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— Oscar Cuervo (@oscaracuervo.bsky.social) 24 de noviembre de 2024, 3:45

miércoles, 30 de mayo de 2012

Matanza y cine

El Elefante blanco de Trapero


por Oscar Cuervo

Matanza Cine es un dispositivo artístico-industrial cuya lógica excede lo que vale Elefante blanco como película. Es una emblema del siglo xxi, equivalente al que en los años 70 fue Aries Cinematográfica. La productora de Pablo Trapero ha llegado a ser, desde que en 2002 debutó con El bonaerense (segundo largo de Trapero) hasta hoy, con Elefante Blanco, un modelo de producción cinematográfica muy ambicioso y ciertamente eficaz. Mundo grúa, la primera y mejor película de Trapero, quedó muy lejos, en todo sentido. Una de las películas claves del nuevo cine argentino, todo lo que queda de ella en el Trapero actual es el significante Matanza, aunque el sentido inicial se haya trastocado.

Elefante blanco es, desde el punto de vista industrial, la jugada más ambiciosa de Matanza Cine. No es solo la película más cara que haya producido hasta el momento, sino también la que arma el mejor paquete: temas de alto impacto, la miseria, los narcos, los curas villeros, la transgresión del celibato, un despliegue visual espectacular, un elenco internacional, con el actor argentino infalible en las taquillas (Darín), más un joven y talentoso star del cine europeo (Jérémie Renier), más la mujer del director (Martina Gusman), un lanzamiento internacional en Cannes (Trapero es el cineasta argentino predilecto de Thierry Frémaux, director artístico del festival): nada parece haber quedado librado al azar. Darín es el cura villero veterano que por estar enfermo piensa en un sucesor; Renier es el joven cura europeo cuya sed de aventuras lo trae hacia destinos exóticos; Guzmán es la asistente social de clase media que va a la villa a trabajar por los pobres y de paso cañazo consigue un amante belga. El grado de eficacia de la fórmula es por lo visto muy alto: 350.000 espectadores en apenas 11 días preanuncian un gran éxito. En Cannes no logró seducir a ningún jurado, ni oficial ni extraoficial. Pero Elefante blanco puede todavía conquistar a no poco público europeo con su receta de miseria tercermundista de factura lustrosa.

Trapero viene buscándole la vuelta, en su década como productor, a una fórmula que concilie espectáculo para las masas, prestigio autoral y compromiso social (esta búsqueda incluye también globos de ensayo como El estudiante y Los salvajes, cuyos directores, Mitre y Fadel, son guionistas de las películas de Trapero). Es evidente que algunos de los componentes de esta fórmula prevalecen en detrimento de otros. No se puede servir a Dios y al dinero, porque se amará a uno y se odiará al otro. La dimensión artística de Elefante blanco, así como su sentido político, merecen una atención más cuidadosa.

La película está dedicada al cura tercermundista Carlos Mujica, incluye referencias explícitas y homenajes a su figura en un par de escenas y al final propone, en la suerte que corre Darín, una analogía entre el personaje real y el ficticio. De esta manera, Trapero promueve un delicado equívoco: Mujica no era un cura villero y sus héroes de ficción no son curas tercermundistas. La figura de Mujica puede ser admirada o discutida (lo segundo es más provechoso que lo primero); pero es jodido tergiversarla en función del espectáculo. La tarea que desempeñan los curas diseñados por Trapero, Mitre y Fadel es la de una reducción de los daños: siempre están exhortando a los diversos actores del conflicto (los villeros, los narcos, la policía, los sindicalistas, el obispo, el poder político) a que concilien, a que bajen la intensidad del enfrentamiento; en muchas escenas, del principio al fin, se los ve luchar denodadamente para evitar el estallido de violencia. La fría decisión de los guionistas es que los personajes fracasen en el momento decisivo. El pesimismo garpa. También se ve a los curas rezando y llorando compungidos por su impotencia ante la injusticia del mundo. Curiosamente, no se los ve predicando el Evangelio. De hacerlo, los personajes deberían haber optado entre una interpretación conciliadora y otra liberadora de la palabra de Cristo: ese dilema se le planteó a Mujica, a quien el film homenajea, pero los guionistas no se lo permiten a sus criaturas. 

