intencionalidad cinética: el primer encuentro entre Alex y el policía Lou. Están en un plano medio, sentado a ambos lados de la mesa. La cámara inicia un travelling hacia adelante que, a medida que se acerca, va dejando a ambos personajes al borde del cuadro, hasta que la cámara gira para el lado de Alex, y termina en un primer plano del chico en el que la proximidad de su cara es casi tactil. Se ve (literalemente se ve) que la cámara de Van Sant se debate en encontrar la distancia justa -y en este caso la distancia justa es muy corta. De esta forma se desliga de la distancia policial para acercarse más y más a Alex. Se está desarrollando el interrogatorio, cordial pero tenso, mientras la cámara cuenta otra cosa. En medio del diálogo se oye, como asordinado, un alarido de dolor que no proviene del espacio donde los dos personajes se encuentran. Es Alex el que oye la voz. Paranoid Park es un film sobre la audición.
La primera vez que la película nos lleva hasta el parque Paranoid, mientras los skaters dibujan sus figuras en el aire, oímos algo así como un rumor electrónico entrelazado con susurros muy suaves en una lengua femenina y extranjera (extranjera para Alex: en francés). En la clase de Matemáticas Alex no oye la voz del profesor, pero sí oye cuando es llamado por su nombre a través del altoparlante. Cuando a la noche en el parque Alex decide aceptar la invitación del skater más grande, lo hace siguiendo el llamado de una mirada pro-vocativa y muda.
Alex, aturdido, oye voces
Cuando se produce el incidente en las vías y el chico vuelve aturdido hacia el coche que dejó estacionado lejos del parque, su cabeza embarullada escuchará fragmentos de voces desarticuladas (voces que son su propia voz) que intentan relatar lo ocurrido, frases truncas. Cuando se propone hablar por teléfono con su padre, corta la comunicación antes de decir nada. Al volver, entra en la ducha y se sumerge en una experiencia puramente sonora, sin palabras (alejar cualquier tentación de darle a la escena un sentido simbólico expiatorio).
Cuando tiene la primera relación sexual con su novia, Jennifer, la chica sale y él se queda tirado en la cama, escuchando como ella, ni bien sale, le cuenta a sus amigas que acaba de perder la virginidad. Jennifer no es para nada un ser deseable para Alex. Varias veces la chica le reprocha la poca onda que él le demuestra. Cuando Alex finalmente le dice que no quiere seguir el noviazgo, viene otra escena de reproches, pero van Sant silencia a la chica y pone en la banda sonora Amarcord de Nino Rota.
El consejo de Macy (la chica se da cuenta de que Alex tiene algo que decir y no tiene a quién y no sabe cómo decirlo) es que escriba una carta y siguiendo el hilo que Macy le tiende, Alex puede articular la voz: para escribir en su cuaderno tiene que aprender a escucharse. Es esa voz la que nosotros oimos en el presente en el que Alex la oye, en el pliegue de su recién conquistada intimidad. Esa voz es la que dicta lo que Alex escribe. El cuaderno después no hace falta, porque Alex ha logrado escucharse.
El eje de Paranoid Park reside en desoir la demanda de espectadores ávidos de culpa y punición.
Cuando tiene la primera relación sexual con su novia, Jennifer, la chica sale y él se queda tirado en la cama, escuchando como ella, ni bien sale, le cuenta a sus amigas que acaba de perder la virginidad. Jennifer no es para nada un ser deseable para Alex. Varias veces la chica le reprocha la poca onda que él le demuestra. Cuando Alex finalmente le dice que no quiere seguir el noviazgo, viene otra escena de reproches, pero van Sant silencia a la chica y pone en la banda sonora Amarcord de Nino Rota.
El consejo de Macy (la chica se da cuenta de que Alex tiene algo que decir y no tiene a quién y no sabe cómo decirlo) es que escriba una carta y siguiendo el hilo que Macy le tiende, Alex puede articular la voz: para escribir en su cuaderno tiene que aprender a escucharse. Es esa voz la que nosotros oimos en el presente en el que Alex la oye, en el pliegue de su recién conquistada intimidad. Esa voz es la que dicta lo que Alex escribe. El cuaderno después no hace falta, porque Alex ha logrado escucharse.
El eje de Paranoid Park reside en desoir la demanda de espectadores ávidos de culpa y punición.
Estas son notas al pie de Paranoid park, yo ya había escrito un análisis bastante extenso de la película en La otra 19, pero un anónimo me preguntó cuál es el eje sobre el cual la película se organiza. Atendiendo a gentil pedido.
