(Andrei Ujica, 2010)
por Salvador Savarese
El ominoso edificio a la derecha de la foto era el que bajo el nombre de “Casa Scînteii” centralizaba toda la prensa escrita durante el gobierno de Nicolás Ceaușescu. A través de su antena, emitía la televisión pública rumana.
Desde allí y por casi 25 años se emitieron todos los actos y actividades del Gobernante. Es ese material, filmado en diversos formatos y sistemas, conforma la columna vertebral de ese monumento fílmico llamado “Autobiografía de Nicolás Ceaușescu”.
A partir de miles de horas de archivo el director Andrei Ujica elabora un minucioso y extenso (extenso por minucioso y minucioso por extenso) retrato de un tiempo del mundo, de Rumania, y de una persona: Ceaușescu.
El punto de partida de la película es un fragmento de la grabación del juicio sumario que se le efectuó a el y a su esposa (Elena Ceaușescu) cuando fueron atrapados en su huida después de la revolución de 1989 y que culminaría con su condena a muerte y fusilamiento. Este fragmento da lugar a un extenso flashback de tres horas de duración donde se ven acciones de gobierno de Ceaușescu, congresos de países comunistas, viajes al exterior, encuentros con diversos gobernantes, discursos, inauguraciones, homenajes, fiestas y entierros familiares.
No hay voz en off ni explicaciones que dirijan la atención del espectador de una manera evidente; sólo hay un excelente trabajo de montaje de imagen y sonido (el audio, según comentó el presentador Alan Pauls, fue reconstruido en un 80%) que permite que durante el largo tiempo -en todos los sentidos posibles- que dura la película, el espectador vaya compenetrándose en un mundo y un personaje que uno intuye como chato, sin un carisma particular, pero que al mismo tiempo, al estar en el centro mismo de todo, adquiere una personalidad formidable. Mas que por K.O. como lo hacían las grandes estrellas del cine, Ceaușescu nos gana por abandono.
Una película tan sólida como esta permite una gran cantidad de lecturas posibles. Es de esas películas que dan lugar charlas de cafes apasionadas y cada espectador con su propias competencias puede encontrarle lecturas -incluso críticas- validas y provechosas.
Me permito solo una de ellas: al final de esas tres horas ese mundo y ese país habrán cambiado ante nuestros ojos, pero el que no lo ha hecho es Ceaușescu. A lo sumo ha envejecido corporalmente. Pero aun así es el centro de la escena. En la presentación de la película, Pauls hablaba de la relación entre el poder y el tiempo, como todo pasaba pero el poder trascendía todo. Viendo esta película autobiográfica, veo de una manera agobiante como el poder trasciende incluso el cuerpo -y conociendo la historia posterior se podría decir la existencia física- del que lo detenta.
¿Y que pasa con Rumania? Es un país muy lejano y no es muy bueno opinar sobre realidades no muy conocidas pero otra foto, esta vez mas cercana de ese edificio ominoso que mencionaba al principio, que ahora se llama “Casa de la Prensa Libre” y que aloja a varias agencias de prensa así como a varias empresas, podría servir como punto de partida para nuevas discusiones sobre el poder…
No hay comentarios:
Publicar un comentario