Los tres personajes principales dialogan profusamente -pedagógicamente, en relación con los espectadores- sobre su tarea en la villa, explican sus problemas psicológicos y sus dificultades logísticas. Pero en ningún momento sus conciencias rozan la dimensión política del conflicto. Más bien todos parecen naturalizar la relación de fuerzas vigente: los pobres siguen pobres, los curas siguen curas, los narcos y la policía hacen lo que se espera de ellos, el obispo intima a los curas a encuadrarse, los políticos prometen y los sindicalistas protestan. Trapero los filma a todos como si la historia no existiera, como si sus personajes respondieran a arquetipos intemporales y la estructura del mundo fuera inmodificable, lo cual no es una opción política neutra, sino reaccionaria. Incluso si nos remitiéramos a la dimensión puramente ética de los personajes, Trapero los filma sin posibilidades, lo cual los priva de libertad. El epílogo es tramposo: Renier, tras el fracaso de su proyecto pastoral, se queda pensando en silencio y solo. Ese silencio podría preanunciar un salto en la conciencia del personaje (¿estará a punto de decir "NO", como el protagonista de El estudiante?), pero esta lectura parece forzada en una película que hasta el momento lo explicó todo mediante diálogos abundantes. 

Los temas "controversiales", como la droga, el narcotráfico, la violencia policial y el celibato sacerdotal, se reducen a condimentar el drama principal. Los narcos parecen brotar del seno profundo de la villa, sin conexión con el exterior; la institución del celibato le otorga un sabor prohibido al romance entre Renier y Guzmán, pero no abre un frente de conflicto con la normativa eclesiástca; la violencia policial queda impune porque sirve a los fines narrativos, para "sacrificar" al protagonista. Se puede hablar de tantas cosas sin decir nada.

¿Por qué un cineasta como Trapero elige hacer una película sobre la villa, después de haber hecho otras sobre la policía, el sistema carcelario o la industria del juicio por mala praxis médica? Esta pregunta puede extenderse a las películas que sus guionistas hicieron sobre la militancia universitaria y la fuga de la reclusión de un grupo de delincuentes juveniles. Hay un tenaz ejercicio de profesionalismo en esa versatilidad para saltar de mundo en mundo. Pero en todos los casos es imposible ocultar la posición desde la cual este sistema narrativo enuncia sus fábulas, el punto de vista desde el que se observa el mundo. En Elefante Blanco los villeros aparecen invariablemente como una masa indiferenciada, objetos sin voz dramática propia, una fuerza natural destinada a hundirse en su fango de miseria, droga y violencia autodestructiva, incapaces de conquistar una conciencia propia, reducidos a su función de marco para que los protagonistas, burgueses o pequeñoburgueses, como los autores, desplieguen sus conflictos existenciales y elaboren sus deseos. ¿Para quién filma Trapero?

16 comentarios:

Liliana dijo...

"Pero en ningún momento sus conciencias rozan la dimensión política del conflicto. Más bien todos parecen naturalizar la relación de fuerzas vigente: los pobres siguen pobres, los curas siguen curas, los narcos y la policía hacen lo que se espera de ellos, el obispo intima a los curas a encuadrarse, los políticos prometen y los sindicalistas protestan. Trapero los filma a todos como si la historia no existiera, como si sus personajes respondieran a arquetipos intemporales y la estructura del mundo fuera inmodificable, lo cual no es una opción política neutra, sino reaccionaria."

Totalmente de acuerdo.

julieta eme dijo...

dejo otra crítica, a ver si se arma polémica jaja

todavía no vi la peli pero me gustaría verla en el cine.

http://seminariogargarella.blogspot.com.ar/2012/05/la-perdida-de-la-fe.html

Martha dijo...

