El que cierra y el que apaga la luz
por Guillermo Colantonio
Foto: Marilú Dal Molin. Fuente: Charly García (culto Say No More)
Charly García volvió a Mar del Plata el sábado pasado y lo que para muchos prejuiciosos podría haber sido apenas una brisa renovada se transformó en un huracán de rock. Digo “prejuiciosos” porque el estadio polideportivo no estuvo lleno y varios de los que asistieron no iban con muchas expectativas. En este país tan adepto a las dicotomías a Charly lo han querido transformar en una especie de amor al cual siempre hay que darle una oportunidad, a pesar de que “está acabado,” porque "ha sido importante en nuestras vidas" aunque “se haya portado mal” últimamente”; o los que gritan por todos los rincones “gracias al cielo” por verlo recuperado, los mismos que se postulaban como sanadores incondicionales.
Pues bien, a mí me importan un comino esas dos visiones y digo que la noche del sábado asistí al recital que Charly dio en esta ciudad y disfruté de uno de los conciertos más grandes de todos los que he visto en mi vida, sin exagerar. La banda sonó increíble, con el zorrito Von Quintiero sosteniendo los teclados en una química increíble con Charly (juegan de memoria), el negro Carlos García López en guitarra, impecable en su emulación desquiciada de Hendrix, y la solidez de la batería y del bajo (ya había dicho Charly en medio del show “¡cómo me gusta el bajo!”). Además, una Hilda Lizarazu más inspirada que nunca y hasta con una vuelta carnero incluida. Es que a esa altura del show, la cosa ya daba para festejar a lo grande. Había pasado un repertorio sabiamente elegido (muy parecido al que viene haciendo Charly en esta gira), increíble. La cosa comenzó de manera intimista con la apertura, tranquila, con un fondo devenido en imágenes de ciudad (muy interesante en el aspecto visual), de El amor espera, hermoso tema donde el propio Charly en su piano de cola negra (una vez más y uno de los pocos en hacerlo) reconoce su admiración por las bandas que lo formaron en el escenario insertando arreglos. En esta oportunidad, Sing This All Together de The Rolling Stones, incluido en el disco que menos les gusta a los fanáticos de los Stones, Their Satanic Majesties Request.
Foto: Monica Bitzer (FB)
A partir de ahí, una seguidilla de temas impresionantes de los que hay que escuchar sentado, en una especie de trance, y otros que invitan a cantar y a moverse (a pesar de que en este bendito país enseguida los llevemos a la tribuna futbolera): Canción de 2 x 3, No soy un extraño, Influencia, Cerca de la revolución, Chipi chipi, Fanky, Tu vicio, Promesas sobre el bidet, Adela en el carrousel (para emocionarse), Pasajera en trance, Raros peinados nuevos (en una versión más cínica que nunca, con Charly parado con el micrófono, gesticulando y diciendo “se me caen los pantalones”). Ahí, pensé en voz alta: qué disco de puta madre es Piano Bar. Luego una versión loca de Buscando un símbolo de paz, con toda la banda bailando y un marco santanesco de percusión muy adecuado. Ni hablar de Me siento mucho mejor, No me dejan salir, Demoliendo hoteles (acá pensaba en la vigencia de las letras, en cómo se resignifican constantemente), y No voy en tren para “apagar la luz por primera vez”, en lo que daba por cerrada la primera parte de un show impresionante. Para los detractores de moda, informo que Charly cantó bárbaro y tiene voz para rato. Para los mediáticos sanadores que cubrieron esta gira aduciendo falta de movilidad (como si para cantar hubiera que hacer pogo) les digo que interactuó de manera brillante con la gente a través del diálogo, haciendo unos pasos de baile muy graciosos y en sintonía total.
Foto: Marilú Dal Molin
Fuente: Charly García (culto Say No More)
Minutos después llegaron más momentos de emoción. “Se merecen un bis” pronunció Charly y arrancó con Deberías saber por qué, en una versión mucho más interesante que la del corte original (es un tema que ganará varios adeptos en vivo). Apenas terminada la canción, como si fuera poco, sentado nuevamente en su piano de cola se escuchó “"Yo tuve muchas bandas, pero a una le decían 'los Beatles argentinos'. Quiero presentarles a un amigo: Paul Mc Pedro Aznar". La ovación total para uno de los músicos más talentosos y completos que ha dado la Argentina y nuevamente la emoción con Perro andaluz, con un exquisito solo de bajo de Aznar (acá pensé, qué nivel tenía Serú, qué lejos está la mayoría del rock argentino actual de eso, con buenos compositores que ahora hacen temas para Tinelli o bandas que no salen de estribillos de cancha); y la sacudida con Hablando a tu corazón. El cariño y el agradecimiento del amigo para la despedida: “Qué grande Pedro”. Luego, el cierre con una versión demoledora de No toquen.
Al final, y a pedido de todos, la última entrada con un último bis glorioso, con toda la furia, para despedirse bien alto: Rock and Roll yo, para que no nos olvidemos de que esto es simplemente rock and roll y nos gusta a pesar de todo. Enorme Charly.
4 comentarios:
yo estube y se me caian las lagrimas en no soy un extrano! viva el maestro! toco dos horas y cuarto! me sorprendio! para todos los retrasados mentales que lo prefieren rompiendo tdo y pasado! y para los q dicen q no es el mismo. se quieren morir fue unos de los recitales mas imprecionantes q vi!
estoy de acuerdo con vos estoy cansado de bandas de barrios y canchitas. lo unico q queda es lo viejo. no veia algo asi desde q viaje a ver a deep purple en el luna.!!!
A mí lo que no deja de hincharme las pelotas es que ultimamente en los recitales de rock todos se besan y se abrazan como si hubieran sido salvados de un cataclismo y se encuentran con los seres queridos.
¡Dejense de joder! ¡Parecen náufragos del titanic!
Hugo.
Charly sigue siendo grande. Grata crónica sobre el concierto allá.
BEsitos nocturnos y amistosos!
Lully:
vos sos la misma que estaba desnuda en el comentario sobre Lucas? te vestiste para comentar lo de Charly?
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