13 comentarios:
no esperaba tanto! muchas gracias! ayer a la noche re leí tu nota, que tenía medio olvidada, y de la cual ésta nota del blog es una excelente continuación. te agradezco nuevamente que hayas atendido tan gentilmente mi pedido.
Bueno, anónimo (o anónima?), gracias a vos. Relee el post porque acabo de hacerle algunos retoques.
Y por lo menos, a modo de compensación, podés decirme tu nombre, no?
En este ejercicio de mantenerse en las preguntas, sin esperar una resolución esclarecedora.....
anónimo, ¿hará falta saber quién sos?
Lo que decís Oscar, asevera lo que siempre pienso: una película no deja de ser buena si antes de verla conocemos el final.
Oscar: Menos mál que ya vi la pelicula sino me cagabas el final... jajaj.
No, la verdad es que ya la vi dos veces a la película, la primera por motus propio y la segunda por la discusión con los foristas. La verdad que en parte te doy la razón, el cine no es mi metie, pero creo que amerita opinar ya que seguí todos los comentarios y críticas que hicieron.
Yo creo que te doy en parte la razón porque no me queda claro que tipo de cine defienden ellos. Lo que los foristas ignoraran quizás es que existen muchas maneras de hacer cine, y que en el fondo, quieras o no todas son desiciones político-estéticas, en el mundo de hoy, y de siempre es así.
También te imputan estar pegado al autor para criticar, cosa que no creo que sea así porque vos mismo describiste que aquella copia de El exorcista no era el autentico Van Sant y que recién pudo desplegar toda su magia con estos films, Mala noche y Paranoid, la primera no la vi.
Buen, yendo al corazón del problema, creo que es interesante la inversión del tiempo que propone el director, la forma de contarlo, creo que la cuenta desde el punto de vista de Alex, por lo menos casi todo el tiempo. "Una película para escuchar", eso no lo había pensado, pero en cuanto a las imágenes, me acuerdo que la primera vez que la vi me llamo la atención ese plano donde el padre habla y esta fuera de foco, mostrando el aislamiento de Alex, nunca había visto eso, aunque no soy un cinéfilo ni menos.
Acá hay que decir que el punto de vista que tiene Van Sant se opone al punto de vista dominante del cine de Holliwood, no se si leíste algo de Faretta, un analista del cine, entre otras cosas, dice en palabras más decorosas que existiría una sola manera de hacer cine, y que los grandes directores estadounidenses desde Griffith lo han puesto en práctica.
Contra este esencialismo del cine se opone un "nuevo cine", en otras palabras serían muchos cines, los de distintos países, los documentales, etc, distintas maneras de utilizar el aparato técnico del cine, el de Vant Sant es uno muy interesante (desde mi punto de vista).
A muchos se nos acostumbró el ojo a ver este cine tradicional de Holliwood, muchas veces vacío de sentido, y que esta disociado de la realidad. En este film de Van Sant lo que intenta mostrar de alguna manera es una realidad ahí, más allá de la muerte, la sangre, la muerte mítica, la imposición de la justicia (siempre divina), la restitución del orden. Y fundamentalmente el "desicionismo" moderno. Alex es incapaz de decidir que hacer, esas mil voces que lo acorralan, no sabe que hacer, y viene alguien de afuera y le dice lo que tiene que hacer. Me parece un film desnudante, de las relaciones humanas y sociales, como el personaje no es un cliché sino un submundo dentro del mundo, un punto de vista que no estamos acostumbrados a ver.
Buen, es para largo el asunto, pero al menos esa es mi visión de la peli, muy interesante, por ahí la veo una vez más jaja. Saludos.
Otra cosa interesante que me faltó, es como construye algunos cuadras Van Sant, como en un mismo plano muestra dos realidades diferentes, eso es otra disociación del punto de vista tradicional. Son como cuadros muchas veces desequilibrados. Por ejemplo el plano en que Alex esta sentado escribiendo(en uno de las primeras escenas)y el padre lo saluda y pasa por atras, el cuadro esta formado exclusivamente para Alex, lo que denota que esta metido en una realidad distinta, dentro de la misma escena.
También me llamo la atencíón el plano donde esta Alex y la chica que le dice que escriba lo que le pasa, cuando estan en el bar. Ahí el plano no va y viene como tradicionalmente cuando cada uno habla, se lo escucha a Alex responder y hablar, mientras la cámara se queda con la chica. Muy bueno.
Van Sant parece querer construir una especie de fuera de campo dentro del mismo campo, algo muy interesante a mi modo de ver.