Y si Oscar: ya hace rato que lo que hubiera gastado en sus películas lo meto en la primera alcancía de institución benéfica que veo. Por que además...es previsible.
Muy bueno lo tuyo.
Beso. Martha

Oscar Cuervo dijo...

A Gargarella justamente ELEFANTE BLANCO le gustó porque la polìtica está ausente de la villa. Coherencia.

Fernando dijo...

Muy buen comentario.
Comparto en varios aspectos: http://espaciocine.wordpress.com/2012/05/19/elefante/
Saludos.

Anónimo dijo...

¿Querían comparar esta película con Ciudad deDios? Ni de cerca, ojalá superara esa medianía aburridora y obvia para tener aunque sea 1/2 hora de las intenciones de Ciudad...Pretende contar y no cuenta nada, cualquier programa de Graña te cruza historias con mas sustancia.

Sobre tu crítica: Para mí llega a tal punto lo inexorable del determinismo que fijate que entre los grupos del paco siempre van a buscar al personaje que les interesa(no porque precisan saber algo,por ejemplo, que el solo les puede dar a conocer, que sería algo que mueve ala historia como en Ciudad de Dios, sino porque lo quieren salvar etc.,motivos ajenos a un buen producto industrial de entretenimiento con formato neorealista.
Lo extraño que me sucedió es haber visto en general buenas actuaciones,es raro que me suceda cuando de la película no me gusta casi nada.
Hugo.

Anónimo dijo...

Me faltó decir que de los grupos no les interesa la actualidad de los demás,como si no existieran.

Rocío dijo...

Excelente crítica. Coincido totalmente. A mi me había parecido lo mismo, pero lo dijiste de una manera taaaaaaan clara. chapeau.

Fernando Krichmar dijo...

Muy buena crítica pensaba exactamente lo mismo pero se me había escapado esto del exceso de conciliación y realmente es verdad.
Creo sin embargo que El estudiante si le entra al mundillo uba bastante hasta el hueso. En cambio en esta pareciera que en la versión francesa le cambiarán la foto de mujica por la de la madre Teresa o la pastorcita de Lourdes.
Pongo en link en mi face
abrazo

DP dijo...

Para mí hay política, y varias, pero la de los personajes es la de "cándidos inconscientes", que hacen lo suyo "día a día" sin ver -sin tratar de ver- más allá.
Yo noté que sí hay conflictos y contradicciones (personales, "internas", y "extermas", políticas), pero no se desarrollan a fondo: como cuando la gente hace la toma del predio y los personajes de Renier y Gusman van a la toma y el de Darín no: él va a hablar con "la jerarquía" de la curia... Y allí hay un conflicto.
Podrá gustarte o no, vos podrás decir que hubieras hecho otro conflicto o que lo hubieras resuelto de otra manera. Pero la cuestión es que está.
Para mí la película no es mala. Acá mi crítica:
http://artemuros.wordpress.com/2012/05/31/cine-slum/

Saludos,
DP

Oscar Cuervo dijo...

DP: yo no dije que no hay política sino que no hay conciencia política de los personajes. La toma no está mostrada como un conflicto político, sino como un desborde más, de todos los desbordes que suceden en un lugar desbordado. Los protagonistas intervienen como siempre, mediando, sin tomar partido en el conflicto de intereses, sino tratando de reducir daños para que el quilombo no estalle. Yo no digo lo que me hubiera gustado, sino lo que hay. Tampoco me interesa discutir si la película es mala, sino desentrañar SU política. Obvio que la película es política, pero su política es engañosa, puesto que la mayoría de los espectadores sale sin advertir la tergiversación entre (para decirlo con las palabras de Fernando) Carlos Mujica y la Madre Teresa de Calcuta.

DP dijo...

