Dolan, Oshima, Almodóvar, Apichatpong y To en revista La otra 26
LOS AMORES IMAGINARIOS: "El segundo film de Xavier Dolan, Los amores imaginarios, se vuelve más estridente y fragmentario en su exploración visual, en sus motivos que evidencian citas u homenajes al cine y la iconografía pop. Hay una búsqueda temática barthesiana hasta la médula, en los vaivenes más impensados del asedio del amor imposible. Dolan deja bien claro que leyó con pasión y fruiciónn al Roland Barthes de los Fragmentos de un discurso amoroso (hasta el punto de bordear el plagio: ver el capítulo “La Espera” en los Fragmentos). Mucho más volcado hacia la comedia que en Yo maté a mi madre, Dolan retrata las estrategias de seducción para materializar los amores imaginarios de tres chicos: Marie (Monia Chokri, increíble labor de chica vintage), Nicolas (Niels Schneider) y Francis (Xavier Dolan). El eje de las tensiones sentimentales es un cuasi Adonis contemporáneo (Nicolas) sobre el cual giran todas las acciones de los otros dos que, cegados en la carrera por conquistarlo, se exponen a las situaciones más ridículas". (Eduardo Benitez, "Las películas del año", revista La otra n° 26).
EL OSHIMAZO: "Una mujer, en estado de éxtasis, corría con el pene seccionado de su amante en la mano. Era el relato -más que la imagen- del final de El Imperio de los Sentidos (Ai no Korida, 1976), la película “escándalo”, por sus escenas de sexo explícito que catapultó a Nagisa Oshima (Kyoto, 1932) desde el circuito de los festivales hasta más allá del prestigioso círculo cinéfilo. Para ese entonces, Oshima contaba con 38 films en su haber; su filmografía completa comprende 51 films, incluyendo cortos y mediometraje para TV. Algunos Oshima post Imperio llegaron incluso a verse en nuestras pantallas, en los albores de la “primavera alfonsinista”; así se estrenaron: El imperio de las pasiones (Ai no borei, 1978); Furyo (aka Merry Christmas, Mr. Lawrence, 1984), con un joven Kitano y un inolvidable David Bowie; la buñuelesca Max, Mon Amour (1986), donde Charlotte Rampling retozaba con un amante chimpancé". (Alejandro Ricagno, "Nagisa Oshima y la noberu vagu", revista La otra n° 26).
LA PIEL QUE HABITO: "¿Qué lleva a un ser humano a la más absoluta abyección arrastrado por una venganza sin límite? ¿Qué Mecanismos operan en la mente y el cuerpo del sometido a las peores vejaciones y confluyen en un punto de identificación y hasta afecto por su verdugo? ¿Cuál es la certeza que algunas veces tambalea en la línea que separa al victimario de la víctima? En 1995 Thierry Jonquet, premiado autor del polar francés (policial negro) nos brindó algunos indicios sobre esas preguntas con Tarántula. La novela, muy breve, ha cobrado renovada notoriedad a raíz del estreno de La piel que habito de Pedro Almodóvar, un proyecto que rondaba por la cabeza del director desde hacía años y cuyo guión fue reescrito muchas veces hasta su adaptación final". (Lilián Camera, "Las películas del año", revista La otra n° 26).
EL HOMBRE QUE PODÍA RECORDAR SUS VIDAS PASADAS: "No estoy aún convencido de que Apichatpong crea en la rencarnaciones, su cine no me transmite ninguna experiencia decididamente religiosa, pero sí estoy seguro de que él hace una apropiación estética de esa fluidez de los seres, con el propósito de jugar a que las líneas narrativas se bifurquen, las identidades muten, los nexos se vuelvan ambiguos, que se produzcan efectos de eco, que el tiempo y el espacio narrativos se vuelvan permeables, el mundo natural se espiritualice y a la vez los espíritus se historicen. No creo que este cine pueda ayudar a que alguien se convierta al Budismo, pero sí me parece que propicia una experiencia de mundo más laxa y más abierta al juego. Pero este juego no parece tampoco la clave definitiva: la imaginería budista no yace sobre un suelo plácido, sino que se ve ligeramente sacudida por ecos de la historia política tailandesa, una historia manchada de militarismo, matanzas masivas y desapariciones. ¿Prevalece la inquietud política o la beatitud religiosa? Difícil decidirlo. Quizá esta indecidibilidad entre política, fe religiosa o religión". (Oscar Cuervo, "Las películas del año", revista La otra n| 26).
LIFE WITHOUT PRINCIPLE: "En Life without principle, Johnnie To mete los pies en el barro de la economía mundial con el garbo de siempre y, para que no queden dudas de que quiere trabajar sobre la actualidad más caliente, incluye imágenes televisivas de la crisis en Grecia. Parece una película muy distinta de las anteriores. Más lenta, menos genérica. En un punto lo es. Sin embargo, el mundo del capital es también un mundo de acción, y la casi total ausencia de armas no oculta todo lo que las transacciones implican. No es la primera vez que To juega a las variaciones. En Election la cuestión era sacar la violencia del dominio de las armas de fuego, volverla más física, obligar a la cercanía. Ahora se trata del movimiento inverso: representarla en gráficos de barras. La mafia, el banco, la bolsa, las apuestas ilegales, la compraventa de inmuebles; todo está unido y funciona de manera equivalente". (José Miccio, "Las películas del año", revista La otra n° 26.
JOHNNIE TO, HOMBRES DE ACCIÓN LÚDICOS Y ELEGANTES: "To siempre demostró tener en claro las reglas que impone la industria cinematográfica de su país y hacer un cine comercial de muy buena factura imprimiéndole su sello de autor. En 2005, a propósito de la dualidad cine de autor/cine comercial, dijo: 'algunas veces, para poder seguir trabajando debo realizar películas más comerciales. (…) gracias a estas puedo realizar otras como Election”. Tan simple y claro como una mañana. En las comedia aplica una serie de parámetros diseñados para seducir a las grandes audiencias (en China son, realmente, muchos espectadores). Uno de sus recursos es la elección de actores muy populares –que en su mayoría son estrellas del pop- como Sammy Cheng, Takeshi Kaneshiro, Gigi Leung, Louis Koo y Cecilia Cheung. Y, claro, Andy Lau, estrella absoluta y actor versátil, que To convirtió en hiper obeso (Love on a Diet de 2001), en musculoso físicoculturista (Running on Karma de 2003), y hasta en mujer (en una maravillosa secuencia de Running out of time, 1999)". (Gabriela Zubiría, "Las películas del año", revista La otra n° 26).
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1 comentario:
uh todavía no me la compré!
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