Ahora si, saludos finales.
Fede:
vos sos uno de los dos Fedes que entra al blog, pero el caso es que yo nunca sé cuando estoy hablando con uno y cuando con otro.
Decís que el cine no es tu metie, pero las observaciones que hacés son muy pertinentes, acerca del punto de vista que elige Van Sant para mostrar, su manera de recortar, aislar o juntar personajes y situaciones. Tus observaciones son mucho más propiamente cinematográficas que las de los que se quedan con las "resoluciones" argumentales. Y si la ves por tercera, vez tratá de prestarle atención a la banda sonora.
También estoy de acuerdo acerca de cómo traés a Faretta al debate: de hecho, las dos notas extensas que escribí sobre Van Sant (sobre Gerry y sobre Paranoid) están de algún modo escritas contra el esencialismo de Cine (así con mayúsculas) que propone Faretta, como si lá fundación de la mirada del "Cine" la hubiera hecho Griffith de una vez para siempre.
Es evidente que desde Gerry (por lo menos) Van Sant está trabajando en tensión contra esa tradición, aunque quizá también se podría aplicar eso a MALA NOCHE, su primera película.
Y también decís bien acerca de mis reparos a cierto tramo de la filmografía de Van Sant: el que va desde Psicosis (no El Exorcista) y pasa por Good Will Hunting y Todo por un sueño. En cuanto a DESCUBRIENDO A FORRESTER, no la vi, pero me temo que integraría este grupo.
Lo que pasa es que a estos foristas les resultaba menos oneroso despacharme diciendo que soy un "incondicional", no tenían que esforzarse por articular alguna idea al ponerme esta etiqueta.
Te digo más, vi el trailer de MILK, la nueva película de Van Sant, protagonizada por Sean Penn. Y estoy preocupado. Penn es el tipo de actor que puede llegar a arruinar una película (ya se hizo insoportable en la de Clint Eastwood). Y MILK es un proyecto que a primera vista tiene poco que ver con el camino de Van Sant desde Gerry para acá. De todos modos, hay que verla, porque los trailers de todas las películas se parecen, así que quizá al final mis reparos sean infundados.
Un dato inquietante del trailer es que cuando una placa dice "UN FILM DE GUS VAN SANT", no dice "EL DIRECTOR DE GERRY". Sino "EL DIRECTOR DE GOOD WILL HUNTING". Hmmmmm.
Yo soy el fede que comentaba en los debates del conflicto chacarero, y hace poco comente algo sobre la muerte de Casullo.
En realidad es cierto que no es mi metie el cine, hablo de otras cosas pero es algo que me gusta creí ver que en tu crítica estabas haciendo un "link" (como se dice ahora) hacia algo más allá, que estaba quedando afuera de la discusión, como son las concepciones del cine, y lo que son "los otros cines". Pero igual creo que los foristas se metieron en un terreno del que no pudieron salir, porque en realidad no sabían de qué estaban hablando. Siempre es más difícil hacer una crítica puntual, hacia una palabrita o una metáfora antes que hacer una crítica global que era el paso que a mi modo de ver les faltaba para dar esa discusión. Y por lo que vi termino siendo un debate infructuoso, al menos que alguien nos sorprenda con algo maravilloso.
Esta bueno discutir esas cosas, el cine holliwoodense trilló el terreno, acostumbró al ojo, y el ojo se adaptó a esa mirada. Un cine demasiado redentor, y que siempre tiene un sacrificio, de esta manera se puede constituir el "milagro" del cine. En este film se ausentó ese milagro que estaba encarnado por una justicia que nunca llegó.
Ayer vi "Mala noche" y también me pareció un film con mucha riqueza. Sobre todo se nota que Van Sant pone el foco sobre las personas, que parecen ser personas, y después personajes. También vi ese choque de clases, que es mucho más evidente en Mala noche que en Paranoid.
Una frase que me llamó la atención es cuando el personaje principal, el que tiene buen status social piensa sobre el mexicano (inmigrante) que "su deseo sexual es muy estereotipado", algo que me llamo bastante la atención. Sobre todo como la clase social o la elección sexual puede complejizar un deseo. Y en eso hay algo que es muy cierto, no todos deseamos lo mismo, según la clase que nos toca en suerte deseamos una cosa u otra, lo que hace a muchos intelectuales no entender la clase popular y viceversa, cuando una tribuna dice "te vamos a romper el orto" para algunos es una interpelación directa que responder, para otros un insulto sin sentido, para otros algo demasiado vulgar, y así sucesivamente.