Oscar: esa es una interpretación posible, pero no la única. Además, los personajes en la toma se dividen: el francés y la asistente social van a la toma, mientras que el cura que hace Darín se queda discutiendo con la cúpula eclesiástica qué hacer...

Vos pusiste respecto a los personajes: "Trapero los filma sin posibilidades, lo cual los priva de libertad". Para mí la tienen, dentro de lo que son los mismos personajes, ¿o esperabas que el cura de Darín se hiciera guerrillero?
Igual, el tema da para rato, y por eso hice un nuevo post, discutiendo algunas críticas, incluyendo esta.
Estás invitando -vos y los/as lectores/as del blog-, si hay tiempo y ganas, a que sigamos el debate ahí tb.:

https://artemuros.wordpress.com/2012/06/04/una-vez-mas-sobre-elefante-blanco/

Saludos
DP

Oscar Cuervo dijo...

"esa es una interpretación posible, pero no la única": Es la interpretación que yo hago. Vos hacés la tuya. En ningún tramo yo digo que esta película o ninguna otra tienen una sola interpretación.

- " Además, los personajes en la toma se dividen: el francés y la asistente social van a la toma, mientras que el cura que hace Darín se queda discutiendo con la cúpula eclesiástica qué hacer...". Sé cómo es el argumento, pero esto no refuta lo que yo digo, unos van a la toma t otros se quedan discutiendo con la cúpula. Yo digo que el rol de los personajes es siempre de atenuar los conflictos, reducir los daños. Eso no está ni mal ni bien: posiblemente responda al modelo de los curas villeros: yo destaco que no es ese el rol de los sacerdotes del tercer mundo como Mujica, al que curiosamente la película homenajea. Creo que la película promueve esa confusión. La pastoral de Mujica no promueven la suavización de los conflictos, sino que toman partido por una de las partes. Militan contra las clases opresoras y no por el entendimiento entre opresores y oprimidos. En la película ni siquiera aparece este concepto "opresores/oprimidos". Esto no es lo que yo "espero" sino lo que responde al planteo de Mujica, al que la película dice homenajear.

"· "Trapero los filma sin posibilidades, lo cual los priva de libertad". Para mí la tienen, dentro de lo que son los mismos personajes, ¿o esperabas que el cura de Darín se hiciera guerrillero?":

La película es determinista: y no me refiero solo a Darín, sino a todos los personajes, sobre todo a los personajes villeros, a los que Trapero filma como una masa indiferenciada, objetos de las iniciativas de los otros. No aparece ningún villero con conciencia política, cosa curiosa para una película que dice homenajear a Mujica. No hay actos libres de ningún personaje, sino una pura determinación prefijadas de antemano por los guinistas, que abonan una tesis fatalista y se toman las dos horas de película para reafirmarla. Eso no está ni mal ni bien, pero desde el punto de vista político muestra que no es posible cambiar las relaciones de fuerza. (NI siquiera en el caso lateral del celibato).

Por último, repito: no espero que los personajes fueran distintos, sino interpreto el sentido politico de lo que se muestra. Es una película que toca asuntos políticos y entonces puede y debe ser interpretada en su visión política.

Jotapé dijo...

Decis que los personajes dialogan pedagógicamente pero al mismo tiempo le pedís a la película que se definan políticamente, que hagan explícita la tensión entre lo conciliador y lo luchador. O sea, no querés que el personaje de darín y el de renier se peleen porque uno va a agitar al predio y el otro no como pasa en la película, sino que digan "che... no sé qué hacer, por un lado como cristiano tengo que conciliar pero acá hay mucha injusticia loco!". :)

Lo mismo con lo del celibato. Decís que eso no abre discusiones sobre el discurso eclesiástico. Tendría que renier mirarse la pija en algún momento y cortársela? No, me parece que forma parte de la construcción de un personaje que, al contrario del padre julián, está menos apegado a la estructura oficial y encara el trabajo social y religioso desde otro lado, sin por eso tener que enunciar un discurso político coherente (lo cual para mí es un punto a favor, y me parece más creíble)

O sea me parece que sin querer estás pidiendo una película mucho más explícita, que cierre más el sentido, con luchadores más luchadores y concientes, y con unos malos más malos y de ser posible, fuera de la villa. Yo prefiero la de Trapero.

