por Juan Manuel Castro
Catzole fue el fanzine donde Salvador Sanz comenzó a publicarla historieta Desfigurado, hoy reeditada por Ex abrupto Ediciones. Es el resultado de años de trabajo. Según el editor de Ex abrupto, uno de los grandes hallazgos que sobrevivieron a la década del 90, momento de gran decadencia en el mundillo de la historieta nacional.
“La imaginería que despliega es tan inquietante como original: desde un héroe mutilado por una mujer que tiene una hoja de afeitar en lugar de dientes, hasta la creación de un enigma inquietante: «¿Qué se refleja en dos espejos enfrentados?», sofisma que podría pasar a formar parte de los más interesantes trucos del pensamiento junto a la pregunta «¿Hace un árbol ruido cuando se cae si no hay nadie para oírlo?». Desfigurado es una historia compleja, a veces difícil de comprender, con un guión interesante pero que no termina de desarrollarse, tal vez impedido por los cuatro años que tardó en completarse la publicación de sus casi cien páginas. Por momentos, el plumeado recuerda al de Solano López en El Eternauta, obra de capital importancia para comprender la concepción creativa y estética de Sanz.” comenta Ezequiel Dellutri en Tebeosfera sobre la obra de Salvador Sanz.
Desde el punto de vista estético, Desfigurado es una gran obra, ya que valiéndose sólo del blanco y negro, el autor logra transportar al lector por todo tipo de secuencias. Cada cuadro es un estímulo directo para el ojo. El lujo de detalles y los juegos de luz son uno de los pilares que hacen de esta obra un baluarte.
La trama por momentos toma el carril de la acción, con persecuciones callejeras en moto, pero otras veces el suspenso y el terror. La narración habla de la calidad artistica que caracteriza a Sanz, más allá de su impecable trazo. Además posee una gama de personajes oscuros y misteriosos, de donde se destaca Gillette, la que luego paso a ser la tapa del festival Buenos Aires Rojo Sangre.
Como contracara de este estilo tan cargado de detalles con narraciones serias y focalizadas, llega Humor etílico, el primer libro del humorista gráfico Mauro Serafín, mas conocido como El Bruno.
Salido del fanzine Kaos en los 90, y más tarde en la revista Setro Cómic, lo más destacable de este artista es su poder de síntesis, “de un estilo Hannah & Barbera”. Logra crear rostros de famosos personajes de films de horror con solo unos pocos trazos, distorsionados y hasta más creíbles. En cada viñeta se trasluce el fanatismo de este dibujante por el cine de terror, más que nada el clase B y Z. Da una vuelta de tuerca al género de terror, lleva el suspenso y la tensión típica del género hacia algo más absurdo, inclinándose hacia la comicidad. Este es el punto fuerte del Bruno, y él sabe como sacar el jugo a este don. Homenajes a filmes ochentosos y a sus míticos personajes hay de sobra dentro de Humor etílico. Pero no por eso el lector dejará de sonreír. Se podría trazar un paralelismo entre el absurdo del Bruno y el de Gustavo Sala, salvando las distancias, ya que es un componente clave que nunca deja de funcionar en sus tiras. Muertos vivos, muñecos vudú, nenas alcohólicas son el medio por el cual el terror -bajo el trazo de este dibujante- tornará hacia el mundo del sinsentido.
Con respecto al género de terror, el Bruno confiesa que es el que más le gusta, porque plantea situaciones que en la vida cotidiana no suceden. Abre el juego a la imaginación y eso es lo que hace tan rico este género, sumando a la libertad que ofrece el clase B y Z. Es aquí donde el cine y el comic se cruzan: el Bruno está para trasladar desde la pantalla grande las situaciones y los personajes más temibles para, una vez dentro de las viñetas, caracterizarlos con desopilantes ocurrencias y los diálogos más alocados.
Ambos han publicado sus trabajos en la revista Fierro: Sanz con una tapa de Nocturno, la tira que publica y que casi está por terminar. Por otro lado, el Bruno, junto a otros ilustradores, han hecho hace unos números un Picado Fino (suplemento de Fierro) sobre terror. Una joya imperdible.
Estos artistas abren el juego para cultivar el género de terror dentro de la historieta. Los dos tienen un estilo muy personal y bien diferenciado. Los lectores podrán disfrutar de esta adaptación de la estética terrorífica, ya que no caen en estructuras rígidas y repetitivas. Zon verdaderos autores y eso hace que Humor etílico y Desfigurado sean muy recomendables para los fanáticos del noveno arte.
