Bluesky

Al actuar como jefa de La Cámpora en detrimento de los intereses populares @cristinafkirchner.bsky.social se arriesga a devaluar su legado. En Rosario se la vio aislada, simulando liderar a una totalidad que no está, ansiosa por revalidar una relevancia que ni siquera debería estar en discusión.

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— Oscar Cuervo (@oscaracuervo.bsky.social) 24 de noviembre de 2024, 3:45

domingo, 7 de agosto de 2011

Cayendo


por Oscar Cuervo

¿Un post más sobre Elisa Carrió? A lo mejor el último.

Carrió hizo punta en la demonización del kirchnerismo, 6 años atrás. Empezó a decir barbaridades mucho antes que nadie ("el kirchnerismo es nazismo sin campos de concentración", "los Kirchner van a terminar linchados en Plaza de mayo como la pareja Ceaucescu"); logró instalar esas percepciones desmesuradas con la ayuda de los canales de cable que le prestaron una plataforma, a falta de una presencia territorial de los sucesivos partidos que la chaqueña creó y destruyó sistemáticamente. Su rara capacidad para acuñar frases truculentas y disparatadas la fueron acercando al género del bizarro mediático, más cerca de Moria Casán y Jacobo Winograd que de cualquier dirigente político de envergadura. Pero hace apenas cuatro años Carrió quedó segunda en las elecciones presidenciales, con cuatro millones y medio de votos. Muy lejos de Cristina, que la duplicó. Por entonces, su incontinencia e irresponsabilidad política la llevaron a denunciar un fraude electoral que le habría usurpado la victoria, como si en lugar de cuatro los millones de votos que la separaban de Cristina hubieran sido cuatro mil. A pesar de la inverosimilitud de semejante ocurrencia, la prensa de derecha se hizo eco de la denuncia, pero de un modo curioso: era imposible tomarla en serio, porque, de haber tenido un mínimo de credibilidad, la crisis política habría sido irreversible. Se amplificaron entonces sus palabras desorbitadas, sin necesidad de asumir las consecuencias de lo denunciado.

Pero el dato impresionante es que Carrió, antes de sumirse en el género del bizarro mediático, llegó a ser la jefa política de la segunda fuerza del país. La "jefa", diríamos, de la oposición. Cebada por entrevistadores complacientes para que redoblara la apuesta de sus barbaridades, Carrió logró, antes que cualquier otra cosa, demoler su capital político. Hoy logra repercusión diciendo que duerme tranquila desde la muerte de Néstor o que Cristina la engañó con sus llantos. Hace poco dijo que sabía de quiénes eran hijos los hermanos Noble Herrera, con un gesto repugnante de sorna; nadie le repreguntó. Con eso no se labra un futuro político (más bien se hunde), pero obtiene rebote mediático, instala frases que después son repetidas en los comentarios injuriosos que los trolls dejan en los foros virtuales.

A medida que su discurso se hizo más extravagante, los dirigentes políticos que alguna vez la acompañaron se fueron alejando de ella. Sólo quedan a su alrededor algunos que son tanto o más impresentables que ella (Bullrich, Fernando Iglesias). Es probable que su sociedad com María Eugenia Estenssoro esté tocando su fin. Me pregunto cuánto tardará Beatriz Sarlo en arrepentirse en su caracterización de Carrió como una "gran analista política".

Esta semana Carrió atravesó otro límite en su carrera hacia la abyección. En medio de la operación lanzada contra Zaffaroni, hizo alusiones a la privacidad del juez: "yo lo quiero, le tengo mucho aprecio, pero hay cosas en su vida privada que son horribles". No completa la frase, pero todos entienden que se refiere a la orientación homosexual de Zaffaroni. Es ofensivamente discriminatoria, pero se resguarda de ser denunciada por ese motivo, hablando a medias y guiñando el ojo. No es loca, es abyecta.

Esta bajeza la paga con una nueva deserción en sus filas: la diputada Marcela Rodríguez, de notable participación en el debate sobre la Ley del Matrimonio Igualitario, abandonó el bloque de la Coalición Cívica. ¿Consentirá en silencio Diana Maffía, legisladora por la Coalición Cívica/ARI?

Quizá Carrió haya hecho todo lo que hizo en estos años (sobre todo lo que deshizo) movida por la envidia de género, el despecho y la frustración. En todo caso, estas explicaciones psicológicas no importan. Su triste parábola habla más bien de las formas que adquiere la política en la era de la sociedad del espectáculo.


Hoy a la medianoche en La otra.-radio, hablamos con el politólogo Pablo Cabás de la instrumentación de los "escándalos" en la vida política contemporánea; también analizamos los resultados de las elecciones en Córdoba y las perspectivas de las Primarias de la semana que viene.

La música la pone Muse. FM La Tribu, 88.7. Acá es escucha on line.

5 comentarios:

Martha dijo...

Hola Oscar:

Muy bueno lo que pusiste. Pero Carrió lo que dijo textualmente fué que el Juez era una persona brillante pero que tenía otras cosas que eran "aberrantes" ( siC. Me quedó resonando.eN GENERAL ESTA MUJER DELIRA. Recuerdo la cara horripilada de Grondona el año pasado cuando empezó a describir- cerca de fin de año- una supuesta invasión que ibamos a tener en el país.

Graciela dijo...

Un placer leerte, casi siempre.

Oscar Cuervo dijo...

Martha:
también uso la palabra "horrible", yo la escuché.
Graciela:
lo que me resulta interesante es pensar en esas veces en "casi" no te resulta un placer leerme.

Carlos G. dijo...

Notable que una persona de estas características haya tenido el caudal de votos que tuvo, que siga apareciendo en los medios (ya no importa cuales) y que aún lidere una fracción política.
Me imagino que hay un blog en particular que encontrará una buena explicación para todo esto que tan bien describís.

juan dijo...

Muy buen análisis.

La exaltación y difusión del discurso nauseabundo de Carrio es aún mucho más vergonzoso que ella misma, que no es poco decir.
Ahora, si alguien que ha hecho un estudio tan agudo y fino de la obra de Borges o de Saer, sostiene que Carrió es una gran analista política, el cinismo, oportunismo, o algún otro ismo que se me escapa, supera ampliamente al de Carrió

saludos,
juan