Y también estoy a favor de no tirarse a menos porque lapelícula transcurre en la villa. Hay que cortarla con la paranoia de la pornomiseria. En la villa hay que filmar en VHS y mal? y lento y antiholivudensemente? Es un paternalismo icónico eso

Igual muy buena la crítica, un placer leerla, aunque me dio un poco de bronca también pero sólo porque estoy en desacuerdo.
Abrazo

Oscar Cuervo dijo...

Jotape:
yo a la película no le pido nada, analizo lo que hay y destaco lo que no hay. A saber:
- un grupo de curas villeros sin conciencia política, más bien rezadores y lloradores. Y con actitud conciliadora. Lo que tal vez resulte forzado es asociar estos curitas benefactores con Mujica. Creo que el uso de una marca histórica como la figura de Mujica funciona como distractor de la naturaleza conciliadora de los personajes.
- la conciencia política brilla por su ausencia justamente aún más por ser tan explicativos los diálogos: la mayoría de los planos secuencia son diálogos pedagógicos dirigidos al espectador, Curiosamente, estos curas tan explicadores, a lo largo de toda la película NO hablan de política. Curiosamente TAMPOCO predican, lo cual permitiría definir su posición política en relación con la palabra evangélizadora. Yo no necesito que los personajes sean tercermundistas ni siquiera que tengan conciencia política. Lo que me parece sintomático es ese doblez de ser discípulos de Mujica y que su práctica aparezca despolitizada.
- Y para no alargarla mucho más: el rol de los villeros es de fondo indiferenciado, asociados a la droga y la delincuencia: cercanos a los curas, pero, una vez más, ningún villero se erige en sujeto dramático. Son objetos: de la beneficencia eclesiástica, de la violencia policial, del uso de los narcos, etc. Eso permite interpretar que Elefante Blanco aparenta ser una película sobre los villeros, pero en realidad los usa como telones de fondo mientras solo los personajes burgueses o pequeño-burgueses se erigen en sujetos. Una vez más: no es que yo prefiera que sea de otra manera, sino solo destaco como es.
Por otro lado, no sé de dónde sacaste eso de que yo quiero que la película esté filmada "mal". Me resulta llamativo el uso que le das a la expresión "filmar mal". Según tu criterio "filmar bien" consiste en la tecnología de la que disponés. Si fuera así, el cine publicitario filma "muy bien". Y cuando Sokurov filma en video filma "mal".

pai dijo...

LLegué al blog por un amigo que me pasó la nota. Fuimos a ver la película durante la semana y a al salida entramos en una discusión bastante abstracta sobre lo que implicaba la película (y la forma de contar de trapero) en términos políticos y discursivos. Parecíamos en desacuerdo pero en realdiad hablábamos de lo mismo desde niveles diferentes. Él (estudiante de cine, cineclubista, cinéfilo, etc) me decía que el discurso de Trapero podía considerarse falaz en parte por todas las incongruencias que planteás vos, en la misma línea de los programas de América conducidos por Rolando "Tijeras" Graña. Yo (estudiante de comunicación), le decía que, más allá de eso, lo que me preocupaba es que yo no podía abstraerme del hecho de que esto es una mirada que circula muy profundamente en la sociedad y con este tipo de legitimaciones (Cannes, Darín, los cientos de miles de espectadores) no hace más que enraizarse más. Te cuento esto porque me parece que lo que escribiste apunta un poco a ambas cuestiones y me parece que aporta un sentido que no muchos le han dado a la película. Además, todo muy bien escrito, ideas concretas y pasajes más que interesantes. Por eso, felicitaciones. Gran blog.

Saludos!