martes, 26 de febrero de 2008

No quiero dormir solo


(A propósito de I don't want to sleep alone, la película que Tsai hizo después de La nube errante.)

Cambiando de tonalidad de un film al otro, Tsai es siempre inconfundiblemente Tsai y cinco segundos de cualquiera de sus films no se parecen a nada salvo a Tsai.

En I don´t want to sleep alone deja el territorio conocido de Taipei para adentrarse en el submundo de Kuala Lumpur. Esto lleva a un cambio en la textura visual de su cine, un espacio más heavy, más sucio y peligroso. Vuelve a estar Lee Kang-sheng, pero ahora multiplicado por dos: un cuerpo en estado vegetativo y un vagabundo entregado al deseo de los otros. Se trata del film más nocturno y rabiosamente romántico de toda su obra. El método Tsai mantiene su premisa básica: la toma fija de larga duración cuya tensión no fluye horizontalmente hacia adelante, sino verticalmente hacia abajo, lo que va sumergiéndonos en una ciénaga de goce mórbido.

La gente quiere que las películas les resulten graciosas o un poco tristes, les gusta la psicología; es decir: personajes con los que identificarse, un poco neuróticos, con problemas de edipo leve. También que al final la trama precipite en algún tipo de juicio moral. La ecuación es: psicología-moral-enseñanza. Pero Tsai no entrega psicología. Es decir: a los personajes evidentemente les pasa algo, pero nunca se puede inferir nada acerca de su psicología y sobre todo es irrelevante hacerlo.

Sus personajes son ante todo cuerpos, no cuerpos físicos, sino cuerpos eróticos. Un erotismo de la dificultad, de estados mórbidos en los que el deseo se cuece en su propia salsa. Cuerpos alterados, sudorosos, jadeantes, sofocados, desmembrados, atacados por insectos, sequía, lluvia, humo. Las reacciones inmediatas que provocan sus películas en la platea son corporales: en El río a uno le duele el cuello; en I don't want to sleep alone uno siente ganas de toser.




En las calles de Kuala Lumpur filmadas por Tsai se pueden percibir, sin ser demasiado listo, huellas del capitalismo avanzado junto con las de un mundo primitivo, ruinas civilizatorias y naturaleza mutante. No se trata de leer tesis socio-políticas, sino de percibir lo que se muestra. Las canciones nos brindan un ancla. No psicología, entonces, sino cancionero. El folklore de Malasia o su versión levemente pop, por ser ajenos a nuestros oídos, suenan misteriosos, aunque canten penas de amor conocidas.

A Lee Kang-sheng le lavan el cuerpo, lo masajean, le pasan talco, lo masturban. Una pareja transporta con dificultad un colchón lleno de pulgas por los andurriales de ese mundo extraño. Toques de reputación dudosa: una rara y enorme mariposa aletea sobre el lago estancado de unas ruinas, el velador fosforescente inyecta una pequeña dosis de magia cursi en medio de la noche ahumada. Tsai hace un cine absoluto: en el que cada hilo de luz, cada ondulación del agua y cada vibración de la piel tienen su propia soberanía, sin rendirse ante los poderes de la literatura, el catecismo o el manifiesto comunista.

OSCAR ALBERTO CUERVO

7 comentarios:

Unknown dijo...

Estuve viendo su comentario y me parecio muy, demasiado diria, coherente, sobre todo conceptualmente, tiene conocimientos de cine y todavia no le ha llegado la hora de la miopia...

Pero si es tan coherente, ¿Porq Ricagno no esta en la radio?

Pero TRAINGANLO A RICAGNO DE VUELTA A LA RADIO... O si q la cosa se va a poner mas angustiosa q Kierkegaard y Neustad juntos!!!

Oscar Cuervo dijo...

materialista histórico:
"demasiado" coherente te parece?
preferís un poco más de incoherencia? bueno, trataremos.

Ricagno no está en la radio. Punto.
Quizá sí esté en la revista.

Persio dijo...

Aunque estoy esperando El sabor de la sandía hace unos días, confieso que vi I don't want to sleep alone en el festival de Mar del Plata y no me gustó. Igualmente, ahora, después de leer tu comentario, volvería a mirarla.
Lo que sí me encantó de la película y me dejó totalmente impresionado fue la última escena, es grandiosa. El tiempo y la fotografía y la música son hermosos.

