1982 -2022: 40 años sin RWF
2022 es un año especialmente significativo para echar una mirada retrospectiva del cine del siglo XX que aún reserva claves para el cine del futuro. Se cruzaron tres fechas: centenario del nacimiento de Pasolini, 40 años de la muerte de Fassbinder y reciente muerte de Godard. Imposible sobreestimar la gravitación de Pasolini, Fassbinder y Godard en el arte del siglo pasado, tanto como en las señales que ellos mismos emiten hacia nuestro futuro. En La otra hemos convenido no olvidarnos nunca de ellos tres y menos en este año en que se dan estas coincidencias cronológicas. Godard, Fassbinder y Pasolini son tres autores imprescindibles del arte antifascista. Seguimos entonces recordando a Fassbinder en este momento en el que emerge el tecnofascismo del siglo XXI. Fassbinder está ahí aguardándonos. Acá lo recordamos en una entrevista de principios de los 70:
- Antes de dedicarse a hacer películas, usted hizo teatro, o antiteatro, como usted lo llamó. ¿Por qué empezó a hacer cine?
- Primero hice dos cortometrajes y sólo después de eso hice teatro. Y lo que yo hice no era "anti-teatro", sino teatro. Antiteater sólo era un nombre, así como otro teatro puede llamarse Teatro Schiller. En el el teatro yo aprendí mucho -cómo tratar a los actores y las diferentes maneras de contar una historia. De hecho, yo también soy un actor. Y actuación es lo único que yo realmente estudié, en todo lo demás, soy un autodidacta. En realidad, yo quería hacer películas desde el principio, pero no fue fácil. Entonces hice lo que era fácil, es decir: teatro. Cuando comencé a hacer cine, se me hizo más fácil, por haber venido del teatro, porque en Alemania el teatro es más prestigioso que el cine. La gente piensa: "claro, este tipo hace cine, pero también hizo teatro, algo debe valer".
- Cuando usted dice que sólo toma seriamente a las películas que tienen su público ¿quiere decir que no toma seriamente sus propios films? Convengamos que no tienen mucho público.
- No tiene nada que ver conmigo, sino con la situación económica en la que actualmente está atrapada Alemania. Mis films encontrarán su público cuando la situación cambie. Y estoy seguro que cambiará, como cambió en Francia; hoy Chabrol hace películas para el gran público. Cuando empezó él hacía cine para unos pocos. Le tomó 12 años encontrar su público.
- A diferencia de muchos otros dierctores "establecidos", usted apela a las emociones en sus films, lo cual agrada al público.
- Para mí las emociones son muy importantes, pero en nuestros días son explotadas por la industria del cine, lo cual me parece detestable. Yo no acepto que se especule con las emociones.
- Esta actitud ambivalente hacia las emociones usted también la expresa en sus películas. A veces presenta una escena con un alto impacto emocional y luego detiene la acción, lo que crea una especie de abstracción.
- Sí, es una especie de abstracción. Cuando usted detiene una escena, puede ver lo que realmente pasa en la historia. Puede ver lo que está pasando y experimentarlo con sus propias emociones. Si esa escena fuera editada, ya no podría saber de qué se trata.
- ¿Este estiramiento de las escenas es una especie de parodia de las películas de género americanas?
- No, para nada. Algunos críticos creen que yo hago referencias irónicas al cine de género americano, y puedo entender por qué lo dicen. Pueden ser interpretados de esta forma y yo debo aceptar esa interpretación, pero para mí no es así. La diferencia entre la forma de hacer películas de los americanos y la mía reside en el hecho de que las películas americanas no piensan. Pero resulta que yo también quisiera encontrar un modo de filmar que se libere de tales reflexiones. La verdad es que sólo la mitad de mis películas guardan alguna relación con el cine de género americano. Yo divido mis films en dos grupos: los films que transcurren en ámbitos pequeñoburgueses y los films que están inpirados en distintos géneros cinematográficos.
-¿Pero los films de género no transcurren también en ambientes burgueses?
- Sí. Mis gangsters son víctimas de las actitudes burguesas, pero no son rebeldes. Si fueran rebeldes actuarían de otra manera. Su actitud es la misma que la de los capitalistas, salvo que lo hacen en la ilegalidad. En mis films no hay diferencia entre la sordidez de un gángster y de un capitalista. Un gángster tiene las mismas aspiraciones burguesas que un ciudadano común. Esta puede ser la diferencia entre las películas de gángsters americanas y las mías. En las americanas los gángsters son outsiders, mientras que mis gángsters y ladrones están básicamente integrados a la sociedad.
- El trabajo parece ser un tema importante en la mayoría de sus films. Muchos de sus personajes están mal porque no tienen trabajoy entonces pierden el contacto con los otros.
- El trabajo puede ser el único tema que existe. ¿Qué otro? La mayoría de la gente trabaja cada día a lo largo de cincuenta años de vida, y siguen trabajando cuando vuelven a casa. Difícilmente esta gente tenga una vida privada de la que hablar. Se podría decir que el trabajo es su vida. Mis personajes están desgarrados porque no tienen trabajo en un mundo en el que hace falta trabajar. Eso los destruye. Vivimos en un mundo donde la gente debe trabajar para vivir y muchos de mis personajes no pueden soportar su trabajo. En consecuencia no tienen dónde sostenerse y están perdidos.
- ¿Qué haría si no pudiera hacer cine?
- No tengo idea. Cuando terminé la escuela yo pensé en eso y llegué a la conclusión de que por la manera en que la sociedad está estructurada el teatro y el cine son lo que permite alcanzar el mayor grado de libertad. Por eso los elegí. Pero hoy la cuestión más importante es: cómo destruir este tipo de sociedad. Si la sociedad cambia, la conciencia de la gente también cambia, pero si todo está basado en el principio de que unos deben trabajar para que otros se aprovechen de ese trabajo, lo único que queda es cambiar esta situación.
* Entrevista realizada por Christian Brad Thomsen en 1971, cuando Fassbinder presentó Whity en el festival de Berlín. La entrevista fue traducida y editada en castellano en el número 1 de revista La otra, en julio de 2003.
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