One Floor Below
Empezó una nueva edición del Festival de Cannes, la más importante vidriera del cine global, con todas las luces y sombras que esto puede implicar. Roger Koza, editor del mejor blog de cine argentino, Con los ojos abiertos, porta nuestros ojos hacia allí. Nosotros no podemos ir a Cannes y él por motivos profesionales (como programador de otros festivales, como periodista de diversos medios impresos y digitales) viene cubriendo el Festival desde unas cuantas ediciones atrás. Roger tiene varios atributos notables: es uno de los más agudos observadores de la producción cinematográfica contemporánea, que conjuga el plano detalle de cada película que analiza con una mirada abarcadora de las tendencias generales, reconocibles en los criterios con que cada año los festivales internacionales seleccionan, presentan, organizan, subrayan u omiten los miles de films que se producen; Roger es también un gran escritor que es capaz de dejar registrada la primera mirada de cada película que acaba de ver en textos de una solidez y precisión admirables, con una capacidad de trabajo asombrosa y una eficacia rotunda; por último, Roger es un gran amigo y cuando nos cuenta Cannes, algunas de las películas que van a ir llegándonos en meses sucesivos, tenemos la experiencia de una extensión de nuestra propia mirada sobre obras que estamos esperando.
Todo esto lo digo porque, como La otra no cubre este festival y estamos pendientes de películas muy esperadas (las últimas de Hou Hsiao-hsien, Apichatpong, Gus Van Sant, Philippe Garrel, Nanni Moretti y varios otros), quiero invitar a los lectores de este blog a seguir la cobertura que Roger está haciendo en el suyo, en el cual ya ha aparecido una primera serie de reseñas de las que aquí cito fragmentos:
Tale of Tales (Matteo Garrone)
El método, según los griegos del pasado, es antes que nada un camino. El método oficial del festival tiene dos ejes, al menos desde hace un par de años puede verificarse una tendencia combinada: sensiblería y crueldad. La filosofía que se desprende año tras año es un híbrido entre el bien y el mal; un poco de humanismo pueril y su reverso, el nihilismo grosero que revela el malestar del mundo sin sutilezas. Hay excepciones a la regla, porque sería imposible sostener un festival como Cannes siendo fiel a esa forma de mirar el mundo y el cine. En otras palabras, algunos autores se imponen y van más allá del lugar común que Cannes suele consagrar o inventar.
Frente a Tale of Tales, de Matteo Garrone, ni siquiera los parámetros característicos para pensar la programación habitual son suficientes. ¿Cómo se puede incluir una película como ésta en un festival como éste? Es del orden de lo impensable, un enigma, un capricho.
El plano inicial de Tale of Tales promete. La steadycam al ras del suelo sigue los pasos de un bufón que se prepara para una función para los reyes. Nada se dice del tiempo histórico. La extensión del plano lleva a pensar que Garrone está en forma y que lo bueno de Gomorrahabrá de repetirse. Una vez empezada la función, las piruetas frente a la corte no funcionan. La reina no se divierte, más bien llora. Al descubrirse quiénes interpretan a los reyes, los buenos augurios se invierten y se espera lo peor. John C. Reilly y Salma Hayek forman la pareja monárquica. ¿Qué tiene que ver Garrone con ellos? ¿No filmaba él en Italia, con los muchachos de la camorra o con sujetos que hacían de sí mismos? He aquí otro italiano converso, un nuevo practicante del estilo internacional que en esta ocasión se inclina por la variante más agotada del estilo: el academicismo barroco. (...)
L’ombre des femmes (Philippe Garrel)
Para los cinéfilos, el festival comenzó en realidad ayer a las 9 de la mañana con la apertura de la Quincena de los Realizadores, el enclave simbólico surgido del mayo de 1968 como una respuesta integral e institucionalizada al conservadurismo del festival oficial en ese tiempo. No constituye un dato menor que L’ombre des femmes, la nueva película del gran Philippe Garrel, haya sido el título elegido: Garrel remite directamente a ese tiempo y a una cierta idea de cine asociada en ocasiones con Cannes.
La nueva de Garrel empezaba a las 9 de la mañana; a las 7.50 ya había cola. La cinefilia no desayuna y después de la función a los madrugadores se los ve felices: filmada en blanco y negro (por cuestiones de presupuesto), L’ombre des femmes es casi una comedia de enredos en la que un documentalista de películas políticas y su pareja van descubriendo paulatinamente que cada uno tiene su amante. El punto de vista es principalmente masculino, y la voz en off de un hombre que describe algunas situaciones cada tanto así lo confirma. La certeza de fondo es que los hombres y las mujeres, más allá de lo que crean, jamás se entienden, lo que no conlleva dejar de intentarlo. Hay algo aquí que remite directamente a las comedias de Hong Sang-soo: liviandad, lucidez y elegancia, y una economía de recursos admirable que exige precisión y rigor. Cada plano es notable, cada línea en boca de sus actores resulta secretamente aguda. Pequeño y hermoso film de Garrel. (...)
One Floor Below (Radu Muntean)
El cine rumano casi nunca decepciona. El regreso después de varios años de Radu Muntean confirma que él es uno de los rumanos buenos. El trío de genios se compone de Puiu, Porumboiu y Muntean. Hay otros, y algunos son nombres que Cannes amontona como si fueran todos de un mismo partido estético. Es cierto que todos dominan el espacio cinematógrafo y consiguen filmar todo con un control absoluto de los medios del cine. Pero el dominio formal no garantiza una gran película.
A diferencia de Aquel martes antes de Navidad, aquí no es el adulterio lo que se desea explorar sino el compromiso con la verdad. La trama es tan sencilla como una sentencia publicitaria: un hombre que vive con su hijo y su mujer oye la pelea de una pareja de vecinos desde la escalera. Jamás los ve pelearse, pero sí alcanza a oír los temas que precipitan la contienda doméstica. Inesperadamente, el joven que estaba a los gritos sale del departamento y se topa con su vecino. Patrascu disimula un poco, pues venía de sacar a su perro, pero el joven llega a comprender que su vecino estuvo espiando. Un poco después, Patrascu recibirá un llamado de su esposa: la joven vecina ha muerto. ¿Tuvo un accidente o la han asesinado?
La puesta en escena de One Floor Below es formidable: el fuera de campo es la elección permanente para que los personajes vayan apareciendo lentamente en el cuadro. (...)
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