“La imaginería que despliega es tan inquietante como original: desde un héroe mutilado por una mujer que tiene una hoja de afeitar en lugar de dientes, hasta la creación de un enigma inquietante: «¿Qué se refleja en dos espejos enfrentados?», sofisma que podría pasar a formar parte de los más interesantes trucos del pensamiento junto a la pregunta «¿Hace un árbol ruido cuando se cae si no hay nadie para oírlo?». Desfigurado es una historia compleja, a veces difícil de comprender, con un guión interesante pero que no termina de desarrollarse, tal vez impedido por los cuatro años que tardó en completarse la publicación de sus casi cien páginas. Por momentos, el plumeado recuerda al de Solano López en El Eternauta, obra de capital importancia para comprender la concepción creativa y estética de Sanz.” comenta Ezequiel Dellutri en Tebeosfera sobre la obra de Salvador Sanz.
Desde el punto de vista estético, Desfigurado es una gran obra, ya que valiéndose sólo del blanco y negro, el autor logra transportar al lector por todo tipo de secuencias. Cada cuadro es un estímulo directo para el ojo. El lujo de detalles y los juegos de luz son uno de los pilares que hacen de esta obra un baluarte.
La trama por momentos toma el carril de la acción, con persecuciones callejeras en moto, pero otras veces el suspenso y el terror. La narración habla de la calidad artistica que caracteriza a Sanz, más allá de su impecable trazo. Además posee una gama de personajes oscuros y misteriosos, de donde se destaca Gillette, la que luego paso a ser la tapa del festival Buenos Aires Rojo Sangre.
Como contracara de este estilo tan cargado de detalles con narraciones serias y focalizadas, llega Humor etílico, el primer libro del humorista gráfico Mauro Serafín, mas conocido como El Bruno.
Salido del fanzine Kaos en los 90, y más tarde en la revista Setro Cómic, lo más destacable de este artista es su poder de síntesis, “de un estilo Hannah & Barbera”. Logra crear rostros de famosos personajes de films de horror con solo unos pocos trazos, distorsionados y hasta más creíbles. En cada viñeta se trasluce el fanatismo de este dibujante por el cine de terror, más que nada el clase B y Z. Da una vuelta de tuerca al género de terror, lleva el suspenso y la tensión típica del género hacia algo más absurdo, inclinándose hacia la comicidad. Este es el punto fuerte del Bruno, y él sabe como sacar el jugo a este don. Homenajes a filmes ochentosos y a sus míticos personajes hay de sobra dentro de Humor etílico. Pero no por eso el lector dejará de sonreír. Se podría trazar un paralelismo entre el absurdo del Bruno y el de Gustavo Sala, salvando las distancias, ya que es un componente clave que nunca deja de funcionar en sus tiras. Muertos vivos, muñecos vudú, nenas alcohólicas son el medio por el cual el terror -bajo el trazo de este dibujante- tornará hacia el mundo del sinsentido.
Con respecto al género de terror, el Bruno confiesa que es el que más le gusta, porque plantea situaciones que en la vida cotidiana no suceden. Abre el juego a la imaginación y eso es lo que hace tan rico este género, sumando a la libertad que ofrece el clase B y Z. Es aquí donde el cine y el comic se cruzan: el Bruno está para trasladar desde la pantalla grande las situaciones y los personajes más temibles para, una vez dentro de las viñetas, caracterizarlos con desopilantes ocurrencias y los diálogos más alocados.
Ambos han publicado sus trabajos en la revista Fierro: Sanz con una tapa de Nocturno, la tira que publica y que casi está por terminar. Por otro lado, el Bruno, junto a otros ilustradores, han hecho hace unos números un Picado Fino (suplemento de Fierro) sobre terror. Una joya imperdible.
Estos artistas abren el juego para cultivar el género de terror dentro de la historieta. Los dos tienen un estilo muy personal y bien diferenciado. Los lectores podrán disfrutar de esta adaptación de la estética terrorífica, ya que no caen en estructuras rígidas y repetitivas. Zon verdaderos autores y eso hace que Humor etílico y Desfigurado sean muy recomendables para los fanáticos del noveno arte.
2 comentarios:
Interesante. Martha
Buscaba algo de data sobre sanz cando me topé con tu artículo y con tu mención al mío. Muchas gracias por haber pensado que lo que escribí tiene algo de valor. El blog está interesantísimo por su variedad, profundidad y claridad.
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