por Pablo D. Papini *
A principios de marzo, cuando publiqué en mi blog este tweet del amigo Nestor Sbariggi, muchos compañeros plantearon, legítimamente, temores en cuanto a la conveniencia de un hipotético triunfalismo de nuestra parte. Les sonó excesivo lo allí dicho, obviando que se trataba de información, que no de opiniones. Y, en igual sentido, siguen dudando a propósito de la ecuación costo/beneficio que implicaría para el Frente para la Victoria una renuncia de Sergio Massa a su carrera presidencial, que a esta hora es cada vez más probable.
Va de suyo que toda presencia electoral que coseche siquiera mínimamente en territorio opositor es bienvenida. Y Massa fue eso, durante un buen tiempo, en proporciones difíciles de precisar, porque en 2013 se sustentó tanto en voto gorila, como en una división del acompañamiento que plasmó el PJ-PBA en 2011. Sumen lo obtenido por el ex intendente de Tigre y por Martín Insaurralde en las PASO de hace dos años y compárenlo con el desempeño bonaerense de la presidenta CFK en su reelección, y verán que las diferencias son insignificantes. Pero, en cualquier caso, allí estaba el marido de Malena Galmarini para dividir el campo adversario.
Pero ni entonces ni ahora existió ese 70% de impenetrable antikirchnerismo que tanto agitó el establishment, primero para sentenciar un fin cada día más lejano, y luego para impulsar amalgamas imposibles.
Ahora bien, conforme se fue diluyendo, creció, primero, la candidatura de Maurizio Macrì, aunque en una magnitud que no le permite todavía alcanzar al kirchnerista mejor posicionado, Daniel Scioli, y habiéndose, ahora, luego de un salto a principios de año, amesetado. Lo que hace pensar que ya chupó todo lo que podía de lo que Massa había sumado entre las elecciones primarias y las generales que lo consagraron diputado nacional en 2013: poco menos de 25% de aquel 44%.
En cambio, cuando uno estudia las fugas de los intendentes que fueran pilares de su proyecto político, rápidamente advierte que, salvo Jesús Cariglino, que ya no formaba parte del FpV en 2011, el resto ha emprendido el retorno hacia el dispositivo organizado por CFK. Humberto Zúccaro explico que ello era así debido a que 8 de cada 10 de sus militantes rechazaban la posibilidad de acabar en un acuerdo electoral encabezado por Macrì. Lo que remite tanto a cuestiones ideológicas como a la sobreabudancia que supondría una mega confluencia opositora en términos de armados de listas subancionales.
Cuando uno entiende que en política, si bien no puede negarse el impacto específico de las individualidades, en última instancia éstas resultan el emergente de estructuras sociales, a cuya significación institucional deben corresponder, nada de esto le puede extrañar.
El massismo se fundó en varias razones, pero en el fondo existía fundamentalmente una tensión interna mal resuelta con la conducción nacional del FpV, siendo en cambio la pertenencia sociológica de ambos espacios, mayormente, compartida. No se trataba --no mayormente, que se entienda-- de un voto a Massa en sí, sino de una suma de situaciones que elaboraron una nueva mayoría, a la vista está que meramente coyuntural.
La perspectiva continuista del kirchnerismo, en el marco de una discusión que tiene al programa de reivindicación histórica de la esencialidad peronista en el eje de la disputa, con las derivaciones que ello puede suponer para las bases de cada dirigente, están empujando las piezas del tablero hacia su cauce, digamos, natural. Y cada uno de los jefes territoriales ejecuta en consecuencia, según entiende que mejor puede expresar esas realidades, de las que son producto. Las PASO, por su parte, ordenarán los apetitos.
Massa, equivocadamente, creyó que todo se debía a una elaboración exclusivamente propia, y por ende perdió el pulso de los acontecimientos tanto como la posibilidad de maniobrarlos en su provecho.
Dicho todo esto, y en conclusión, si el tigrense insiste en su aventura nacional, bien; y si no, también. Ya resulta indistinto.
* Pablo D. Papini es editor del blog Segundas Lecturas y asesor de la diputada Mayra Mendoza en la HCDN.
7 comentarios:
La mayoría de los massistas acabarán votando por el FPV y una parte importante de los randazzistas (si pierden como suponemos) se irán a la oposición. Es la diferencia entre ser peronista y no serlo.
Cuánto prejuicio Fernando. Cuantas anteojeras.
No sucederá nada de eso, perdé cuidado.
Por respeto al espacio que nos contiene a todos, por respeto a la militancia, por respeto a todo el trabajo, intenso, impresionante de estos doce años que descuento le jugará primordialmente a todos aquellos que vayan a votar en nuestra interna por uno u otro de nuestros pre-candidatos.
Y por tener más que claro a que monstruosidad tenemos enfrente.
La sobreestimación de ser peronista y tener visión a largo plazo por sobre el resto, un conjunto de neófitos imberbes, es una chapa mentirosa, que sobra en el pecho de cualquiera que antes que nada debería entender que todos somos compañeros y que hemos contado con una enorme masa de independientes para acceder a gobierno.
En la semana defendí a compañeros que conozco y que entienden a Scioli como posible candidato de la mejor estrategia electoral contra aquellos que votando a Randazzo los han juzgado mal, aplicándoles intenciones que decididamente no tienen.
Ahora debo defender a quienes vayan a votar a Randazzo de conjeturas antojadizas como la que acabás de escribir.
Y completo; fijate lo que escribís:
"se irán a la oposición"
Es decir, forzás tu conjetura a la máxima degradación de los compañeros posible.
Ni siquiera un: -"votarán en blanco" (que descuento imposible en la inmensa mayoría), sino: Ir a la oposición (???!)
Una barbaridad.
Fernando, no se en qué entorno te movés, pero es muy probable que ocurra a la inversa.
Te copio un comentario de un tal Alejandro dejó en otro blog y al que suscribo (además de que en mi tal vez acotado grupo social se da lo contrario de lo que afirmás)
Dijo Alejandro:
"Parece ser, según quichicientas encuestas entre mentirosas, másomenos y menosmás, que si Scioli gana la interna el FPV gana en primera vuelta y que, en cambio, si gana Randazzo, se puede "ganar", es decir, tener primera minoría en primera vuelta (A VER, QUEDA CLARO, MENOS VOTOS, ¿SÍ?), pero se pierde el ballotage.
Oh, caramba (¡cáspita! ¡cielos!), esos datos duros parecen certificar exactamente lo contrario a lo que se dice en este artículo: serían los votantes de Scioli en la interna los que NO VOTARÍAN a Randazzo en la general"
Toqué una fibra, parece.
Una respuesta entre miles que se pueden leer todos los días de un supuesto "compañero":
"Fer, el candidato de la oposición es Mancuso.
Auspiciante principal de ExpoArgo, el negocio de Clarín y La Nación, elogiado por TN, tomador serial de deuda externa en la provincia, con un equipo económico del FMI (Claudio Loser)..."
Desconozco el valor estadístico que pueda tener, pero todos los compañeros a los que consulté me confirmaron que piensan votar al candidato del FPV que surja de las PASO.
Desde ya que si integrantes de la oposición tambien deciden votar a Scioli, tendrán nuestro emocionado agradecimiento.
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