Es impensable que el cine moderno pueda enseñar a entender esas cosas.
Fede:
"Siempre es más difícil hacer una crítica puntual, hacia una palabrita o una metáfora antes que hacer una crítica global".
Es verdad, sobre todo cuando lo que están en juego son interpretaciones. El arte de la interpretación no es una ciencia exacta, no se resuelve mediante objeciones puntuales al uso de una metáfora. Porque tampoco la metáfora pretende ser una ecuación infalible sino un recorrido posible.
El problema es que algunos críticos y comentaristas creen que en el arte hay formas correctas y formas incorrectas y que la función de la crítica es señalar las "incorrecciones".
Por eso me gusta más el modelo del diálogo con la obra de arte, un diálogo que nunca llega a algo así como una sentencia definitiva.
Y sí, creo que Van Sant, cuando filma, está preguntándose qué es el cine. Por eso es tan interesante.
"Es impensable que el cine moderno pueda enseñar a entender esas cosas.": Esta frase final no la entiendo.
saludos
Me refiero a que el cine dominante actual no te permite pensar la situación (social) en términos reflexivos sino que los devuelve devorados por el aparato, yo creo que convierte al mundo en algo banal, y como dice la nota de arriba sobre Benjamin, no encontramos la experiencia ahí. En el cine de Vant Sant encontras esa experiencia del mundo, como los planos tienen la cadencia necesaria, como decías vos que se mete en los rostros de las personas, el choque de clases sociales, pero no la típica yanqui que estereotipa todo el tiempo, muestra más bien los cruces y lo determinanante de pertenecer a una clase. También el tema de la juventud en Paranoid no creo que sea menor.
En suma me refería a poder pensar junto al cine, que no sea un mero entretenimiento industrial como estamos acostumbrados a ver. A mí hay un montón de obras de holliwood que son espectaculares y las vi varias veces, hay directores geniales, pero el problema es que también se trilló ese camino y ahora se busca todo el tiempo el impacto. No se muy bien porque, en parte hay una presión comercial y también una bajada de línea ideológica me parece a mí. En nacionalismo, la vanalización de la guerra, el control social, la invasión exterior, los talibanes malos y el yanqui salvador, a mí eso me aburre sobremanera, me parece que eso no permite pensar nada, por eso lo de Van Sant resulta saludable.
Pero habrá que ver cuanto dura, como decías vos con Milk, ciertos actores tienen una línea definida. Espero que no lo arruinen porque la apuesta a este cine parece interesante.
Saludos.
Fede:
ahora entiendo, quizá en lugar de cine "moderno", la palabra más precisa sea cine industrial o mainstream. Evidentemente allí es mucho más difícil plantear estas cosas que cos decís.
Hace uno 20 años entre el cine más rabiosamente comercial y el cine de concepción y producción independiente había una franja intermedia, en la cual producían Scorsese, De Palma, Carpenter, Joe Dante, Truffaut, el propio Lynch... Hoy esa línea media ya no existe y gente como Lynch, Van Sant o Carpenter se han corrido hacia los márgenes, mientras Scorsese parece haberse rendido al sistema. Y Truffaut murió.
Ojalá que Van Sant no se degrade.
Oscar: un día nos tendríamos que detener en los críticos. Son personajes que llevan mucha agua para el "tanque" del cine comercial. Creo que son una especie tan preocupante como esos cineastas deborados por las luces de holliwood.
Y también podemos poner el foco en los medios para los que esos críticos trabajan, y muchas veces tienen que seguir la linea de sus anunciantes, publicidades, etc. Pero lo peor es que una película se valoriza, tiene relevancia en la medida que tiene capacidad de "entretener" y eso lo mismo que nada, se desvanece tan rápido como llega, se mastica y no te deja nada.
La crítica parece pedir a gritos un cine comercial, fijate las tapas de las revistas, las columnas de los noticieron, los suplementos de diarios, toda una parafernalia montada para eso. En ese sentido es muy difícil poner un pie afuera (para los cineastas) porque muy pocas veces se le da el valor que tiene con conceptos que van más allá del simple entretenimiento.
Lo bueno es enseñar al espectador a ver cine, mostrarle los caminos para reflexionar con el arte, eso se ve muy poco, y conduce a esto; una gran máquina dispuesta a fogonear el cine industrial. Ahí también hay una semilla del mal, y eso también nos termina por degradar.
Muy chevere tu articulo, pero quisiera leer el análisis de "Paranoid Park" que hiciste en La otra 19, se podra?
Claro, comprando la revista.
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