Oscar Cuervo dijo...

Persio:
una película puede gustarnos o no gustarnos y es muy difícil o imposible lograr un acuerdo respecto de eso. Lo interesante, en todo caso, es tratar de examinar el propio gusto confrontándolo con lo que la película es: cómo está compuesto el ámbito de lo que se ve y de lo no se ve en ella, cómo se vincula esto con lo que se oye, cómo se manejan los tiempos (tiempo de los hechos que una película muestra, tiempo de los personajes y de los objetos dentro de la película, tiempo del propio espectador); cómo una película produce sentidos; si esos sentidos se pueden expresar con palabras y qué límites tiene nuestro lenguaje para dar cuenta de todo lo que una película nos hace experimentar.También se puede pensar cómo se incorpora una película en el caudal del cine ya existente: si lo continúa, lo repite, lo desafía, lo expande... Cómo la película desarrolla estrategias hacia el espectador (en este cómo para mí se juega la ética y la política de un film). Cóm se resuelve la relación entre verdad y apariencia, entre ficción y realidad, entre lo "humano" y lo "no humano"...

Yo creo que estas son las cosas por las que vale la pena pensar una película, más allá de que la primera impresión sea de agrado o desagrado. Lógico que cuando algo nos desagrada profundamente es más difícil superar ese disgusto. Pero hasta el disgusto se puede pensar; no es un dato incontestable.
saludos

Persio dijo...

editor: oscar cuervo:
La variedad de los cómo's de tu respuesta se vuelve inmediatamente una infinidad. Infinidad, como todas, no saturable.
Con "no me gustó" no quise decir que la probé como se prueba un helado de sambayón para ver si gusta o no gusta. Quise decir que la miré y, en función de mi selección de cómo's, es decir, de mi recorte de criterios, no me gustó. Que no me haya gustado no significa que la vi sin pensar o que me deba, siquiera mera posibilidad, la tarea de pensarla.

Oscar Cuervo dijo...

Persio:
pero para que haya un intercambio posible en este ámbito (quizá en cualquier otro) no veo como evitar el ir más allá de que te haya o no gustado. Tu selección de los cómos puede ser muy respetable, pero si no debatimos en torno a esa selección, si no interrogamos a tus criterios y los míos (quiero decir: los del espectador), el "me gustó" se cierra sobre sí mismo, porque el "me gustó" no se puede discurrir, en cambio los criterios sí.
Quiero decir: creo que es más productivo invertir el orden de los factores, porque lo usual es que uno examina una película con "mis" criterios. Y lo que sucede con el arte es que la obra es en realidad la que debe poner en jaque "mis" criterios (yo no me pienso afuera del problema, porque también en mí el gusto es la primera reacción, pero llegué a convencerme de que no tiene por qué ser la última.
Sería interesante hacer una crítica del gusto. «La nube errante" ciritica al crítico de cine Fulano de Tal y le pone "regular"».

No entiendo muy bien tu última frase: "Que no me haya gustado no significa que la vi sin pensar o que me deba, siquiera mera posibilidad, la tarea de pensarla." ¿Eso quiere decir que no te hace falta pensarla o entendí mal?
saludos

Persio dijo...

editor: oscar cuervo:
Mi última frase fue una respuesta a tu «Yo creo que estas son las cosas por las que vale la pena pensar una película, más allá de que la primera impresión sea de agrado o desagrado». Redujiste mi comentario a una simple "primera impresión" y lo que quise contestar fue justamente que no se trataba de una primera impresión (más allá de la cantidad de veces que uno la haya visto) como cuando uno prueba una cucharada de helado y decide no volver a comerlo porque no le gustó, sino que el "no me gustó" tenía como base mi recorte y aplicación de criterios, incluso si no los expuse ni desarrollé. Y si no lo hice es porque mi intención en el primer mensaje no era entablar una discusión sobre nada. Es como cuando un director de cine amigo hace una película y la vas a ver y está él a la salida: le palmeás el hombro y le decís que estuvo buena. Lo cual no significa que la hayas mirado como una planta y que solamente el gusto que te quedó en el paladar después de que te impactaran esas manchas de colores y esas olas de sonidos te agrada, sino que la viste y te gustó, sea por lo que sea. Si hubiera sido con ánimo de discutir habría que haber dicho algo un poco más sustancioso.